sábado, 17 de diciembre de 2022

REVUELTAS EN IRÁN

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Cuando llegan noticias de países lejanos, pese a las diferencias culturales y geográficas, hay cuestiones estructurales que identificamos rápidamente. Así, nos reconocemos en quienes se rebelan contra el orden establecido en distintas partes del planeta.

Mediante noticias, panfletos y textos nos acercamos a las revueltas en Irán. Asumiendo el carácter internacional de la lucha de clases, presupuesto de la agitación por una revolución mundial contra el Capital.

Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años que estaba de vacaciones en Teherán con su familia, fue detenida el 13 de septiembre por la Gasht-e Ershad, “Patrulla de Guía” también conocida como Policía de la moral. La joven fue acusada de usar el hiyab “de forma inapropiada” y llevada a un centro de detención para ser reeducada. Dos horas después fue trasladada en coma a un hospital donde murió el 16 de septiembre. La policía declaró un repentino ataque al corazón. Sus familiares fueron testigos de una golpiza en la detención y vieron como ella perdía el conocimiento.

El sábado 17, ya durante el funeral en Saqez, comenzaron las protestas con un grupo de mujeres kurdas que se quitaron el velo, y algunas lo quemaron. Al día siguiente las manifestaciones se extendieron a ciudades de todo el país. Diferentes sectores de trabajadores fueron entrando en huelga, gran parte de los comercios cerraron en apoyo a las protestas y desde entonces diversas expresiones de lucha se suceden de manera ininterrumpida.

“¡Muerte al dictador!” en referencia a Alí Jamenei, “líder supremo de Irán”, ha sido el lema más gritado junto a “¡Jin, jiyan, azadî!” (¡Mujer, vida, libertad!). Esta última consigna en kurdo es un acto de solidaridad por parte del resto de Irán hacia la región kurda, fronteriza con Irak y Turquía. Jina (“la que da vida”), es el nombre kurdo que los padres de Mahsa no pudieron ponerle hace 22 años en la localidad de Saqez.

En tanto reproductoras de la población, las mujeres son la vida y la vida emana de ellas, están en el centro de las sociedades y son el punto de partida de todos los procesos de producción. La República Islámica ha entendido tan bien el significado y el peso de esta asignación que busca reducir a la mujer a una propiedad, de la que el hiyab es el título. La cuestión abierta, en un contexto de lucha internacional del movimiento de mujeres, es poder avanzar en el cuestionamiento de la división sexual sin seguir necesariamente los parámetros liberales de occidente. No se trata simplemente de igualdad, sino de subvertir la propia división.

La situación de las mujeres fue el detonante de una revuelta que se desarrolla y potencia a partir de las insoportables condiciones de vida que vive el proletariado en Irán y sus innumerables antecedentes de lucha. Y es justamente a partir de estas luchas que vamos comprendiendo la implicación (no intersección) entre las asignaciones de género y la explotación, entre la producción y la reproducción.

En Irán, dado el régimen confesional establecido por la llamada “revolución islámica” de 1979, el control y la represión se imponen de forma religiosa. Desde la instauración del actual régimen se han sucedido diversas modalidades de esta “Policía de la moral”. Las fuerzas represivas fieles al régimen se encuentran deslegitimadas y desmoralizadas, y cada vez son más las mujeres y niñas que se muestran orgullosas sin el hiyab acompañadas de las sonrisas cómplices y alentadoras de los transeúntes.

Desde hace 43 años un régimen burgués de características islámicas gobierna Irán. Se trata de una República Islámica que, tras la caída del sha Reza Pahleví, combina una teocracia islámica con democracia representativa, a través de una compleja red de instituciones electivas y no electivas. El poder está concentrado en el Líder supremo, cargo ocupado por Jomeini entre 1979 y 1989, y por Jamenei desde 1989 a la actualidad.

Irán se encuentra frente a un relativo aislamiento internacional, y crecientes dificultades internas por las características de su desarrollo económico.

Una particular gestión del Capital

Renta de la tierra (petróleo y gas fundamentalmente), industria improductiva, inflación elevada, devaluación y tipos de cambio paralelos, salarios reales a la baja, altos niveles de desempleo, de trabajo informal y de la denominada población sobrante, subvenciones y ayudas estatales (tanto a proletarios como empresas), lo cual implica un gran desarrollo de la corrupción. Ciertas características de la economía iraní nos suenan familiares desde estas tierras.

Pero no toda economía rentista asume de la misma forma las limitaciones que supone. El populismo, la injerencia del Estado y sus redes clientelares, se reproduce en el caso iraní de una forma extrema, donde la religión cumple un papel fundamental.

Todos los Estados tienen un cierto peso económico y actividades productivas; hay empresas en las que los Estados se constituyen como accionistas mayoritarios o incluso industrias de propiedad estatal, pero la propia República Islámica se ha convertido en una relación productiva por la forma en que ha evolucionado. Es el punto de partida y el punto final, determina la propiedad del Capital y elige el camino de su crecimiento. Al estar basado en las rentas del petróleo, su existencia se vuelve más difícil e improductiva para grandes sectores de la economía, ya que dificulta el “normal” desarrollo de la actividad económica basado en la competitividad.

Es en este marco que debemos comprender las diferentes fracciones de la burguesía iraní. Empecemos por aquellos con mayor historia, como el sector de los grandes comerciantes denominados bazaris, burgueses dedicados al comercio que, frente a una producción local defectuosa orientada al mercado interno, se han enriquecido sideralmente a partir de gestionar la importación con generosas bonificaciones del Estado. La renta petrolera se ha utilizado en gran parte para importar bienes de consumo y equipos, con los bazaris de intermediarios.

Por otro lado, a partir de las propiedades expropiadas tras la revolución de 1979 y su sostenimiento posterior a través de la renta, se han constituido poderosas fundaciones religiosas denominadas bonyads, que además de conservar su función clientelar mediante la asistencia a los pobres, se han convertido en consorcios de empresas exentas de impuestos que dependen directamente del “Líder Supremo”. Se estima que estas fundaciones controlan alrededor del 20% del PBI, buscando garantizar el apoyo al régimen.

Desde 1990, se aplicó lentamente una privatización de las empresas estatales y una relativa apertura del comercio exterior cuyo resultado fue la creación de una burguesía que vive y se enriquece bajo la tutela del Estado. La mayoría de las veces, los beneficiarios de estas “transferencias de propiedad” son los directivos de estas empresas, antes estatales.

La República Islámica, además del ejército regular iraní, cuenta desde su creación con un ejército paralelo de mayor jerarquía y fidelidad al régimen denominado Guardia Revolucionaria o Pasdaran, que cuenta a su vez con milicias estrictamente paramilitares como el Basij. Los jerarcas de estas organizaciones se vieron notablemente beneficiados por la “privatización” de los ‘90, siendo ahora propietarios de grandes industrias del petróleo, gas, acero, construcción y comunicaciones, entre otras. A su vez, como contratistas privados se benefician de gigantescas licitaciones de proyectos de infraestructura como represas que quedan a medio hacer, sumando al derroche y deterioro del medio ambiente. Alrededor del 30% de la economía se encuentra bajo su control y mantienen estrechas relaciones con las bonyads.

El proletariado y sus luchas

El proletariado en Irán se halla entre el mercado informal de trabajo, el campesinado, jóvenes desempleados, empleados estatales rasos (dispuestos a soportar la degradación de sus salarios mientras el aparato administrativo siga siendo la garantía de su empleo), una masa de desempleados estructurales que dependen de las fundaciones religiosas o de su participación en las milicias, los trabajadores de los servicios (40% de la población activa) divididos entre su dependencia de los bazaris y la visión de su futuro en la apertura y liberalización de todo el comercio, una minoría empleada en las principales industrias orientadas a la exportación (las únicas competitivas en términos internacionales), los empleados en las industrias dedicadas al mercado interno (empresas que sólo deben su supervivencia a la perpetuación de una economía que vive de las subvenciones discrecionales y que, por tanto, está intrínsecamente ligada al nacionalismo económico). También existen divisiones “étnicas” entre persas, árabes, kurdos y tribus nómadas.

Los trabajadores vinculados al sector de los hidrocarburos, dada su importancia fundamental en la economía iraní, se encuentran bajo relaciones de explotación particulares. Este sector ha sufrido varias reformas laborales en pos de la flexibilización a partir de la década del ‘90, trastocando por lo tanto su funcionamiento y desatando diversos conflictos. De este modo, existen organizaciones de trabajadores contratados del petróleo, que se han integrado a la revuelta, yendo a la huelga en reiteradas ocasiones desde principios de octubre.

Al margen de este sector y otros puntuales como la siderurgia, los trabajadores de la industria son por lo general empleados por empresas dedicadas a la producción para el mercado interno. Este funciona fundamentalmente a partir de la distribución de renta en forma de subsidios y asistencia social, por lo que la función de los salarios como reguladores entre las distintas esferas de la producción a través del consumo queda completamente desdibujada. El salario y el poder adquisitivo queda desconectado de la acumulación. De este modo, los salarios son aplastados y no hay un interés de la burguesía por elevar la productividad. Su competitividad en términos internacionales es nula (algo muy parecido a la mayor parte de la industria argentina). En dicho marco, se producen innumerables conflictos por aumentos salariales y demoras en los pagos. En el contexto actual se han desarrollado numerosas huelgas por estos reclamos, por las condiciones laborales y en solidaridad con la revuelta en diversas industrias (autopartes, automotrices, siderurgia, electrodomésticos, etc.), así como también en el sector servicios, como las huelgas de camioneros y conductores de ómnibus.

Sin duda la generalización de la huelga en la producción y distribución y el cierre masivo de comercios son un salto cualitativo en las situaciones de revuelta. Pero el estallido encuentra su origen en el ámbito de la reproducción social, por el empeoramiento de la vida en general y la constante represión, que atraviesa a todos los sectores del proletariado.

