El día 1 de octubre de 2019 el presidente de Ecuador Lenín Moreno anunciaba en cadena nacional un paquete de medidas económicas de austeridad en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que evidentemente, y como ya conocemos por estas regiones, afectaría las condiciones de vida y supervivencia para la mayoría de la población en aquel país. A los empresarios les reduce impuestos y les perdona millonarias deudas, mientras para las personas explotadas hay flexibilización e inestabilidad laboral, despidos, subempleo y encarecimiento del costo de la vida.
Un pequeño texto difundido ampliamente resumía en cuatro puntos cómo el paquetazo afectaría al proletariado en Ecuador:
«1. Elimina subsidio gasolina extra y diésel: Esto significa incremento de todos los productos de consumo básico y en general de servicios. Se eleva el costo de vida.
2. Reducción de salarios: Trabajador público que se le renueve contrato ocasional será 20% menos de salario actual. Cerca del 40% de trabajadores tiene este tipo de contrato.
3. Trabajadores públicos: Regalarán obligatoriamente un día de su salario al mes al Estado y tendrán solo 15 días de vacaciones incluidos fines de semana.
4. Modalidades de contrato: Se priorizará la flexibilización e inestabilidad laboral beneficiando así al empleador.» (Red de Prensa Popular de Ecuador)
Al otro día, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y el Frente Popular (FP) anunciaron un paro y una serie de movilizaciones inmediatas. La Federación Nacional de Cooperativas de Transporte Público de Pasajeros (FENACOTIP) anunció la paralización de las labores para el 3 de octubre.
Ya en los comienzos de las manifestaciones en rechazo a tales medidas de austeridad podemos leer en un panfleto la necesidad de salir a protestar, pero también la necesidad de ir más allá si verdaderamente se quiere dejar de sobrevivir:
«Las últimas medidas económicas del gobierno ecuatoriano son medidas de austeridad en tiempos de crisis capitalista, que las han aplicado y las aplican gobiernos de derecha o "neoliberales" y gobiernos de izquierda o "socialistas del siglo XXI" de todo el mundo por igual, porque eso es lo que les determina a hacer la lógica misma del modo de producción capitalista, el cual se fundamenta en, o vive a costa de, la explotación de la clase trabajadora. En efecto, en tiempos de crisis el Capital siempre aplica en todas partes la misma política económica contra nuestra clase: ajuste de cinturones o mayor empobrecimiento, y aumento de la explotación.
En el caso concreto del último "paquetazo" de Moreno, lo primero lo consigue aumentando el costo de la vida debido al aumento del precio de la gasolina (pues aquí se sabe que "si sube la gasolina, sube todo"); y lo segundo, con todas las reformas laborales flexibilizadoras y precarizadoras impuestas (reducción de sueldos, de pensiones jubilares, de vacaciones, de personal, contratos flexibles, teletrabajo, etc.).
Por lo tanto,
el problema no es sólo el "paquetazo" ni el gobierno "neoliberal" de Moreno ni el FMI. El problema de fondo es cómo el Capital nos ataca directa y avasalladoramente a la clase trabajadora en tiempos de crisis, y cómo podemos responder. La lucha es el camino, sin duda. Pero también es necesario analizar autocrítica y estratégicamente la lucha de nuestra clase.
(...) Por lo pronto, salir a protestar con las consignas "abajo el paquetazo", "abajo Moreno" y "abajo el FMI", "construir afinidad en las calles", y hacer todo esto de manera colectiva, más o menos organizada, más o menos autónoma, más o menos combativa... es necesario y está bien; pero hay que ir más allá (como se dijo esta noche en una asamblea autoconvocada por ahí): "abajo el gobierno", "abajo los empresarios y los banqueros", "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", "abajo el Capital, abajo el Estado, abajo los gobiernos y todos sus lacayos".
