A un par de kilómetros del territorio rebelde de Cushamen donde
mataron a Santiago está el museo Leleque, perteneciente a la
estancia Bennetton y dedicado a las "culturas indígenas".
Con esa escenificación el grupo empresarial italiano y el Estado
argentino pretenden reducir a las comunidades en fantasmas sin voz ni
memoria. Objetos inanimados inundan sus vitrinas, fotos en blanco y
negro. Textos que no dicen nada. Una atmósfera sin vida que
fundamenta la razón estatal. Fuera del museo y la estancia, la
maquinaria capitalista se manifiesta de manera menos sutil pero
complementaria: tiroteos, incendios de las rukas, intentos de
desalojos, torturas y la desaparición y asesinato de compañeros de
las comunidades.
Decir que la historia la escriben los que ganan es un lugar común
pero no por ello menos cierto.
Este 1 de agosto se estrenará en el teatro porteño ND Ateneo el
documental El Camino de Santiago dirigido por Tristán Bauer
con guión de Florencia Kirchner.
Para el 20 de septiembre se
estrena la película Soledad en torno a Soledad Rosas y su
compañero Baleno, dirigida por Agustina Macri, hija del actual
presidente.
Como un chiste macabro, dos hijas de los apellidos más
poderosos de la burguesía y la política actual han elegido la vida
de estos compañeros anarquistas para sus productos.
En
ambos casos, han encontrado elementos que al reducirlos a
circunstancias cinematográficas, resultan seductores: la rebeldía
juvenil, el viaje iniciático, la lucha por una causa, el final
trágico. Añadiendo, en el caso de Soledad Rosas, el romance
apasionado.
El camino a la mentira
La elección del título del documental, tan obvio, no debe ser
acusado de erróneo o poco profundo, para estos amigos del Papa. El
camino de Santiago existe. Es una enorme ruta de peregrinación
católica, entre Francia, España y Portugal que lleva a la ciudad de
Santiago de Compostela en Galicia, donde los fieles honran al mártir
Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles. Elocuente título,
refleja fielmente la cosmovisión progresista: la reducción de una
persona a personaje de ficción y luego a mártir y santo, es decir
no humano. A sus seguidores para honrarlo solo les toca rezar y
llorarlo, admiran solo lo irreal, aquello que es imposible entender y
acompañar. Todo muy cristiano.
El año pasado ya se quisieron apropiar de la figura de nuestro
compañero: con sus marchas como procesiones, el intento de convertir
al Brujo en mártir de la democracia, metiéndolo en la rosca
política que tanto despreció con su lucha, con sus canciones y en
sus escritos. No tuvieron tapujos en subestimar la lucha mapuche
radical – “pobrecitos indios”- a quien Santiago habría ido a
ayudar, como quien hace caridad cristiana. En sus marchas no hablaban
de la prisión de Jones Huala, ni de la situación de Cushamen, ni de
la propuesta del MAP. De la RAM, solo podían concebir que eran una
creación de los servicios de inteligencia. Cristina Fernández,
madre de Florencia, apareció con toda su caradurez en una misa
portando la foto de Santiago a la par que invitaba a sus seguidores a
delatar y castigar a compañeras y compañeros, acusados de
infiltrados, de terroristas o de empleados de Macri. Herejes,
iconoclastas que no querían procesiones si no que cortaban rutas y
calles, y apedreaban policías e iglesias.
Como buen producto para el mercado, El Camino de Santiago,
se promocionó con una estrategia de marketing contemporánea. En las
calles de Buenos Aires aparecieron afiches anónimos, con estética
de agrupación militante, ilustrados con los ojos del compañero. Y
rezaba: « ¿Dónde termina el camino de Santiago?» Lo mismo en las
redes sociales. Varios spots con imágenes de la Patagonia con la
misma pregunta. Muchas personas comenzaron a difundirlo sin saber de
qué se trataba y quién estaba detrás.
El director de la cinta, es Tristán Bauer, uno de los mejores
cuentacuentos del anterior gobierno. Ex director de Canal
Encuentro, también dirigió entre otras, Evita, la tumba sin paz
(1997), la exitosa Iluminados por el Fuego (2005) sobre la
guerra de Malvinas y Che, Un Hombre Nuevo (2010) que
tuvo su debut multitudinario en el Monumento a la Bandera de Rosario.