Las revueltas masivas, entonces, han detonado en los últimos años por el empeoramiento general de las condiciones de vida. Entre noviembre de 2019 y enero de 2020 estallaron manifestaciones en todas las ciudades importantes por el aumento del 50% al 200% de los precios de los combustibles y, por tanto, de los precios de los productos de primera necesidad. La represión fue brutal, con un saldo de más de 1000 muertos según algunas fuentes. Las violentas acciones de los manifestantes se tradujeron en la destrucción de 731 sucursales de bancos gubernamentales, incluido el banco central de Irán, nueve centros religiosos islámicos y estatuas del líder supremo Alí Jamenei, así como el ataque de al menos 50 bases militares gubernamentales.

En mayo de este año el gobierno puso fin al precio subvencionado del pan, lo cual produjo aumentos de hasta un 300%, en el marco de una inflación anual de alrededor del 40%. Se desataron diversas manifestaciones, entre las cuales se atacaron bases de las milicias islámicas Basij con un saldo de varios muertos, heridos y detenidos. Por otra parte, el derrumbe de un edificio comercial en Abadán tuvo como consecuencia la muerte de más de veinte personas, lo que provocó nuevos disturbios contra el régimen y la corrupción. A partir de junio las manifestaciones relacionadas con la supervivencia fueron cotidianas en Teherán. Este es el contexto en el que hay que situar los acontecimientos posteriores al asesinato de Mahsa.

Sobre la cuestión de las mujeres

Mahsa Amini se ha convertido en un símbolo de la lucha del mismo modo que en Estados Unidos George Floyd, asfixiado indefenso en el suelo por la policía del país más occidental y democrático del mundo, se convirtió en el símbolo de protestas y revueltas.

Los estallidos sociales tienen su historia. Remontémonos a febrero de 1979. El régimen del sha, socavado por diversas revueltas desde el año anterior y una huelga general especialmente violenta, se derrumbó en pocos días bajo los golpes de una insurrección. El “gobierno revolucionario” que le sucedió estuvo en gran medida en manos de los islamistas, bajo la autoridad tutelar del Gran Ayatolá.

El 7 de marzo de 1979 el Ayatolá Jomeini denunció el carácter occidental del Día Internacional de la Mujer y declaró que, a partir de ese momento, las mujeres iraníes debían llevar velo y no maquillarse. La ofensiva sobre el velo es cultural, religiosa y fundamentalmente política. Trata de afirmar el poder existente, de dar ejemplo y de obligar a las demás fuerzas políticas a retroceder.

El 8 de marzo decenas de miles de mujeres, 100.000 según las estimaciones más generosas, en su mayoría jóvenes y sin velo, circularon por la capital. Cabe señalar la participación de hombres en las manifestaciones.

“Imponernos de nuevo el velo es inaceptable” señalaban miles de mujeres, pero las reivindicaciones también evocaban la cuestión de las guarderías gratuitas, el derecho al aborto o la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Se pudo escuchar que “la libertad no es occidental ni oriental, es universal”. La noche del 8 de marzo las autoridades anunciaron que prohibirían el aborto y la píldora anticonceptiva, y pondrían fin a la Ley de Protección de la familia promulgada en 1967 y revisada en 1975. Esta era una de las normas más progresistas de la región: otorgaba a las mujeres el derecho a solicitar el divorcio y garantías sobre la custodia de los hijos, elevando la edad del matrimonio a 18 años y regulando la poligamia, entre otras legislaciones que contribuían a mejorar la situación de las mujeres.

Nadie lo hubiera imaginado, pero al día siguiente las manifestaciones se reanudaron de forma más o menos espontánea durante cinco días. Fueron la primera expresión de oposición al nuevo régimen. Pero si a partir del 11 de marzo se podía oír “¡Abajo Jomeini, es un dictador!”, tal clarividencia era entonces inaudible para la masa de la población, incluida la izquierda y no solo la iraní.

No se trataba ni se trata de un velo como accesorio femenino ocasional, sino del símbolo más evidente que vincula a las mujeres y a sus familias con la República Islámica y la cultura que conlleva. Es la manifestación más evidente que permite reconocer a los “propios” de los “ajenos”.

A la vez que se mantienen y refuerzan estas tradiciones, durante el régimen islámico creció progresivamente la incorporación de las mujeres al mercado laboral (aunque su participación se mantiene muy por debajo de la de los hombres), aumentó notablemente la escolarización de las niñas, así como la proporción de mujeres en la educación superior ronda el 60% (muchas de ellas con dificultades de conseguir trabajo). La tasa de natalidad, por su parte, bajó de 6 a 2 hijos por mujer. Es importante no perder de vista que, bajo el manto religioso y la gran cantidad de restricciones que este supone para las mujeres, las modalidades de reproducción de la fuerza de trabajo se desarrollan con aspectos similares a las del resto de las llamadas “economías en desarrollo”.

Religión

Muy a menudo el régimen iraní se reduce a su dimensión religiosa. La instauración de la República Islámica en abril de 1979 aumenta la confusión. Ceñirse a esta observación nos impide comprender las razones de aquel levantamiento, vinculado a la crisis mundial del Capital y su desarrollo. El vasto movimiento que nació y creció en el transcurso de 1978 queda así frecuentemente eclipsado; sin embargo, fue este movimiento el que, a fuerza de huelgas, manifestaciones y disturbios, hizo caer el régimen del sha en 1979.

La religión aboga por el orden y el desorden, exalta un absoluto que es difícilmente compatible con las medias tintas y el respeto a los poderes fácticos, mientras que requiere que hagamos la paz, obedezcamos a la ley y nos reconciliemos con los ricos. Como el cristianismo, el islam es un conquistador convertido en establishment. Se nutre de la guerra y de la paz. Por su parte, el llamado gobierno islamista moderado de Turquía es duro con el modo de vestir, pero no lleva el arcaísmo a la gestión de la industria y gestiona la economía según los estándares liberales “occidentales”. Representan dos modos capitalistas de administrar su economía nacional.

La religión, la política y la economía vinculan a los individuos definidos por y dentro de un modo de producción particular. El populismo, bajo su forma religiosa o incluso peronista, no se alza simplemente en nombre del “pueblo” como si dicha comunidad de intereses interclasistas estuviese dada al interior del capitalismo a la espera de que los estrategas de la política encuentren la manera de representarla. En conclusión, los populismos se establecen produciendo al pueblo. En el caso iraní, lo propio fue posible a partir de la religión. Así se alzó un particular populismo que ha logrado, aunque de manera inestable, perdurar.

La revuelta continúa

La revuelta continúa, se extiende y profundiza a pesar de la dura represión. Nombramos algunos sucesos de las últimas semanas, aunque es imposible abordar sintéticamente todo lo que viene ocurriendo.

El 17 de noviembre la casa natal del ayatolá Jomeini (convertida en museo) fue incendiada por manifestantes. En una filtración de noviembre, jefes de las fuerzas paramilitares Basij admiten que la policía está desmotivada y no está pudiendo contener la revuelta, que las huelgas de comerciantes de mediados de noviembre fueron masivas (más del 70% del país), que sus sedes son frecuentemente atacadas, al igual que las oficinas de los parlamentarios con cócteles molotov, mientras que miembros del clero son burlados públicamente con insultos y “robos de turbante”.

Hacia fines de noviembre el gobernador de Teherán ha sido destituido y sustituido por un antiguo general del ejército revolucionario Pasdaran, lo que trae el recuerdo de maniobras similares en los últimos días del sha. Simpatizantes del régimen lentamente comienzan a sumarse a las protestas. Vuelve a la memoria el proceso de revueltas de más de un año iniciado en 1978, con un movimiento que se construye a sí mismo a su propio ritmo.

En un régimen caracterizado por su inmenso aparato represivo, está claro que la revuelta no se puede proponer una victoria militar. Por ello el desmembramiento, deserción y rebelión de sus miembros se vuelve fundamental como freno a la represión y posibilidad de victoria. Por lo pronto, el gobierno inició conversaciones con Rusia en caso de necesitar apoyo militar (recordemos su accionar en Siria de los últimos años).

Desde el comienzo de la revuelta hasta el 7 de diciembre al menos 458 personas, entre ellas 63 menores de edad, fueron asesinadas por el Estado, según cifras de Iran Human Rights. A estas muertes hay que sumar detenciones, torturas, enjuiciamientos y condenas: de acuerdo con organismos internacionales de derechos humanos, hay más de 18.000 personas detenidas, once de las cuales fueron sentenciadas a la pena de muerte. Para el 12 de diciembre ya son dos los manifestantes ahorcados públicamente con el objetivo de infundir el miedo. En las regiones del Kurdistán y el Baluchistán iraníes las protestas son incesantes y reprimidas de manera brutal, con armamento de guerra.

Respecto a las huelgas, agregamos que muchos de sus partícipes y referentes están siendo duramente perseguidos, y los trabajadores hacen uso de diferentes tácticas menos visibles para perjudicar la producción, como los sabotajes. Los jubilados también se han hecho presentes con sus demandas particulares, debido a sus escasas pensiones y sus deficientes coberturas de salud.

A fines de noviembre la selección de fútbol de Irán quedó fuera de Qatar 2022 y hubo festejos en aquel país. Tras cada derrota, se sucedieron concentraciones con consignas contra el régimen.

Entre las informaciones más recientes, se ha iniciado en Irán otra serie de protestas, manifestaciones y huelgas de tres días de duración para el 5, 6 y 7 de diciembre. Estas convocatorias, que se lanzan por intervalos irregulares, las realizan jóvenes de los barrios de una ciudad y son replicadas por otros barrios y ciudades para convertirse en una convocatoria nacional. La idea es correr la voz por todos los medios imaginables: octavillas distribuidas a mano o lanzadas desde los edificios a la multitud, notas manuscritas repartidas bajo las puertas o dejadas en los limpiaparabrisas de los autos, pintadas, manifestaciones por la noche de pequeños grupos.

Sea cual sea la forma que adopte este movimiento, lo cierto es que el proletariado iraní está haciendo todo lo posible por librarse de este régimen, abriéndose paso entre la represión y complejas contradicciones sociales. Más allá de expresar nuestra solidaridad y afirmar la necesidad de revolución social, no podemos estimar cuál será el resultado de este estallido. Tras sus primeros meses, lo que parece seguro es que no va a detenerse, confirmando que la división sexual capitalista y sus respectivas asignaciones no son cuestiones que deben superarse “después de la revolución”, sino que son un motivo para hacer la revolución.