Revertir el "paquetazo" y derrocar a Moreno (como se ha derrocado a Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en años anteriores) serían reales "victorias" para el posible y nuevo "movimiento" de protestas sociales en este país. Pero, siendo objetivos, aquí y ahora no existen las condiciones y las fuerzas sociales reales, el nivel de lucha de clases real para ello, aunque por algo se empieza. Puede ser que este gobierno de empresarios y banqueros se salga con la suya, pero la lucha de la clase proletaria en las calles tratará de impedírselo y no será en vano. La lucha es el camino y ahí mismo, luchando, se aprende, en especial de los golpes y las derrotas, a fin de transformarlas en su contrario en próximas batallas.» (Anónimo. Breve análisis del "paquetazo" y las próximas protestas en este país desde la crítica radical. Quito, 2 de octubre)
El jueves 3 de octubre, varias organizaciones sociales de todo el país llaman a realizar un paro nacional. La CONAIE junto a sectores del sindicalismo tradicional, apoyan el paro con el objetivo de expresar su oposición al paquete de medidas del Gobierno. Este anuncio conllevó el inicio de una serie de movilizaciones en distintas localidades del país y asambleas permanentes en diversos territorios. La intensificación del Paro en Quito es apoyada con una masiva movilización indígena hacia la capital.
Se demanda la derogación inmediata del “paquetazo”, es decir, del Decreto 883 expedido por el Gobierno. Cabe señalar, sin embargo, que del 3 al 7 de octubre quienes sostuvieron las protestas y disturbios en las calles no fueron los indígenas sino las heterogéneas masas proletarias de la ciudad. Así como también, que desde el 3 de octubre el gobierno decretó el estado de excepción y reprimió brutalmente a los manifestantes.
Desde la mañana del 4 de octubre hubo presencia militar y policial en varios sectores del país, tanto para enfrentar las continuas protestas como para garantizar el transporte. Los transportistas anunciaron el fin de su paro para iniciar el diálogo con el gobierno. Y a pesar de este intento rompehuelga de la mafia dirigencial de los transportistas, el Paro siguió en pie, incluyendo la participación de algunas bases de los mismos transportistas. Mientras que, en Guayaquil, se registraron también saqueos en algunos comercios.
El día 5 la CONAIE decretó un "estado de excepción" en todos los territorios indígenas, anunciando la retención del personal de la fuerza pública para que sean sometidos a la justicia indígena (baño de agua helada, ortigazos y latigazos). Tales retenciones ya venían sucediendo en lugares como Alausí donde 47 militares permanecían retenidos hasta la llegada de la gobernadora. Al mismo tiempo, anuncia una gran movilización hacia Quito.
El día 6, en el Puente de la Unidad Nacional (Guayaquil), se crea un cerco militar y policial. En Azuay, se registra el primer muerto. En Quito, se reciben donaciones en la sede de la CONAIE. En horas de la noche, ingresan tanques militares al centro histórico de la capital. El ministro de defensa Oswaldo Jarrín y la ministra de gobierno María Paula Romo dan una cadena nacional en horas de la noche donde dicen que no son tanques sino “blindados”, que «no existen territorios indígenas» sino sólo del Estado nacional, amenazan con «no desafiar a las fuerzas armadas», descalifican las protestas “violentas” y las “noticias falsas”, y justifican el terrorismo de Estado y las mentiras de la prensa.
El día 7, más de 20.000 «indígenas llegaron a Quito y fueron recibidos con aplausos por la población de la ciudad. Los intentos de contener el avance fueron inútiles: tanquetas incendiadas, comisarías destruidas y policías huyendo (…), a la par que llegaban miles de manifestantes caminando o en todo tipo de vehículos a la capital ecuatoriana. Mientras, el presidente Lenín Moreno debió huir de la capital y trasladar la Casa de Gobierno a la ciudad de Guayaquil. Se difundieron imágenes en las redes sociales de los edificios de gobierno evacuados mientras el movimiento indígena rodeaba el palacio de gobierno.» (ANRed. Ecuador: movilización histórica en Quito hace huir al gobierno a Guayaquil) También se tomaron la Asamblea Nacional y la Radio Pública.
Se habla entonces de insurrección. Incluso también de “doble poder”, de la “Comuna de Quito”, debido a las ocupaciones, con centros de acopio, ollas comunes, asambleas permanentes y barricadas. Con epicentro en el Parque “El Arbolito” y el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) –a unas cuadras de la Asamblea Nacional y la Contraloría General del Estado– estas ocupaciones se mantuvieron hasta el último día del paro.
