lunes, 18 de noviembre de 2019

Solidaridad

En estos días de protesta, desobediencia y solidaridad el proletariado en lucha se nutría de barricadas, reuniones y asambleas populares. Se autoorganizaban para abastecerse de piedras, bicarbonato y vinagre (para contrarrestar el efecto de las bombas lacrimógenas), pero también de comida y bebida.

Queremos compartir un testimonio que nos da una idea de la intensidad de los lazos de aquellos días:

«El lunes, un conocido me decía que si no pudimos ni organizarnos cuando fue el terremoto hace dos años, peor íbamos a poder hacerlo ahora, frente a la llegada de miles de personas. Me preguntó: ¿Quién va a pagar eso? ¿Cómo se va a resolver que coman tres veces al día por lo menos algo básico? Y entonces dije: las comunidades saben organizarse. Y así fue. Yo no me refería sólo a las comunidades indígenas, sino a las comunidades de seres humanos. Y en efecto, a mí misma me ha sido posible descubrir que, casi como por acto de magia, decenas de células organizativas se han formado para solicitar donaciones, para cocinar, para dar contención psicológica y emocional, para transportar, para recoger basura, para cuidar, para limpiar, para repartir lo que se requiera, para curar, para comunicar... En fin, para todo lo que se requiere.

Yo misma, de ayer a hoy, soy parte de una red de cariños y empatías en la que tal vez sólo nos encontremos por esta vez en la vida, pero ha sido suficiente compartir estas jornadas para darnos abrazos cariñosos al despedirnos, o para mandarnos abrazos por mensajes entre personas que ni siquiera nos hemos visto.

Y son a estas comunidades a las que me refería el lunes cuando le respondía a mi amigo y él, escépticamente, escuchaba. Y pienso que, si hay tanta gente buena con tanta voluntad de ayudar, tanta gente ayudándose entre sí, tanta gente poniendo el cuerpo en esta lucha, es porque todxs los que estamos ahí sabemos que no solamente estamos ayudando, sino que sabemos que nos estamos jugando el futuro. Tan potente es la lucha que la apoyan hermanxs en México, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Bolivia. Y es potente no sólo por masiva y resistente, sino porque visibiliza un pensamiento de respeto y dignidad, pensamiento que nos acompaña desde hace miles de años, y a su vez evidencia un sistema de muerte que es el que quiere someter a toda la humanidad.

Cada quien sabrá a qué sistema acompaña: Yo soy del sistema de la Vida.» (Tomado de un muro de Facebook. 10 de octubre)

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