A medio año de la declaración de la pandemia, Argentina volvió a registrar una de las tasas de inflación más altas del mundo. Es la segunda más importante de América latina. Según las proyecciones del FMI este año, la Argentina ocupará el octavo lugar en el ranking de inflación mundial con un 39,5%, encabezado por Venezuela con un 15.000%, seguida por Zimbabue, Sudán, Surinam, Yemen, Irán y Sudán del Sur.
Mientras tanto, los ricos se hacen más ricos y baten récords. Durante los últimos meses las acciones llamadas tecnológicas han tenido una vertiginosa escalada que en septiembre comenzó a frenarse. Es por demás de ilustrativo un informe del Instituto de Estudios Políticos (IPS) de Estados Unidos que señala que, desde el 18 de marzo al 13 de agosto, los 12 multimillonarios estadounidenses más prominentes —en medio de una fuerte paralización de la producción— han marcado un récord histórico. Sus fortunas en promedio han crecido un 40%, llegando en conjunto a la obscena cifra de 13 dígitos. Jeff Bezos (Amazon), el “futuro salvador de la humanidad” Bill Gates, Mark Zuckerberg (Facebook), Warren Buffett (empresario e inversionista), Elon Musk (Tesla y SpaceX)... y la lista sigue con los principales accionistas de Microsoft, Google, Oracle y Walmart. Evidentemente, los grandes ganadores de esta crisis, además de las farmacéuticas, son las empresas tecnológicas, como es el caso de aquellas orientadas a las telecomunicaciones y el comercio electrónico, lo que nos dice mucho sobre el momento actual del capitalismo. Entre las empresas argentinas del sector se destacan Mercado Libre y Globant, que acumularon en lo que va del año un aumento de sus cotizaciones del 90 y 62%, respectivamente. De todos modos, es necesario señalar lo volátil que vienen siendo muchas de estas cifras, sumado a un contexto mundial de fuerte crecimiento de la emisión monetaria, así como de la deuda pública y corporativa. El panorama es bastante incierto y los mecanismos financieros en boga nos tienen acostumbrados a sus estallidos y sus consecuencias.
Pero no hace falta mirar a Wall Street. Burgueses locales han ganado más pagando menos a sus empleados, reduciendo costos con el teletrabajo y recibiendo una porción del gasto en sueldos por parte del Estado. Quienes se han perjudicado son muchos pequeñoburgueses y algún que otro empresario de tal o cual sector. ¿Quién puede pensar que los burgueses ganan todos en bloque? Empresarios del sector gastronómico, reconocidos por imponer pésimas condiciones laborales, se han movilizado en la ciudad de Rosario para que los “dejen trabajar”.
En nuestra economía más mundana, de pocos dígitos, debemos seguir concurriendo a trabajar cada semana en peores condiciones o continuar buscando empleo en uno de los contextos más duros. Quienes hacen delivery siguen en la misma precariedad, siendo cada vez más frecuentes los accidentes y muertes. Los docentes ven intensificado su trabajo por medio de la tecnología, pero los sueldos siguen igual. De los trabajadores de la salud poco hay que agregar… Y a quienes se ganan el mango día a día en trabajos informales, esta situación les priva de dicha posibilidad.
Mientras tanto, nos preguntamos de qué sirve una cuarentena tan larga, de las más largas del mundo, si a nivel sanitario finalmente pasó lo que iba a pasar. Es el pensamiento de la deuda, del colapso: patear siempre el problema un poco más para adelante, pero no hacer nada para que no nos sobrevenga.
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