Con la rabia reprimida y el repliegue de la lucha, la burguesía comienza a hablar fuertemente de pacto social. Organizaciones sociales, sindicatos y partidos políticos como el FA o el PC proponen una “Asamblea Constituyente” para la presunta elaboración de una nueva Constitución para Chile. «Esa vía pacífica y democrática permitiría a Chile dotarse de una Constitución que genere nuevas instituciones y leyes para construir una sociedad diferente.»
Compañeros recordaban las palabras de Errico Malatesta en 1930: «Una Asamblea Constituyente es el medio utilizado por las clases privilegiadas, cuando una dictadura no es posible, ya sea para prevenir una revolución, o, cuando una revolución ya ha estallado, para detener su progreso con la excusa de legalizarla, y retirar muchos de los posibles logros que el pueblo haya obtenido durante el período insurreccional.» Parecía escrito para la ocasión, y para cada vez que se usan los mismos métodos para desactivarnos… una y otra vez si carecemos de memoria subversiva.
Compartimos dos panfletos que expresan el deseo de no dejarse asimilar y su práctica en consecuencia:
«El ciudadanismo neoliberal pretende institucionalizar la rebeldía a través de asambleas formateadas y cabildos coloniales, entre la ingenuidad bien-intencionada de algunos y la empatía asistencialista de otros solo lograrán reciclar el orden hegemónico que se reproduce en la sociedad mercado-céntrica, las fuerzas represivas y la acumulación capitalista. Iniciando así un nuevo ciclo de dominación y traición de las revueltas pasadas.
El proceso "constituyente" funciona como aparato de desarticulación de la Comunidad de Lucha encausando las respuestas a la crisis generalizada para apaciguar la cólera de lxs explotadxs y así reconstruir una nueva cotidianidad con el mismo olor que la anterior a la revuelta de Octubre. Desde barrios e instituciones gubernamentales gestionan la carnada lanzada por el consenso neoliberal para desmovilizar la rebeldía a través de diálogo, respeto y tolerancia con quienes solo merecen juicio y castigo, es decir, la burguesía y sus secuaces. Este nuevo "Pacto Social" solo traerá más de lo mismo, esclavitud y miseria. Nos dicen que la Guerra entre Clases no existe y que es la "unidad nacional" nuestro único salvavidas. Ellos estipulan dónde y cuándo lo harás, sobre qué hablarás, cuánto tiempo te tomará. Tecnócratas amigables profesionales y populares se preparan para dar fin consciente o inconscientemente al último respiro de la humanidad, la lucha final contra el Capital. Nunca podremos construir nueva vida sobre los cimientos de una realidad podrida, agrietar la cotidianidad capitalista y destruir las relaciones sociales capitalistas es tarea inmediata para impulsar un proceso revolucionario eficaz y anticapitalista que no permita la metamorfosis de ninguna forma de dominación humana.
No permitamos que se apague la llama de la revuelta, evitemos que capitalicen nuestra rebeldía y reventemos el ajuste adaptativo de la dominación capitalista. Vida o catástrofe, el porvenir es incierto, pero hemos sabido navegar en aguas turbulentas.
¡Contra lxs dirigentes, contra el Estado que roban los frutos de nuestros combates!» (Autor desconocido, Asambleas destituyentes por la abolición del capital, estado y trabajo asalariado. Desde el norte semiárido de Chile, 28 de octubre 2019)
«Durante los últimos días se ha venido repitiendo una idea que ya se había difundido, con menos eco, tiempo antes: la idea de avanzar hacia una Asamblea Constituyente y la creación de una nueva constitución política. Se plantea que esos sean los objetivos generales que dirijan a las asambleas territoriales. ¿Son esos nuestros objetivos? ¿Responden estas propuestas realmente a nuestros intereses? Como hemos discutido, el Estado no es un aparato neutro que está ahí para organizar nuestra vida, sino una institución que resguarda los intereses de la clase dominante. Para eso es que existen sus Fuerzas Armadas y sus policías. Y esa labor la han dejado lo suficientemente clara durante la revuelta: decenas de personas asesinadas, cientos de otras golpeadas, torturadas, secuestradas, sexualmente abusadas, miles de compañerxs detenidxs. No podemos engañarnos ante esta sangrienta evidencia. Nuestras vidas dependen de tener esto siempre en mente.
