lunes, 18 de noviembre de 2019

«¡Evade!»

El 14 de octubre suceden las primeras evasiones masivas que obligan a cerrar cinco estaciones de Metro en Santiago: Pedro de Valdivia, Quinta Normal, Cumming, Santa Isabel e Irarrázaval.

A través de un comunicado, la empresa denunció que «grupos de personas realizaron evasiones y actos vandálicos que causaron destrozos y alteraron la seguridad de los pasajeros». Metro agregó que «condena firmemente» este tipo de acciones, «que causan destrozos a la infraestructura del transporte público y perjudican directamente a los más de 2,8 millones de pasajeros que transitan diariamente por la red, generando temor y situaciones de riesgo».

Habiendo tanto ya escrito y publicado sería una vanidad ponerse a escribir lo mismo con palabras diferentes, buscar originalidad y distinción en plena acción común y colectiva. Por tanto, continuaremos compartiendo las palabras de los rebeldes:

«Hoy despertamos a la vida. Hasta el lunes 14 de octubre, nos lamentábamos en la micro, en los trabajos, en las escuelas, en las reuniones familiares y de amigos, en los barrios, en las organizaciones autónomas emplazadas en distintos espacios del largo letargo que parecía ya una especie de rasgo inminente de las personas que viven en Chile, de la impotencia de ver nuestros esfuerzos diluirse en lo que parecía una infructífera actividad. Sin embargo, en el cotidiano, se escuchaba cada vez de manera más constante la hermosa queja, los reclamos por la escasez de agua que amenaza nuestra sobrevivencia, por la contaminación que asesina niños en las llamadas zonas sacrificio, por las miserables pensiones que lanzan al suicidio a nuestros abuelos, por los robos constantes de los TAG(4) y el transporte público, por la salud pública de muerte, porque a nadie le alcanza para llegar a fin de mes. Una desesperanza acompañaba ese lamento, desconfiábamos ya de la capacidad de despertar, de mirar la realidad y rebelarse de nuestra gente.

El impulso del pueblo de Ecuador y el arrojo de los secundarios fueron la chispa que encendió el dolor que llevábamos cada noche a nuestra cama, la angustia de no saber cómo resolver, cómo podremos seguir, cómo sobrevivir, porque nuestros cuerpos, cada día más enfermos, nuestras mentes cada día más aquejadas nos daban las señales que nos negábamos a aceptar, llenándonos de soluciones individuales que no nos alcanzan para resolver, nos cobijamos con terapias individuales y placebos varios (...)

Este lunes recién pasado, bandadas resplandecientes de secundarios parecieron iluminar nuestros corazones. Como nunca vimos a múltiples generaciones respaldar las acciones que desbordan el control y el orden, que amenazan la santísima propiedad privada.

Los oportunistas de siempre intentan adjudicarnos una demanda colectiva, circulan peticiones de nadie, cuando la realidad es que este levantamiento es espontáneo, no existe un listado de demandas que nos satisfaga, no tenemos representantes, cuando es la totalidad de la vida en el capitalismo lo que nos asesina. (...)

Las evasiones del metro iniciadas por los estudiantes han recibido el respaldo de los trabajadores del mismo, 41 estaciones fueron afectadas por las manifestaciones, varias de ellas han sido completamente destruidas, compañeros de distintas ciudades, San Antonio, Concepción, Iquique han respondido con solidaridad, la revuelta se expande, son convocados por este llamamiento.

Durante la madrugada, se declaró estado de emergencia: restringe la libertad de reunión y locomoción, salen los militares a la calle, esta tarde se suspende el transporte público en Santiago, el tren interurbano suspende su circulación a las diecisiete horas, cierra el retail y es saqueado, los trabajadores portuarios se suman a la movilización, se suspenden las clases para las escuelas de varias comunas de la ciudad, se incendian municipalidades, comisarias, estaciones de metro.

