Compartimos a continuación extractos de Breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto. Firmado por Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial. Quito, 17 de octubre:
Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el "paquetazo" impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.
Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional... Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. (...)
Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron "muertes accidentales", fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de "post-guerra" de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y "focalizadas" (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder "acumularla", radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.
(...) desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!
Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el "paquetazo" impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.
Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional... Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. (...)
Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron "muertes accidentales", fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de "post-guerra" de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y "focalizadas" (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder "acumularla", radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.
(...) desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!
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