martes, 4 de septiembre de 2018

NO HAY ACCIDENTES, HAY DESIDIA

El pasado 3 de agosto en Moreno, provincia de Buenos Aires, por una fuga de gas seguida de explosión en una escuela pública murieron dos trabajadores: Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, vicedirectora y portero del establecimiento respectivamente. El mismo día en Rosario, Héctor Solís de 35 años y obrero de la construcción caía por la mañana desde el cuarto piso de un edificio que se está construyendo en Balcarce al 1400, muriendo por la tarde en el hospital.

No hay accidentes laborales. Hay desidia y desprecio de los patrones, sea este un particular o el mismísimo Estado. Murieron tratando de ganarse la vida. Estos “accidentes” son responsabilidad absoluta de quienes mantienen y se benefician de este orden capitalista: patrones, empresarios, sindicalistas y gobernantes. Ellos son quienes calculan las pérdidas en dinero, se rompa una maquinaria, se pierda una licitación, pierdan un juicio o se muera un trabajador.

Habrá capataces más cuidadosos que otros, gobernantes más o menos demagogos, sindicalistas más o menos paternalistas, pero todos están al servicio de la ganancia particular y del Capital en general.

Las tres muertes acá nombradas eran evitables. Sin embargo, así funciona esta sociedad. ¿Quién iba a evitarlas? ¿Quienes no se juegan el pellejo en eso? ¡Jamás!

Una lista del sindicato puede acusar a otra, pero ambas están de acuerdo en lo esencial: conservar las ganancias del patrón, someternos a laburar y sacar su tajada. No nos olvidamos cuando hace algunos años en un “accidente” ocurrido en pleno centro de la ciudad, y en pleno boom inmobiliario rosarino, un montón de trabajadores de otros rubros nos acercamos a ver qué había pasado y la patota de la UOCRA cayó a dispersarnos y a gritar que «acá no pasó nada». Y mucho menos olvidamos los ajustes de cuenta con los trabajadores de la construcción que realmente quieren luchar por su fuerza de trabajo, de los asesinatos y aprietes de norte a sur.

Los futuros candidatos y su séquito de votantes pueden responsabilizar a Vidal y a Macri por lo ocurrido en Moreno, y no están equivocados, sin embargo, una cosa es responsabilizarlos y otra es ocultar la responsabilidad de clase tras dos o tres nombres y apellidos. No sirve atacar individuos sin atacar su rol social. Es cierto que la injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección, pero cambiarle el rostro y mudarla no acaba con la injusticia.

El malestar y la necesidad que padecemos quienes trabajamos, las situaciones de precariedad y peligro a las que nos vemos sometidos nos fuerzan a tomar conciencia de la sociedad en la que estamos y a la cual contribuimos día a día a mantener. De nosotros depende ampararnos en personajes que nos llevan a diversos callejones sin salida o comenzar a pensar y explorar otras posibilidades. No confundamos la defensa de la fuerza de trabajo con la defensa de la fuente de trabajo. No defendamos la ganancia de los explotadores. No confiemos en quienes viven de nuestro esfuerzo.


* Por razones de espacio este artículo no esta disponible en la versión en papel, y por tanto tampoco en el pdf para descargar

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