viernes, 11 de abril de 2025

GAZA: «QUEREMOS VIVIR»

Israel puso fin el 18 de marzo al breve “alto al fuego” en Gaza, con la reanudación de sus ataques aéreos. Fue uno de los días más mortíferos hasta la fecha, matando a más de 400 personas mientras dormían, provocando más de 500 heridos y numerosos desaparecidos. Al día siguiente al menos setenta palestinos fueron asesinados por más ataques aéreos perpetrados por el Ejército israelí en distintos puntos de la Franja, durante la segunda jornada de bombardeos.

Las acciones de Israel se dan en el marco de una situación política interna en la cual el gobierno de Netanyahu intenta mantenerse frente a una oposición creciente y protestas de ciudadanos israelíes, que lamentablemente nada tienen que ver con parar la masacre que efectúa su Estado en su nombre.

En Gaza, cientos de personas se movilizaron contra las terribles condiciones de vida. Hablar de la vida allá no es igual a hablar de la vida acá. Los están masacrando, por las noches, en el día, desde el cielo, por agua y por tierra. El movimiento se ha extendido de norte a sur en la Franja, su grito es simple y profundo: «Queremos vivir».

Una vez más, los palestinos son reducidos a poco más que números y sus escasos medios de subsistencia son continuamente destrozados. A pesar de la masacre y la ocupación, los habitantes de Gaza protestan también contra los propios gestores palestinos de Hamás. Porque los antagonismos de clase no pueden ser simplemente disueltos en pueblos y naciones en disputa, ni siquiera en las peores condiciones. Los últimos acontecimientos lo ponen de manifiesto de forma contundente. Y esto no ocurre solo en la Franja con Hamas, sino también en Cisjordania, donde la Autoridad Nacional Palestina tolera los abusos de los colonos, paramilitares y las fuerzas armadas israelíes, e incluso coopera con estas últimas en la persecución de opositores. Esto ha sido defendido públicamente por el presidente palestino de Cisjordania Mahmud Abbas del partido Fatah (que encabeza la OLP), como ejemplo de colaboración contra el accionar terrorista.

El 25 de marzo, cientos de personas salieron a las calles de Beit Lahia (ciudad de la Franja al norte de Jabalia) desafiando la brutal realidad de su vida cotidiana. Ondeaban banderas palestinas, retazos de tela blanca, portaban pancartas caseras y coreaban cánticos. Las protestas se extendieron a otras ciudades y los eslóganes que resonaban entre los escombros hablan por sí solos: «Queremos la paz» y «Fuera Hamás». Los palestinos no solo sufren el bombardeo y el asedió israelí (con la complicidad de todo Occidente) sino que también son reprimidos y entregados como carne de cañón por sus propias autoridades. No esperábamos menos de quienes se benefician del hambre y la masacre de su propio pueblo.

Un manifestante residente en Beit Lahia que vio destruida su casa y perdió a su hermano en un ataque aéreo israelí hace un año declaraba ante medios internacionales: «Nos negamos a morir por nadie, por la agenda de ningún partido o por los intereses de Estados extranjeros. Hamás debe dimitir y escuchar la voz de los afligidos, la voz que surge de debajo de los escombros: es la voz más veraz».

Hamás gobierna Gaza desde 2007. Las críticas abiertas a Hamás han aumentado en Gaza desde el comienzo de lo que los medios internacionales se siguen empeñando en llamar “guerra” o “conflicto”. Sin embargo, muchos proletarios ante la falta de alternativas encuentran que es el único medio para resistir, combatir al Estado de Israel, o simplemente tomar venganza.

Otro palestino del norte de Gaza que salió a protestar afirma que Israel es el principal culpable de la miseria en su región pero que Hamás también es responsable: «Estamos oprimidos por el ejército de ocupación (Israel) y estamos oprimidos por Hamás».

«Han matado a nuestros hijos. Nuestras casas han sido destruidas» declaró otro manifestante que dijo haberse unido a la protesta en Beit Lahiya «contra Hamás y las facciones [palestinas], contra Israel y contra el silencio del mundo».

Estas protestas son un grito valiente y desesperado contra la masacre pero también contra la represión que intenta encuadrar a toda la población palestina en un proyecto estatista y religioso de miseria y malestar permanente. Surgen al igual que otras iniciativas, impulsadas por sus necesidades inmediatas de supervivencia. Como aquellos grupos que desde hace años combaten a los milicos de Israel y a la complicidad de la Autoridad Nacional Palestina. Organizando ataques a las tropas de ocupación y checkpoints, resistiendo expulsiones en sus localidades y ejecutando acciones de defensa frente a las incursiones del ejército en los campos de refugiados y localidades que habitan.

Ya las protestas de julio-agosto de 2023 contra las penosas condiciones de vida existentes, en las que llegaron a quemarse banderas de Hamás como en Jabalia, ponían de manifiesto que la situación iba camino de estallar en cualquier momento. El proletariado de la Franja de Gaza expresaba su hartazgo de tener que vivir hambreado en el encierro israelí, mientras algunos de los dirigentes de Hamás viven en hoteles de lujo de Qatar y Turquía u ostentan una red clientelar sostenida por los fondos de Qatar e Irán. El ataque de Hamás del 7 de octubre del 2023 cambió el curso de los acontecimientos desplazando los conflictos de clase a través de la intensificación del enfrentamiento interburgués. Es importante comprender que la operación diluvio de Al-Aqsa y la posterior respuesta del ejército israelí se sitúan objetivamente en una misma lógica. La lógica de los Estados, del control del territorio y sus recursos, especialmente de los explotados que viven en la región.

Por otra parte, oponer guerra interburguesa y guerra contra el proletariado es una falsa oposición, pues son dos aspectos de una misma realidad. La guerra imperialista es siempre contra el proletariado, independientemente que el factor que desencadene las hostilidades sea la competencia en el mercado mundial o una operación de gendarmería para aplastar una revuelta. En el caso del Estado de Israel, es más que evidente que su función de gendarme regional está vinculada a la defensa de los intereses particulares que aglutina, o sea, a la defensa de la fracción hegemónica de la burguesía, encabezada por EE.UU., frente al de otras fracciones con las que rivaliza en el mercado mundial. Es decir, ese Estado no sólo asume una función policial contra los explotados que amenazan el equilibrio regional, sino que actúa al mismo tiempo contra sectores burgueses por el control de los recursos ‒proletariado incluido‒, por rutas y tratados comerciales, por posiciones geoestratégicas, etc.

Insistimos: Gaza nos recuerda de lo que es capaz un Estado para conseguir sus fines, nos recuerda que para este modo de producción un territorio y su población pueden ser, de un momento a otro, simplemente un obstáculo para la acumulación y las ganancias.


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* Información tomada de diferentes medios internacionales, panfletos y de la revista Revolución nro. 3 (Proletarios Internacionalistas, marzo 2025).

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