jueves, 8 de diciembre de 2016

EE.UU: NUEVO PRESIDENTE

Barack Obama se retira de la presidencia de los Estados Unidos con un récord de inmigrantes deportados. Aunque no lo haya declarado de manera ofensiva y hasta ridícula en su campaña. Su gobierno lleva 2,8 millones de deportaciones según los datos del Departamento de Seguridad Nacional. En comparación, en los mismos años de mandato, el gobierno del republicano George W. Bush deportó a 2,01 millones de personas. Ningún presidente expulsó a más personas que Obama en la historia de EE.UU., y por esto los manifestantes latinos en aquel país llevan carteles con su foto y la inscripción Deporter in Chief («Deportador en Jefe»).

Bill Clinton, esposo de la candidata que perdió las elecciones frente a Donald Trump, en sus dos períodos de presidencia efectuó importantes restricciones migratorias y levantó muros en la frontera con México. El primero, en California en 1993 como parte de la llamada Operación Guardián. Otro se construyó cuatro años después en Texas. La construcción de los muros en los dos extremos de la frontera no detuvo el flujo de migrantes, solo los obligó a cruzar a través del desierto, o peor aún, por el hipercontaminado Río Grande, en cuyas aguas ni los gendarmes quieren mojar sus pies. Esta estrategia provocó la muerte de más de cinco mil personas entre el 95 y el 2000. Trump va más lejos en sus promesas: quiere cobrarle al Estado mexicano el costo de más muros y la amenaza parece asustar más que los muros ya construidos.

Nota aparte es que la constructora mexicana Cementos Chihuahua, se ofreció para levantar el muro prometido por Donald Trump. Y no lo señalamos como curiosidad sino para dejar en evidencia que se trata de dinero y no de naciones buenas o malas.

En el fervor latinoamericanista que despertó la victoria de Trump se olvida el papel que juega el Estado mexicano en el drama de la migración. Una buena parte de los ilegales no son mexicanos, son en su mayoría centroamericanos, guatemaltecos y salvadoreños. Y, antes de vérselas con la U. S. Border Patrol en los desiertos de California o Texas, tienen que sortear los abusos y golpizas de los federales mexicanos al cruzar el rio Suchiate; con los “tijuaneros”, esos autobuses precarios que les cobran cifras elevadísimas para llevarlos hasta la frontera; o subirse de polizones a La Bestia, el tren que atraviesa todo México, al final de cuyo recorrido, si es que llegan con vida, tal vez puedan pisar los Estados Unidos. En el 2015 México deportó 118.000 personas entre guatemaltecos, salvadoreños y hondureños, superando a EE.UU. en esas nacionalidades.

Para progresistas–opinólogos todos estos hechos no interesan... el único malo de la película es Trump. Y esa película ya la vimos: la de “votar con la nariz tapada” y la del “mal menor”, que, a fin de cuentas, es solo un mal distinto. Pero eso no cuenta en la sociedad del discurso. Aquí una arenga sobre construir un muro es más importante que un muro ya existente. Opinar lo que se supone es políticamente correcto opinar, es más importante que los migrantes que se juegan la vida para pasar la frontera. Así el discurso sobre los inmigrantes se vuelva más importante que los inmigrantes mismos.

Sin embargo, que todos estos sean o hayan sido presidentes de EE.UU. y, por tanto, enemigos abiertos de todos los explotados del planeta, no significa que sean lo mismo. Cada ejército tiene sus tácticas, así como cada partido político su forma de gestionar la miseria y la mentira. Donald Trump, empresario multimillonario y mediático se inscribe en una línea de gobernantes que no vienen de “la política”. Su estilo bruto y agresivo y, por ende, más sincero, llamó más la atención y ganó más adeptos que la “tibia” de Clinton. En los ámbitos de la esfera política esto puede verse como transgresor o políticamente incorrecto. Es de lo que suelen acusar los burgueses que han hecho carrera política. Pero en un mundo donde efectivamente gobierna el Capital no es de extrañar que empresarios también ocupen puestos políticos de gestión del mismo. Los gobiernos del mundo se muestran cada vez más abiertamente como lo que son: empresas con sus jefes a la cabeza.

Macri, Piñera o Trump son considerados exitosos por esta sociedad, entonces no es de extrañar que se los vote. Al fin y al cabo, es la ideología dominante la que dicta estos mandatos, la que hace pensar que la vida es una empresa que debería ser gestionada con éxito. Entonces, para ello, se escogen empresarios exitosos. Los obedientes desprecian a sus semejantes explotados, oprimidos y humillados en favor de un líder que les promete un poquito más de este miserable modo de vida. Están aterrados ante la perspectiva de compartir, de relacionarse y vivir de otras maneras posibles.

El mensaje políticamente incorrecto de Trump atrajo a millones de habitantes de suelo estadounidense porque se presenta provocador, desafiante y desobediente. Una forma de aparente rechazo de la política para salvar a la política. Lo que demuestra la expansión de estas propuestas es además la alarmante aceptación en nuestra clase del conformismo, la misoginia, el racismo y la xenofobia para poder complacer la avaricia y el egoísmo que mueven la máquina capitalista: cada uno para sí mismo y todos para el Capital.

