A poco de cumplirse un año de aquel 1º
de agosto en que se llevaron a Santiago, es importante que la
conmemoración esté acompañada de la memoria revolucionaria y la
extensión del conflicto social. Santiago era una persona sensible, un
rebelde, sus escritos y rapeos hablan tan fuerte que el viento no los
lleva. Agita y nos conmueve, contra el papa, los presidentes, los
megaproyectos y contra el orden existente, con gracia, con certeza.
A Santiago lo trataron de desaparecer dos
veces: primero las fuerzas armadas y luego otros, ocultando su lucha, su
vida, sus ideas. Al Santiago anarquista que se solidarizó con los
presos por los saqueos de Bariloche, que luchó en las asambleas y
barricadas de Chiloé, que cortó la ruta 40 por la liberación de Facundo,
le organizaron misas y lo metieron en discursos electorales. Intentaron reducirlo a una víctima:
de gendarmería, de Bullrich, de Macri o hasta de los propios mapuche
como impulsó el oficialismo. Mientras tanto, sus compañeros de lucha
fueron perseguidos por la policía y tildados de infiltrados en las
movilizaciones, lo que continúa hasta el día de hoy.
«Es de notar, que la represión sufrida
cotidianamente por las comunidades mapuche en el sur, la prisión de
Facundo Jones Huala, y sobre todo, el profundo contenido social del
Movimiento Mapuche Autónomo del Puelmapu, está en el mismo o peor grado
de desconocimiento y tergiversación que antes de la desaparición del
Brujo.» Decíamos esto el año pasado, lo que no ha hecho más que empeorar
desde entonces.
Recientemente, estamos siendo testigos de
una nueva campaña de mentiras en la que se busca establecer a los
mapuche como quienes engañaron y abandonaron a Santiago, a la vez que
mintieron a la familia. Santiago no fue engañado a Cushamen, sabía lo
que hacía y lo que no hacía. Los que no saben nada son los asesinos y
encubridores que piensan que con fuerza y mentiras van a parar la lucha y
la solidaridad. Para eso publican escuchas realizadas a Sergio
Maldonado y a Ariel Garzi, el cual ya salió a decir que esas
transcripciones son en parte falsas. Estas escuchas
son una parte más del permanente mensaje mafioso del Estado, no solo
hacia los mapuche, sino hacia todo el movimiento social. Como
cuando plantaron el cuerpo muerto de Santiago, quieren sembrar el
ejemplo de lo que nos puede pasar cuando se desobedece, cuando se lucha
por una realidad diferente. Así como del otro lado del alambre, se busca
quebrar a los grupos que brindan apoyo a las recuperaciones
territoriales, para aislar a las comunidades en conflicto, a sus
autoridades, voceros y combatientes.
Como hace un año, como siempre, el Estado,
su Justicia y sus cárceles no pueden dar ninguna respuesta más que la
violencia, contra todos aquellos que enfrentan su terrorismo y su mundo
de muerte y miseria.
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