 

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Para el presente artículo nos hemos basado en gran medida (incluso con extractos o reescrituras) en:

 

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Ilustración de tapa: «Así fue asesinada Qorat-al-Aïn», collage que el surrealista iraquí Abdul Kader El Janabi dedicó a Fátimih Baraghání, más conocida como Tahirih, erudita, poeta y teóloga babí que vivió en el Irán de la primera mitad del siglo XIX. La imagen y la historia nos la han hecho llegar miembros del Grupo Surrealista de Madrid. En 1848 Tahirih se quitó el velo públicamente frente a una asamblea repleta de hombres. Fue encarcelada, sentenciada a muerte y cuatro años más tarde fue estrangulada en 1852 con su propio velo. Se le atribuye haber citado este verso en el momento de su martirio: «Podéis matarme tan pronto como queráis, pero no podréis parar la emancipación de la mujer».

 

NUEVO LIBRO: PLOMO Y HUMO, EL NEGOCIO DEL CAPITAL

Antes de que finalice el año publicamos un nuevo libro con Lazo Ediciones que incluimos en la nueva suscripción de la biblio. En la última emisión de Temperamento Radio también referimos a ello.

«En la ciudad de Rosario se ha señalado el plomo y el humo como parte de un mismo negocio. Fue un importante punto de partida para instalar públicamente la vinculación entre estas cotidianas problemáticas: narcotráfico y quemas en los humedales. En las páginas de este libro buscamos ahondar en ese sentido. Desde el boletín La Oveja Negra y otras intervenciones exponemos el impulso capitalista por la obtención de ganancias como el causante de las muertes, la destrucción del territorio y la nocividad en la cual habitamos. Consideramos la reflexión y la investigación como momentos necesarios de la lucha, de la lucha de clases, que no empieza ni termina con un conflicto o lugar particular.»

* Disponible gratis en versión digital en el sitio web de Lazo.

viernes, 16 de diciembre de 2022

NUEVO LIBRO: PLOMO Y HUMO, EL NEGOCIO DEL CAPITAL

En este nuevo libro que publicamos con Lazo Ediciones compilamos artículos de La Oveja Negra, panfletos, textos y escribimos nuevas reflexiones desde y para las protestas y movilizaciones. 

«En la ciudad de Rosario se ha señalado el plomo y el humo como parte de un mismo negocio. Fue un importante punto de partida para instalar públicamente la vinculación entre estas cotidianas problemáticas: narcotráfico y quemas en los humedales. En las páginas de este libro buscamos ahondar en ese sentido. Desde el boletín La Oveja Negra y otras intervenciones exponemos el impulso capitalista por la obtención de ganancias como el causante de las muertes, la destrucción del territorio y la nocividad en la cual habitamos.

Consideramos la reflexión y la investigación como momentos necesarios de la lucha, de la lucha de clases, que no empieza ni termina con un conflicto o lugar particular.»

Índice:

  • «Plomo y humo, el negocio de matar»
  • Plomo y humo, el negocio del Capital (Emancipación, 1 de septiembre de 2022)
  • La ley de plomo
  • “No se puede respirar”
  • Modelo agroexportador, (ab)uso de la tierra y quemas

Selección de textos:

  • Negocio, delito y muerte en Rosario (La Oveja Negra nro. 78, septiembre de 2021)
  • Narcotráfico y Capital (La Oveja Negra nro. 79, noviembre de 2021)
  • Ecocidio en el humedal (La Oveja Negra nro. 71, julio de 2020)
  • Parques nacionales: naturaleza muerta (La Oveja Negra nro. 59, noviembre de 2018)
  • Una reflexión a orillas del río (Panfleto, 25 de julio de 2020)
  • Aquí y ahora la lucha continúa (Panfleto, 1 de agosto de 2020)
  • Humo. Reflexiones más allá de las quemas (Reseña del documental)
  • Por el río, contra el Capital. Un viaje rebelde por el Paraná (Reseña de emisión nro. 51 de Temperamento Radio)
  • Chubut: No es No (La Oveja Negra nro. 80, enero de 2022)
  • Sobre los incendios en la Comarca Andina (La Oveja Negra nro. 75, marzo de 2021)
  • Deforestación (La Oveja Negra nro. 65, septiembre de 2019)
  • Progre-extractivismo (La Oveja Negra nro. 67, enero de 2020)
  • El Capital o la Tierra (La Oveja Negra nro. 2, marzo de 2012)
  • Memoria: Barrio Refinería y Cosme Budislavich (La Oveja Negra nro. 10, octubre de 2013)
  • Reflexiones desde y para las luchas

El libro está disponible en la biblio para consulta y venta, también hacemos envíos a ciudades de todo el país, así como se enceuntra en diferentes puntos de distribución.

Y como siempre lo compartimos gratuitamente en su versión digital: Leer y/o descargar el libro completo en PDF

Recomendamos también el programa que le dedicamos en Temperamento Radio.

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Esta es una editorial sin fines de lucro, nuestra intención es poner en común los libros que editamos. Por eso mantenemos los precios lo más bajo posibles y casi todos se encuentran disponibles para descargar gratuitamente. Agradecemos cualquier colaboración para seguir con este proyecto. Los aportes se pueden hacer aquí. 

viernes, 7 de octubre de 2022

LIBERTAD A LAS PRESAS MAPUCHE. TERRORISTA ES EL ESTADO

El 4 de octubre por la mañana el Estado argentino desalojó la lof Lafken Winkul Mapu, a 35 kilómetros de Bariloche. El operativo involucró más de 200 efectivos del “comando unificado de seguridad zona Villa Mascardi” creado recientemente por el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández.

Dos días antes “vecinos de Bariloche” realizaron una caravana bajo el lema “basta de terrorismo en la Patagonia”. Había consignas como “Roca volvé, terminá lo que empezaste”. A la cabeza iba la presidenta del PRO y exministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien el 1° de agosto del año pasado fue hasta donde secuestraron y asesinaron a Santiago Maldonado para festejar su victoria.

Si se quiere seguir el lenguaje presidencial se puede decir que hay discursos de odio. Pero acá lo importante son las acciones, las acciones perpetradas por el Estado argentino, donde los discursos solo vienen a justificar lo ya sucedido o planificado.

Esta vez no hubo asesinados como cuando los disparos de las fuerzas del orden dieron muerte a Rafael Nahuel de la lof Lafken Winkul Mapu o Elías Garay de la lof Quemquemtrew. Esta vez la demostración de fuerzas fue la represión, desalojo y el posterior traslado de mujeres y niños hasta Buenos Aires.

El traslado de las mujeres mapuche detenidas hasta Ezeiza fue bajo el argumento que en Bariloche y cercanías no hay dónde alojar a presas amamantando. La situación es muy dolorosa e indignante. Trascendió que una lamgen fue trasladada sola a un hospital en  trabajo de parto y dio a luz en el cautiverio. Por su parte, niños y niñas mapuche fueron obligados a estar solos durante más de 12 hs. dentro del territorio, resguardándose de las fuerzas policiales que los quería detener también montaña adentro.

Hay quienes dicen que estamos en el siglo XIX o en la dictadura de los 70. ¿Y se preguntan que viene después? Después vienen, juicios y elecciones, cárcel y alguna renuncia de algún que otro funcionario estatal. Porque estamos en democracia. Y esto es también la democracia.

El gobierno nacional no está siguiendo la agenda de Patricia Bullrich, es una política de Estado.

Esto no es como “en la época de Roca”, acá reprime un gobierno elegido libremente, con la ley en la mano, en defensa de la propiedad privada de la burguesía nacional y extranjera.

Los mapuche y otras comunidades que habitaron lo que bajo sangre y fuego hoy se llama Argentina fueron exterminados para el desarrollo de la sociedad capitalista. Hoy no son perseguidos por SER mapuche, son perseguidos por HACER. Hay cientos de miembros de otras comunidades que no son perseguidos. Lo que se intenta reprimir, encarcelar y asesinar es el desprecio por la propiedad privada y el Estado, la firme oposición contra lo que nos arruina la vida.

Si compartimos estas reflexiones es porque pensamos posible acabar con todo esto. Para que, de cara al futuro, no haya injusticias que señalar ni Estado asesino al cual implorar clemencia.

Boletín La Oveja Negra
07/10/2022

miércoles, 14 de septiembre de 2022

EL ODIO Y LA FANTASÍA

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Luego del intento de atentado a la vicepresidenta de la nación por parte de un supuesto neonazi quedan claras algunas cuestiones sobre cómo puede interpretarse la realidad.

Para los fanáticos demócratas, impugnando su propio discurso, ya no se trata de ese cuento del “gobierno del pueblo”. “La democracia” reside personificada en los altos cargos de gobierno. Queda claro cuando, ante el asesinato de cualquier miembro de ese hipotético pueblo no “peligra la democracia”, ni hay tanta toma de posiciones públicas. Pero sí cuando hay intento de dar muerte a uno de sus altos dirigentes, si es que suponemos que se trató de un intento de homicidio.

Del mismo modo, uno y otros fanáticos pueden creer que matando a un alto funcionario cambiaría el rumbo del país. Como si no se tratase de las relaciones sociales en un modo de producción específico, el capitalista, claro.

La violencia fallida de un personaje suelto (o casi suelto) asusta más que el funcionamiento del monopolio estatal de la violencia. Raro.

Esa igualdad democrática que todo lo iguala, solo en el discurso, supone que el aparato represivo del Estado es comparable a un fanático de derecha sin plan ni aparato. A menos que se piense que hay una “conspiración del odio” y otros cuentos conspiracionistas. Cuentos similares a que el odio siempre está en los demás y no entre los propios. Ante semejante testarudez es inútil buscar en el archivo incitaciones de odio a uno y a otro lado de la grieta electoral.