Entonces, la canalización política de nuestro malestar, para al final del día dejar intacto el sistema que ha producido todos los conflictos que hoy enfrentamos, no puede ser nuestra opción. Ya la institucionalidad habla de realizar “cabildos”, oponiéndolos a las asambleas territoriales, o fagocitándolas, para que la “clase política” supuestamente nos escuche. Pero para eso nos impondrán condiciones. (…)
Es evidente que ya no nos conformamos con las migajas de los gobernantes de turno, ni nos convencen las críticas de su seudo-oposición, la que en bloque no duda en condenar la masiva combatividad vista en las calles.
No tenemos recetas, ni es posible tenerlas. Pero tampoco podemos celebrar nuestra dispersión, ni tomar por positivas lo que precisamente son nuestras debilidades. Fortalezcamos las organizaciones autónomas que la lucha ha creado: las Asambleas Territoriales. Estrechemos los lazos entre ellas. Rechacemos la intervención politiquera. Generemos reivindicaciones mínimas que alivien nuestra existencia, con miras a cambiar verdaderamente este sistema que está podrido desde sus cimientos.
No volvamos a su “normalidad”, ni hagamos nuestro su “sentido común”, el que es incapaz de concebir un mundo sin explotación, sin maquinaria estatal que nos controle y reprima. No ocupemos el lenguaje de nuestros amos.» (Anónimo. Ya no hay vuelta atrás: la autoorganización y sus desafios. Chile, 30 de octubre)
Siendo la Asamblea Constituyente la carta más segura de la burguesía para sortear con éxito la crisis, y no existiendo por otra parte una fuerza capaz de agitar la perspectiva revolucionaria es importante asegurar la mayor coordinación y comunicación posible entre asambleas para en la medida de lo posible desarrollar una fuerza capaz de seguir impulsando protestas y movilizaciones masivas y procesos de organización fuera y en lo posible contra los organismos oficiales.
Las protestas y movilizaciones masivas, así como la organización territorial autónoma, por sí solas, no aseguran ningún devenir revolucionario. Es la comprensión de sus límites lo que abre la posibilidad de rupturas posteriores más profundas y continuadas. En este sentido, extractamos a continuación algunos párrafos del panfleto: Asambleas territoriales: órganos autónomos creados por la comunidad en lucha:
«El terreno fértil de la insurrección en Chile trajo como su principal fruto las asambleas territoriales, instancias auto convocadas por los pobladores de todo el país como canal para resolver las necesidades inmediatas de la lucha y su propagación. En ellas se están debatiendo las medidas, horizontes y reivindicaciones de este movimiento. En muchos casos, con un fuerte carácter anti institucional y anti partidista. Las asambleas reflejan, de forma embrionaria, la necesidad real del proletariado para dotarse de órganos de poder representativos de la clase, que defiendan e impongan sus necesidades hasta el último aliento, sin transar con la clase política.
Estas organizaciones, aún incipientes, manifiestan el sentir y la necesidad de incidir directamente en la realidad, cuestionando la soberanía de nuestra vida al Estado y al Capital, ya que, en la práctica, organizarse colectivamente para resolver nuestros problemas, y profundizar esta lucha, expresa una disputa contra el Estado por el control y dirección de la vida en sociedad. Por ello es necesario que estas asambleas se planteen autónomas, dirigiendo el diálogo hacia lxs mismxs explotadxs y no hacia la institucionalidad burocrática: son los propios intereses de clase los que están en juego y será enfrentando sus limitaciones que recuperaremos todo lo perdido, no mediando entre las bases y el Estado.
Al ser un órgano barrial, las asambleas están inmersas en la cotidianidad del territorio, por ello su funcionamiento es su principal arma. Su capacidad de cubrir expansivamente las necesidades de la lucha como el abastecimiento, la auto-defensa, la salud, el transporte, las comunicaciones, la solidaridad con sus presxs, etc. será la fuerza que las dotará de legitimidad. En este sentido, las asambleas son la expresión autónoma de la comunidad que auto-organiza sus necesidades y su lucha contra el Estado y el Capital. Es por ello, que su funcionamiento NO PUEDE agotarse en los petitorios o en la asamblea constituyente. Entendemos que muchas personas aún creen en las cantinelas social-demócratas y en que el Estado pueda resolver sus problemas inmediatos, pero sabemos que eso no ocurrirá, de hecho, se agudizará la precarización. Es esencial que para cuando el estallido revolucionario comience, este preludio haya servido para sacar las mejores lecciones: fortalecer las asambleas y su carácter autónomo, que son nuestro principal triunfo hasta ahora. (…) ¡¡¡Todo el poder a las asambleas territoriales!!!»