El día 9 de octubre, es el 7° día de Paro Nacional y se convoca a una gran huelga general. Se registran fuertes enfrentamientos callejeros y una brutal represión policial a tal punto que, en horas de la noche, la policía lanza bombas lacrimógenas a los “centros de paz” donde se encontraban mujeres y niños.
Para entonces, las masas proletarias, de las cuales los indígenas son una parte fundamental, se han lanzado a las calles y carreteras de todo el país, con actos de solidaridad y rebeldía que los principales medios de información intentan cercar, encubrir y falsificar. Se ocupa temporalmente la Asamblea Nacional (digamos, el congreso), se ocupan e incendian comisarías y otros edificios públicos. Se capturan militares y policías e incendian sus vehículos, se extiende la lucha en diversas ciudades con ollas comunes al calor de las barricadas, continúan ocupados pozos petroleros(1) y se ocupan Gobernaciones en algunas provincias de la Amazonía y la Sierra. También se realizan cacerolazos, cortes de ruta y marchas en muchos lugares del país. Las masas proletarias en el campo defienden sus territorios y ponen en fuga a los militares, bajando luego a las ciudades a formar parte de la insurrección. La lucha no sólo ha destruido el sórdido mutismo de la rutina capitalista, sino que también ha roto el aislamiento y ha permitido el encuentro rebelde de personas que, hasta hace una semana, jamás se habrían atrevido a hablarse o acercarse. Proliferan las asambleas autoorganizadas y las redes de solidaridad.
Compartimos extractos de un
panfleto de ese día realizado «desde donde las papas queman», firmado por un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial:
«Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).
No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables:
• Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes.
• Derogar el estado de excepción y el toque de queda.
• Derrocar todos "los poderes" del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces.
• No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre. Autogobierno de las masas.
• Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente.
• Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad.
• Expulsar a la Minería y al FMI.
• Liberar a los compañeros detenidos.
• Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado.
• Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo.
Proletari@s en lucha de este país:
Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases.
Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. (…) ¡Vamos hacia la Vida!»
Debido a la brutal represión del día 9, el 10 amanece con este parte de guerra: «7 muertos, de los cuales 1 recién nacido; 95 heridos graves, más de 500 heridos leves; 83 desaparecidos, de los cuales 47 menores de edad; más de 800 detenidos, de los cuales la mayoría en recintos policiales y militares; 57 periodistas agredidos por la policía; 13 periodistas encarcelados; 9 medios de comunicación intervenidos; 26 políticos apresados; además se reporta la detención arbitraria de 14 ciudadanos venezolanos que no participaban de las marchas» (Coordinadora Ecuatoriana de Contrainformación). Por ello, este es un día de luto, pero también de protestas, policías retenidos, asambleas, marchas y resistencia. En efecto, el 10 en el Ágora de la CCE en Quito, los indígenas retuvieron a 8 policías, solicitando al de más antigüedad que se contactara con el comandante de la policía para que se detenga la represión y derogue el decreto 883. En el mismo lugar se realizaron ceremonias fúnebres para los manifestantes fallecidos. Allí estuvieron 31 periodistas, quienes de acuerdo con la CONAIE «no están secuestrados, están con el pueblo para garantizar el derecho a la información», mientras la Ágora era cerrada como una medida de seguridad.
