jueves, 1 de octubre de 2015

CONTRA LA DEMOCRACIA

Ahondando en la probable falta de originalidad vamos a analizar la palabra democracia y su significado.

Rompiendo algunos mitos y muchas falsificaciones históricas y lingüísticas, se ha de señalar que la palabra democracia no viene de dos palabras (demos, que supuestamente significaría “pueblo”, y cratos que supuestamente significaría “poder”, dando lugar así al término “el poder del pueblo”). La palabra democracia deriva de tres palabras: demiurgos o artesano, geomoros o campesino y cratos o Estado (en griego arcaico, y no “poder”, significado que, por razones políticas, va a adquirir más adelante, en la época clásica, para justificar el orden social vigente). De la fusión de las dos primeras palabras demiurgos y geomoros surgirá una nueva, demos, que va a aparecer en la época clásica, siendo por tanto un neologismo que no existía cuando se funda este orden socio-político. Con este juego de palabras entre artesano y campesino se formará la palabra “pueblo” para justificar el nuevo aparato estatal y refrendar el orden social impuesto. Claramente el pueblo son los artesanos, comerciantes y campesinos y para ellos está hecho el nuevo régimen. Quienes no formen parte de estas clases no serán parte del pueblo. Así pues, nos encontramos con que democracia no significa «el poder del pueblo», sino el «Estado de los artesanos y los campesinos».

Estos dos estamentos iniciaron hacia finales del siglo V a. C. una rebelión contra la monarquía Ática, a la que, en una época convulsa y confusa y mediante un proceso y por unas causas no muy conocidas, derrocarían para instaurar el nuevo modelo. Pero además conviene hacer una nueva aclaración. La sociedad ateniense en el momento inmediatamente anterior a la instauración de la democracia estaba compuesta por tres clases o estamentos sociales: los eupátridas, en la cima de la pirámide, que eran los nobles y el estamento del que salía el monarca; los demiurgos, que eran los artesanos y comerciantes, pero no unos artesanos cualquiera, sino los maestros artesanos y dueños de los talleres (es decir personas con esclavos y asalariados que dirigían la producción y el comercio al servicio de los eupátridas); y los geomoros o campesinos, campesinos propietarios de tierras y dueños de esclavos. Estos tres eran los estamentos entre los hombres libres, estamentos subdivididos a su vez según rango, riqueza y posición social. Después en la escala más baja de la pirámide estaban los metecos o hijos de padre ateniense y madre extranjera (que solían ser los asalariados o los ayudantes de demiurgos y geomoros), hombres libres pero que no tenían los mismos derechos que los atenienses libres, y más abajo aún estaban los esclavos. Aparte estaban las mujeres que no sólo no gozaban de la condición de “ciudadanos” sino que ni tan siquiera alcanzaban la categoría de “personas”.

Es con estas características y en este contexto que nace la democracia. Al principio de una forma tosca, después, a casi un siglo de su fundación, Pericles la perfeccionará aún más. El funcionamiento democrático iba a ser relativamente sencillo. Los atenienses mayores de edad (hombres libres con propiedades) se reunían en el ágora o plaza en representación de sus familias (mujeres, hijos y esclavos) y allí escogían un número limitado de magistrados por un periodo de dos años. Cada magistrado tenía una función específica. Unos serían jueces, otros gobernantes, otros controlarían al gobierno, otros funcionarios, etc. En las asambleas del ágora, que eran relativamente periódicas, los propietarios delineaban las líneas generales de la dirección de la polis y la política de la ciudad y los gobernantes se encargaban de ponerla en práctica con un margen de maniobra bastante amplio, pero ciñéndose a lo decidido por las asambleas. La mayoría de las veces funcionaban mediante simples referéndum o eligiendo entre propuestas presentadas por los magistrados o las comisiones elegidas para algún asunto específico. Los referéndum solían ser bastante generalistas, quedando la aplicación de las decisiones, las modalidades y los tiempos en manos del gobierno. Lo que un gobernante no podía hacer era saltarse a la torera las decisiones asamblearias u obrar fuera de las directrices (bastante amplias) marcadas. Claro que las intrigas, conspiraciones y manipulaciones preexistían en bastantes siglos a la democracia con lo cual siempre podía aplicarse alguno de estos corrientes métodos políticos para justificar lo que fuera. En caso de duda o falta de acuerdo, tradición, oráculos y sacerdotes (lo que venía a ser más o menos la misma cosa) se encargaban de “aclarar” la incertidumbre.

Es importante señalar el hecho de que las magistraturas, elegidas por períodos anuales o bianuales, no eran cargos remunerados, con lo cual se limitaba aún más el acceso a las mismas (¿quién podía permitirse el lujo de desatender sus actividades o negocios durante uno o dos años para cumplir con la patria sin arruinarse?).

Este “paraíso” social construido sobre la sangre de esclavos y mujeres quedaría sólo reducido para la hermosa ciudad de Atenas. Para el resto sólo quedaba el vasallaje, pues Atenas fue un imperio tanto comercial como militar que sometió a sus vecinos y derrotó en tan enconadas como duraderas guerras a todos los demás imperios regionales rivales (a sus vecinos del sur, los lacedemonios -espartanos para la posteridad-, o a sus menos vecinos del este, los persas). Atenas llegó a liderar un auténtico imperio comercial, político y militar basado en ligas y federaciones en las que imponía su hegemonía, que se extendería, sin necesidad de la típica invasión militar al uso, desde la actual Turquía a Girona a lo ancho, y desde la actual Eslovenia a Túnez a lo largo. 


Nota:

Este artículo es un extracto del libro de los Grupos Anarquistas Coordinados (región española) titulado Contra la democracia, más precisamente del capítulo El surgimiento de la democracia: la antigua Grecia. La tenencia de dicho libro fue uno de los motivos que el juez Bermúdez consideró relevantes para ordenar la entrada en prisión preventiva de siete presuntos integrantes del GAC durante la instrucción judicial de la Operación Pandora en diciembre de 2014.
 
No queremos olvidar tampoco el carácter social de la democracia, su íntima relación con el mercado. «Ese símbolo de la democracia que los griegos nos legaron, aplaudido tanto por políticos conservadores como por los apologistas del asambleísmo, el ágora, hacía de mercado. La democracia se generalizaba allí donde se generalizaba el dinero.» (Cuadernos de negación nro.9)  

Hoy como ayer, la democracia es la opresión de unos pocos sobre el resto, es la forma de organización social que adquiere el poder de los explotadores, la misoginia en acción, la preservación de la esclavitud y la propiedad privada. Esta no es una “falsa democracia” ¡esta es la verdadera democracia!

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