Cada época tiene la espiritualidad que se merece. “El cielo” ha sido por siglos, y continúa siendo, el reflejo idealizado de la tierra, así como hoy “el alma” no es mas que el alma del ciudadano, individualista, moldeada a imagen y semejanza del sistema capitalista.
Era de esperar entonces una gran bienvenida y una importante
atención a la reciente visita de un tal “Ravi Shankar”. Así
como desde hace años todas las variedades de “auto-ayuda” son
cada vez mejor recibidas por empleados y empleadores, gobernantes y
gobernados. Una híbrida mezcla de espiritualismo no-occidental,
vulgarización de la psicología y de “técnicas para triunfar en
los negocios”, lo cual no es un simple detalle, el aspecto que
quiere apartarse como “espiritual” es en la cotidianidad
inseparable del aspecto mercantil. “Triunfar en la vida” parece
ser inseparable de “triunfar en los negocios”. Lo ofrece el
pastor evangélico y la presidenta, el gurú y el cura que hace
milagros. Pero la ventaja que tienen estos nuevos gurús, por sobre
el viejo y podrido cristianismo, es poder adaptarse mas rápido a los
tiempos que corren, porque son además productos directos de estos
tiempos, hechos a su medida. Como en la biblia no hay alusiones
directas al stress o a otras preocupaciones modernas, allí están
entonces los nuevos maestros para tener una respuesta. El cura
cristiano, que aún mantiene su amplia parcela de poder y su ganado
obediente, no se preocupa por las novedades ya que no disputa el alma
de los mortales, sabe que la comparte con estas nuevas filosofías,
lo que en términos precisos es una herejía para cualquier
cristiano, pero tolerable para la lógica de mercado, lógica en la
que se han fundido todas las ideologías y religiones.
Estas nuevas corrientes “new age” se diferencian de la Iglesia
Católica por presentarse ya no como una religión sino como una
especie de “filosofía”, por no poseer un Vaticano colmado de oro
sino ser inocentes ONGs. Pero tal como el catolicismo, estas nuevas
“escuelas” son verdaderas empresas, con sus abultadas donaciones,
inversiones, respectivas editoriales, centros turísticos de
recreación y de exención impositiva. Y lo más importante: son
instrumentos de la clase dominante para mantener el orden y el
conformismo, tal como en las religiones oficiales hay rezos y culpa,
y, si no funcionan estos métodos de control mental, palo. En este
sentido ha circulado por los medios masivos de comunicación una
entrevista a este Ravi Shankar donde sin rodeos responde a la
situación de masacres en Siria: “Cuando todas las puertas están
cerradas, entonces la única opción es, usted sabe, la opción
militar”, nada que envidiarle a los curas que han bendecido guerras
y dictaduras, a los evangélicos que apoyaron la invasión de EE.UU.
a Irak, o a los brahmanes de la India con su brutal sistema de
castas.
“Si sucede conviene” es la frase que ha popularizado el
empresario Marcelo Tinelli y la han repetido hasta el hartazgo,
intentando convencernos de que hay que dejar todo en su lugar. Nos lo
dicen en la cadena nazi-onal, nos lo dice el patrón, nos lo dice el
cura y ahora estos burgueses de tono pacífico. Pero quien habla es
el Capital, como viene hablando desde hace siglos, en diferentes
variedades. “Si sucede conviene”, la “ley del karma”, “un
mundo sin quejas”, etc, etc... en definitiva son llamados al
conformismo. Las relaciones sociales capitalistas o hasta las
desgracias más naturales son presentadas como un desafío “que
conviene” y si no conviene se culpa a la víctima que no ha sabido
como responder, por lo cual al primer dolor se suma el de no estar a
la altura de las circunstancias. O llegan al ridículo de decirnos
que las penurias de esta vida son a causa de lo que hicimos en vidas
anteriores (¿?). En otras palabras: conformismo y sumisión.
Ravi Shankar viene para continuar manteniendo la normalidad
capitalista, y que lo haya traído Macri no es un detalle pero
tampoco quiere decir que solo favorezca a la gestión del Pro en
Buenos Aires. En entrevistas televisivas varios empresarios daban su
testimonio donde explicaban como gracias a la meditación han podido
estar más tranquilos y llevar adelante con más tranquilidad sus
empresas, es decir: respirar profundo para explotarnos mejor. El
famoso gurú de la India, hijo de un gran empresario de la industria
automotriz, evidentemente ofrece religión para los burgueses y
aspirantes a serlo, pero su discurso no es distinto al que se baja
para el resto de la población: ofrecer soluciones individualistas
y voluntaristas a los problemas sociales, que son presentados como
problemas personales.
El pensamiento moderno del “salvense quien pueda” toma aquí
un lenguaje espiritual, pero no deja de ser el ciudadano enajenado
quien se reafirma en esta forma de interpretación del mundo, y
consume entre otras mercancías una que le venden con la etiqueta
de “espiritualidad”.
Pero mientras sigamos pensando que las maldiciones llegan del
cielo o de vidas pasadas y que no se pueden cambiar, seguiremos en
este estado de cosas, y mientras continúe seguiremos soportando,
entre otros, a estos gurúes, a los curas y a esos insoportables
capos del marketing que nos dicen como debemos actuar. Estos, como
mencionamos anteriormente, no son simplemente desubicados, son
producto directo de nuestra época y son solicitados y aprobados por
cantidades de gente que sienten de alguna manera un vacío que la
vida cotidiana capitalista no puede llenar, pero que lamentablemente
intentan llenar con otra forma de concebir el capitalismo.
Capitalismo que se ha desparramado en cuanto pensamiento pudo, y cuya
lógica es reproducida muchas veces hasta por quienes sienten que no
debería existir. Así como la mentalidad generada por el
cristianismo es reproducida hasta por quienes no se reconocen en él
o no lo llevan al pie de la letra, lo mismo viene sucediendo con la
denominada “auto-ayuda” que no es reproducida solo por sus
seguidores (la “auto-ayuda” posee un engaño evidente desde el
nombre, porque si es preciso seguir los consejos de un experto, ya no
tiene nada de “auto”).
No es casualidad que todo esto confluya en la destrucción del
apoyo mutuo, de la solidaridad, de la concepción del ser humano como
ser colectivo y a la vez individual. Porque estas son las
experiencias donde se descubre el potencial transformador del humano,
donde la abrumadora realidad deja de presentarse como algo ajeno y
comprendemos que somos nosotros quienes la construímos día a día,
colectivamente, momento a momento, asumiendo que esta realidad es
nuestra responsabilidad. Y la responsabilidad es inseparable de
la libertad, no seremos libres mientras no seamos responsables por
nuestros actos, mientras no comprendamos que todo lo que hacemos
tiene sus consecuencias, tanto al obrar de buena manera como en su
contrario.
Nuestra libertad no termina en donde comienza la del otro, por el
contrario, en esa libertad del otro nuestra libertad halla su
confirmación y su extensión al infinito. Es por eso que un cambio
personal profundo es posible y es necesario, y es necesario que
coincida y se desarrolle junto al cambio personal de los demás.
Un cambio profundo, personal y colectivo, es posible y es
necesario, sin dirigentes ni dirigidos, sin explotados ni
explotadores.