El mediatizado caso de YPF ha puesto nuevamente en escena el circo que, a falta de pan, quiere confundirnos otra vez con chauvinismos y patriotismos, que caen como pesados bloques a imponernos su cotidiana brutalidad.
A ninguno de nosotros nos cambia la vida que ahora YPF vuelva a ser argentina o que sea española. Mañana nos tendremos que levantar nuevamente a trabajar y tendremos que ver cómo hacemos para pagar los productos que necesitamos, que continúan siendo distribuidos “gracias” a los combustibles fósiles. Haremos malabares para pagar el boleto del colectivo y sus sucesivos aumentos. El trabajador de YPF seguirá siendo explotado. Y el medio ambiente seguirá siendo destruido por la petrolera.
Seamos claros, nadie robó nada. El Estado argentino vendió de manera clara y legal YPF a Repsol durante el primer gobierno de Carlos Menem. Venta que fue apoyada por “Él” junto con la actual presidenta y muchos otros de los oficialistas de hoy. “Los gallegos” no robaron nada, se hizo un negocio capitalista con todas las de la ley.
En medio de una crisis que ya se pronuncia sale el viejo truco de “expropiar al imperialismo lo que es nuestro”. En primer lugar, expropiar es tomar algo por la fuerza, no comprarlo y convertirlo en una empresa mixta.
Pero, si lo que queremos es terminar con la explotación, no se trata de buscar lo “mejor posible” dentro de los límites de la sociedad actual, sino de borrar estos límites definitivamente. Todo progreso pensado en términos económicos, debe ser entendido como lo que es, un progreso del Capital y no de la humanidad. Como toda propiedad del Estado no es de aquellos que habitan entre sus fronteras. Ya con suficiente miseria y sufrimiento hemos pagado los versos de las estatizaciones, los “gobiernos de los trabajadores” o las “redistribuciones de la riqueza”. ¿Tanto nos cuesta comprender los estrechos límites de la economía nacional? ¿Tan difícil es entender la necesidad de superación?
Si existe una barrera esencial para esta incomprensión es la farsa de la patria. En el caso de quienes padecemos bajo el Estado argentino, Mayo y Junio son meses significativos en el calendario patriótico. 25 de Mayo, conmemoración del Primer Gobierno Patrio; 14 de Junio, Rendición en Malvinas y fin de la Guerra; 20 de Junio, Día de La Bandera. Por eso en estas fechas y con la discusión de YPF que nos invade a diario nos propusimos contrarrestar con un poco de historia tanta propaganda patriótica.
La República Argentina es, como cualquier Estado, una institución genocida. Una maquinaria que se basa en el asesinato, la coacción masiva y el terror para optimizar el funcionamiento de aquellos que nacimos dentro de su territorio en favor de la burguesía. Si hoy no es expansionista es porque no tiene la capacidad técnica y económica para hacerlo como lo ha hecho tantas veces en su historia y como aún lo hacen otros Estados.
Yendo a sus inicios, el Estado Argentino desciende del Virreinato del Río de la Plata, territorio denominado Provincias Unidas del Río de La Plata, luego de la independencia de 1816.
Mal que le pese a los nacionalistas, la independencia de las colonias españolas en América fue gracias al total apoyo que les brindó el Reino Unido de Gran Bretaña a fin de poder instaurar de manera segura y definitiva el sistema capitalista y el libre comercio. La naciente burguesía argentina y la burguesía británica fueron las impulsoras de todo esto como socios de mercado.
“Nuestra Patria” actual empieza a conformarse con la Guerra del Paraguay o de La Triple Alianza. Argentina, Uruguay y Brasil aliados con Gran Bretaña invaden y destruyen para siempre a Paraguay, teniendo como bandera el libre comercio, la libre navegación de los ríos, y los empréstitos ingleses para financiar la guerra. Paraguay constituía en ese entonces el principal competidor de Inglaterra en la región siendo el país más industrializado de América. Se exterminó a más de un 80% de la población y solo bajo la bandera argentina cayeron asesinados 300.000 paraguayos anexando al país la actual Formosa.
Los “patriotas” que fueron a pelear por “la libertad” marcharon obligados con los pies engrillados.
Argentina anexó la Patagonia y el Gran Chaco después de sucesivas guerras a los pueblos originarios de esas regiones. En 1878 empieza la estocada final a los pueblos patagónicos con la llamada “Campaña del Desierto”, que terminará simbólicamente el 25 de Mayo del año siguiente izando la bandera argentina a orillas del Río Negro, en las proximidades de la actual Bariloche. Finalizará concretamente el 1° de Enero de 1885 con la rendición del lonko Sayhueque y su comunidad, en la ciudad de Viedma.
En 1880 comienza la matanza en el Norte con la “Conquista del Chaco” contra los Qom, Wichis y Mocovíes, guerra que durará hasta entrada la década del 20 del siglo XX. Ésta permitirá el mejor control estatal del norte de Santa Fe, este de Santiago del Estero, y las actuales provincias del Chaco y Formosa.
Y detrás de todo esto, la necesidad de afianzar el trabajo asalariado y la privatización de la tierra.
Los mapuches y tehuelches junto con los soldados llevados por la leva, terminaron sus días como miserables peones rurales de los nuevos territorios conquistados, ahora en manos de la oligarquía argentina y británica. Lo mismo pasó en el Gran Chaco. Qom, Wichis y Mocovíes junto con los criollos terminaron como hacheros, carreros u obreros en los talleres de la explotación maderera que se impulsó en la provincia de Santa Fe, junto con el capital británico.
Ambas regiones tendrán sendas explosiones de rabia proletaria a comienzos de la década del 20, las más radicales aún hoy, donde la Revolución Social era la perspectiva para salir de tanta miseria.
Ambas fueron brutalmente reprimidas por el demócrata Hipólito Yrigoyen y su ejército.
El mismo ejército que nos aplastaría la cabeza con 6 gobiernos de facto durante todo el siglo XX, teniendo otra vez como objetivo el afianzamiento del capital en el territorio asesinando a mansalva a todos aquellos que se oponían firmemente al perverso sistema. 5.000 con Uriburu. 30.000 con Videla y compañía.
En los casi 30 años de democracia ya son más de 3000 los asesinados por el aparato represivo del Estado Argentino. Así y todo, el 20 de Junio se desplegará nuevamente en Rosario la bandera nacional más larga del mundo que a tantos infla de orgullo. Bandera que casualmente fue elaborada durante toda la última década con aportes de miles de argentinos, mostrando también la utilidad del sentimiento patriótico en los tiempos de crisis. Por eso patrones, políticos, policías y militares, cantan el himno emocionados y nos hablan de la defensa de la patria. La tarea es, entonces, empezar a reconocer esta farsa. No hay intereses nacionales para el proletariado. El Estado NO somos todos. Son solo ellos. Y contra ellos estamos.