sábado, 30 de abril de 2022

MALVINAS: NO TODO FUE COMPLICIDAD Y SILENCIO

Así se tituló una publicación realizada hacia fines de 1982 por el grupo Emancipación Obrera en la que sus miembros recopilaron varias de las pocas expresiones en rechazo a la guerra de Malvinas durante su preparación y desarrollo. Encontrarse con las minoritarias voces allí rescatadas del olvido, así como con otras que continúan apareciendo, sirve de impulso y reflexión frente al patriotismo de los tiempos que corren.

El 2 de abril pasado se cumplieron 40 años de la toma de las islas por parte de las Fuerzas Armadas argentinas, que desencadenaría la guerra con Reino Unido. La conmemoración de aquellos sucesos por parte del gobierno argentino condensa la brutal hipocresía que caracteriza al Estado en la actualidad respecto de su propia historia: se recuerda a los caídos en la guerra de Malvinas en tanto héroes nacionales, se critica a los dictadores que la llevaron a cabo y se continúa reclamando la soberanía nacional respecto de las islas, todo a la vez.

«Malvinas nos une» es el nombre dado a la campaña de conmemoración a nivel nacional. En el marco de la misma, en un «Mensaje de la Mesa Interministerial “Malvinas 40 años”» podemos leer: «Cabe recordar que en 1982, al momento de las hostilidades en el Atlántico Sur, nuestro país estaba gobernado por una dictadura militar, ilegal e ilegítima, que actuó de espaldas al pueblo argentino y apartándose del compromiso tradicional de la Argentina con el principio de arreglo pacífico de las controversias internacionales y, en particular, con la búsqueda de una solución pacífica de la cuestión de las Islas Malvinas.

Como todo conflicto bélico, el del Atlántico Sur dejó un trágico saldo con la pérdida de numerosas vidas de combatientes. Su memoria, junto con la de quienes combatieron con la legítima convicción de defender el interés nacional, merece ser honrada. Además debe disponerse la capacidad del Estado para reconocer en términos concretos y atender las necesidades de los veteranos y veteranas y sus familias.»

Una vez más, no podemos pretender que el verdugo se juzgue a sí mismo, pero sí denunciar cómo el Estado pretende lavarse la cara poniendo sus masacres al servicio de su propio interés. El oportunismo de las diferentes fuerzas políticas se hace evidente. Hoy día, en su mayoría, son las mismas que apoyaron la guerra de 1982 y que hoy critican; incluso utilizando su recuerdo con el mismo objetivo por el cual fue llevada a cabo: apelar a la unidad nacional en tiempos de crisis. Si bien hoy no pareciera calar hondo aquello de sacrificarse por la patria y el nacionalismo argentino parece un tanto sobreactuado como la política local en general, sí persiste aquello de situar el responsable fuera, como reflexionábamos en torno al FMI en el número anterior del boletín.

Los documentos preservados en la publicación Malvinas: no todo fue complicidad y silencio recuerdan justamente la difícil situación que enfrentaba el gobierno en marzo del 82, con movilizaciones en diferentes lugares del país producto de la dura situación económica y el rechazo al terrorismo de Estado desplegado durante la dictadura. En uno de los artículos se señala que lo que se buscaba con la intervención en las islas era: «Distraer la atención de quienes temerosamente empezaban a emprender el camino de lucha contra las injusticias actuales. Acallar el creciente descontento de la población. Fortificar su imagen interna. Mejorar su posición respecto de la multipartidaria a la hora del “nuevo reparto” de Argentina. Incentivar el nacionalismo de manera tal que solo se hable de unidad, de unidad con quien reprime, con quien mata, quita la libertad, explota.»

En ese mismo texto titulado Nuestro desacuerdo con lo que se ha hecho y se está haciendo con las Malvinas publicado la tercera semana de abril, cuando aún no habían comenzado las batallas, se hacía la elemental pregunta sobre cuáles podrían ser los beneficios para la clase trabajadora de Argentina en caso de recuperar las islas. Se problematizaba sobre la dudosa utilidad de ese pedazo de tierra y sus “recursos”, a la vez que se ponía en cuestión la propia noción de utilidad en una sociedad cuya producción se basa en la obtención de ganancias y está organizada sobre la base de la propiedad privada. Con sencillos pero profundos argumentos el nacionalismo es puesto al descubierto y la gesta de Malvinas se muestra como completamente ajena a una perspectiva emancipatoria. Al mismo tiempo se denunciaban los intereses del gobierno inglés, que encontró también en la guerra un motor para levantar su debilitada imagen en un contexto de reestructuración capitalista y conflictividad social.

