Los inconformes hacen hablar a las paredes para reflexionar, para agitar, para sorprender al transeúnte distraído. Nosotros queremos hablar con las paredes para profundizar lo que gritan.
Una frase que podemos encontrar en algunas paredes y que resuena bastante entre los círculos feministas grita «mi cuerpo es mío». Comprendemos la delicadeza del tema en una época de victimización constante de la mujer impulsada por el Estado, y es justamente por ello que consideramos importante evidenciar lo peligroso de concebir al cuerpo primero como a un elemento separado de nuestro ser, nuestro entorno, y luego como a una propiedad privada. ¿Mi cuerpo es mío porque si quiero puedo venderlo, intercambiarlo? Tras esta afirmación se oculta la reproducción de la lógica del enemigo, que entiende a nuestros cuerpos como un medio, un instrumento sometido a las necesidades del Capital. De esta manera, nuestros cuerpos y nuestra actividad, pertenecen a este sistema de muerte como esclavos de los requerimientos de la producción capitalista cuando cada día al trabajar intercambiamos nuestra fuerza vital por dinero, reproduciendo una y otra vez una vida de miseria. No nos dejemos engañar con su lógica hablando el lenguaje de los opresores. Estamos en contra de toda propiedad privada y separación, porque la propiedad privada y las separaciones estan en contra de nuestras vidas. No se trata de cambiar de dueño, sino de suprimir de manera definitiva las condiciones que posibilitan su existencia.
Una frase que podemos encontrar en algunas paredes y que resuena bastante entre los círculos feministas grita «mi cuerpo es mío». Comprendemos la delicadeza del tema en una época de victimización constante de la mujer impulsada por el Estado, y es justamente por ello que consideramos importante evidenciar lo peligroso de concebir al cuerpo primero como a un elemento separado de nuestro ser, nuestro entorno, y luego como a una propiedad privada. ¿Mi cuerpo es mío porque si quiero puedo venderlo, intercambiarlo? Tras esta afirmación se oculta la reproducción de la lógica del enemigo, que entiende a nuestros cuerpos como un medio, un instrumento sometido a las necesidades del Capital. De esta manera, nuestros cuerpos y nuestra actividad, pertenecen a este sistema de muerte como esclavos de los requerimientos de la producción capitalista cuando cada día al trabajar intercambiamos nuestra fuerza vital por dinero, reproduciendo una y otra vez una vida de miseria. No nos dejemos engañar con su lógica hablando el lenguaje de los opresores. Estamos en contra de toda propiedad privada y separación, porque la propiedad privada y las separaciones estan en contra de nuestras vidas. No se trata de cambiar de dueño, sino de suprimir de manera definitiva las condiciones que posibilitan su existencia.
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