A la brutal represión en los días de revuelta, hay que agregar la posterior criminalización y persecución de la misma. El gobierno ha realizado allanamientos a locales y casas de algunos dirigentes de organizaciones sociales, así como también enjuiciamientos legales. A la fecha, en Ecuador existen: 11 muertos, 1340 heridos y 1192 detenidos del Paro, por los cuales se sigue y se seguirá luchando.
Luego de difundir el absurdo que la revuelta era incitada desde Venezuela (Maduro), las FARC y Correa, el Estado ecuatoriano recurre a la carta del “enemigo interno” que ha clasificado como “grupos insurgentes” para justificar su represión y terrorismo. Desde el 29 de octubre las Fuerzas Armadas de Ecuador tienen una nueva misión: «será identificarles, aislarles, neutralizarles para ser entregados a las autoridades competentes».
Las declaraciones del director de operaciones del Comando Conjunto, Fabián Fuel, se dan luego que el presidente de CONAIE Jaime Vargas, hablara sobre la creación de un “ejército propio” de los movimientos indígenas. Por este motivo, la Fiscalía General del Estado abrió una investigación en su contra. No obstante, Vargas señaló que «en ningún momento, en todas mis expresiones, no he dicho ejército armado, nunca dije ejército subversivo». Y detalló que el movimiento decidió crear «una guardia indígena, comunitaria» para brindar seguridad dentro de sus territorios y esté «apegado a la Constitución», operando en cooperación entre la justicia ordinaria y la indígena.
La prensa colabora, como siempre lo ha hecho, hablando de «grupos estudiantiles que alistaban campamentos tipo guerrilla». Y junto al Estado hablan de «células anarquistas» y, cómo no, de infiltrados, tan livianamente como días atrás hablaban de un instigamiento desde Venezuela o de indígenas terroristas, echando leña al fuego de la xenofobia y racismo ya existentes.
Recientemente en Chile, su presidente desde el comienzo también hizo declaraciones en el mismo sentido: «Estamos en guerra contra un enemigo poderoso». Insinuando que detrás de la revuelta se encontraba alguna mano negra, que podría deshacerse en acusaciones a la Venezuela de Maduro o a grupos armados clandestinos (mapuche, anarquistas, o el montaje que se inventen). Sin embargo, ese enemigo poderoso que afecta directamente sus intereses y los de su clase es el proletariado, no tal o cual grupúsculo señalado o inventado para garantizar la “seguridad interna” es decir, la continuación de la sociedad de clases.
Luego de difundir el absurdo que la revuelta era incitada desde Venezuela (Maduro), las FARC y Correa, el Estado ecuatoriano recurre a la carta del “enemigo interno” que ha clasificado como “grupos insurgentes” para justificar su represión y terrorismo. Desde el 29 de octubre las Fuerzas Armadas de Ecuador tienen una nueva misión: «será identificarles, aislarles, neutralizarles para ser entregados a las autoridades competentes».
Las declaraciones del director de operaciones del Comando Conjunto, Fabián Fuel, se dan luego que el presidente de CONAIE Jaime Vargas, hablara sobre la creación de un “ejército propio” de los movimientos indígenas. Por este motivo, la Fiscalía General del Estado abrió una investigación en su contra. No obstante, Vargas señaló que «en ningún momento, en todas mis expresiones, no he dicho ejército armado, nunca dije ejército subversivo». Y detalló que el movimiento decidió crear «una guardia indígena, comunitaria» para brindar seguridad dentro de sus territorios y esté «apegado a la Constitución», operando en cooperación entre la justicia ordinaria y la indígena.
La prensa colabora, como siempre lo ha hecho, hablando de «grupos estudiantiles que alistaban campamentos tipo guerrilla». Y junto al Estado hablan de «células anarquistas» y, cómo no, de infiltrados, tan livianamente como días atrás hablaban de un instigamiento desde Venezuela o de indígenas terroristas, echando leña al fuego de la xenofobia y racismo ya existentes.
Recientemente en Chile, su presidente desde el comienzo también hizo declaraciones en el mismo sentido: «Estamos en guerra contra un enemigo poderoso». Insinuando que detrás de la revuelta se encontraba alguna mano negra, que podría deshacerse en acusaciones a la Venezuela de Maduro o a grupos armados clandestinos (mapuche, anarquistas, o el montaje que se inventen). Sin embargo, ese enemigo poderoso que afecta directamente sus intereses y los de su clase es el proletariado, no tal o cual grupúsculo señalado o inventado para garantizar la “seguridad interna” es decir, la continuación de la sociedad de clases.
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