miércoles, 30 de julio de 2014

NO SOMOS ARGENTINOS, NI ISRAELÍES, NI PALESTINOS: SOMOS PROLETARIOS.

Hace algunos años uno podía advertir que las manifestaciones —o mejor dicho “procesiones”— suplicando paz en Palestina, Irak o Irán eran inútiles, ya que no hacían más que expresar un sentimiento de impotencia. Hoy esa impotencia se agudiza al limitarse al horror por ver la guerra a través de la pantalla o a mostrar a través de Facebook fotos morbosas de las víctimas de los bombardeos. Hoy son los niños palestinos, mañana un perro maltratado. Pero esta realidad, considerada parcialmente, oculta que además del horror y la muerte causada por los milicos en aquella parcela de tierra también hay seres humanos que resisten con los medios que tienen a su alcance, a pesar de las limitaciones existentes. Y eso no se muestra. No se muestra para que los espectadores se limiten a angustiarse un poquito de tanto en tanto en medio de una avalancha de información, intentando autoconvencerse de que nada se puede hacer. Pero la verdad es que sí se puede, luchando en “nuestro” país contra la misma burguesía que ataca en la Franja de Gaza. Destruyendo la ilusión de una impotencia generalizada es posible luchar, sin importar nuestra ubicación geográfica, contra los mismos intereses del dinero que guían tanto al Estado de Israel como a todos los Estados, a las empresas israelíes y a las de todo el mundo. Es posible y necesaria la lucha contra el discurso de la ideología dominante, basado en la mentira de que los intereses de los explotados son los mismos que los del Estado donde sobreviven, sea en Palestina o en cualquier lugar del mundo.

Un volante firmado por Proletarios Internacionalistas titulado “Masacre proletaria en Palestina” expresa que: «Sin romper y desenmascarar todo este arsenal ideológico que enturbia la realidad, estaremos atados de pies y manos imposibilitados para asumir la lucha contra la masacre en Oriente Medio como parte indisociable de la lucha contra la dictadura del capital. Es imprescindible afirmar abiertamente que esa masacre es antes que nada una expresión más del terrorismo que el capitalismo despliega en todo el mundo contra nuestra clase, contra nuestra vidas. Que quienes caen bajo las bombas, bajo las metralletas, bajo el terror capitalista son, en primer lugar, los niños, hombres y mujeres que han sido condenados en esa región del mundo a ser carne de cañón, a ser población superflua potencialmente peligrosa y que debe ser exterminada de forma cotidiana. Todos los Estados del mundo participan de una u otra manera en esta matanza. Los Estados occidentales, con el de Israel a la cabeza, masacrando; Hamas, la autoridad nacional palestina y demás organismos del Estado palestino, junto con los Estados propalestinos, impidiendo la estructuración en fuerza autónoma de esa masa de subversión, encuadrándola y dirigiéndola al matadero en actos suicidas, desarmándola, pacificándola, reprimiéndola y apresando a los irreductibles.»

Y juntos queremos decir que no somos ni argentinos, ni israelíes, ni palestinos. Y que además debemos enfrentar la opresión burguesa, esté disfrazada de terrorista o de antiterrorista.

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