Y dado que el odio es el otro, ya van pensando en leyes para condenar “los discursos de odio”. Evidentemente será el Estado quien designe qué es odio y qué no. Así, podrá ser considerado culpable tanto un periodista destacado de los monopolios de los medios de comunicación, como un candidato de la oposición o un grupo de proletarios que proteste contra esta vida insoportable y por tanto alimente el odio de clase… Adivinen: ¿quién irá preso?

Parecieran querer decirnos que vivimos en una sociedad de iguales, sin clases sociales. Parte del “pueblo” se ve representada por una millonaria que vive en Recoleta. De eso se trata la democracia: de considerar formalmente iguales a una población socialmente desigual. El cuco del neonazismo asusta más que las muertes evitables a diario por el trabajo, por hambre, por violencia de género, por enfermedades evitables, por violencia institucional.

Desde Correpi a Biondini están de acuerdo en que hay que condenar este acto y “salvar la democracia”. Para los fanáticos demócratas es más preocupante el discurso de odio que la realidad de ajuste y recortes. El desprecio por la realidad es tal que los fans de la vicepresidenta cantan «vamos a volver», mientras la funcionaria se despega del gobierno del cual forma parte. Están convencidos de que el “poder real” no está entre ellos sino en la vereda de enfrente.

Una semana antes el gobierno realizó recortes en Salud, Educación, Obras Públicas, Transporte y Producción mientras toda la atención mediática se enfocaba en las protestas en contra y a favor de Cristina Fernández de Kirchner. Se desactivaron paros y protestas, y hasta dijeron que las calles no eran seguras dadas las condiciones. Excepto para bancar al gobierno.

En el marco del “feriado de reflexión” que decretó el presidente hay quienes en la calle y en las plazas han relacionado el ajuste con la derecha: «Al ajuste y a la derecha se los enfrenta en la calle». La fantasía y el desprecio por la realidad está llegando a niveles irrisorios.

El llamado reiterativo a “movilizarse por la democracia” de cara a las próximas elecciones, es darle un aire nuevo y renovado a un puñado de candidatos que vienen bajando en popularidad. El oportunismo de una izquierda sin épica ni proyecto alimenta nada más ni nada menos que el crecimiento de un sector del gobierno. Grabois y su CTEP, así como el Frente Patria Grande, suspendieron su salida del Frente de Todos argumentando «el cambio cualitativo en la situación política nacional» tras el intento de asesinato de la vicepresidenta. La política representativa es lo único que mueve la aguja para los candidatos. Es cierto que ha cambiado la “política nacional” pero también lo otro: la situación social solo empeora.

Unir fuerza frente al cuco del fascismo ya sabemos a quién beneficia por más buenas intenciones que se tengan: a un sector burgués que por su parte seguirá explotando y asesinando, pero sin “discursos de odio”.

La democracia es la dictadura del Capital, por más libertades e igualdades formales que tengamos no somos iguales. Esta es una sociedad con explotados y explotadores, dirigentes y dirigidos. Defender a nuestros verdugos no puede ser el camino para construir un mundo mejor. El verdadero campo de batalla no está en la esfera de la representación política, sino en la esfera de la producción y reproducción, en las relaciones de propiedad. Esto es una lucha de clases, no una lucha política de “buenos” y “malos”. En la primera no se puede elegir el bando, son las condiciones materiales de existencia. En la segunda, sí se nos permite elegir. Nuestro tiempo busca esconder las imposiciones de clase tras la libertad de elección.

El ataque no puede comprenderse como parte de una “campaña de odio dirigida a los sectores populares organizados”. No se trata de una expresión del avance del fascismo. ¡Mucho menos de un inicio de golpismo de la ultraderecha! La burguesía argentina está empecinada en conservar el orden democrático burgués. Hasta el momento el atacante no parece ser más que un elemento más bien marginal e irrelevante. No hay conspiración ni intento de golpe de Estado.

El atentado ha sido no un intento, sino un certero golpe para la clase proletaria en Argentina, empleada o desempleada. Ante el empeoramiento de las condiciones de vida en el país, y en medio de cortes, paros y una rabia creciente nos llaman a empantanarnos en el terreno político, a agruparnos para defender el gobierno que ajusta y reprime. Porque, recordemos: por más que intenten evadir la realidad, están defendiendo a la vicepresidenta del gobierno de la Nación. Mientras continuemos despreciando la realidad por discursos políticos, esta tragicomedia seguirá repitiéndose una y otra vez.

LA VÍA CHILENA DEL PROGRESISMO

El 4 de septiembre se llevó adelante en Chile un referéndum con la propuesta de reformar la Constitución Política de la República redactada por una Convención Constitucional. Para poner fin al “legado de Pinochet” según decían. Con más de 13 millones de votantes, marcó el hito de ser el proceso electoral con mayor participación en la historia de Chile. La propuesta fue finalmente rechazada por más del 60% de los votos válidamente emitidos.

Queremos compartir algunas reflexiones realizadas a un lado y al otro de la Cordillera.

El nuevo gobierno, por más progresista que sea, no puede dar respuesta a los reclamos de la revuelta de hace tres años. No puede porque es la administración del Capital.

Existen muchas maneras de reprimir una revuelta. La burguesía no recurre a la represión física por el gusto de la sangre sino porque se ve acorralada. Existe otra represión que es la institucional, la integración democrática. La finalidad es mantener la normalidad, al costo que sea.

Tanto el nuevo gobierno de Boric y compañía, así como este intento constituyente, son la consumación de la derrota, al menos temporal, de la revuelta iniciada en octubre de 2019. Allí se tenía como objetivo inmediato la destitución del gobierno de Piñera, lo que devino en el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” y procesos electorales de largo plazo: plebiscito, elección de constituyentes, elecciones presidenciales, “plebiscito de salida”. Al calor de la revuelta se pusieron sobre la mesa una serie de problemáticas sociales en torno a la salud, educación, pensiones, algunas de las cuales se expresaban muy concretamente, como el fin de los créditos universitarios y la condonación de las deudas existentes, o la eliminación de las administradoras de fondos de pensiones. Las cuestiones represivas también tomaron importancia, dada la brutal actuación de las fuerzas chilenas y los miles de presos de la revuelta.

Nada de esto fue abordado realmente por el gobierno, sumado al ajuste económico, la inflación y al deterioro general de las condiciones de vida producto de la recesión de los últimos años.

Asistimos en Chile a una particular reproducción en tiempo récord de los procesos de institucionalización de la lucha a los que hemos asistido en diferentes países de Latinoamérica tras los estallidos de revuelta de las últimas décadas. Los administradores del Capital en Chile parecían haber aprendido de sus vecinos al proponer rápidamente salidas electorales y un plan de reformas. Pero parecen no haber tomado nota de los principales problemas del progresismo que, tras agotar sus tímidas políticas distributivas basadas en la previa destrucción del salario y un contexto favorable para recaudar a partir de la continuidad y profundización del esquema productivo anterior, buscó sostenerse en las políticas de “ampliación de derechos” orientadas en gran medida al reconocimiento identitario (de sectores minoritarios en muchos casos), dejando de lado los problemas sociales mayoritarios. Esto ha tenido como resultado derrotas electorales, la alternancia en el gobierno con sectores de oposición con una mayor impronta de ajuste, posibilitando a fin de cuentas el ajuste por parte de ambos gobiernos y de la burguesía en su conjunto, manteniendo por el momento la paz social y la institucionalidad. De este modo, el progresismo posmoderno va perdiendo fuerza en la agenda política, al menos en Argentina. Venimos insistiendo hace rato con que parece que ya no hay mucho por repartir más que discursos e ideología, lo cual va encontrando sus límites.

En Chile, al menos por ahora, el nuevo gobierno progresista no ha tomado medidas concretas para mejorar la situación social y económica del proletariado, y el proceso constituyente se caracterizó por una fuerte impronta discursiva, que se plasmó en el texto del proyecto constitucional, la cual resultó ajena para gran parte de la población. Ciertos debates que se ocupan en las universidades llegan a los parlamentos y se intenta bajarlos al resto de la población: los derechos de la naturaleza en vez de el acceso al agua, las identidades en vez de la posibilidad de trabajo o subsistencia. Se difundió ampliamente que se trataba de una constitución ecologista, plurinacional y feminista, un “modelo” para muchos analistas internacionales, pero no gustó a los votantes. A su vez, el rechazo significa también un rechazo a la breve gestión del gobierno y al proceso constituyente iniciado tras el acuerdo de paz.

Este escenario puede propiciar lo que ya hemos visto localmente: un reforzamiento de los sectores opositores y un corrimiento en bloque de todo el arco político hacia las políticas de ajuste y control social. En este álgido devenir, quizás la institucionalización de la lucha no haya echado las raíces suficientes para sostener el desborde social. Algo de ello pareció observarse al día siguiente del plebiscito, con nuevas protestas de estudiantes.

Un modo de producción no puede ser abolido por decreto ni a fuerza de leyes. La carta magna que sea no va a exceptuar a nadie de la ardua tarea de abolir el capitalismo. Ni a corto, mediano o largo plazo, ni en sentido táctico o estratégico, ni material ni simbólicamente, representa ninguna mejoría o ventaja, ni siquiera en lo tocante a las condiciones de vida inmediatas o a las capacidades de lucha elementales del proletariado.

Aunque en su raíz latina el vocablo plebiscito designa la decisión soberana de la plebe, su uso moderno se refiere a algo muy distinto. En nuestros días un plebiscito, al igual que todos los actos eleccionarios de las democracias modernas, no pasa de ser un simple interrogatorio: un acto unilateral en que los gobernantes le exigen a la masa gobernada que se pronuncie sobre un tema planteado por ellos.

En algunos casos, la resistencia de los gobernados a responder interrogatorios (Chile alcanzó hace algunos años el 58% de abstención electoral, la más alta del mundo) es síntoma de una indisciplina más profunda, que puede llegar a convertirse en rebelión abierta como ocurrió en 2019. Eso y no otra cosa es un plebiscito: un acto que representa ficcionalmente la soberanía de la plebe, pero que en realidad exhibe ante la vista de todos la soberanía sin rival de los gobernantes, capaces de reducir la cuestión social a un “sí” o un “no” inofensivo frente a la dominación, mientras restringen casi por completo la libertad de decir “no” al propio plebiscito.

