En el año 2007 la lucha de los trabajadores en la ciudad de Río Gallegos (Santa Cruz) estaba cada vez más volcada a las calles y a las asambleas. El 20 de marzo se militarizaba la ciudad con tropas de gendarmería nacional y la policía de Santa Cruz, apostadas en escuelas, en el único hospital, en puntos céntricos de la ciudad cercanos a casa de gobierno y en la propiedad del finado Néstor Kirchner, custodiando además las movilizaciones.
El 17 de agosto de ese mismo año se intentó asesinar a trabajadores y trabajadoras que reclamaban por una suba de salarios. Ese día, en un gimnasio de la ciudad, se realizaba un acto partidario encabezado por Néstor y Cristina Kirchner, mientras, en paralelo, estaba en marcha una movilización. Cuando ésta iba a dispersarse, desde un local comercial salieron Daniel Varizat, ministro de gobierno del Frente para la Victoria, junto al presidente de la empresa Fomicruz y tres personas más, que subieron a su camioneta. Tras reconocerlos, quienes se movilizaban comenzaron un escrache. Sin perros guardianes que los defiendan, el ministro reaccionó como lo que es, como un burgués asustado: arrancando el coche, abriéndose paso y atropellando a las personas presentes. Más de veinte trabajadores quedaron gravemente heridos, algunos con riesgo de muerte. El miserable acudió inmediatamente a la comisaría 1ª para denunciar daños contra su vehículo. Allí se encontró con decenas de personas que estaban presentando cargos contra él y quedó detenido, para luego ser alojado y resguardado en la Escuela de Policía. La justicia lo declaró culpable, responsable de 23 delitos (siete lesiones graves y 16 lesiones leves) y condenado a tres años de prisión en suspenso.
Esta justicia es la misma que por aquellas regiones castigó con cadena perpetua a los trabajadores petroleros de Las Heras, la misma que recientemente encarceló a diez trabajadores mineros por tomar una planta ubicada en las cercanías del Perito Moreno. Dichos mineros fueron acusados por el Juez de Instrucción N°1 de Las Heras, Eduardo Quelín, y denunciados por personal de la Minera Santa Cruz por entorpecimiento de la actividad productiva, coacciones y presunta asociación ilícita, por lo que fueron trasladados a distintas unidades policiales de zona norte y liberados ¡una semana después!
Sin ir más lejos, el 2 de julio del presente año tras la llegada a Río Gallegos de Máximo Kirchner, precandidato a diputado nacional, y de otros funcionarios del Frente para la Victoria, manifestantes cortaron los accesos principales de la autovía «17 de Octubre» con quema de cubiertas y de cartelera política. Para la misma fecha la ciudad se militarizó con la acción conjunta de helicópteros, camiones, gendarmes y policías para proteger a los funcionarios y aislar la lucha de los trabajadores. Los medios oficiales, por su parte, señalaron que fueron los trabajadores quienes «han sitiado Río Gallegos». Exactamente como sucedió en mayo del 2007, cuando Daniel Varizat y Aníbal Fernández dijeron en los medios que los municipales se habían «autoherido para dar lástima» luego de la represión de otra jornada de protesta.
Acercarnos hoy a estos hechos también es memoria, porque a pesar de que no hayan transcurrido cien años atrás, sucesos así pintan de cuerpo entero lo que son los políticos y el Estado. Este atropello es una pequeña pero potente muestra de qué es el gobierno, la justicia y todo el orden capitalista y democrático al que nos enfrentamos.
Entonces no hablamos de memoria en abstracto, hablamos de la memoria histórica de nuestra clase, que no la recordamos aquí sólo para no olvidarla sino porque para luchar la necesitamos, así como también necesitamos analizar, debatir y aprender de los combates que libraron cientos y miles de trabajadores contra las miserables condiciones de vida impuestas por este sistema.
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