No es la ausencia del Estado lo que da como resultado estas circunstancias, sino su presencia brutal, a través de sus políticos, sus gendarmes, su policía y la complicidad ciudadana. Es el Estado el que reprime, balea y aterroriza a los mapuche y es el Estado el que mantiene desaparecido a Santiago.
Del mismo modo, en cada secuestro de una mujer para trata, no hay un Estado ausente, sino un estado cómplice.
La ministra de seguridad Patricia Bullrich ladró: «esto no ha sido una desaparición forzosa y la Gendarmería no ha detenido en el lugar a Santiago Maldonado ni en ningún lugar», agregando que «de ninguna manera vamos a aceptar que se plantee que esta es una desaparición forzosa, en la medida que eso es una construcción».
Santiago está desaparecido desde el primero de agosto, apresado por Gendarmería Nacional. La última vez que lo vieron, huía de las balas que los gendarmes disparaban durante una irrupción violenta y sin orden judicial, en la comunidad mapuche de Cushamen, Chubut.
Santiago está desaparecido por luchar. Frente a una nueva avanzada del Estado, que busca aislar y reprimir a la comunidad mapuche, él decidió ir contra la corriente para solidarizarse. Los rebeldes del mundo no pensamos que hay que actuar porque «me puede pasar a mí o a mis seres queridos».
Santiago y la comunidad mapuche no están solos. Las movilizaciones por su aparición con vida recorren las calles de Argentina y de otros países. Algunas, en distintas localidades, fueron reprimidas. Y ante el pedido al Estado, éste, con toda la violencia de su ley, allanó el sábado 12 la Biblioteca del Río, en el Bolsón, donde Santiago estaba viviendo.
Con toda la impunidad de sus propias leyes, también hicieron las pericias en sus automóviles ya lavados. ¡Ni barro tenían!* Y pudieron entrar en la Lof a sus anchas aunque los periodistas y gobernantes digan lo contrario; aunque digan que se les prohibió el paso porque, según ellos, los mapuche creen tener «un Estado dentro de otro Estado», que sería el argentino.
* A pesar de esto, en una de las camionetas se encontraron pelos y rastros de sangre, cuyos análisis de ADN aún no dieron resultados.
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