El plebiscito, dado que es un interrogatorio, no tiene otra función que reafirmar la superioridad de quienes hacen las preguntas. Y quienes hacen las preguntas no son ni más ni menos que quienes mantienen encerrados a los presos de la revuelta, los que condenan a los mapuche en lucha por el robo de madera luego de despojarlos de territorio. Son el Estado, quienes arrancaron ojos y manos en las protestas, quienes matan y sostienen la ordenada cotidianidad de la explotación.

EL MUNDIAL SE HARÁ EN QATAR

Sí, lo sabemos desde hace varios años, pero sigue pareciendo raro que el mundial se haga en Qatar. Un país un poco más chico que el conurbano bonaerense y, si no tenemos en cuenta lo que era Uruguay en 1930, el de menor población en organizar una copa del mundo. Un país en el que la tradicional realización en junio-julio tendrá que postergarse hacia el final del año para mitigar un poco los efectos del abrasador calor arábico. Un país que, a pesar de afirmar que el fútbol es su deporte nacional, no ha tenido prácticamente ningún éxito en él y, cuando así ha sido, esas victorias estuvieron teñidas de controversias y sospechas de corrupción.

Aparentemente la única actividad en la que Qatar se destaca verdaderamente, además de la producción y distribución de gas natural, es la realización de eventos. En los últimos años fue la sede del Mundial sub-20 de 1995, de los Juegos Asiáticos de 2006, de los mundiales de clubes de 2019 y 2020, torneos de primer nivel de tenis masculino y femenino, la fórmula 1, y muchos más. La única actividad deportiva que sería razonable que sucediera en Qatar sería el Rally Dakar,(1) en la que desde hace muchos años uno de los corredores más exitosos es el qatarí Nasser Al-Attiyah. Pero claro, luego de los nefastos 10 años de realización en suelo sudamericano, el Dakar se corre desde 2020 en Arabia Saudita, quien es desde hace una década, pero más particularmente desde 2017, uno de los varios Estados árabes que cortaron vínculos diplomáticos y que libra una silenciosa guerra con Qatar.

En los últimos años se ha popularizado el término sporstwashing: la práctica que realizan principalmente Estados, aunque también empresas e instituciones, en la que se asocian económicamente a entidades deportivas, organizando eventos, invirtiendo en publicidad, o directamente comprando y gestionando estas entidades. Todo esto con el simple propósito de lavar su imagen de Estados dictatoriales, con un historial de políticas represivas y de falta de adecuación a los estándares en derechos civiles de las potencias occidentales. Junto a Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Azerbaiyán, Qatar es una de las naciones que más ha refinado esta práctica, y en la actualidad es sponsor de equipos de fútbol como el Barcelona, la Roma, el Bayern Múnich, Boca Juniors, y dueño a través de una corporación privada del Paris Saint Germain.

La lista de controversias y corruptelas asociadas a los mundiales de fútbol y a otros megaeventos deportivos es muy extensa. Podríamos detenernos en algunas irregularidades menores ligadas a esta copa del mundo: la incertidumbre de trabajadores respecto a la calidad de sus alojamientos en hoteles improvisados en containers, la preocupación de los periodistas respecto a la saturación de las líneas de fibra óptica, o a la gran posibilidad de que colapse la infraestructura de transporte. El consumo del alcohol se verá restringido para los turistas de lujo que asistan al mundial, dado que en el país rige la sharía.

Por este mismo motivo, y en otro orden de cuestiones, están prohibidas las manifestaciones afectivas por parte de miembros del colectivo LGBTQ+ así como la utilización de simbologías representativas. Si bien el régimen islámico de Qatar es más flexible de cara al turismo y quienes asistan al mundial, no deja de ser altamente represivo hacia las disidencias sexuales y las mujeres. De hecho, voceros del emirato han insistido con la cuestión a modo de advertencia. Después de todo, el sportswashing coexiste con la imposición de las normas locales a sus visitantes de occidente, en un contexto donde las “batallas culturales” están cada vez más presentes en las disputas comerciales y los conflictos bélicos que estas puedan requerir. Un caso ejemplar es el de Paola Schietekat, una mujer mexicana de 28 años que trabajaba en la entidad organizadora del mundial, quien luego de sufrir y denunciar una violación en suelo qatarí en junio de 2021, fue acusada de haber mantenido una “relación extramatrimonial”, pasando inmediatamente de víctima a acusada. Logró salir del país a la brevedad gracias a la intervención de organismos internacionales de derechos humanos. Fue condenada a 100 latigazos y 7 años en prisión, pena de la que fue absuelta, intervención diplomática mediante.

El progresismo occidental, tan acostumbrado a condenar los excesos y lo “atrasado”, hace la vista gorda cuando están en juego las pasiones populares y sus negocios derivados. Con distintos órdenes de gravedad, no hay que dejar de remarcar que las cuestiones mencionadas afectan principalmente a los hinchas que viajan voluntariamente y a un reducido sector de trabajadores que participan oficialmente del evento. Luego tenemos todo aquello que la burguesía se permite al margen de las leyes de Dios y los Estados.

Si recordamos infames mundiales como el del ‘78 en Argentina, realizado mientras se torturaba, asesinaba y desaparecía personas en campos de concentración, el de este año en Qatar está entre los campeones de la infamia: se ha denunciado la muerte de más de 10.000 trabajadores de la construcción, provenientes en general de países como India, Pakistán, Bangladesh, y otros del sudeste asiático. La cifra es incierta, ya que desde la denuncia de Amnistía Internacional y del periódico The Guardian en febrero de 2021 (que confirmaban, según investigaciones hechas en torno a las embajadas de los países de origen de los trabajadores, 6500 muertes), Qatar y la FIFA se encargaron de encubrir estos hechos y de dar absurdas declaraciones, como que no todas las muertes son atribuibles a la construcción de infraestructuras para el mundial. Si tenemos en cuenta el atraso que llevaban las obras y la necesidad para los organizadores de aumentar el ritmo, en los 17 meses que pasaron desde aquella denuncia esta trágica cifra habrá aumentado considerablemente. No obstante, a pesar de estar cada vez más cerca de la realización del evento, no se han realizado nuevas investigaciones.

Esta situación no es excepcional, sino que forma parte de una práctica ampliamente extendida en todo el golfo arábico, conocida como sistema kafala: una siniestra forma de superexplotación en la cual a los trabajadores migrantes se les paga un salario de subsistencia, que finalmente no les permite enviar dinero a sus lugares de origen, y donde al mismo tiempo se les retienen sus pasaportes y papeles. En Qatar este sistema toma una escala demencial, ya que de los 2,6 millones de habitantes solo el 20% es ciudadano, o sea qatarí; el resto son trabajadores migrantes.

Este sistema kafala o “de patrocinio” es considerado de semiesclavitud por sus condiciones, aunque desarrolla el Capital. Dicho sistema requiere que los trabajadores no calificados tengan un patrocinador (de allí su nombre), generalmente su empleador, quien es responsable de su visa y estado legal. Esto requiere el permiso del empleador para cambiar de trabajo, dejar el país, obtener una licencia de conducir, alquilar una vivienda o abrir una cuenta bancaria. Por otro lado, la explotación sexual es moneda corriente en cada uno de estos megaeventos. En este caso, las redes de trata harán llegar a una gran cantidad de mujeres pobres del sudeste asiático.

Pese a todo esto, el mundial seguirá siendo un evento observado y ansiado por miles de millones. Seguirá alimentando la competencia, la idolatría de los millonarios y el nacionalismo. Justamente en estas últimas semanas observamos el fervor en grandes y chicos por las figuritas del mundial. No sorprende, aunque entristece, ver cómo en esta región donde la vinculación entre deporte y genocidio alcanzó uno de sus hitos históricos en el ‘78 y donde parecería que ese hecho sigue siendo parte de nuestra memoria colectiva, hacemos oídos sordos a los genocidios “distantes”.

Sin embargo, podemos adelantarnos a decir que no es que el deporte sea utilizado en beneficio de los poderosos, este es el espíritu mismo del deporte. Lo hemos señalado con relación al anterior mundial en Brasil, a partir de las protestas masivas que se daban en aquella región.(2) No es la profesionalización del deporte el problema, como si se tratase de la perversión económica y la utilización política de una práctica “sana”, sino que se trata del deporte mismo en tanto sometimiento y trastocamiento del juego, de ciertas prácticas lúdicas, a las necesidades y la propia lógica de valorización del Capital.

El deporte es un fiel reflejo de la competencia capitalista y ha tomado progresivamente un importante papel en la misma. Por eso consideramos que su crítica no es una cuestión menor o marginal.

«El deporte no solo es una válvula de escape y un mecanismo de control social sino también una ideología de la competición, de la selección biogenética, del éxito social y de la participación virtual. Lejos de limitarse a reproducir en formato espectáculo las principales características de la organización industrial moderna (reglamentación, especialización, competitividad y maximización del rendimiento), cumple además una misión ideológica de trascendencia universal: encauzar y contener las tensiones sociales engendradas por la modernidad capitalista.» (Federico Corriente y Jorge Montero, Citius, altius, ortius. El libro negro del deporte. Lazo Ediciones, 2013) 

Notas:
(1) Ver Dakar, nocividad y progreso, La Oveja Negra nro. 11 (diciembre de 2013)
(2) Ver Não vai ter copa!, La Oveja Negra nro. 17 (junio 2014)

lunes, 18 de julio de 2022

CONTRA EL LIBERALISMO Y SUS FALSOS CRÍTICOS

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Genera revuelo e incomodidad, cuando no bronca y asco, la presencia de lo que podríamos denominar apresuradamente “derecha liberal” en Argentina. Nos referimos a Milei y los partidarios de “La libertad avanza”, a los youtubers reaccionarios que mezclan economía con burlas antifeministas. De manera bastante peculiar, las premisas liberales se combinan con críticas reaccionarias sobre debates actuales, como por ejemplo la cuestión del aborto. Así, ciertos defensores de un liberalismo extremo se han ido vinculando directa o indirectamente con otros sectores que versan más expresamente sobre cuestiones como el nacionalismo, la familia, la “ideología de género”, el “marxismo cultural”, todo con una buena dosis de conspiracionismo.

