lunes, 6 de abril de 2020

El coronavirus no causó la crisis económica

Sino que empeora el horizonte de previsiones que tenían los economistas burgueses, en la medida que el plan de contención mundial del virus se produce a costa de profundizar aún más la desaceleración de la actividad económica.

Como señala recientemente Raul Zibechi en su artículo El coronavirus como tapadera de la crisis sistémica: «la conjunción de guerra comercial, Brexit, deuda pública y privada, y desigualdad crecientes, ya estaban causando estragos cuando apareció el coronavirus. Por lo tanto, la epidemia no es la causa de la crisis económica sino su catalizador». Demás está decir que los gobernantes a nivel mundial y fundamentalmente de los países económicamente emergentes, pueden usar la pandemia como explicación de la crisis económica y sus consiguientes medidas excepcionales.

Sin embargo, ya en enero de este año, el Fondo Monetario Internacional publicó sus previsiones en la 50º reunión anual del Foro Económico de Davos, revisando y corrigiendo con valores menores de lo esperado su pronóstico anterior de crecimiento para 2020-21. Su principal conclusión fue que la economía mundial se encuentra en una situación “peligrosamente vulnerable”. En estas reuniones el FMI analiza el desarrollo de la actividad económica mundial según sus diferentes aspectos tanto políticos, comerciales, geopolíticos y culturales, así como los desastres “naturales” que se vienen agudizando (huracanes, incendios, inundaciones y sequias).

Finalmente, un dato no menor en torno a la “desaceleración de la economía”, es el desarrollo de las protestas sociales masivas durante 2019.(10) La situación que se vivía en unos 20 países, algunos de los cuales hemos mencionado, ha entrado en un terreno distinto, ante el experimento de control social en casi 200 países que estamos soportando.

Diversos economistas acuerdan en que desde el final de la crisis de 2008-09 y hasta el año pasado, la situación de la economía mundial no es de depresión o recesión, pero tampoco de fuerte crecimiento. Las economías de la zona del euro y Japón continuaban estancadas; el crecimiento era débil en Estados Unidos y Canadá; y relativamente importante en los países atrasados. Desde 2009 se da un prolongado período de crecimiento global débil o de semi-estancamiento, y de baja inversión.

La irrupción del coronavirus se inserta en esta particular situación financiera y de debilidad de la acumulación, en la cual las mermas en la producción y la demanda, y la agudización de las dificultades financieras, tienen un efecto de realimentación y amplificación de la misma crisis.

Con la caída económica en proceso, es muy probable que nuestra explotación se profundice. Se avecinan tiempos de aumento del desempleo, disminución de los salarios y empeoramiento de las condiciones de vida.


Notas:
(10) Recomendamos al respecto la publicación A propósito de las revueltas de 2019, realizada desde la biblioteca La Caldera de Buenos Aires.

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