Afín a los tiempos actuales donde las peores aberraciones deben hacerse con un lindo discurso, desde hace años se insiste en usar la categoría Pueblos Originarios para referirse a los humanos que habitan este continente desde antes de la llegada de los españoles. Creen los especialistas que es mejor que llamarles salvajes, indios, aborígenes, indígenas, etc. aunque no cambie en nada la situación en que viven, aunque el genocidio siga existiendo.
Es solo una categoría que le sirve a políticos y reformistas, ya que si la problematizamos un poco nomás, vemos en su aparente corrección, vahos asquerosos.
En primer lugar, si ellos son pueblos originarios los que no lo somos ¿qué somos? ¿Desterrados, inmigrantes, blancos? ¿qué? ¿Tiene sentido clasificarnos por “nuestro” origen?
Tenemos que dejar de lado esas categorías étnicas así como las sexuales o nacionalistas ya que todos somos humanos originarios del Planeta y casi todos igualados en una condición servil. La idea de pueblos originarios coquetea con la del buen salvaje romántico, como si estos humanos no estuvieran también, lamentablemente, subyugados al Capital desde hace siglos. ¿Cómo explicar entonces las migración buscando sustento que han sufrido para ser carne de cañón de la prostitución y la droga en las villas de las ciudades de todo el continente? Y del otro lado la existencia de organizaciones que bregan por estados pluriculturales o mejores leyes, o de dirigentes que andan de gira sonriendo y mendigando a cuanto funcionario se les ponga enfrente. Es delicado incluso porque puede engendrar una especie de nacionalismo étnico o racismo positivo. ¿Ser “originario” es una garantía de algo? No.
La idea de pueblos originarios no hace más que alejarnos y separarnos aun más en un aparente respeto por el Otro. Separarnos entre oprimidos que tienen que aceptar las categorías con las que el Estado, científicos y dueños de nuestras vidas en general nos clasifican.
La conquista de América es un drama para todos los que no tenemos nada en cualquier parte del mundo, porque fue uno de los puntapiés iniciales del actual estado de cosas.
La humanidad reducida a esclavos del trabajo somos los que tenemos que luchar para heredar la Tierra entera. Los únicos extranjeros de ella son la burguesía y el dinero, y a ellos debemos expulsar no de un país, ni de un continente, sino del Planeta, para siempre.
Es solo una categoría que le sirve a políticos y reformistas, ya que si la problematizamos un poco nomás, vemos en su aparente corrección, vahos asquerosos.
En primer lugar, si ellos son pueblos originarios los que no lo somos ¿qué somos? ¿Desterrados, inmigrantes, blancos? ¿qué? ¿Tiene sentido clasificarnos por “nuestro” origen?
Tenemos que dejar de lado esas categorías étnicas así como las sexuales o nacionalistas ya que todos somos humanos originarios del Planeta y casi todos igualados en una condición servil. La idea de pueblos originarios coquetea con la del buen salvaje romántico, como si estos humanos no estuvieran también, lamentablemente, subyugados al Capital desde hace siglos. ¿Cómo explicar entonces las migración buscando sustento que han sufrido para ser carne de cañón de la prostitución y la droga en las villas de las ciudades de todo el continente? Y del otro lado la existencia de organizaciones que bregan por estados pluriculturales o mejores leyes, o de dirigentes que andan de gira sonriendo y mendigando a cuanto funcionario se les ponga enfrente. Es delicado incluso porque puede engendrar una especie de nacionalismo étnico o racismo positivo. ¿Ser “originario” es una garantía de algo? No.
La idea de pueblos originarios no hace más que alejarnos y separarnos aun más en un aparente respeto por el Otro. Separarnos entre oprimidos que tienen que aceptar las categorías con las que el Estado, científicos y dueños de nuestras vidas en general nos clasifican.
La conquista de América es un drama para todos los que no tenemos nada en cualquier parte del mundo, porque fue uno de los puntapiés iniciales del actual estado de cosas.
La humanidad reducida a esclavos del trabajo somos los que tenemos que luchar para heredar la Tierra entera. Los únicos extranjeros de ella son la burguesía y el dinero, y a ellos debemos expulsar no de un país, ni de un continente, sino del Planeta, para siempre.
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