Uno de los productores es el Topo Devoto, que ya trabajó en Néstor
Kirchner, la película (2012) dirigida por Paula Luque.
Hoy, estos seres horribles, han producido una imagen lavada del
compañero Brujo, poniéndolo al lado de todas esas figuritas, íconos
del progresismo.
Como rebote de esto, Clarín y otros medios reaccionarios han
salido a pegarle al documental, para seguir machacando que la
desaparición y asesinato de Santiago fue toda una opereta K
contra el gobierno de Macri. Que en realidad, Santiago solo se ahogó
y que además fue engañado por los mapuche terroristas. El discurso
de la grieta que tanto conviene a los negocios electorales de
ambos grupos.
Ideal. Amor. Injusticia
En 1998, en medio de un montaje jurídico-policial donde son
acusados de pertenecer a una agrupación ecoterrorista llamada «Lupi
Grigi» (Lobos Grises), Baleno primero y Soledad Rosas después,
compañeros de lucha y de vida, se ahorcaron en su encierro. «Crimen
de Estado» lo llamaron sus compañeros, porque fueron empujados a
tomar aquella decisión. En el marco de este montaje otros tantos
fueron encarcelados, okupas y locales monitoreados en un intento de
amedrentamiento. La lucha en defensa de la tierra, como es la
histórica campaña contra los Trenes de Alta Velocidad en Europa,
encontraba un revés histórico.
Al éxito del Estado, le siguió el éxito del sensacionalismo y
el comercio. Tanto en Italia como en Argentina tuvo una importante
repercusión mediática. Anarquistas y okupas de aquellos años
tuvieron algunas páginas o minutos al aire en medios masivos de esta
región para hablar de Soledad. «La nueva forma de guerrilla»,
titulaba Chiche Gelblung en Memoria mientras entrevistaba a
okupas en Rosario. Ni lerdos ni perezosos, la asociación empresarial
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota nombra a Soledad en una de
sus canciones: «La Sole se fue de lo linda que era». No, la
suicidó el Estado.
En el 2003 se publica el libro Amor y Anarquía, la vida
urgente de Soledad Rosas de Martín Caparrós, una de las caras
en aquellos años del periodismo serio y progre junto a Jorge Lanata.
El libro fue un éxito y las palabras amor y anarquía circulaban por
la tele.
Pero lo peor estaba por venir con la realización de Soledad
de Agustina Macri y por supuesto la reedición del libro. Caparrós,
con un cinismo agobiante, defiende la realización de la película
porque como buen empresario sabe adaptarse a lo que vende en los
tiempos que corren, “mujeres protagonistas” según los
publicitarios y guionistas.
La compleja y necesaria lucha anticapitalista encarnada en Soledad
y Baleno quiere ser convertida en «un ideal, un amor, una
injusticia» como reza el subtítulo de la película.
Acto final
Aunque inútil el ejercicio, no dejamos de preguntarnos qué pasa
por la cabeza de alguien como Agustina Macri o Florencia Kirchner.
Pero no tiene sentido aventurarnos a tan oscuros abismos.
Nos alegra saber que en
Italia, compañeras y compañeros sabotearon la filmación de Macri
que tuvo que mudar sus locaciones en Milán, mientras que en Roma
tuvo que realizarse bajo la protección de policías antidisturbios.
Estos compañeros no pertenecen a ningún grupúsculo, no queremos
ejercer sobre ellos el derecho a la propiedad que nos impone el
Capital. Sus luchas, sus vidas antagonistas, pertenecen ya, a toda
la memoria anticapitalista de todo el Planeta. Sus miradas, acciones
y palabras nos nutren hoy y lo harán mañana con las nuevas
generaciones de luchadoras y luchadores. Por eso, mucho menos caben
en ninguna novelita burguesa.
En esas cintas, no estarán el Brujo, ni Sole, ni Baleno. No hay
nada que ver ahí. Solo una representación de una
falsificación previa, a precio de una entrada. Solo un montaje de
imágenes muertas animadas por una ilusión de movimiento.
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