miércoles, 17 de agosto de 2016

TERRORISMO Y REPRESIÓN

A pocas semanas del último ataque terrorista en la ciudad de Niza, los milicos de esta región salieron a advertirnos de que quizás podamos ser víctimas de otros terroristas que no sean ellos mismos: la “inteligencia” de las fuerzas represivas argentinas anunció que si bien no existen indicios evidentes de que vayan a perpetrarse ataques «existen muchos factores que influyen a mantener una constante alerta».

No sabemos hacia donde conducirán realmente estas elucubraciones, pero en sus declaraciones parecen continuar con la lógica de las fuerzas del orden de las regiones afectadas por los ataques: tomar medidas preventivas que significan perfeccionar el aparato represivo del Estado, así como, de paso, tirar mierda hacia posibles sospechosos, por lo general inmigrantes “árabes” o hijos de ellos, llegando incluso a sospechar de los refugiados que van llegando de Siria. A pocos días de sus declaraciones procedieron a la detención de dos jóvenes de 21 años, totalmente ajenos a la cultura islámica, por “tuitear” amenazas hacia el presidente de este país. Un chiste que les costó caro, pues uno de ellos sigue detenido, mientras la ministra de justicia habla de «la necesidad de un castigo ejemplar».

Sin embargo, lo que aquí, por el momento, no son más que palabras de las autoridades, en países como Francia es moneda corriente, donde la protesta social no para de crecer, al ritmo que crece el racismo, la paranoia y la represión.

La lucha contra el terrorismo es desde hace décadas el chivo expiatorio por excelencia de estados como Estados Unidos, Francia e Inglaterra, para promover sus guerras en Medio Oriente. Sobre este complejo panorama de extrema violencia no debemos olvidar que somos los proletarios quienes morimos en sus bombardeos y en sus atentados, que sufrimos la represión y la segregación social que nos enfrenta unos contra otros.

No podemos limitar nuestra respuesta a una simple indignación contra el terrorismo islámico que actúa en occidente. Somos una clase mundial, que sufre la violencia de otra clase mundial que es la burguesía. El terrorismo islámico es inseparable de la dinámica capitalista, son intereses burgueses y no delirios religiosos de algunos extremistas los que promueven sus organizaciones y sus ataques. (Recomendamos la lectura del Apéndice “El Estado Islámico” en Guerra social y telaraña imperialista en Siria de Proletarios Internacionalistas).

Como decíamos en La Oveja Negra nro. 25, en relación al atentado en Charlie Hebdo: «Para terminar con el terrorismo islámico hay que acabar con el terrorismo de Estado, con el terrorismo cotidiano del sistema capitalista.»

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