lunes, 25 de abril de 2016

MEMORIA: ¡NO PAGAREMOS EL ALQUILER!

«Le tomó décadas a los gobiernos europeos y estadounidense intervenir en la precarización de las viviendas. La burguesía estaba absolutamente contenta dejando morir a los trabajadores de tuberculosis y raquitismo (“mal del inquilino” como le decían en Berlín), siempre y cuando lo hicieran silenciosamente en sus pocilgas, y siguieran teniendo suficientes hijos como para proveer una creciente mano de obra. Pero la epidemia masiva de cólera del 1860 no se contuvo aislada en los vecindarios de la clase obrera. El cólera estaba en el agua y mató a ricos y pobres. El miedo a la muerte empujó a la burguesía a superar su miedo a interferir en la propiedad privada. En respuesta a las epidemias, las primeras grandes leyes sobre vivienda fueron aprobadas en varios lugares como actas de salud pública.» (Prole.info, El monstruo de la vivienda, Lazo ediciones, 2015)

Irlanda, 1880

Un agente inmobiliario llamado Charles Boycott, quien gestionaba las tierras de un noble inglés, intentó desalojar a los campesinos que reclamaban una reducción del 25% en la renta de dichas tierras, debido a la mala cosecha que habían tenido durante el año anterior. Para resistir al desalojo comenzaron una campaña de ostracismo organizado, que comenzó con el mismo Boycott pero no se detuvo ahí, también se aplicó a quienes querían alquilar las tierras desalojadas. En pocos días, los trabajadores de los campos y establos de Boycott comenzaron una huelga. También lo hizo su personal doméstico. En breve el especulador no pudo comprar en ningún negocio de la región, ni recibir cartas: el cartero local se había sumado a la protesta.

La carta bajo la manga que desplegó Boycott no podía ser sino religiosa y nacionalista. Contrató a trabajadores protestantes y pro–reino unido de otras regiones, que tuvieron que ser escoltados desde sus lugares de origen por mil policías y soldados. Sin embargo, el costo de esta operación terminó por convertirse en una gran pérdida de dinero. El remedio fue mucho peor que la enfermedad. Tiempo después, el término boycott comenzó a ser utilizado para acciones similares en todo el mundo.

Argentina, 1907

La Municipalidad de Buenos Aires aprobaba un incremento de los impuestos para el año siguiente. Inmediatamente los propietarios de conventillos, inquilinatos y pensiones trasladaron este aumento al costo de los alquileres. Durante esa primavera, las 132 piezas del conventillo Los cuatro diques conformaron un comité de huelga que se negó a pagar en tanto no se realizara una rebaja del 30% en los alquileres y se llevaran a cabo mejoras sanitarias en los edificios. La medida se contagió a otros barrios. Cada uno constituyó un comité que, a través de asambleas, elegía delegados que coordinaban con el resto de los lugares en lucha a través del Comité Central de Lucha contra los Altos Alquileres y los Impuestos.

Para octubre había más de 700 conventillos en huelga, llegando a las 2000 casas (80% del total) hacia finales del conflicto. La huelga se extendió a otras localidades como Lomas de Zamora, Avellaneda, La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Rosario, Córdoba y Mendoza. El conflicto se había vuelto nacional y había más de 140.000 inquilinos en huelga.

Para hacer frente a la huelga los propietarios se nuclearon en la Sociedad Corporación de Propietarios y Arrendatarios de la Capital, reclamando a las autoridades la eliminación de los impuestos que gravaban sobre los conventillos y la puesta en marcha de medidas represivas contra los huelguistas.

La represión solía llegar durante la mañana, mientras los hombres trabajaban. El protagonismo entonces lo tomaron las mujeres y sus hijos. Sacaban a los escribanos, abogados, jueces y policías a escobazos, por lo que la lucha de 1907 pasó a ser conocida como La Huelga de las Escobas. En medio del conflicto unos 300 niños y niñas marcharon por el Barrio de La Boca con escobas para «barrer a los caseros y las injusticias de este mundo» y al pasar por cada conventillo un nuevo contingente se unía al reclamo. En las puertas de las viviendas se acumulaban palos, piedras y todo tipo de objetos intimidatorios. Las crónicas relatan que las mujeres preparaban enormes calderas de agua hirviendo para desollar a quienes quisieran echarlos.

Pero a medida que se radicalizaba la protesta la represión fue incrementando. El 22 de octubre el coronel Ramón Falcón —quien en 1909 ordenaría ametrallar contra una manifestación del 1° de mayo porque «llevaban la bandera roja en lugar de la celeste y blanca»— reprimió a los huelguistas del conventillo Las catorce provincias, en el Barrio de San Telmo, causando la muerte del obrero anarquista de 18 años Miguel Pepe. Su funeral se tornó una manifestación de 15.000 personas.

Rosario fue otra de las ciudades donde las acciones se radicalizaron. Octubre contaba 300 conventillos en lucha. Desde el comienzo del conflicto, la Liga Pro Rebaja de Alquileres nucleó a los delegados de diferentes conventillos, y, obviamente, contó con la solidaridad del diario anarquista La Protesta, pero también de otros medios como El Municipio y El Tiempo.

En noviembre todavía existían algunas casas en conflicto, pero hacia mediados de diciembre el movimiento se fue agotando tras conseguir algunas de las demandas que no fueron del todo respetadas por los propietarios. En muchos patios de Buenos Aires la obtención de rebajas y el mejoramiento mínimo de algunas condiciones de vida se celebró con fiestas y bailes. En otros, en cambio, los desalojos dejaron a decenas de familias en la calle. El Sindicato de Conductores de Carros se solidarizó poniéndose a disposición para los traslados hasta los campamentos improvisados por los proletarios en lucha.

