lunes, 2 de marzo de 2020

INCONDUCTAS

Han causado revuelo en organismos de Derechos Humanos y sectores de izquierda los dichos de Alberto Fernández. El jefe de Estado sostuvo que «toda la Argentina debe dar vuelta una página, una página que nos distanció mucho tiempo por la inconducta de algunos y hoy podemos decir que nuestros hombres del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea han nacido como oficiales en la democracia». El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, es decir el presidente de la Argentina, pone en duda que haya habido un plan sistemático de desapariciones, asesinatos y secuestro de bebés en la última dictadura cívico-militar. Esto atenta incluso contra la propia institucionalidad por la cual fueron juzgados los milicos de su Estado. Se trataría ahora de hechos aislados, de militares que actuaron individualmente por falta de conducta. Por otra parte, el llamado a “dar vuelta la página” es un llamado a, finalmente, olvidar y perdonar.

¿Pero es este todo el problema? Si vamos más allá de los discursitos recordaremos que es, como ya dijimos, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el responsable del monopolio de la violencia estatal. ¿Es entonces tan importante qué dice? Del mismo modo, visita y se saca fotos con asesinos de la talla de Benjamín Netanyahu y Emmanuel Macron. ¿Cómo puede sorprendernos esto, si no es más que un nuevo encargado de mantener el orden, para garantizar la explotación y la opresión de clase de toda una región? Ningún presidente, jamás, en ningún tiempo y lugar podría hacer otra cosa.

Lo que nos cuentan los distintos sectores de la oposición, de izquierda a centroizquierda, es que un presidente puede hacer bien las cosas, que el problema no es el Estado sino quien lo comande porque, según ellos, se trata de una herramienta neutral, y no de un arma de clase.

Los democratizadores olvidan que los dichos de nuestro verdugo fueron pronunciados nada menos que en la ceremonia de despedida de un nuevo contingente, que durante seis meses cumplirá funciones en la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP). Recordemos qué hacen estos cascos azules. La reciente Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que había iniciado su primera etapa en el 2004 tras el derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide, llevó soldados de todo el mundo y contó con la colaboración de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia y Uruguay en el mejor momento del progresismo latinoamericanista. Son esos «oficiales de nuestras tres fuerzas [que] han salido de la democracia y para nosotros [el Partido del Orden] es una gran alegría». Son esos mismos oficiales de las misiones de paz que van a reprimir, violar y torturar a tierras lejanas de sus cristianos y democráticos hogares. Son esos padres de “bebés cascos azules”, integrantes de las fuerzas uruguayas, argentinas y brasileras que engendraron al menos 265 bebés, consecuencia de violaciones y que luego abandonaron para regresar a sus países y ser condecorados por los gobiernos progres respectivos.

Esta es la democracia, esto es lo que nos oponen discursivamente a los golpes de Estado. Claro que cualquiera puede elegir, mentalmente, un Estado de derecho antes que una Junta Militar. Pero no se trata de una elección, sino de un chantaje. Y en última instancia, nadie puede elegir nada, es el Capital a través distintos sectores de la burguesía quien determina la forma de gobierno de cada región según los intereses del orden y la ganancia.
Hoy nos toca orden y ganancia en beneficio de la burguesía, pero en nombre de un bienestar general. Ojalá el problema fuera simplemente lo dicho por el presidente, pero es más grave. No caigamos en sus trampas, en debatir quién dijo qué, en criticar lo superficial de un sistema de muerte y padecimiento de muchos en beneficio de pocos.

«Estoy feliz de que la Argentina participe de la paz, porque creo en la paz» dice, mientras nosotros estamos enojados, tristes, enfermos, estresados, deprimidos y tantos otros pasan hambre, mueren de hambre… «La misma fuerza armada, el mismo Ejército que viaja a Chipre para ayudar a la paz, es el que está ayudando en Salta a resolver el problema de muchos hermanos que están muriendo por el agua contaminada y allá están con sus camiones potabilizadores», dijo el verdugo en referencia a la ayuda humanitaria contra los wichis.

Esta es la paz. Su paz. La paz de los cementerios.

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