Compañeros recordaban las palabras de Errico Malatesta en 1930: «Una Asamblea Constituyente es el medio utilizado por las clases privilegiadas, cuando una dictadura no es posible, ya sea para prevenir una revolución, o, cuando una revolución ya ha estallado, para detener su progreso con la excusa de legalizarla, y retirar muchos de los posibles logros que el pueblo haya obtenido durante el período insurreccional.» Parecía escrito para la ocasión, y para cada vez que se usan los mismos métodos para desactivarnos… una y otra vez si carecemos de memoria subversiva.
Compartimos dos panfletos que expresan el deseo de no dejarse asimilar y su práctica en consecuencia:
«El ciudadanismo neoliberal pretende institucionalizar la rebeldía a través de asambleas formateadas y cabildos coloniales, entre la ingenuidad bien-intencionada de algunos y la empatía asistencialista de otros solo lograrán reciclar el orden hegemónico que se reproduce en la sociedad mercado-céntrica, las fuerzas represivas y la acumulación capitalista. Iniciando así un nuevo ciclo de dominación y traición de las revueltas pasadas.
El proceso "constituyente" funciona como aparato de desarticulación de la Comunidad de Lucha encausando las respuestas a la crisis generalizada para apaciguar la cólera de lxs explotadxs y así reconstruir una nueva cotidianidad con el mismo olor que la anterior a la revuelta de Octubre. Desde barrios e instituciones gubernamentales gestionan la carnada lanzada por el consenso neoliberal para desmovilizar la rebeldía a través de diálogo, respeto y tolerancia con quienes solo merecen juicio y castigo, es decir, la burguesía y sus secuaces. Este nuevo "Pacto Social" solo traerá más de lo mismo, esclavitud y miseria. Nos dicen que la Guerra entre Clases no existe y que es la "unidad nacional" nuestro único salvavidas. Ellos estipulan dónde y cuándo lo harás, sobre qué hablarás, cuánto tiempo te tomará. Tecnócratas amigables profesionales y populares se preparan para dar fin consciente o inconscientemente al último respiro de la humanidad, la lucha final contra el Capital. Nunca podremos construir nueva vida sobre los cimientos de una realidad podrida, agrietar la cotidianidad capitalista y destruir las relaciones sociales capitalistas es tarea inmediata para impulsar un proceso revolucionario eficaz y anticapitalista que no permita la metamorfosis de ninguna forma de dominación humana.
No permitamos que se apague la llama de la revuelta, evitemos que capitalicen nuestra rebeldía y reventemos el ajuste adaptativo de la dominación capitalista. Vida o catástrofe, el porvenir es incierto, pero hemos sabido navegar en aguas turbulentas.
¡Contra lxs dirigentes, contra el Estado que roban los frutos de nuestros combates!» (Autor desconocido, Asambleas destituyentes por la abolición del capital, estado y trabajo asalariado. Desde el norte semiárido de Chile, 28 de octubre 2019)
«Durante los últimos días se ha venido repitiendo una idea que ya se había difundido, con menos eco, tiempo antes: la idea de avanzar hacia una Asamblea Constituyente y la creación de una nueva constitución política. Se plantea que esos sean los objetivos generales que dirijan a las asambleas territoriales. ¿Son esos nuestros objetivos? ¿Responden estas propuestas realmente a nuestros intereses? Como hemos discutido, el Estado no es un aparato neutro que está ahí para organizar nuestra vida, sino una institución que resguarda los intereses de la clase dominante. Para eso es que existen sus Fuerzas Armadas y sus policías. Y esa labor la han dejado lo suficientemente clara durante la revuelta: decenas de personas asesinadas, cientos de otras golpeadas, torturadas, secuestradas, sexualmente abusadas, miles de compañerxs detenidxs. No podemos engañarnos ante esta sangrienta evidencia. Nuestras vidas dependen de tener esto siempre en mente.