La huelga de inquilinos fue un original movimiento, pionero en este tipo de acciones en ámbito urbano, y cuyo éxito parcial inspiró en las décadas siguientes a proletarios de muchísimas regiones a asumir la acción directa en torno a la problemática de la vivienda.

Escocia, 1915

Durante la Primera Guerra Mundial los propietarios de edificios en Glasgow procuraron aprovechar el influjo de constructores navales que llegaban a la ciudad y la falta de hombres locales para aumentar los alquileres. Las mujeres eran vistas como un blanco fácil y se enfrentaban con un aumento del alquiler de hasta el 25%. Sin embargo, en el distrito de Govan, el aumento provocó un contragolpe a los propietarios.

Allí el alquiler fue abonado sin aumento y, ante la nula reacción de los propietarios, las mujeres proletarias corrieron la voz hacia otros barrios. Mientras los intentos de desalojo se resistían, la burguesía llevaba a las cortes a dieciocho trabajadores de los arsenales. El día del juicio, 10.000 manifestantes amenazaron con una huelga general si no se levantaban los cargos. Un gobierno debilitado y en situación de guerra no podía aguantar una resistencia de tal magnitud.

El Acta de restricción a las rentas aprobada disminuiría los alquileres de los proletarios hasta su nivel de preguerra.

Panamá, 1925

La Ley 29 del 11 de febrero de 1925, destinada a reformar el Código Fiscal, aumentó notoriamente el gravamen sobre las propiedades urbanas. Rápidamente, los propietarios descargaron este aumento sobre los arrendatarios. Los pobres, que vivían mayormente en las denominadas casas de inquilinato (similares a los conventillos), sufrieron el aumento, que llegó hasta el 50%, en esas hacinadas y calurosas viviendas.

En junio se formó la Liga de Inquilinos, que al no obtener ninguna respuesta por parte del Estado y los terratenientes, desencadenó en octubre la huelga de pago, que duraría hasta el fatídico día 10, en el que la policía atacó un mitín de huelguistas dando la muerte a cuatro trabajadores. Sin embargo, el conflicto no menguó. Para superar la crisis, el Estado panameño tuvo que solicitar ayuda del ejército de Estado Unidos. En 1925, y debido a la presión de la huelga, los alquileres disminuyeron un 10%, para volver a ser aumentados, hasta que en 1932 estalló un nuevo movimiento huelguístico.

EE.UU., década del 30

En plena depresión, marchas y disturbios se volvieron insuficientes para la lucha de los proletarios norteamericanos. Necesitaban algo que les hiciera paliar su terrible situación. La huelga de alquileres ya no era una opción, no pagar era lisa y llanamente la única posibilidad de no morir de hambre.

Los desalojos no tardaron en llegar, la resistencia tampoco. Comenzando por Nueva York, se extendió prontamente a otras grandes ciudades. Las tácticas de resistencia violenta hicieron que, sólo en Nueva York, más de 70.000 familias recuperaran sus casas. Las poblaciones organizaron además cuadrillas de solidaridad que reconectaban la energía eléctrica y el gas, luego de que policías y carneros los desconectaran.

Además de todo lo conseguido con la acción directa, los proletarios forzaron al Estado a que otorgara subsidios especiales para el pago de la renta. Posteriormente a 1943, luego de la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial, movimientos masivos de huelgas en fábricas lograron con éxito aumentar notoriamente el poder de compra de los asalariados, disminuyendo entre otras cosas el precio relativo de los alquileres.

Italia, 1969

Cientos de miles de proletarios italianos participaron de las llamadas autoreducciones: reducir voluntariamente sus pagos de alquiler, servicios y compras de alimentos y productos.
En julio de 1969, el municipio de Nichelino (suburbio “rojo” de Turín) fue ocupado: ninguno de sus habitantes pagó el alquiler. En 1974, 600 familias de obreros de Fiat Mirafiori tomaron los edificios vacíos. En 1976 en Milán, 5.000 familias ocuparon, 20.000 autorredujeron su alquiler y 12.000 su factura de luz.
En Roma, 70.000 proletarios hacinados en guetos y en condiciones catastróficas tenían frente a sí 40.000 departamentos vacíos que no encontraban compradores o locatarios a causa de su alto costo. A partir del 15 de enero de 1974 comenzaría la fase ascendente de un movimiento generalizado: en tres meses, más de 4.000 departamentos fueron sucesivamente ocupados.

Tras casi un año de ocupación, por parte de 147 familias, de inmuebles pertenecientes al Istituto Autonomo delle Case Popolari (organismo de vivienda social), la policía intervino de manera ultraviolenta, expulsando a algunas familias. Pero durante los siguientes días, proletarios de todos los barrios confluyeron para enfrentarse con la policía. Un manifestante perdía la vida.

Más tarde la policía, al apuntar nuevamente sus armas de fuego, tuvo la sorpresa de constatar que el plomo no provenía ya únicamente de su lado. Ocho policías fueron tocados severamente. La marea había cambiado.

Argentina, 2016

Hasta 70% de aumento en alquileres. Facturas de luz con un recargo de entre el 50 y el 250%. Quita de subsidios en el gas, agua y posiblemente en el transporte público. Todo lo cual se suma a una ola de ajustes y despidos que marcan las políticas de la región en épocas en que la crisis se agrava en todo el mundo.

La burguesía ya hizo lo suyo, sólo resta ver si nosotros responderemos a nuestras necesidades, si estaremos a la altura de nuestra gloriosa historia insumisa o si continuaremos bajando la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario