sábado, 19 de agosto de 2017

LA OTRA REPRESIÓN

En tiempos de elecciones, la miseria política mostró también su cara. Quienes quieren la renuncia de Bullrich o de cualquier funcionario de Cambiemos han intentado instrumentalizar la desaparición, la cárcel y el hostigamiento para fines electoraleros. Esto es aún más sorprendente cuando ni Facundo, ni Santiago, ni toda la comunidad en lucha apoya a ningún partido político y, mucho menos, estaban en campaña, porque no lo han estado nunca.

Nosotros responsabilizamos al Estado y a todos sus funcionarios. Si los mencionamos con nombre y apellido, como a la miserable Patricia Bullrich, es para no olvidarnos que esos grises agentes del Capital son seres humanos de carne y hueso. Despersonalizar la historia es renunciar a actuar. No detestar a los que nos dominan lleva al peor de los conformismos. Pero, una cosa es comprender esto y, otra muy distinta, es partir del pedido de renuncia y buscar luego cualquier “argumento” para cambiar al gobernante de turno.

Otro tipo de represión y censura más sutil ha sido la ejercida por los medios masivos de comunicación que responden al oficialismo y a la oposición misma. La década ganada del kirchnerismo se erige sobre la derrota de los movimientos sociales. Estos últimos años la movilización social ha sido reprimida abiertamente o reprimida asimilándola e institucionalizándola; en fin, ha sido democratizada.

Aquello de que quienes «quieren cambiar el modelo económico de país lo que deben hacer es organizar un partido político, presentarse a elecciones y ganarlas» (Cristina Fernández de Kirchner) es una máxima actual. Y todo aquel que se salga de las urnas y los petitorios, que tome la lucha directamente por sus propios medios será motivo de burla, cuando no, acusado de infiltrado o desestabilizador a sueldo para alguna fracción burguesa.

Quienes siempre responden al interés de algún empresario, a la competencia burguesa, y se mueven toscamente con el chaleco de fuerza de la institucionalidad no pueden ver nada más allá de su propia realidad.

Claro que el Estado crea sus montajes para encarcelar y reprimir, claro que hasta tiene sus infiltrados y cometió, comete y cometerá, en cualquier lugar del mundo, atentados para culpabilizar a algún sector en lucha. Pero eso no significa que los oprimidos y explotados, la clase proletaria mundial, no asume la acción directa para luchar por lo que quiere.

¿Y si las acciones consideradas violentas por quienes mantienen el monopolio de la violencia no fuesen un montaje? ¿Y si no aceptamos mediaciones para luchar? De un lado y del otro de “la grieta” preparan la represión, el señalamiento y abren los portones de la cárcel. Su mensaje es claro: cualquiera que no vaya por las vías electorales y sindicales o que no se quiera encorsetar en el terreno leguleyo que plantean las organizaciones de derechos humanos debe ser, como mínimo, sospechado.

Por eso, para instrumentalizar la lucha de Facundo Jones Huala y toda la comunidad en lucha deben censurarlo, ridiculizarlo y victimizarlo. Exponerlo, como un pobrecito de los pueblos originarios, y callar los llamados a la lucha que hace el compañero. Por eso, si es que lo mencionan, hablan en su nombre y ocultan sus acciones y sus reflexiones.

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