Entonces, la canalización política de nuestro malestar, para al final del día dejar intacto el sistema que ha producido todos los conflictos que hoy enfrentamos, no puede ser nuestra opción. Ya la institucionalidad habla de realizar “cabildos”, oponiéndolos a las asambleas territoriales, o fagocitándolas, para que la “clase política” supuestamente nos escuche. Pero para eso nos impondrán condiciones. (…)
Es evidente que ya no nos conformamos con las migajas de los gobernantes de turno, ni nos convencen las críticas de su seudo-oposición, la que en bloque no duda en condenar la masiva combatividad vista en las calles.
No tenemos recetas, ni es posible tenerlas. Pero tampoco podemos celebrar nuestra dispersión, ni tomar por positivas lo que precisamente son nuestras debilidades. Fortalezcamos las organizaciones autónomas que la lucha ha creado: las Asambleas Territoriales. Estrechemos los lazos entre ellas. Rechacemos la intervención politiquera. Generemos reivindicaciones mínimas que alivien nuestra existencia, con miras a cambiar verdaderamente este sistema que está podrido desde sus cimientos.
No volvamos a su “normalidad”, ni hagamos nuestro su “sentido común”, el que es incapaz de concebir un mundo sin explotación, sin maquinaria estatal que nos controle y reprima. No ocupemos el lenguaje de nuestros amos.» (Anónimo. Ya no hay vuelta atrás: la autoorganización y sus desafios. Chile, 30 de octubre)
Siendo la Asamblea Constituyente la carta más segura de la burguesía para sortear con éxito la crisis, y no existiendo por otra parte una fuerza capaz de agitar la perspectiva revolucionaria es importante asegurar la mayor coordinación y comunicación posible entre asambleas para en la medida de lo posible desarrollar una fuerza capaz de seguir impulsando protestas y movilizaciones masivas y procesos de organización fuera y en lo posible contra los organismos oficiales.
Las protestas y movilizaciones masivas, así como la organización territorial autónoma, por sí solas, no aseguran ningún devenir revolucionario. Es la comprensión de sus límites lo que abre la posibilidad de rupturas posteriores más profundas y continuadas. En este sentido, extractamos a continuación algunos párrafos del panfleto: Asambleas territoriales: órganos autónomos creados por la comunidad en lucha:
«El terreno fértil de la insurrección en Chile trajo como su principal fruto las asambleas territoriales, instancias auto convocadas por los pobladores de todo el país como canal para resolver las necesidades inmediatas de la lucha y su propagación. En ellas se están debatiendo las medidas, horizontes y reivindicaciones de este movimiento. En muchos casos, con un fuerte carácter anti institucional y anti partidista. Las asambleas reflejan, de forma embrionaria, la necesidad real del proletariado para dotarse de órganos de poder representativos de la clase, que defiendan e impongan sus necesidades hasta el último aliento, sin transar con la clase política.
Estas organizaciones, aún incipientes, manifiestan el sentir y la necesidad de incidir directamente en la realidad, cuestionando la soberanía de nuestra vida al Estado y al Capital, ya que, en la práctica, organizarse colectivamente para resolver nuestros problemas, y profundizar esta lucha, expresa una disputa contra el Estado por el control y dirección de la vida en sociedad. Por ello es necesario que estas asambleas se planteen autónomas, dirigiendo el diálogo hacia lxs mismxs explotadxs y no hacia la institucionalidad burocrática: son los propios intereses de clase los que están en juego y será enfrentando sus limitaciones que recuperaremos todo lo perdido, no mediando entre las bases y el Estado.
Al ser un órgano barrial, las asambleas están inmersas en la cotidianidad del territorio, por ello su funcionamiento es su principal arma. Su capacidad de cubrir expansivamente las necesidades de la lucha como el abastecimiento, la auto-defensa, la salud, el transporte, las comunicaciones, la solidaridad con sus presxs, etc. será la fuerza que las dotará de legitimidad. En este sentido, las asambleas son la expresión autónoma de la comunidad que auto-organiza sus necesidades y su lucha contra el Estado y el Capital. Es por ello, que su funcionamiento NO PUEDE agotarse en los petitorios o en la asamblea constituyente. Entendemos que muchas personas aún creen en las cantinelas social-demócratas y en que el Estado pueda resolver sus problemas inmediatos, pero sabemos que eso no ocurrirá, de hecho, se agudizará la precarización. Es esencial que para cuando el estallido revolucionario comience, este preludio haya servido para sacar las mejores lecciones: fortalecer las asambleas y su carácter autónomo, que son nuestro principal triunfo hasta ahora. (…) ¡¡¡Todo el poder a las asambleas territoriales!!!»
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