Los voceros de este fenómeno polemizan sobre cuestiones económicas presentándose como “expertos”, repitiendo sin cesar sus preconceptos morales, políticos y culturales, sin los cuales sus teorías económicas pierden sentido. Defienden nociones respecto del individuo, la propiedad privada y la libertad que buscan traficar por naturales a la humanidad. De este modo, abren paso a toda una concepción ideológica sobre la sociedad que se traduce en afirmaciones como: "el pobre es pobre porque quiere", "el patrón es el que más arriesga", etc., etc. Las respuestas no son mejores, una diputada del FITU calificó a Milei de "vago" por no hacer su trabajo parlamentario como ella considera debería hacerse.

Frente a la situación social de ajuste permanente que estamos viviendo, con una inflación y devaluación desmesuradas, precios de los alquileres incontrolables, salarios reales totalmente a la baja, pobreza, desempleo y precarización crecientes, las políticas económicas son presentadas como responsables y a la vez posibles salvadoras. Los economistas liberales ponen la vara bien alta, hablan de un verdadero ajuste, de reducir bruscamente el gasto público, acusan de comunista al gobierno, así como también a los “tibios” de la oposición mayoritaria. Quienes gobiernan se limitan a evitar que la situación estalle, y se nutren de sus detractores liberales para presentarse como benévolos mientras ajustan progresivamente. El ajuste brutal liberal promete dinamizar la economía y un gran despegue nacional. Pero su imposibilidad no remite únicamente al temor de un nuevo estallido social, sino a que no existe un verdadero interés o una salida clara en términos productivos que permita a la burguesía revertir la situación (ni siquiera con una nueva alza del precio de los granos). Si es importante comprender la dinámica de la sociedad capitalista y la competencia entre explotadores no es para indicarles ningún camino, sino para no caer en sus discusiones y las propuestas que nos realizan. Para entender que la lucha por una verdadera transformación de nuestras condiciones de vida se contrapone al desarrollo capitalista, en sus versiones más o menos estatistas.

Volviendo a la curiosa amalgama liberal-conservadora que en su manifestación local pareciera tener al libertarismo a la cabeza, es difícil encontrar una coherencia que vaya más allá de un oportunismo electoralista, que se nutre de la oposición a las políticas instrumentadas en las últimas décadas en la región. Estas, por su parte, se han mostrado impotentes frente a las crecientes problemáticas sociales. De este modo, todo lo que sume en ese sentido es utilizado: liberalismo, constitucionalismo, conspiracionismo, anticomunismo, anticorrupción, antipiquetes, antifeminismo…

Mucha de la bronca social actual ha tomado este extraño cauce. Si la bronca del 2001 contra los políticos se caracterizó por una perspectiva difusa e irracional, pero con una impronta de rechazo al capitalismo sobre una base de solidaridad, piquetes y asambleas; buena parte de la bronca actual contra “la casta política” se expresa en términos completamente capitalistas. A pesar de su ridiculez e impracticabilidad, expresiones como “dinamitar el banco central” son preferibles para el mantenimiento del orden frente al recuerdo del “que se vayan todos”. Pero detrás de tanto discurso de bronca y abiertamente pro-capitalista, cuesta comprender realmente qué capacidad de gobernar tienen estos sectores, bajo qué alianzas y con qué políticas concretas. Porque si bien pueden eventualmente llegar al poder como ha ocurrido con “outsiders” en otros países, luego se demuestran como continuadores de la dinámica actual de funcionamiento en sus características fundamentales. De hecho, Milei, erigido en representante de furibundos anti “planeros”, ya aseguró que en el caso de llegar al gobierno dará continuidad a los planes sociales. Anteriormente Macri, quien hizo campaña con un discurso similar sobre el tema, cuando fue presidente no solo no pudo erradicar los “planes” sino que debió ampliarlos.

Consideramos pertinente salir al cruce de estos personajes ahora organizados en partidos políticos, pero teniendo en cuenta lo que son, otros aspirantes a gestionar y administrar el Estado argentino, cada uno con sus particularidades. Es importante señalar esto último ahora que el gobierno y sus seguidores llaman abiertamente a hacer frente “contra la derecha”, “contra el fascismo”, etc., etc. Esto explicaría por qué intelectuales, periodistas y artistas oficialistas insisten tanto con el tema. Mientras lo que denominan ultraderecha se limitaba a Biondini y otros nacionalsocialistas, con mucho de peronismo no lo olvidemos, era una cosa más bien folklórica. Si bien había quienes temían por el crecimiento de estos grupúsculos, ahora la cosa es seria. A nivel local e internacional crece esta “nueva derecha” que está en sintonía con las condiciones de existencia actuales, a diferencia de los nostálgicos del III Reich.

Para quienes están en una campaña electoral permanente, la mención de la “amenaza fascista” es un recurso más como lo pueden ser las energías renovables o las medidas de seguridad. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado... tal como decía Mussolini. Pero en su justo medio, sin excesos ni extremismos. Frente a este temor, progresistas de todos los colores llaman a hacer un frente común cada vez más amplio y lo que se acepta como un mal menor termina justificando una situación cada vez peor.

Sin embargo, este auge neo-retro-liberal no puede pensarse por fuera de las condiciones actuales del modo de producción capitalista, del auge del individualismo emprendedurista y meritocrático que se expresa no solo en la política sino principalmente en las necesidades de supervivencia en el actual panorama laboral. Este hecho encuentra su correlato en manifestaciones que van desde las letras de trap hasta los postulados new age. No quedan dudas de que tanto el electorado como activos militantes de estas expresiones liberales proceden de los más variados estratos sociales. Como suele ocurrir con las identificaciones políticas, no se parte de una opción ideológica sino de la forma de ganarse el sustento. La justificación suele venir después. Un emprendedor “amante de la libertad” no elige Rappi o ser monotributista, funciona al revés. Como suele decirse, son las condiciones materiales de existencia las que determinan la conciencia.

Nuestra intención, cabe aclarar, no es la de rebatir o “destruir” los argumentos tal como estos sectores gustan de plantear las discusiones, sino invitar a reflexionar sobre muchos de los temas que aparecen cada vez más frecuentemente a partir de su irrupción, tratando de comprender algunas de las particularidades y razones de este fenómeno liberal y neoderechista, principalmente en su variante local. De este modo, podremos ver cuánto en común tienen estos liberales con muchos de sus supuestos críticos.

Estas palabras tampoco tienen como motivo principal persuadir a los jóvenes liberales y anticomunistas. No nos interesa entrar en esas discusiones supuestamente lógicas a las cuales se acostumbra en la nueva arena del debate político. La lista de falacias (ad hominem, del hombre de paja, etc.) es tentadora, y hasta puede ser certera para ciertas discusiones, pero el mundo no se transforma mediante información y contiendas retóricas. Esta predominancia dada a ciertos principios lógicos, al interior del liberalismo, es muy propia de la escuela austríaca que ha ganado repercusión en Argentina a partir de Milei. Más allá de representar una curiosidad a nivel local e internacional, esta forma de “debatir” ha encajado bien en la superficialidad mediática y de las redes sociales. No es que supongamos que sea una forma “falsa” de discutir, pero sí muy limitada si lo que se trata es de comprender la dinámica social. El rebatidor de falacias llega al punto de abstraerse de las condiciones materiales de existencia y su desarrollo histórico. No es casual la aversión de estos sectores respecto del posmodernismo progre, con el que no obstante comparten la obsesión por lo discursivo. Allí donde presupuestos ideológicos se baten a duelo en un terreno sin historia ni determinaciones, difícilmente podamos plantear otras formas de razonamiento.

Podrá resultarle extraño a toda suerte de terraplanistas políticos, a un lado y el otro, leer acerca de aquello sobre lo que se han convertido en negacionistas: sociedad de clases, explotación, condiciones materiales de existencia, revolución… En este sentido, algunos indignados con lo que señalan como derecha liberal encontrarán desagradables coincidencias con aquello que rechazan.

El abandono de la noción de explotación de una clase a otra puede llevar a extrañas creencias: que se trata de un problema cultural, que quien es pobre lo es porque quiere, que no hay sociedad más que como suma de individuos, que la misma estaría regida por la maldad o por una voluntad opresiva, que de haber capitalismo sería un sistema y no un modo de producción, etc., etc., etc. De este modo coinciden quienes esperan la “lluvia de inversiones” con quienes confían en la “teoría del derrame”: ambos consideran que si a la burguesía le va bien, nos irá bien al resto de la sociedad. Ya sea desde un proteccionismo nacional, como desde la apertura total de los mercados, se invita a los proletarios a participar de las disputas burguesas. A su vez, en un escenario donde no aparece un horizonte claro en términos capitalistas sobre cómo sortear sus contradicciones actuales, tampoco aparece una fracción de la burguesía que indique un claro camino a seguir. De este modo, la alternancia política y la disputa en el plano discursivo contribuyen al sostenimiento del orden existente, haciendo de liberales y detractores la novela televisiva de cada noche.

Contra el Estado y el Capital

Milei en plena campaña concluyó que hay que «pelear contra el sistema desde adentro». Igualito a cuando un personaje de izquierda emerge del movimiento social y decide convertirse en candidato a alguna elección: «Esto se cambia metiéndose adentro del sistema, dando la pelea desde adentro para luchar contra el statu quo, pero eso requiere de tener las pelotas para mezclarse con la casta política.»

Liberales, minarquistas, anarcocapitalistas difieren en la minimización del Estado, de poquito a nada, pero coinciden en la defensa de la propiedad privada y el Capital. Así como diferentes corrientes del socialismo plantean la destrucción del Estado para después o durante la “revolución”, mientras se proponen gestionar y desarrollar el capitalismo.

