sábado, 19 de agosto de 2017

SOLIDARIDAD ACTIVA CON LA COMUNIDAD MAPUCHE EN RESISTENCIA

La comunidad mapuche de Cushamen está en lucha desde hace años. Ahora, el conflicto mapuche se instala en Argentina como una novedad. Tanto en las estériles organizaciones democratistas y de izquierda, como en las horrendas organizaciones patronales. En las escatológicas expresiones de la prensa y en la siempre vigilante actividad del partido que gobierne. El conflicto mapuche, sus razones y sus objetivos están siendo abordados constantemente. Para quienes tienen el oído en guardia esto se torna evidente.

La cuestión mapuche está planteada a los lados de Argentina y Chile: búsqueda de autodeterminación territorial, recuperación de tierras ancestrales y de su identidad cultural. Estas reivindicaciones se conjugan, necesariamente, en la oposición a distintos intentos de devastación de la naturaleza y en el contacto con otros explotados en lucha.

Mandatarios de ambos países se reunieron en junio, con una cámara de trescientos empresarios, para delinear un plan de desarrollo económico que tendrá, también, un matiz represivo a quienes se resistan. La detención de Facundo es vinculada por su defensa a esta reunión. A ambos costados de la frontera, los gobiernos delinean las futuras represiones.

Al interior del pueblo mapuche coexisten posiciones sumamente diversas en cuanto a la lucha. Por momentos, de conciliación con el Estado y las empresas (búsqueda de plurinacionalidad y cogestión de los Parques Nacionales). Otras veces, buscando, mediante la lucha abierta, conseguir la independencia y autonomía, adoptando y propugnando, en algunos casos, la defensa frente al constante asedio capitalista: acciones directas del tipo minoritario y sin víctimas.

En Cushamen, el Estado, en su carácter esencial de detentor del monopolio de la violencia y despojo permanente, busca impedir que las tierras sean ocupadas y recuperadas. Se desprende que la tierra es para especulaciones de tipo financiero, antes que para la necesidad de una comunidad. La recuperación territorial es condenada. Esta condena, desde la óptica estatista, implica una campaña permanente de prevención (espionaje), contención (a través de organizaciones reformistas en busca de migajas) y represión a los sectores que no se arrodillen y luchen. Intentar oponer resistencia a la violencia estatal es un crimen imperdonable. Este crimen imperdonable es condenado bajo el mote de «terrorismo».
LEY ANTITERRORISTA:

Es una reforma al código penal que tipifica el terrorismo y define las “asociaciones ilícitas terroristas” como aquellas que tienen como propósito «aterrorizar a la población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo». A partir de ahora* , puede ser “terrorista” cualquier persona u organización acusada de promover el odio, el terror o que, según el poderoso de turno, ejerza “coacción agravada”, definición que queda abierta para que los jueces puedan calificar así la conducta que crean oportuna castigar. Este tipo de leyes son impuestas a los mismos gobiernos por las empresas que vienen a invertir en la región, para asegurarse un mínimo de paz social y de herramientas de castigo ante las probables protestas por despidos, sueldos, desalojos y destrucción que la avaricia de cualquier empresa multinacional genera.
(Extracto del panfleto: Cuando los males llegan –julio de 2014 )
* Se refiere a la modificación introducida en el 2011 a la Ley Antiterrorista, sancionada en el año 2007, ambas bajo el gobierno kirchnerista.
Rafael Barrett escribía que «La ley se establece para conservar y robustecer las posiciones de la minoría dominante. Así, en los tiempos presentes, en que el arma de la minoría es el dinero, el objeto principal de las leyes consiste en mantener inalterables la riqueza del rico y la pobreza del pobre. La idea de justicia que favorece al poderoso habría de parecerle muy justa a éste e injusta al humilde. Sin embargo, nace la idea en sentido contrario: el poderoso encuentra la ley todavía estrecha a su deseo, ya que él mismo la dictó y es capaz de hacer otras nuevas. De todos modos, qué importa que los poderosos juzguen a los débiles según su capricho o según la ley, que no es más que el capricho de los poderosos de ayer.»

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