Vista la gestión estatal local en su conjunto, la guerra constituyó una importante herramienta para garantizar una pacífica transición democrática un año y medio después. A los pocos días de la finalización del conflicto en junio de 1982, en el artículo titulado ¿Qué nuevas mentiras nos preparan? ya se podía leer: «¿Qué pasará ahora? ¿Qué nuevo engaño prepararán? No nos extrañemos que se nos siga llamando a que dejemos de lado nuestros intereses, en pos de una pretendida unidad nacional (de sus bolsillos) después de la guerra. Seguramente, para restarle importancia a la historia reciente, tratarán de crear un nuevo espejismo: dar una salida democrática, otorgar mayor libertad a los partidos políticos y sindicatos, y seguir amordazándonos. En definitiva, tratarán de montar un nuevo circo y cada vez menos pan…»

En este mismo artículo se remarcaba otro aspecto fundamental, que hoy la cobertura respecto de la guerra en Ucrania vuelve a poner sobre la mesa: «Hay revistas que estimularon el odio irracional y el placer y la alegría ante la muerte de otros seres humanos: esto es la guerra capitalista. (…) Algunos han llegado a decir que si vieran a un inglés desangrándose le echarían aún más sal en sus heridas. A estos le mataron lo humano. Y estos serán parte de los muchísimos inválidos por la guerra de Malvinas que no figurarán en ninguna estadística oficial.»

A lo largo de los diferentes artículos se critica a todo el espectro político por su apoyo a la guerra, incluida la izquierda casi en su totalidad que, bajo la bandera del antiimperialismo, consideró y sigue considerando que se trataba de una “guerra justa llevada a cabo de manera injusta”. Uno de los textos mencionados en la recopilación es Todo el poder a Lady Di. Militarismo y anticolonialismo en la cuestión de las Malvinas, escrito por Néstor Perlongher y publicado bajo el seudónimo de Víctor Bosch en la revista Persona en 1982. Para este artículo hemos realizado recientemente una reseña que puede encontrarse en el canal de youtube de la Biblioteca. El texto nos recuerda:

«Decir que la movilización por la guerra sirve para verter consignas antidictatoriales –por otra parte inconcebibles, dada la ruina del país– es por lo menos una hipocresía: ya que ellas estaban, pese a tan inconstantes voceros, desatándose antes con más claro vigor. El gobierno, aplaudido unánimemente como anticolonialista, acaba de prohibir los filmes pacifistas y las críticas antibélicas, que pueden desmoralizar a los guerreros.

La ultraburocratizada y semiclandestina CGT ha donado un día de salario, ya esmirriado, para las tropas. Y hasta la masacrada izquierda, delirante de euforia patriótica, tiene que apoyar esas medidas y otras más radicales. Así, presuntas vanguardias del pueblo revelan su verdadera criminalidad de servidores del Estado.

En medio de tanta insensatez la salida más elegante es el humor: si Borges recomendó ceder las islas a Bolivia y dotarla así de una salida al mar, podría también proclamarse: “Todo el poder a Lady Di” o “El Vaticano a las Malvinas”, para que la ridiculez del poder que un coro de suicidas legitima quede al descubierto. Como propuso alguien con sensatez: antes que defender la ocupación de las Malvinas, habría que postular la desocupación de la Argentina por parte del autodenominado Ejército Argentino.»

 

* Escuchar nuestra columna en Pabellon Textual del 31/03/22 sobre la revista Persona, Néstor Perlongher y su artículo «Todo el poder a Lady Di. Militarismo y anticolonialismo en la cuestión de las Malvinas»

2 comentarios:

  1. Soy uno de los integrantes (1982) de emancipaciòn obrera. Me da mucha satisfaccion que Uds. nombren aquel artículo " no todo fue complicidad...." desde aquellos años a la actualidad , las guerras del capital siguen aumentando en cantidad y en frecuencia. Esperamos de crecer y un día poder hacer " guerra a la guerra del capital" poniendo punto final a este genocidio humano que es el sistema capitalista. Dicho sea al pasar el título " GUERRA A LA GUERRA " lo hemos puesto a un volante que hemos pegado por las paredes en distintos lugares de Buenos Aires cuando se dio comienzo a la guerra de Malvinas.

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    1. EO es una importante referencia para nosotros, tenemos muchos de sus materiales en nuestro archivo y siempre tratamos de darle difusión a diferentes panfletos y textos. Un fuerte abrazo.

      Una oveja negra

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