domingo, 7 de diciembre de 2025

DESPEDIMOS A UN COMPAÑERO

El nuestro fue un vínculo de profunda confianza, no solo en lo que refiere a la amistad y el afecto, sino fundamentalmente a un hacer común basado en la curiosidad, el cuestionamiento de la realidad, así como la crítica de la comprensión propia y ajena al respecto.

Demasiado rápido llegó la enfermedad y, al contrario de lo que podría suponerse, no solo la amistad sino también la actividad común no hizo más que profundizarse. Su participación en las instancias de formación, las presentaciones, la publicación de artículos y libros, sus contribuciones a las producciones grupales en sus diferentes formas, no se detuvieron. Cuesta incluso recordar un encuentro personal desprovisto de conversaciones en torno a la crítica social. No era algo forzado. No se trataba de evadir la realidad más inmediata, sino afirmar las ganas de vivir y conocer. No era un hacer “a pesar de lo que toca”, sino hacer “con lo que toca”. Aceptar la realidad sin perderse en ella, sin abrumarse, asumir la dificultad paso a paso, de igual modo que la comprensión avanza determinación por determinación.

Romper con la naturalización de lo dado fue uno de los tópicos más recurrentes en las últimas conversaciones. La crítica de la economía y el método de producción de conocimiento que esta trae aparejada, el eje de nuestras últimas lecturas y elaboraciones compartidas. Creemos pertinente recordar las motivaciones de nuestro amigo. Más aún a sabiendas que de estar todavía con nosotros, encontraría el momento, de una forma u otra, de abordar dichas cuestiones.

Docente de oficio, contrarió aquel refrán que versa “casa de herrero, cuchillo de palo”. Quienes compartimos el ámbito de la biblio, nuestra casa, quedamos repletos de enseñanzas. Sus cuestionamientos fueron decisivos, y formaron parte de un proceso colectivo de nuevas lecturas y formas de conocer. Pero no se detuvo allí y, como decíamos, sus enseñanzas abarcaron la vida toda. Frente a la adversidad más cruda, nunca dejó de sorprendernos, de cuidarnos, de mostrarnos otras formas, apreciando cada rato compartido. Su gran sentido del humor estuvo presente hasta el final y, al igual que su uso de la palabra, era elaborado, preciso y nada ordinario. Lograba que todo a su alrededor fueran sonrisas, muchas veces desconcertadas, aunque no inoportunas.

Su recuerdo entristece, a la vez que reconforta, y sus ganas se vuelven contagiosas. Su pérdida nos conmueve, lo que no significa paralizar o cambiar de rumbo. Todo lo contrario.

Palabras dedicadas a la memoria de Mariano Serenelli, miembro activo de la biblioteca Alberto Ghiraldo y todos sus proyectos, fallecido en octubre de 2025.

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