A pocos minutos del toque de queda, luego de una extensa jornada, se ha evaporado la instalada idea de que somos un pueblo con miedo, nos mataron, torturaron, divulgaron nuestras imágenes mutiladas, nos culparon del horror, instalaron sus reglas, nos amordazaron, pero no han podido con nosotros.» (Biblioteca Comunitaria El Litre. Feliz primer día de nuestras vidas. 19 de octubre)

En el país modelo para la región que representa Chile, se está expresando el asco que inspiran ese progreso y el precio que se paga por él. No es que los estudiantes secundarios simplemente han tomado conciencia de esta situación, ya saben que la promesa de futuro para ellos es casi imposible. El desempleo, la estafa de las pensiones y la grave contaminación de la región son lo que les espera, a menos que hagan algo y rápido. No tienen nada que esperar y por eso se oponen a las formas de espera hasta ahora conocidas. Aparecen como lo que realmente son: los enemigos irreconciliables no ciertamente de la gran mayoría de chilenos, sino del modo de vida alienado de toda la sociedad moderna: el país modelo no hace sino mostrarnos el camino que se seguirá en todas partes si no se detiene esta forma de vida que no es más que pagar para vivir.

Siempre hubo, hay y habrá quienes prácticamente procedan con mayor determinación en el desarrollo de la lucha. La iniciativa no sucede por milagro, debe ser llevada adelante por seres humanos que la concreten. Estos estudiantes no tienen intereses distintos que los del resto del proletariado del cual forman parte, simplemente abordaron una parte con lo que pueden y saben. No han llamado a un congreso ni preparado unas elecciones para decidir si evadir masivamente o no el pago del transporte. En la historia los estallidos sociales han sido lanzados por un sector del proletariado, no ha habido otra manera.

Todo el reformismo comprende esto de forma inversa: no parten del proletariado en lucha sino de de “los estudiantes”, “los indígenas”, “los jóvenes precarizados” o la nueva categoría que se inventen para la ocasión.

Cuando el Capital está por todas partes, es en cualquier parte que puede surgir la iniciativa de la revuelta. Se encuentra allí donde no hay diálogo ni negociación posible, donde lo que se pone en juego es la cuestión más crucial de todas: ¿tiene sentido seguir levantándose cada mañana? En Chile un adolescente se suicida cada día. La alternativa es una existencia vacía, trivial, plagada de carencias, absurdos y humillaciones. Estos pibes, estos cabros, cuando invaden por la fuerza las estaciones del metro y luchan cuerpo a cuerpo con los pacos dentro de los liceos están luchando por sobrevivir.

Mientras el expresidente del Metro, Clemente Pérez, aseguraba que las protestas «no tenían sentido» y eran «más bien tontas», actuaba de vocero de la burguesía en el desprecio y minimización seguido de criminalización. Intentando hablar por todos también dijo: «Van dos o tres días y van 3500 personas. O sea, cabros, esto no prendió. No son más choros, no se han ganado el apoyo de la población. (...) La gente está en otra, el chileno es bastante más civilizado y yo lo único que he visto es un gran rechazo a este tipo de actitudes porque la gente se ha visto muy perjudicada.» La realidad acabaría dejando en ridículo a él y los suyos, sin sentido y tontos.

Los días siguientes las evasiones masivas continuaban. Estaciones controladas por pasajeros con las puertas abiertas por horas y las fuerzas represivas totalmente superadas, incluso en algunas ocasiones debieron huir. Una de las acciones más emblemáticas fue la reacción de un centenar de pasajeros que derribaron la puerta de acceso a la estación Plaza de Armas, que estaba cerrada para evitar las evasiones.

El presidente del Panel de Expertos del Transporte Público, Juan Enrique Coeymans, se quejó que «cuando suben los tomates, el pan, todas las cosas, no hacen ninguna protesta» en todo su cinismo tenía razón, pero bueno, por algo hay que comenzar.

En conferencia de prensa, realizada el 17, trabajadores de metro, manifestaron su respaldo a los estudiantes y trabajadores evasores. Hasta el sindicato señaló que como trabajadores del metro encuentran legitimas las movilizaciones contra el alza del pasaje, así como su rechazo a la militarización en las estaciones.

El viernes 18 es cuando se concreta la revuelta proletaria en Santiago. El sistema de transporte es colapsado y ya son 8900 policías protegiendo las estaciones.

