«Es un gran día para la paz» anunció el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu el pasado 15 de mayo. Ese mismo día se trasladaba la embajada estadonunidense de Tel Aviv a Jerusalén Oriental, convirtiéndose en el primer país en reconocer el reclamo israelí sobre su capital. «Israel tiene derecho a designar su capital» dijo Trump. Pero se trata de algo más que eso, se trata del reconocimiento de Jerusalén como «capital eterna e indivisible de Israel y el pueblo judío» de acuerdo a una ley aprobada por el Parlamento israelí en 1980. Incluso ante la ONU, que en castigo a esta anexión aconsejó a sus Estados miembros trasladar sus embajadas a la ciudad de tel Aviv. «No tenemos mejores amigos en el mundo (que los Estados Unidos), ustedes defienden a Israel y a Jerusalén» agregó el primer ministro.
El mismo día, en las protestas contra el traslado y en la víspera de Nakba, el ejercito israelí masacró a más de 60 personas e hirió a más de 2400 (más de la mitad con plomo).
Aquel día la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este comenzaron sin actividades comerciales ni educativas en señal de duelo. Mismo día en que se conmemora la Nakba (Catástrofe en árabe), cuando los palestinos debieron comenzar su exilio, desposesión y desarraigo a causa de la creación del Estado de Israel. La creación de todo Estado es una catástrofe y así deberían ser conmemorados todos.
Esta masacre de uno de los ejércitos mas equipados del mundo contra una población armada de piedras y hondas fue publicada por los diarios del mundo como «una jornada de tensión», o presentada como un enfrentamiento entre las fuerzas del orden isralíes y los terroristas de Hamás. Pero es otro episodio de la masacre contra el proletariado de aquella región.
Y como decía un panfleto de hace algunos años: «Todos los Estados del mundo participan de una u otra manera en esta matanza. Los Estados occidentales, con el de Israel a la cabeza, masacrando; Hamas, la autoridad nacional palestina y demás organismos del Estado palestino, junto con los Estados propalestinos, impidiendo la estructuración en fuerza autónoma de esa masa de subversión, encuadrándola y dirigiéndola al matadero en actos suicidas, desarmándola, pacificándola, reprimiéndola y apresando a los irreductibles.» (Masacre proletaria en palestina, Proletarios Internacionalistas)
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