Las mujeres revolucionarias paran – paramos – en tanto que mujeres oprimidas y explotadas a lo largo de la historia, del desarrollo del intercambio, de la propiedad privada, de la familia, del Estado, desde su más vastos inicios junto a toda la humanidad despojada. Las mujeres revolucionarias luchamos en tanto que mujeres y seres humanos, porque la verdadera y única emancipación de la mujer es la emancipación humana, y no la lucha por reformas que tarde o temprano se volverán contra nosotras. A las mujeres nos matan, nos violan y nos oprimen en tanto que mujeres, porque históricamente nos han aislado y silenciado, atribuido falsas cualidades y relegado a la esfera privada dentro del hogar y a la reproducción de la fuerza de trabajo. La opresión femenina es parte fundamental de una relación social que nos reduce a objetos y que históricamente se ha desarrollado invisibilizando y naturalizando el trabajo doméstico, pretendiéndonos encerradas en nuestros hogares. Por eso resulta fundamental salir a la calle, así como luchar puertas adentro, encontrarnos y formar lazos solidarios por fuera del Estado y la política. Por eso este 8 de marzo salimos y nos movilizamos no para exigir que se nos considere y se nos visibilice en tanto que víctimas, ciudadanas productoras y reproductoras serviles de esta sociedad. Porque queremos dejar de pedirle al Estado lo mismo que este genera, lo que nunca va a cambiar porque es su propia esencia. Si reflexionamos y luchamos es para comprender y poner en actos que si no hay un cambio de raíz la opresión y la explotación va a seguir recayendo sobre nosotras.
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