miércoles, 2 de abril de 2014

MEMORIA: A 32 AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS

Este 2 de abril se cumplen 32 años desde el desembarco del ejército argentino en las Islas Malvinas, que despertara nuevamente el conflicto con el Reino Unido por el control del territorio. Un mes más tarde, el hundimiento del buque General Belgrano por un submarino británico daría comienzo al enfrentamiento armado que dejó como saldo más de 700 muertos y 1800 heridos.

Para comprender los motivos de esta aventura del Estado argentino es necesario recordar la situación social que enfrentaba el gobierno militar por ese entonces, cuando frente a la represión, la inflación y el desempleo comenzó a reemerger la conflicitividad social. Ya en los ‘80, el descontento se generalizaba exponencialmente, mientras salían a la luz, con cada vez más fuerza, las desapariciones forzadas de personas y demás atrocidades realizadas contra el proletariado.

Entonces, cuando el gobierno de la junta militar decide tomar las Islas Malvinas, no hace más que continuar su política interna por otros medios. El objetivo no era “recuperar” las islas, era la desaparición del conflicto social. Es claro que esta medida que representaba una solución provisoria a los problemas de los milicos, no resolvía ninguno de los problemas del proletariado argentino, muy por el contrario, los agravaba... mientras nos defendemos del “enemigo exterior” no podemos reclamar aumentos salariales, ni nada… todos juntitos, explotadores y explotados, honrando a la bandera genocida argentina.

Pero esto no representa ninguna originalidad por parte del Estado argentino, la guerra es una necesidad propia de la dinámica capitalista de producción a la vez que una herramienta fundamental de la burguesía para enfrentar al proletariado.

A través de las guerras entre Estados, distintas fracciones de la burguesía se enfrentan por conquistar mercados, apropiarse de fuerzas productivas, territorios y “recursos naturales”. Esto, a su vez, pone en marcha la producción de armamento, empresas de servicios, constructoras y medios de comunicación, entre otros. Pero a veces estos no son motivos suficientes para desatar un conflicto bélico y hay otra razón de fondo que erige a la guerra como un fin en sí mismo: su potencialidad para debilitar y desarticular al proletariado en momentos de crisis y conflictividad social. En ellas se nos mata (¡y se nos obliga a asesinarnos entre nosotros!) en el frente de batalla, mientras se nos exigen todo tipo de sacrificios en la “retaguardia”, haciéndonos dejar de lado la defensa de nuestros intereses como clase para fortalecer el dominio de la burguesía. Frente a la guerra no tenemos más opción que oponernos a los represores y explotadores directos, oponernos al reclutamiento, romper la disciplina en las calles y en los lugares de trabajo e instar al proletariado del “bloque enemigo” a realizar lo propio en su territorio.

Para persuadirnos la burguesía se sirve de quienes pretenden anestesiarnos con política e ideologías. Así es como en Argentina, todos los partidos políticos de derecha e izquierda apoyaron abiertamente la guerra de Malvinas. Las consignas que proclamaron -y siguen proclamando- como “anti-imperialismo”, “segunda independencia”, “defensa de la economía nacional”, “independencia económica” o “liberación nacional” por mencionar algunas, no son más que sanguinarios anzuelos para arrastrarnos a la barbarie asesina del capitalismo y su guerra.

A 32 años de la guerra, el mito de las Malvinas sigue siendo un espectáculo útil a la clase dominante para desviar nuestra atención. Ahora se condena la “aventura” de los militares, que fue “ilegítimo” por tratarse de un gobierno dictatorial, etc. Y cuando menos lo esperemos nos llamarán a “ponernos la camiseta” argentina y a ajustarnos los cinturones para defender a la patria, a ver morir y enloquecer a nuestros hermanos en el frente de batalla... ¡Siempre orgullosos de ser argentinos!

Lejos de la política y la especulación, nosotros entendemos que los proletarios no tenemos patria, que los explotadores y explotados están distribuidos por todo el mundo y que no hay conciliación de clases posible. Nuestra lucha solo puede ser por la revolución proletaria mundial.

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