martes, 22 de septiembre de 2020

El coronavirus como coartada

El coronavirus se ha convertido en el chivo expiatorio social de este año, es presentado como el único mal a combatir porque “seguimos en guerra contra este enemigo invisible”. Es así que en los hospitales es probable que no te atiendan si no tenés el “privilegio” de contagiarte de coronavirus, no te hagan los estudios correspondientes o te larguen rápido a casa porque hacen falta camas y personal. Una situación que se viene repitiendo hace meses, aún cuando las consultas y la realización de estudios diagnósticos han disminuido más de un 60%. Esto implica enfermedades a futuro, pero no coronavirus, así que tranquilos.

En un homenaje a las y los trabajadores que fallecieron en el contexto de la pandemia, replicado en diversos puntos del país, sindicalistas pintaron un mural en reconocimiento denunciando que se continúa trabajando con salarios congelados y sin los elementos de protección necesarios en cantidad y calidad. «Nos cuidaron dando su vida» dice uno de los murales en la puerta de un hospital. Esto es y no es cierto. Evidentemente se trata de un trabajo de cuidado y muchas veces, de no ser por la amabilidad y la buena voluntad de los trabajadores de la salud, nuestras estadías en los hospitales serían mucho peores, tanto para los pacientes como para los acompañantes. Pero el sistema de salud es una máquina inalterable en su funcionamiento esencial. Y el enfermero no murió simplemente “para cuidarnos”, murió trabajando.

«No somos héroes, somos trabajadorxs», una frase en la que conviven el llamado a la compasión y la expresión de los conflictos del trabajo asalariado. Porque si bien es cierto que “nos cuidaron” y “nos cuidan”, ese cuidar es fundamentalmente su trabajo. Aunque la sociedad de la mercancía se esfuerce en separarlos, en ella ese vínculo es indivisible.

Afirmar que alguien puede morir a causa exclusiva del coronavirus es otra muestra de la maquinaria de escisión capitalista. No hay padecimiento para todos por igual. No hay patología alguna con atributos democráticos. Y es en esta cuestión donde radica el cómo se decide afrontar cualquier enfermedad: de manera parcial e insuficiente o de manera integral. Lo primero beneficia a los capitalistas y a los gobiernos, sirve para el lucro y el miedo; lo segundo es una práctica radical y transformadora que exige la desobediencia y la creación colectiva.

Por otra parte, trabajadores de la salud señalan que el sistema de salud colapsa cada año y desde hace tiempo. Sin embargo, los gobernantes esta vez tienen la coartada para culparnos a nosotros, y así se traslada la responsabilidad evitando hablar de años de falta de inversión en el sector y de la falta de compasión para con sus asalariados.

En una carta abierta, una médica señalaba: «Es una vergüenza y grave error realmente responsabilizar a la población y hacerse eco de esto que no es más que otra estrategia, inhumanamente planificada, con el simple objetivo de enfrentarnos, de ser nuestros propios espías y custodios. (…) La gente está sufriendo, ¡agotada también! Agotada del miedo, que les transmiten minuto a minuto a través de los medios de comunicación y, ahora, a través de instituciones como éstas. (…) Sin controles todos aquellos con patologías crónicas, con enfermedades graves. Pero los CEO de las prepagas, sindicatos y obras sociales nunca dejaron de recibir sus pagos y no prestaron servicios en todos estos meses. ¿Y le pedimos responsabilidad a la gente? ¿Qué nos pasa? (…) Reforcemos nuestros sistemas inmunes, salgamos al sol, miremos la luna, pisemos la tierra, riamos. ¿Cuándo nos dio tanto miedo vivir?»(2)

Abordar una enfermedad de manera aislada y parcial lleva a sostener que los respiradores y las escasas camas de terapia intensiva son la única solución, que hay que esperar la vacuna milagrosa, que aislar a las personas es bueno para el sistema inmunológico. Es mostrar unos datos sin comparación con otros, es olvidar que el año pasado murieron en este país 32.000 personas por neumonía e influenza en sus diversas variantes,(3) es mostrar las cifras sin información más que el apabullante número. Es afirmar que todo funcionaba bien pero que esta enfermedad vino a arruinar “nuestro” sistema de salud y “nuestra” economía.

Notas:
2. La carta completa puede leerse en: laprensa.com.ar/493328-La-dura-carta-de-una-medica-avergonzada-por-las-falsedades-en-torno-a-la-pandemia.note.aspx
3. telam.com.ar/notas/202002/435411-casi-32-mil-personas-mueren-por-ano-en-argentina-por-neumonia-e-influenza.html

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