Es una alegría mantener la constancia en la periodicidad del boletín durante todos estos años y compartir un significativo número 100. Nos enorgullece seguir adelante con una voz disidente, reflexiva y revolucionaria; continuar gracias al esfuerzo de todas las personas que consideran necesario que exista este boletín.
Desde comienzo de 2012 nos proponemos comprender el mundo que habitamos, agitar, señalar las causas profundas de los malestares sociales, participar de las luchas en curso, solidarizarnos, dar visibilidad. Nos permitimos dudar, discrepar, afirmar, negar y comunicarlo. Continuamos sosteniendo que otro mundo es posible, que otras formas de lucha son posibles. Que hay vida más allá del Capital y el Estado, de la propiedad privada y el dinero.
Mantenemos la perspectiva histórica del movimiento por la superación de las condiciones existentes a la vez que intentamos contribuir a su actualización, a ir al tiempo de nuestro tiempo.
La Oveja Negra no se vende
En las culturas occidentales, lo blanco generalmente se ha asociado a la pureza, la inocencia y lo correcto, mientras que el negro ha representado lo desviado o lo negativo. Así, quien no seguía las normas, se desviaba de lo socialmente aceptado o causaba problemas, podía ser considerado una “oveja negra”. Es probable que esto derive de la presencia poco normal e indeseable en los rebaños de ovejas cuya lana negra no era bien cotizada en el mercado. Según diversas fuentes podemos leer que la lana negra no se podía teñir, otras dicen que no podía venderse porque la Iglesia solía reclamarla a los granjeros como impuestos, se supone que para confeccionar sotanas. En cualquier caso, La Oveja Negra no se vende. En su doble acepción, nuestro boletín es incorruptible y de distribución gratuita. A pesar de la sociedad mercantil generalizada en la que se escribe, La Oveja Negra no es una mercancía.
Esta hoja impresa por ambas caras tiene la cualidad de circular fácilmente de mano en mano, por diferentes ciudades. Apostamos a seguir publicando este boletín en papel a la vez que lo compartimos por medios digitales. La Oveja Negra es gratuita, pero esto no significa que no cueste dinero hacerla. En tiempos donde casi todo se hace por dinero y hay una tendencia a considerar toda actividad humana como un trabajo, elegimos ir a contracorriente. Hacemos un esfuerzo para cubrir los gastos de impresión, robando tiempo al trabajo o al ocio para pensar, conversar, escribir, dibujar, diagramar, repartir y difundir estas reflexiones.
Otras personas que no participan del grupo editor pero consideran importante la existencia de este boletín colaboran como y cuando pueden, de forma económica o difundiendo en los lugares que frecuentan, a sus amigos, conocidos; así como otros imprimen por sus propios medios, incluso en otras ciudades y países. Asimismo, compañeros desconocidos de otras regiones del planeta traducen artículos de La Oveja Negra al griego, al italiano, al francés, al inglés o al alemán, poniéndolos a circular por las calles o por la web.
¿Salir del rebaño?
Una búsqueda rápida en la web dice que en Inglaterra durante los siglos XVIII y XIX, el color negro de las ovejas era visto como una marca del diablo. El primer registro conocido de “oveja negra” en sentido despectivo procede de los escritos de un puritano llamado Thomas Shepard que en su texto evangélico The Sincere Convert (1640), escribe: «Expulsad a todos los profanos que haya entre nosotros, como borrachos, blasfemos, rameras, mentirosos, a los que la Escritura califica de ovejas negras, y los condena en cien lugares.»
Actualmente, la expresión es utilizada para referirse a los miembros de un grupo humano que poseen características diferentes a sus semejantes. Desde la diversidad progre a la rebeldía neoderechista, aquello que sale de ciertos cánones puede ser catalogado de esta manera e incluso ser asumido como identidad… una cuestión de elección. El Estado democrático se presenta como el Buen Pastor: todas las ovejas descarriadas deben ser integradas.
Oveja blanca, oveja negra, rebaño al fin. Hay quienes suponen “salir del rebaño”, pensarse fuera, percibirse completamente diferentes, otros asumimos la cualidad de rebaño impuesta y hacemos desde ese lugar, desde esa experiencia.
Existe una tentación y cierto orgullo en el lugar de excepcionalidad que suele llevar a una posición de exterioridad. Si pensamos diferente y buscamos algo diferente, es necesario preguntarnos por qué lo hacemos, y sobre las posibilidades de que dicha voluntad de cambio se generalice en las condiciones actuales. Se trata de comprender las determinaciones materiales sobre las conciencias. No podemos escapar de la sociedad capitalista, pero sí podemos superarla.
Continuamos
Deseamos de todo corazón seguir aportando en esa misma dirección. Queremos contribuir a la lucha contra el Capital y su Estado, tanto a los compañeros cercanos como a los lejanos, a los conocidos y a los desconocidos, provengan de tal o cual movimiento. Para ser y hacer la revolución. ¿Qué sentido puede tener reflexionar sobre este mundo si no es para transformarlo?
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