domingo, 23 de octubre de 2016

EL GESTO TERRIBLE

Donde estemos, la impotencia siempre nos inclina frente a un abismo. No sabemos qué hacer. Es imposible ver el fondo de la cosa. Lo que sí es posible y prudente según los negociadores oficiales del trabajo ajeno es hacer un pequeño reclamo por ahí, una movilización de una plaza a otra, evaluar las condiciones para el paro general, y así interminablemente.

La CGT asegura que, frente al ajuste, el paro nacional "sigue latente" y la CTA que hay que evitar un paro de tal magnitud y convocar a mesas de diálogo. Ambas acuerdan en que el gobierno negocia con los empresarios y no les da la importancia que se merecen en la mesa. Se entiende, el sindicalismo argentino no es ni siquiera un obstáculo, las corrientes de la democracia se acostumbraron a rodearlo y pasan sin tocarlo. Pero igual organizan marchas, ahora, literalmente procesiones: en agosto caminaron trece kilómetros para ir a protestar a Plaza de Mayo y partieron desde la parroquia de San Cayetano. Su defensa del orden social capitalista al lado de la iglesia católica es también un signo mortal.

Por otro lado, lejos del repugnante ambiente de las cúpulas sindicales, existe un pensamiento ampliamente difundido los últimos 50 años, en el que el problema son los "dirigentes traidores" que se enriquecen y, por lo tanto, hace falta una comisión menos "directiva" y más "de lucha". Imposible no sonreír cuando lo repiten estudiantes, pero también es usual en jóvenes prestos a ser absorbidos por el sindicato. Este ánimo de lucha es generalmente frustrado al ver que los sindicatos se rigen por una serie de leyes que, naturalmente, limitan al nivel de anular la libertad de iniciativa en el lugar de trabajo. Luego, cuesta creer que en el ambiente del sindicalismo argentino quede alguien tan inocente. En todo caso, el fuerte polo constituido por el gobierno, sindicatos y empresarios, cuenta con un gran abanico de tácticas preventivas y represivas.

Está claro: no luchar es morir, suicidarse con un arma sin nombre. Por eso hay sectores que luchan, a pesar de las organizaciones que los encuadran por ley. Eso sucede en muchos ambientes de la lucha social, porque ésta no solo excede el encuadre estatal, sino que lo precede.

Con esto queremos decir que es importante la agrupación, la asociación que los explotados establecemos para la lucha, y que ésta necesariamente incluye una relación directa con la finalidad que proyectamos. Por ejemplo, si lo que se busca no es acabar con la miseria, sino sencillamente administrarla, un medio eficaz podría ser una coordinación multisectorial con empresarios, políticos y sindicalistas preocupados en hacer buena letra, dar un amplio margen de gobernabilidad y diálogo en vista a las elecciones legislativas del año próximo. Esta unidad de acción, por otro lado, existe y es en contra de los explotados.

Si, al contrario, lo que buscamos es desterrar la miseria, escapemos de los que recitan decretos como un rosario para decirnos «antes estábamos mejor», a los que viven de nuestra infelicidad; alejémonos de los políticos y sindicalistas profesionales y si, siendo autores de una protesta, nos encontramos en semejante ambiente, actuemos como domadores de animales feroces, arranquemosles los dientes a los agentes de la burguesía. Para avanzar en ese sentido de emancipación social hay que dar la espalda al horizonte del presente, esto es necesario. La vida, en su camino de misterio va a seguir arrojándonos malos momentos, el dolor y los problemas de seguro van a seguir ahí dándonos forma. Pero al menos, intentemos aumentar la hermosura de nuestro destino extendiendo la acción revolucionaria, más allá de todos los engaños y promesas de esperanza que hay en el ambiente.

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