martes, 4 de septiembre de 2018

CUIDAR Y PROTEGER

«Una de las peores cosas que se le puede hacer a un ser humano es tratarlo como si existiera solo para ser protegido» (Gilles Dauvé, Por un mundo sin orden moral)

El cuidado surge del impulso vital.
De la profunda necesidad del acompañamiento. De aquello irrefrenable de sentir a los otros en nosotros.
El cuidado es el abrazo, la confianza, la semilla. El Estado no puede cuidar. Las máquinas no cuidan.

Proteger implica dar cobertura por algo que el protegido no puede hacer por sí mismo.
La protección sucede a la desposesión y la profundiza.
No se protege al débil, se protege al debilitado.
No se protege al vulnerable, se protege al vulnerado.

La protección es racionalidad.
La protección implica sumisión y entrega.
Es el médico que se adueña de los cuerpos a los que trata y de los que requiere entrega total. Es el asistencialismo que sobreviene al despojo, es el derecho encubriendo la injusticia. Es la falsa seguridad para los saqueados de libertad, es la caridad sobre el desposeído.
Es la acción que sigue a la victimización de mujeres y niños.
Es la acción que sigue a la victimización de la naturaleza.
Es la objetivación misma de lo humano.
Es el encierro como libertad.
Es la prohibición disfrazada de cuidado. 

La protección es una de las formas del control. La cárcel se justifica como seguridad social, como protección y recuperación para el detenido. La escuela es proclamada como el lugar donde a los pibes se los protege de la calle. El trabajo protege de la mala vida.
Las “buenas” políticas públicas nos protegen de las crisis.

El Estado se protege esclavizando, pero también se protege protegiendo.
El Estado dice que nos protege cuando mata. Dice que mata para protegernos.
No hay contradicción alguna porque de eso se trata la protección.
De la tutela, la vigilancia, la cooptación, la violación.
Cuando el Estado protege, lo hace para protergerse a sí mismo.

El Estado no cuida, no puede hacerlo.
Las máquinas no cuidan.
Las máquinas no saben qué es el cuidado, ni podrán saberlo.
Ese es un elemento fundamental. La protección tiene un límite. Somos ese límite.
El Estado no puede cuidarnos. Nosotros sí.

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