Los denominados anarcocapitalistas imaginan una sociedad en la que haya un orden sin Estado, “impulsado por la creatividad y dinamismo de los empresarios”. Una sociedad donde todos los servicios públicos sean brindados por empresas privadas, sin ningún tipo de financiación a través de impuestos. Esto incluiría desde la salud y educación hasta la policía y la justicia. Las actividades personales y económicas serían reguladas por empresas dedicadas al arbitraje de manera privada. Incluso el dinero (se limitan a su función de moneda) sería proporcionado privada y competitivamente en un mercado abierto, prescindiendo de los bancos centrales, y quitando regulaciones a los bancos privados. La base de este supuesto orden social ideal es la propiedad privada: del propio cuerpo y de los recursos que se dispongan, como es el caso de los medios de producción. En este sentido, todos seríamos “empresarios” y cualquiera podría crecer sobre la base de su esfuerzo y creatividad. Cuando pensemos en empresarios no debemos figurarnos automáticamente al directivo de una multinacional, nos basta con ir a la definición mínima de empresa: una organización de personas y recursos que buscan la consecución de un beneficio económico con el desarrollo de una actividad en particular. Las críticas anarcocapitalistas, por tanto, no solo se dirigen a la “casta” y a ciertas franjas del proletariado que subsisten a partir de ayudas estatales, sino también a los “empresaurios”, aquellos burgueses improductivos que “viven de la teta del Estado”.

Ahora bien, a diferencia de lo que esta utopía capitalista propone, admitir la propiedad es admitir el Estado. Porque es imposible eliminar a este último sin eliminar las relaciones de producción y reproducción que le hacen posible. No hay en la historia conocimiento de una sociedad basada en la propiedad privada en la que no hubiera Estado. En cambio, sabemos que durante miles de años hubo sociedades sin propiedad privada y sin Estado.

Con la propiedad privada aparecen clases sociales con intereses económicos en pugna. Para mantener los choques dentro de los límites “del orden”, el Estado, un poder nacido de la sociedad, se pone por encima de ella. Y para mantener esa fuerza pública se necesitan las contribuciones de los ciuda-danos, es decir, los impuestos. Aquello que los liberales tanto odian, sirve nada más y nada menos que para garantizar el libre mercado. Más o menos libre, el mercado ha sido siempre posible por la acción de los Estados, más allá de ese libre mercado ideal que gustan imaginar.

La mano dura del Estado y la mano invisible del mercado se estrechan en un apretón que garantiza esta sociedad. Si nos hablan de “abolir” el Estado para establecer una seguridad competitiva ligada a la esfera privada y no pública riámonos en sus caras y recordemos que el Estado está constituido a fin de cuentas por una “banda de hombres armados” en defensa de la propiedad, el intercambio y el trabajo asalariado.

En definitiva, el Estado no es un enemigo por razones de gusto, afinidad moral o antipatía ideológica. Lo es en tanto estructura de poder fundamental que garantiza el funcionamiento del modo de producción capitalista. Y si se presenta como necesario eliminarlo no es porque quienes detentan el poder sean malas personas o estén motivados por ciegas ambiciones. Es preciso eliminarlo porque organiza y ordena el sometimiento de nuestras vidas con el Capital, porque es el gobierno del Capital.

NUEVO LIBRO: LUCHA SOCIAL Y REPRESIÓN EN LA PATAGONIA 1920–1922

Tenemos la alegría de compartir nuestro segundo libro editado en lo que va del año. El mismo está conformado por artículos publicados originalmente en el periódico anarquista La Antorcha, acerca de las diversas protestas que fueron reprimidas brutalmente hace más de cien años en el extremo sur del continente, en el marco de lo que se ha dado a conocer como Patagonia Rebelde.

Se trata de episodios de lucha social en los que sus participantes impulsaron reivindicaciones de tipo gremial, a la vez que intentaron oponerse al desarrollo capitalista y la consolidación estatal, promoviendo una sociedad y una sociabilidad diferente, no basada en la explotación de una clase sobre otra. La respuesta del Estado argentino fue una masacre en la que se cuentan más de mil trabajadores asesinados.

El periódico La Antorcha (1920-1932) fue parte activa de la solidaridad con esta lucha a través de diferentes acciones y de las páginas de su periódico. Contemporáneamente a los hechos, publicó testimonios de los huelguistas patagónicos, informes acerca de las condiciones de vida en la región, de las organizaciones proletarias, su actividad y las respuestas burguesas. Además de estos relatos, incluimos en el libro conferencias de Rodolfo González Pacheco y Teodoro Antillí, miembros del periódico, donde se denunciaba la dura represión en el sur. Su realización fue prohibida por la policía en aquel momento y sus palabras publicadas a modo de descargo en su prensa.

Curiosamente, durante el proceso de transcripción y preparación del libro pudimos identificar algunos artículos fundamentales que ya habían pasado por nuestras manos bajo la forma de folleto, pero sobre los que desconocíamos su origen y autoría. De este folleto, que circuló y fue reeditado a través de diversas generaciones, nos llegó un viejo ejemplar que forma parte del archivo histórico de nuestra biblioteca. Para nosotros, justamente, el archivo no se trata simplemente de un tesoro a resguardar o una fría materia de estudio, sino una enorme fuente de experiencias, inspiración, elaboraciones teóricas, memoria de lucha, que buscamos ir compartiendo en nuestras diferentes publicaciones y actividades. En este sentido, cabe remarcar la tarea de los impulsores del sitio antorcha.net que digitalizaron y pusieron a disposición en su hemeroteca virtual las diferentes entregas de La Antorcha. Gracias a su esfuerzo pudimos acceder fácilmente a los números utilizados en este libro.

Como prólogo a esta compilación acerca de la lucha y la represión en el sur, describimos algunos aspectos característicos de las huelgas de Santa Cruz, vinculándolas con las luchas en localidades cercanas y bajo dominio del Estado de Chile, como Punta Arenas y Puerto Natales. De este modo, buscamos situar los hechos relatados por La Antorcha en el marco de la expansión y consolidación de ambos estados y el desarrollo capitalista en la región. Al mismo tiempo, nos aproximamos a las experiencias organizativas de la época con clara impronta revolucionaria, sus posicionamientos, rupturas y ciertas divergencias que se desarrollaban en aquel momento, de las cuales los impulsores de La Antorcha formaban parte. Nos introducimos brevemente en la historia de este periódico, que nos ha dejado un profundo y conmovedor testimonio de las luchas de su época.

Hoy, al promover la memoria rebelde y publicar este libro con nuestra editorial Lazo Ediciones, queremos rescatar nuevamente estos hechos, sin olvidar que el Estado nunca ha dejado de asesinar y reprimir al proletariado en su función de gendarme de los intereses capitalistas.

TEMPERAMENTO NO SE DETIENE

En mayo, dedicamos parte del programa a la realidad que vivimos en la ciudad de Rosario, ligada al narcotráfico y toda la violencia que desata. Siempre aparecen preguntas de compañeros de otras regiones y aquí intentamos responder con una mirada integral. Nos apoyamos en los textos Negocio, delito y muerte en Rosario y Narcotráfico y Capital de este boletín. Comentamos la situación de los anarquistas presos por el escrache a Clarín en Buenos Aires contando con la voz de uno ellos desde el penal. La miseria patriótica se hizo presente ya que atravesábamos el 40 aniversario de la Guerra de Malvinas, que nos dio el pie para seguir afirmando el rechazo a toda guerra capitalista y nacionalista en estos tiempos de escalada bélica.

Hace un tiempo venimos leyendo y reflexionando en torno a la historia latinoamericana y argentina con el objetivo de publicar algún material. David Viñas (1927-2011) es uno de los autores que nos ha brindado un enfoque más original en la búsqueda de una mirada anticapitalista sobre la historia regional. Por eso en el Temperamento de junio, hemos dedicado una parte del programa a recordar su persona y sobre todo a comentar dos obras fundamentales: Rebeliones populares argentinas, Tomo 1: De los montoneros a los anarquistas (1971) e Indios, ejército y frontera (1982). Junio también trajo la conmemoración a 20 años de la Masacre de Avellaneda. Recordamos aquel convulsionado momento de represión y lucha en torno a la propia voz de Darío Santillán, quien fuera asesinado aquel fatídico día junto a Maxi Kosteki. Ya que la destrucción capitalista del mundo no cesa, y la resistencia tampoco, informamos sobre la lucha en Catamarca contra la megaminería y nos solidarizamos con ella.

Gracias a las y los oyentes, quienes programa a programa se siguen encontrando con nosotros y nos acompañan. Temperamento se nutre y aporta a las actividades que se llevan adelante desde la Biblioteca Alberto Ghiraldo, dándole voz a las reflexiones y a la práctica de muchos compañeros y compañeras de ayer y de hoy. Gracias a aquellos que desde otros lugares nos hacen llegar sus palabras aportándonos claridad durante los momentos de agitación, represión y de revuelta. Agradecemos también a los espacios radiales que nos han cobijado para transmitir nuestros podcasts. A 60 programas, con Temperamento seguimos en el camino de la lucha por la revolución social, por el comunismo y la anarquía.

Las emisiones de nuestro podcast pueden escucharse en temperamentoradio.blogspot.com y en el canal de Youtube Biblioteca Ghiraldo.

martes, 3 de mayo de 2022

Recibimos: Textos sobre la guerra en Ucrania

Compañeros del grupo Barbaria acaba de publicar un cuaderno titulado Textos sobre la guerra en Ucrania donde incluyen ¡Contra la guerra capitalista! (nro.81) junto a sus artículos y otros de KRAS-AIT, Tridni Valka y El Esclavo Asalariado Internacionalista:

• El porqué del derrotismo revolucionario
• Ucrania, Rusia y la importancia de las preguntas
• ¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar... ¡Camaradas!
• Guerra en Ucrania: el ratón y el gato
• Contra la guerra
• Algunas posiciones fundamentales del internacionalismo proletario
• ¡El enemigo principal está en el propio país!
• La guerra económica, la guerra que ya es ¡Contra la guerra capitalista!  