Un reporte anónimo desde la revuelta nos decía:

«La jornada de ayer, 18 de octubre abrió la caja de Pandora de la insurrección proletaria en Chile. Desde aquí en adelante, no se sabe que ocurrirá (…). Hay barricadas y cacerolazos por todas partes. El alza del pasaje se ha mostrado como la punta del iceberg, pero en el fondo todos saben que esto era una bomba de tiempo. La precarización de la vida es inaguantable, la sequía se torna cada vez más grave, los precios para sobrevivir se han vuelto insultantes, sumado a que el 80% de la población vive de la deuda y las pensiones se han demostrado como un fraude histórico. Indudablemente la insurrección en Ecuador fue un disparador para las grandes masas que se vieron identificadas con la furia de nuestros hermanos del norte. Motivos sobran

En la madrugada del 19 de octubre el presidente Sebastián Piñera decretó el estado de emergencia en las comunas del Gran Santiago, y el toque de queda a partir de la noche del sábado.

La revuelta se extiende pese a la brutal represión estatal afirmaba y se titulaba otro reporte anónimo del día (20):

«El día sábado 19 desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y TAG en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales(5).

Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.»

A diferencia de saqueos anteriores, incluso en otras partes del mundo, en muchas ocasiones los saqueadores destruían las mercancías expropiadas quemándolas en fogatas a las puertas de los lugares saqueados cuando no sociabilizando los alimentos o las medicinas. En algunas ocasiones hay quienes afirman que algunos incendios a supermercados fueron obra de los carabineros, no solo para que el dueño pueda cobrar algún seguro por “destrucción total” sino que hay algo más macabro detrás. Han aparecido personas calcinadas al interior de los mismos, de quienes se han dicho que murieron saqueando. Ya es de público conocimiento el caso de Yoshua Osorio Arias de 17 años cuyo cuerpo apareció calcinado en un outlet de ropa interior, tenía 3 orificios en el tórax, pero la autopsia no lo indagó, oficialmente murió por asfixia, intoxicado por los gases de incendio.

Sobre la prensa, «voceros del Capital y defensores de la mercancía», retomamos el reporte:

«La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista. (…) A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:

• Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represivas, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH)(6).

• Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.

• Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe rechazar categóricamente(7).

• Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.

• Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.»


Notas:
(4) TAG o Televía es el sistema de cobro de las autopistas urbanas de Santiago, a través de la tecnología free flow o peaje en movimiento. El TAG contiene toda la información necesaria para identificar al dueño y su vehículo, permitiendo que la transacción del peaje sea de forma electrónica.
(5) Nota de la presente edición: «La sociedad de la abundancia halla su respuesta natural en el saqueo; pero no era ésta de ninguna manera una abundancia natural y humana, sino una abundancia de mercancías. Y el saqueo, por el cual se desmorona inmediatamente la mercancía en cuanto tal, muestra también la última ratio de la mercancía: el ejército, la policía y demás cuerpos especializados que ostentan en el Estado el monopolio de la violencia armada.
¿Qué es un policía? Es el servidor activo de la mercancía; es el hombre totalmente sometido a la mercancía. (Guy Debord, La decadencia y caída de la economía espectacular-mercantil)
(6) Nota a la presente edición: El propio Director INDH, ha mostrado lo funcional que es a su condición de funcionario de gobierno, al desconocer lo sistémico de las agresiones por parte de agentes del orden. Por otra parte, las denuncias que dicha institución expone solo serían un parte de las agresiones ocurridas, pues como bien señalo el presidente de la Cruz Roja en Chile hay muchos heridos que no van a la posta ni a los hospitales por temor a quedar detenidos.
(7) Nota a la presente edición: A diferencia de Francia, en Chile los “chalecos amarillos” fueron utilizados por vecinos organizados para defender sus barrios de presuntos saqueadores. Estas y otras situaciones similares representan un caldo de cultivo para grupos reaccionarios organizados, pero principalmente es una táctica utilizada desde siempre, como en Argentina en el 2001, para oponer un barrio al otro y sembrar la desconfianza entre barrios

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