«Todos unidos trumpearemos»

En lo que se supone que se debería opinar según la identificación escogida, como decíamos antes, los obedientes kirchneristas quedaron desorientados. Se supone que deberían rechazar a Trump por ser de derecha, que debería colgársele el cartel de “fascista” que tan fácil sabe obsequiar la izquierda. Cristina Fernández de Kirchner afirmó: «El pueblo de Estados Unidos buscó a alguien que rompa con el establishment económico» al referirse a la victoria del gran magnate. Scioli, que casi nos gobierna, sostuvo que Trump «logró interpretar a las clases populares». Guillermo Moreno, en referencia al estilo publicitario del republicano, sostuvo que «Donald Trump incorporó parte del lenguaje peronista, ahora le vamos a mandar los libros de Perón y Eva», y como buen tragahostias agregó: «ahora tiene que incorporar el bien común, la solidaridad, ser buena gente. En el proceso lo va a ir incorporando, y en esto es muy importante el rol de Su Santidad» y que «los peronistas vamos a hacer el esfuerzo para explicarle a Trump que tiene que ir a Roma».

No son más que frases, pero veamos lo importante: las políticas. El Senador nacional por la Provincia de Río Negro y Jefe del bloque del Frente Para la Victoria Miguel Ángel Pichetto, declaró hace semanas que «Tenemos que dejar de ser tontos. El problema es que siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú», luego de preguntarse «¿Cuánta miseria puede aguantar Argentina recibiendo inmigrantes pobres?». Eso es preparar el terreno para promesas del tipo Trump, promesas que lamentablemente ansían millones de argentinos que pueden ser tildados “de derecha” como de “progresistas”.

«En los Estados Unidos ganó alguien que hace del proteccionismo, sus trabajadores y la defensa del mercado, su bandera» decía la expresidenta. Y lo que venimos diciendo hace tiempo queda patente: las caretas de izquierda y de derecha se van cayendo, y queda la cara descubierta del Capital. Al socialismo nacional (o nacionalsocialismo), al proteccionismo, al patrioterismo y al libre comercio les interesa tenernos trabajando, votando y obedeciendo para que todo siga en beneficio de los que mandan.

1 comentario:

  1. Yo no sabía: que Obama deportó tanta gente -sabía que había deportado alrededor de 2 millones de personas, pero no que fueran tantas-, que una empresa mexicana quiere ayudar a construir la ruina de su país, y los dichos de algunos kirchneristas.
    Hasta donde yo sabía, Cristina dio una entrevista en Telesur, diciendo que en los EE.UU. prima una política corporativa, sobre la personalista; lo que muchos analistas decían era que Trump -como Macri- se construlló un discurso y metas populares, de orientación populista, pero de derechas, mientras que otros -como Jorge Alemán- dijeron que el discurso de este hombre era sólo machista y razista, porque el populismo auténtico sería, al parecer, el que dice y hace con el pueblo.
    me he enterado, por estos días, que los inmigrantes -latinos y no latinos- que viven en los EE.UU de manera ilegal, piensan levantarse contra el gobierno en paros multitudinarios que frenarían la actividad económica a nivel nacional, ayudando a reforzar la lucha contra la deportación que ya es un punto immportante de los inmigrantes desde los años 90. Por otra parte, he visto y oído en las noticias que Peña Ñeto -y todos sus amigos- es muy reaccionario, además de que -antes de ser invitado a la Argentina- dijo que los mexicanos debían olvidar los hechos que rodeaban la desaparición de los estudiantes, haciendo que los investigadores forenses que se encontraban buscando pruebas, se fueran antes de que pudieran ir demasiado lejos en sus investigaciones. hasta he llegado a saber que se reunió, durante las elecciones, con Trump y que le aprobó la construcción y cobro de semejante muro. Que ahora, por motivos políticos, salga a decir que repudia tal cosa sólo demuestra hasta qué punto puede mentir un político.
    Por otra parte, es cierto, como señalan, que Trump y Obama no son lo mismo, como no son lo mismo Menem y Macri. Aún así, me parece que es importante señalar -según creo- cuáles son esas diferencias.
    Pienso que lo mismo que pasa hoy en Europa -el rechazo por algunos de los inmigrantes de Medio Oriente- es un fenómeno que, en relación no sólo con los inmigrantes del centro asiático sino también con los afroamericanos, y desde mediados del siglo XX también con respecto a los latinos, chinos, rusos y demás, aún no ha elavorado el trauma que organizaciones como el Cupus Clan supusieron para el gigante del norte. Pero a diferencia de lo que pasa en el viejo continente, en los EE.UU. la ONU es franqueada más fácilmente que la unión europea, que podría desintegrarse; y mientras que Macri promueve el libre mercado, instala Estados policiales y mete presos a políticos, Trump va más allá: Macri promueve el racismo y el machismo de un neoliveral, comienza a indicar el rechazo de los otros retirando planes de vecas a extrangeros en universidades y hasta cortando el servicio público de los hospitales a volivianos y peruanos; Trump organiza, sienta las bases, para que, de manera bien organizada y eficiente, la policía y el ejército persigan a latinos, gente de color, musulmanes y negros; Macri regala el país al mercado "libre", Trumpp cambia a aquel por el mercado de la guerra; uno esencializa a la política y a la economía, el otro, a la guerra y la nación; el uno nos tiene por traidores a una política "sincera", y el otro, como traidores a una nación o, incluso, a una cultura gloval -la occidental y cristiana-.
    ¡No esperemos más a que "se vayan" y saquémoslos mientras aún creen que pueden quedarse!

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