jueves, 21 de marzo de 2019

MEMORIA: 8 DE MARZO

El 8 de marzo no conmemora una jornada en la que fueron quemadas vivas las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York. Dichos sucesos ocurrieron, pero no un 8 sino un 25 de marzo, en el año 1911. Casualmente seis días después de la primera celebración del Día Internacional de la Mujer que se realizó el 19 de marzo de 1911 en Europa, más precisamente en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.

Puede parecer una tontería, pero es muy significativo que en el imaginario popular se haya instaurado como origen del 8 de marzo una historia de mujeres que fueron justamente víctimas, en este caso de un incendio, sustituyendo a la realidad en la que las mujeres fueron iniciadoras de una combativa huelga por sus condiciones de existencia.

El incendio de la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co. fue el desastre industrial con más víctimas mortales en la historia de la ciudad de Nueva York y el cuarto en la historia de los Estados Unidos. Murieron 123 trabajadoras y 23 trabajadores. La mayoría de las víctimas eran mujeres y además jóvenes e inmigrantes de Europa del Este e Italia, tenían entre 14 y 23 años de edad. La tragedia se debió a la imposibilidad de salir del edificio en llamas, puesto que los responsables de la fábrica de camisas habían cerrado todas las puertas de las escaleras para evitar los robos, según posteriores justificaciones.

La huelga de las camiseras de Nueva York o el Levantamiento de las 20.000 fue una huelga laboral que comenzó el 23 de noviembre de 1909 y se detuvo el 15 de febrero de 1910, aunque algunas protestas continuaron. Un año más tarde tuvo lugar el incendio al que hacíamos referencia, el cual puso en evidencia las terribles condiciones de trabajo de las mujeres inmigrantes.

Desde el principio, las jóvenes en huelga fueron blanco de una fuerte represión por parte de la patronal, las fuerzas armadas del Estado y los tribunales de justicia. Las empresas Triangle y Leiserson contrataron matones para complementar a la policía. En la corte suprema, las huelguistas se enfrentaron a magistrados que señalaban su mal comportamiento, «usted está en huelga contra Dios y la naturaleza», llegó a decirle uno de ellos.

Tal como mencionamos, el 8 de marzo no fue la fecha de la primera celebración del día de la mujer. Pueden rastrearse algunos antecedentes como el del 3 de mayo de 1908 en el teatro Garrick de Chicago, donde se organizó un acto denominado Día de la Mujer, presidido por destacadas miembros del Partido Socialista como Gertrude Breslau-Hunt.

Recién en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, a propuesta de Clara Zetkin respaldada unánimemente por la conferencia a la que asistían más de cien mujeres procedentes de diecisiete países. El objetivo era promover la igualdad de derechos, incluyendo el sufragio para las mujeres.

Hoy como ayer es preciso retomar la lucha internacional de las mujeres proletarias pero por la emancipación total y no por más derechos, sino por otra vida. No desde la victimización sino desde la fuerza rebelde, y tampoco desde las conferencias de quienes pretenden representarnos para llevarnos a votar, sino fuera y contra las organizaciones, partidos y movimientos del Estado, que es a fin de cuentas quien brega por el orden de cosas que nos mantienen en la opresión y la explotación.

El 8 de marzo debemos asumirlo como lo que es: otra fecha conmemorativa, otra buena ocasión para reconocernos mutuamente y una buena oportunidad para reflexionar colectivamente.

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