miércoles, 17 de agosto de 2016

LA DESMEMORIA

En los Memoria de La Oveja ya hemos reflexionado otras veces sobre la desmemoria. En una oportunidad, a raíz de aquel homenaje estatal, en la ciudad de Rosario, a la militante Virginia Bolten (La Oveja Negra nro. 16), escribíamos: «Este nuevo “homenaje” es la mentalidad democrática en acción: igualarlo todo a nada, vaciar de contenido toda expresión revolucionaria, reescribir la historia, generalizar la ignorancia.» En esta ocasión quisimos reproducir unas literarias y contundentes palabras sacadas del programa radial La Linterna de Diógenes, cuya emisión seguimos siempre, no simplemente por su calidad, sino también por la variedad de temas que aborda, desde una perspectiva histórica y crítica que nos ayuda sin duda a defendernos de la desmemoria.

La Linterna de Diógenes es realizado por el Profesor Arkadio, y desde 2006 se emite todos los miércoles por las ondas libres de Irola Irratia (radio de Bilbao). Podríamos describirlo como un programa de divulgación histórica, pero también como un espacio para repensar lo humano en sus muchas vertientes. Aunque persigue el rigor histórico, en él hay cabida para reflexiones subjetivas sobre estos procesos y el devenir de la sociedad.

Y entre la variedad de temas, podemos encontrar desde emisiones sobre la lucha social en la región ibérica en los 30 y sobre la denominada revolución rusa, pasando por programas dedicados a la cognición en los primates y a la historia del sol y las estrellas, hasta aquellos que abordan el desarrollo y las implicaciones de la relación social capitalista. Entre editoriales, entrevistas, reflexiones y canciones el Profesor Arkadio abarca una cantidad de temas de gran importancia sin perder jamás la calidad. Es por esto que además de seguirlo lo recomendamos siempre, lo descargamos de la web para escucharlo en casa, entre la locura del tráfico mientras vamos a trabajar o aliviar las horas en el trabajo mismo.

Los dejamos con sus palabras:

La desmemoria es una enfermedad peligrosa, para empezar por ser tremendamente contagiosa. La desmemoria es una enfermedad que se contagia a través del oído, de la vista, en ocasiones hasta por el olfato.

En la primera fase los síntomas permanecen ocultos, pero la desmemoria no permanece inactiva, avanza poco a poco desde las áreas auditivas de la corteza cerebral hasta instalarse en las visuales. Atraviesa el tálamo, hipotálamo y desde ahí se expande hacia el sistema límbico. A partir de ese momento se produce una disfunción en el sistema emocional y en la capacidad de recuperar recuerdos.

En una tercera fase se apodera de las áreas superiores de la corteza, a partir de ese momento los síntomas de la desmemoria son perfectamente identificables, pero el diagnóstico aún puede hacerse resistir si la enfermedad de la desmemoria se ha propagado entre los individuos de alrededor.

La desmemoria es una enfermedad peligrosa, reconocer que se padece es uno de los pasos más difíciles del paciente, en un primer momento lo más probable es que intente buscar curas milagrosas, grandes revelaciones, fórmulas mágicas que prometan el restablecimiento rápido y completo del organismo.
El individuo afectado tiende a agruparse también en comunidades de afectados que pueden incluso llevar la desmemoria, no como un estigma, sino como un orgullo.

La desmemoria es una enfermedad peligrosa, según avanza la patología las capacidades cognitivas se ven cada vez más afectadas, de hecho es habitual que en fases avanzadas la probabilidad de que correlacione con un cuadro psicótico sea alta.

En este punto el desmemoriado, retroalimentado por la comunidad de desmemoriados, llega a confundir la realidad. Es en esta fase, en la que el desmemoriado integrado ya totalmente en la comunidad de desmemoriados, es más peligroso pues buscará el contagio de nuevos individuos y defenderá su enfermedad como el comportamiento correcto del organismo.

Es en este punto cuando el desmemoriado defiende su desmemoria como ser realista, pero lo más peligroso de la desmemoria, es que es una enfermedad que paradójicamente se transmite de padres a hijos, de generación en generación, pues está en el ambiente, en al aire que respiramos, en las historias que nos contamos.

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