«Desde 1914 los trabajadores del mundo entero solo pueden enarbolar una bandera: la del derrotismo revolucionario. Contra las guerras imperialistas, la necesidad de abatir en primer lugar a la propia burguesía. La solidaridad internacional entre los trabajadores. No hay otra tarea, por ingente y alejada que esté en este momento, que abatir las relaciones sociales capitalistas. Cualquier otra salida es un remedo a la situación presente. Contra quienes enarbolan la bandera de la paz en las condiciones sociales actuales, les decimos que es perpetuar las condiciones de la guerra y la explotación. Es continuar con la degradación del capitalismo mundial. Contraria ente a esta visión de convivencia pacífica en el capitalismo, levantamos la bandera de ¡clase contra clase, explotados contra explotadores, comunismo contra capitalismo, revolución contra reacción!»

1. Mai gegen den nationalismus

Los compañeros del blog Panopticon nos comparten una nueva traducción de La Oveja Negra, en esta ocasión:

1. Mai gegen den nationalismus
https://panopticon.noblogs.org/post/2022/05/02/argentinien-1-mai-gegen-den-nationalismus
PDF
Traducción de: 1° de mayo contra el nacionalismo (nro.82)

Más traducciónes al alemán:
https://boletinlaovejanegra.blogspot.com/2022/03/traducciones-ubersetzungen.html

sábado, 30 de abril de 2022

1° DE MAYO CONTRA EL NACIONALISMO

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En Argentina, Rusia o Ucrania, en Cuba o en Suecia, en “Oriente” u “Occidente” hay explotadores y hay explotados, hay gobernantes y hay gobernados. Nuestra clase, el proletariado, es una clase mundial. Las condiciones para su explotación o la condena al hambre y la escasez son tan mundiales como la necesidad de destruirlas.

Asumir la lucha internacionalista es solidarizarse con las luchas de los proletarios de otros países, asumirla como nuestra y luchar también en “nuestro” país, contra “nuestro” Estado, contra “nuestra” burguesía; en tiempos de guerra y en tiempos de paz, inseparables para el funcionamiento de la sociedad capitalista. La guerra no es algo extraordinario, es constante, y se prepara en la paz social. ¡Para terminar con las guerras hay que destruir el capitalismo!

En Ucrania, al igual que en todas las demás “zonas en conflicto” como Palestina, Siria, Etiopía, Afganistán o Yemen, las consecuencias de la guerra son sufridas de manera brutal por la clase explotada. Las demás naciones implicadas, como es el caso de Rusia, los miembros de la OTAN y demás gendarmes, también depositan sobre los proletarios los costos y consecuencias de la guerra. Aquellos que habitan en Rusia, además de sufrir más duramente las consecuencias económicas debido al papel del país en el conflicto, son reprimidos frente a cualquier intento de oponerse o criticarla. Incluso al margen de los Estados protagonistas, se hace sentir sobre nuestras espaldas el impacto de las disputas interburguesas, con sus sanciones económicas y su correspondiente aumento de precios, o sus medidas de “excepción” en materia de control social que la guerra “justifica”. Nos hablan de paz y nos hacen la guerra, aunque por otros medios. Nuestra paz es la sumisión al dinero.

En épocas de globalización, de empresas multinacionales, de desterritorialización del Capital, el nacionalismo parecía en vías de extinción. Sin embargo, continúa vivo y fuerte. El nacionalismo dejó de ser cosa exclusiva de los conservadores y se convirtió en credo de la izquierda y los progresistas, incluso como falsa salida a los malestares del capitalismo mundial. Este es el marco que comparten con las nuevas derechas que temen y dicen combatir.

Como señala Fredy Perlman en El persistente atractivo del nacionalismo, los nacionalistas izquierdistas insisten en que sus nacionalismos no tienen nada que ver con el nacionalismo de los fascistas o los nacionalsocialistas, y que el suyo es un nacionalismo de los oprimidos que ofrece no solo la liberación individual sino también cultural. Para refutar estas pretensiones es necesario comprender la división de clase de la sociedad capitalista, que mientras exista trabajo o dinero jamás habrá suficiente para todos y que en nombre de la patria se cometen las peores aberraciones.

A 40 años de la guerra de Malvinas vale la pena recordar cómo los milicos torturadores y asesinos, junto a la ciudadanía cómplice, estaban de acuerdo con la izquierda argentina, prácticamente en su totalidad, en que se trataba de una guerra justa. Las diferencias estaban en cómo y quiénes llevarían adelante esa guerra, siendo de este modo responsables de sus consecuencias y –por acción o aval– de la muerte de más de 600 jóvenes.

Este año también seremos censados por el Estado. Según palabras oficiales, esta información estadística sirve para diseñar políticas públicas y para que las empresas planifiquen y lleven adelante proyectos. En la publicación oficial del primer censo, allá por 1869, cuando se erguía esta nación sobre el genocidio indígena, se puede leer: «el indio arjentino [sic] es tal vez el enemigo más débil y menos temible de la civilización; bárbaro, supersticioso, vicioso, desnudo». Hoy el censo contempla a los “pueblos originarios”: la “patria inclusiva” reconoce a los descendientes de aquellos pueblos que habitan este país, aunque sólo de palabra. En incontables ocasiones, dicho reconocimiento no equivale siquiera al acceso a lo requerido por las necesidades más básicas.

Como si fuera poco, este año habrá que soportar el mundial de fútbol. Otra fiesta empresarial de la burguesía que entretiene con nacionalismo, competencia y contemplación no-participativa. Se trata de exaltaciones del más básico nacionalismo y se trata del mundial de fútbol más infame hasta la fecha. Según cifras del informe «Detrás de la pasión», publicado en mayo del año pasado, ya había más de 6.500 trabajadores muertos para la construcción de los estadios y la infraestructura necesaria. Denuncias actuales por parte de diferentes organismos internacionales estiman que esa terrible cifra ya asciende a 10.000. En Qatar hay más de dos millones de migrantes provenientes principalmente de India, Bangladesh, Nepal, Egipto, Pakistán, Filipinas y Sri Lanka que constituyen el 95% de los trabajadores en el país. Alrededor del 40% trabaja en el sector de la construcción, que ha repuntado por el mundial. Trabajando entre 16 y 18 horas diarias, 7 días a la semana, soportando temperaturas de hasta 50°. Sin embargo parece no importar demasiado, porque son pobres, porque están lejos, porque son extranjeros…

Los partidos de la selección nacional son televisados hasta en las escuelas, institución donde se nos inculca desde bien chicos no solo una rutina de trabajo –o teletrabajo durante los pasados dos años–, sino la identidad nacional, marcadamente ficticia en una región con una historia de fuerte inmigración y aniquilamiento de los nativos. Aunque nos hemos acostumbrado generación tras generación, no podemos dejar de señalar lo ridículo de saludar una bandera todas las mañanas y tardes, jurarle lealtad, y someternos a infinitos actos patrios desde los primeros años de vida.

Incluso al 1° de mayo que estamos conmemorando se lo pretende reducir a un feriado patrio: como día del trabajador, con banderitas argentinas, locro y empanadas. Se intentan borrar así sus orígenes y su significado actual, el de una conmemoración de reflexión y de lucha: internacionalista, anticapitalista y revolucionaria. En las resistencias actuales el nacionalismo pareciera proporcionar cierto amparo comunitario o ligazón, algo común entre quienes se disponen a desobedecer y reunirse para bloquear, hacer asambleas, construir proyectos o simplemente destruir. En no pocas ocasiones muchos lo hacen con la bandera de su país en las manos, que no es más que el símbolo del exterminio en la región, e incluso fuera de sus fronteras. Pero los proletarios rebeldes no se disponen a luchar gracias a su patriotismo, sino a pesar de él. Es la propia lucha en actos la que aplasta esos símbolos de mierda impuestos por los poderosos para hacernos creer que dentro de unas fronteras delimitadas artificialmente coincidimos en nuestros intereses, que todos somos “el pueblo” más allá de las diferencias de clase. Sin embargo, pese a las acciones antipatrióticas, ese patriotismo persiste y es un peligro para la extensión y profundización de la revuelta. Y es un peligro también fuera de las revueltas cuando, para salvaguardar a la burguesía nacional, nos dicen por derecha que el inmigrante nos roba el trabajo y por izquierda que el problema son los ricos, pero de otro país.

No lo olvidemos: a la hora de atacarnos, la burguesía actúa como una fuerza internacional, al contrario de los nacionalismos y regionalismos. Comprender la dimensión internacional del capitalismo nos ayuda a combatir las limitaciones que nos impiden accionar desde una perspectiva que no se restrinja al lugar donde vivimos.

Hablamos de proletariado o burguesía porque nos parecen categorías precisas, mientras otros rebeldes prefieren hablar de oprimidos y opresores, o pueblo y élite. No nos preocupan tanto las terminologías, pero sí nos importa comprender la dimensión internacional y de clase de esta sociedad. Por motivos de este tipo es que insistimos en hablar de capitalismo y no simplemente de neoliberalismo, mucho menos de soberanía o liberación nacional, o siquiera de suma de liberaciones nacionales.

Nuestra consigna de agitación y de provocación «El proletariado no tiene patria» no puede olvidar que mientras exista capitalismo sí tendremos patria tal cual la conocemos. Mientras tanto, habitaremos en un país, incluso a pesar de nuestros deseos. La nacionalidad escrita en nuestras identificaciones es una imposición entre tantas otras. Tristemente, hemos naturalizado tanto el modo de vida que llevamos como asalariados que nos olvidamos de que también somos desposeídos, que nuestros ancestros fueron separados de sus tierras, de sus formas de vida y de producir, que fueron llevados a ciudades y barrios marginales para cubrir las necesidades de la vida mercantil. Esto es así, tanto seamos descendientes de “pueblos originarios”, nietos de inmigrantes de cualquier rincón del planeta, mestizos, o mezcla de inmigrantes e indios.

La patria es la organización que se dieron ricos y opresores en sus competencias: ellos crearon Naciones y Estados a costa de miles y miles de vidas proletarias que sucumbieron en trincheras, campos de trabajo, defendiendo fronteras que no eran las suyas. La patria no es más que la excusa para separarnos y oponernos, porque mientras no estemos luchando contra el Capital estaremos luchando entre nosotros y contra nosotros mismos.