El día 11 «en el Ecuador era el noveno día de paro y los ecuatorianos ya habían perdido la cabeza. Ese día se inició con el nuevo tarifario para el transporte público [de 25 ctvs. a 35 ctvs. de dólar]. También, con la declaratoria de emergencia en el sector florícola del país. (…) El presidente de Expoflores, Alejandro Martínez, dijo que “si no se retoman las actividades se perderán alrededor de 20 mil toneladas de flores que llegan a ser más de 250 millones de dólares”. La movilización de los indígenas continuaba. (…) La producción petrolera ya había perdido más del 50 % de su producción. Había más de mil detenidos, según los datos de la Defensoría del Pueblo. A las afueras de la Asamblea Nacional se desarrollaba una protesta pacífica. Cientos de mujeres indígenas gritaban: “Somos mujeres, no somos delincuentes”. Para ese día también varios grupos feministas de la capital se unieron a la protesta indígena. Pero la Policía (despúes de sacar una bandera blanca para ganar tiempo y hacerse de más municiones) reprimió a los manifestantes pacíficos y lanzó bombas lacrimógenas. “Fuimos engañados”, dijo una mujer shuar, que contó lo que sucedió en la Asamblea. En sus redes sociales, la Policía denunciaba las agresiones en contra de sus miembros y explicaba que ese tipo de comportamiento “tuvo una preparación en combate”. Ese 11 de octubre, en Quito, se escucharon varias explosiones por la noche. La ministra Romo dijo que la explosión más fuerte que se oyó fue producida por un tanque de gas. La zona de El Arbolito ya era área de combate.» (La Barra Espaciadora. La crisis de octubre, día a día) A pesar del toque de queda y la represión, las barricadas de El Arbolito, cada vez mejor organizadas y resistentes, duraron toda la noche hasta las cinco de la mañana.
El 12 de octubre, aniversario de la colonización del continente americano, mientras transcurrían las protestas sucedieron incidentes en las sedes del canal Teleamazonas, el periódico El Comercio y la Contraloría General. También se hicieron piquetes, cacerolazos y marchas en casi todo Quito, en especial en barrios populares del sur, centro y norte de la ciudad, lo cual fue un hecho novedoso durante estas jornadas. Debido a ello, el gobierno decretó el toque de queda sobre Quito desde las 15:00 y corrían rumores de que la Policía iba a desalojar violentamente el Ágora de la CCE (terror psicológico de Estado), mientras que en el resto del país (donde también había protestas) el toque de queda se mantuvo como antes, es decir desde las 20:00 hasta las 05:00. Previamente indicó que revisaría el decreto que eliminaba los subsidios, tras el anuncio de la CONAIE de aceptar el diálogo directo, a lo que también se integró el FUT y el FP. Evidentemente ya se estaba cocinando la conciliación bajo el argumento de “evitar más derramamiento de sangre”.
El 13, la ciudad de Quito amanecía bajo el toque de queda que duró hasta la tarde, cuando el gobierno lo suspendió para que los dirigentes de la CONAIE puedan movilizarse al punto de encuentro. Dicha reunión sucedió hacia la noche, tras la cual se consiguió la derogatoria del decreto 883 (el cual fue la chispa que encendió la mecha), que finalmente quedaría sin efecto a primera hora del martes 15 de octubre. Una victoria parcial con sabor amargo, debido a que no se derogaron las reformas laborales y el “acuerdo” con el FMI, no renunciaron los ministros y el presidente asesino, y debido a todos los compañeros muertos, heridos y encarcelados. Esa misma noche los dirigentes indígenas depusieron las medidas de hecho, hicieron un llamado a la paz en las calles y habilitación de las vías del país.
El día lunes 14 de octubre comenzó el tratamiento de la derogación del decreto 883 (el cual fue la chispa que encendió la mecha). El acuerdo no ha impedido que se extiendan las detenciones y allanamientos de personas que han impulsado la agitación social en la ciudad de Quito, es más, podríamos decir que esta represión selectiva decanta indirectamente de estas negociaciones. La CONAIE junto con la ciudadanía organizan una mega “minga de limpieza” de los espacios ocupados durante los 11 días de revuelta en Quito, que significa librar todo el territorio que estaba dispuesto al conflicto de barricadas y cualquier registro de las revueltas, para dejarlo al control del Estado. De todos modos,
al igual que en el resto de países donde se da marcha atrás con el desencadenante de las revueltas esto ya no alcanza porque el problema no es un único aumento o un paquete de medidas, sino algo mucho más grande.
(1) Ecuador dejó de producir 63.250 barriles de crudo al día por ocupación
de pozos. Al menos tres campos petroleros suspendieron sus operaciones
al ser ocupadas varias instalaciones por «personas ajenas a la
operación», según informó el lunes 7 el Ministerio de Energía.