Dicho y hecho. Como adelantábamos en la última Oveja Negra,
un nuevo montaje dejó tras las rejas al lonko de la lof en resistencia
dpto. Cushamen. El 21 de diciembre pasado, el tribunal de Valdivia
(Chile) dio a conocer la sentencia sobre el caso Pisu Pisué por el cual
Facundo Jones Huala fue extraditado el 11 de septiembre de 2018. Lo que
debía ser una absolución por la falta de contundencia de pruebas, las
irregularidades en la obtención de la información y en el levantamiento
de pruebas, entre otras manipulaciones, terminó en una condena de nueve
años de prisión efectiva, a la cual se le restaron los 1178 días que ya
pasó en prisión preventiva, con lo cual le quedan por cumplir en la
cárcel de Temuco cinco años y siete meses. La impunidad y la violencia
de los Estados asesinos no terminan acá, por supuesto. El día anterior,
la fiscalía federal de Esquel pidió la indagatoria de doce compañeros
mapuche imputándolos como miembros de una asociación ilícita,
acusándolos de incurrir en falso testimonio y obstruir la pesquisa por
la desaparición del Brujo. Básicamente los acusan de armar una
organización con el fin de desviar la investigación, responsabilizar a
los gendarmes y aprovecharse de la situación para visibilizar su lucha.
Los hubieran acusado igualmente, hace un año, si se hubieran negado,
como de hecho hicieron en un principio, a todos los violentos
rastrillajes y a dar declaraciones sobre los hechos. Todo tan ridículo e
impune como el caso por el homicidio de Rafael Nahuel. Si bien, a
principios de enero, el juez Moldes imputó a cinco integrantes de
Prefectura, al sostener la versión del “enfrentamiento” –sin ningún tipo
de prueba–, los procesó por «homicidio agravado, cometido con exceso en
la legítima defensa», delito con una pena que puede ser excarcelable.
Por si fuera poco, también procesó a Fausto Jones Huala y Lautaro
González por «usurpación y atentado a la autoridad».
Ya sabemos lo que es el Estado, lo que es
este sistema de muerte siempre tan perverso, pero la indignación nos
crece por dentro como un fuego, quizás nunca nos curemos de espanto.
Esto es parte de nuestra humanidad.
Así y todo, la manipulación legal,
política y mediática no puede detener lo que la necesidad enciende en
los corazones que luchan. Antes de fin de año, la comunidad Coñomil
Epuleo, inició el control territorial ingresando a predios usurpados por
colonos y empresarios. Esta recuperación se dio en el marco del llamado
a movilizarse por el asesinato de Camilo Catrillanca. Desde la cárcel
de Temuco, el 5 de enero pasado, los Presos Políticos Mapuche Facundo
Jones Huala, Alberto Curamil, Daniel Canio, Álvaro Millalen, José
Cáceres, difundieron una declaración pública denunciando la negación
sistemática al derecho de ejercer su espiritualidad, anunciando futuras
movilizaciones y convocando a un Nguellipun que se realizó a las afueras de la cárcel.
Mucho se olvida de la historia, sin
embargo, lo claro es que por más represión que desplieguen Estados y
mercenarios al servicio de los ricos empresarios y terratenientes, la
resistencia y la lucha nunca mueren.
¡Libertad a Facundo Jones Huala!
¡Viva la lucha del pueblo mapuche!
¡La sangre derramada no será negociada!
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