La competencia burguesa se nos mete por los poros, así como su nacionalismo y su muerte.
Es esta competencia inherente al Capital la que desencadenó la guerra civil en Ucrania. Hoy proletarios luchan, mueren y sufren el estado de guerra en nombre de uno u otro bloque. Esta falsa dicotomía entre naciones se desvanece al entender que los proletarios no tenemos patria ni nación que defender. En todas las sociedades de clase la guerra es expresión de la explotación como característica común a todas ellas. La guerra capitalista tiene como motivo histórico la existencia de crisis ligadas al antagonismo entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación. No es posible liberarse de estas crisis sin abolir sus contradicciones.
Es esta competencia inherente al Capital la que desencadenó la guerra civil en Ucrania. Hoy proletarios luchan, mueren y sufren el estado de guerra en nombre de uno u otro bloque. Esta falsa dicotomía entre naciones se desvanece al entender que los proletarios no tenemos patria ni nación que defender. En todas las sociedades de clase la guerra es expresión de la explotación como característica común a todas ellas. La guerra capitalista tiene como motivo histórico la existencia de crisis ligadas al antagonismo entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación. No es posible liberarse de estas crisis sin abolir sus contradicciones.
Las respuestas a las diferentes crisis, que sentimos en carne propia, no se resuelven con dicotomías burguesas, como la entrada a la Unión Europea, la anexión a Rusia o la declaración de independencia de una república. El proletariado parece levantarse sólo en su forma deshumanizada, es decir, como ciudadanos y no como clase. Cuando las contradicciones de clase no pueden afirmarse como tales se materializan como bloques ideológicos, nacionalistas o étnicos, retrasando aún más cualquier emancipación humana.
Así en la denominada Euromaidán ucraniana, miles de personas salieron a la calle y derrocaron al presidente de turno. Estas protestas y disturbios tuvieron una fuerte impronta europeísta y nacionalista, y fueron arengadas por grupos de extrema derecha, como Pravy Sektor (partido político paramilitar calificado también como neonazi y fascista). Esta ofensiva proeuropeísta desencadenó nuevos disturbios al sur y este del país. Los prorrusos (partidarios del presidente derrocado) se manifestaron contra el nuevo gobierno reclamando un acercamiento a la Federación Rusa. Así las tropas rusas entraron en el territorio de Crimea cristalizando una guerra civil a la que se le imprimió un carácter mundial, ya que en la misma se implicaron algunas de la más grandes potencias mundiales. Esto se evidenció con la medida de presión que puso en peligro el suministro de gas a Europa. Los negocios burgueses implicados en estos conflictos como siempre son muchos.
Este 26 de junio se firmó finalmente el acuerdo entre Ucrania y la UE, lo cual significaría la incorporación de Ucrania a la Asociación Oriental para posibilitar una zona de libre mercado y acuerdos militares, entre otras cosas.
Mientras la burguesía negocia en base a sus intereses imperialistas, nosotros morimos en una guerra que no nos pertenece. Nuestra guerra es contra su guerra, es la guerra al Capital y al Estado. Una vez más reafirmamos las consignas (ver Oveja Negra nro. 14) de los compañeros internacionalistas en Rusia: ¡Ni una gota de sangre por la nación! ¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases!
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