La Municipalidad de Rosario en otro atropello descarado a la libre
y anónima circulación por la ciudad, obligará a los usuarios del
transporte urbano de pasajeros a “personalizar los plásticos”.
Es decir, que de ahora en más, y en vías de anular las tarjetas de
papel, las nuevas “tarjetas sin contacto” deberán estar
registradas por el Estado con nombre completo y DNI. En caso
contrario, proximamente estas dejarían de funcionar.
Desde hace unos meses, con la excusa de proteger al usuario se
ofrecía un nuevo servicio: personalizar tu tarjeta, entonces en caso
de robo la carga de la tarjeta robada se transfería a la nueva,
previo pago nuevamente de los $8 que sale aquel plástico naranja.
Sin la obligación se logró que 20.000 de las más de 160.000
tarjetas vendidas sean registradas. De ahora en más es obligatorio.
A las largas esperas en las esquinas, un boleto carísimo que no
distingue entre trayectos cortos y trayectos más o menos largos, y
al viajar como ganado en horas pico se le agrega el control de
nuestros movimientos. En breve podrá trazarse un mapa de nuestros
rutinarios desplazamientos y señalar a quién se salga de su
trayecto cotidiano.
En la calle se escucha “estos quieren controlar todo”, pero no
se llega a dimensionar la gravedad del hecho, porque “yo no hago
nada malo”. Lástima que nunca se sabe cuando hacemos “algo malo”
a los ojos del Estado y sus funcionarios. La gran mayoría de los
involucrados en las luchas de nuestra historia, no imaginaban tiempo
antes donde se encontrarían. Desde las grandes represiones a obreros
de principios de siglo pasado a los fichajes y persecuciones a los
“ambientalistas” de Famatina; personas del común, que las
necesidades más vitales los han llevado a tomar su propia vida en
sus manos. Si no paramos todas estas agudizadas herramientas de
control será cada vez mas difícil revelarse contra el poder
dominante y sus atropellos.
Pero no debemos alarmarnos, los rosarinos tenemos la bandera más
larga del mundo y las estadísticas siguen demostrando la enorme
superioridad de los silenciosos heridos por accidentes de tránsito
frente a las víctimas de robos. Seguimos bien mientras nos
distraigamos con nacionalismo y “la inseguridad”.
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