jueves, 30 de julio de 2020

¡SANTIAGO PRESENTE!

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Luchamos contra el olvido, porque el principio del olvido es la muerte misma. Porque la muerte de un compañero que nos da la represión es muerte que nos cruza en el camino de la vida y la lucha. Eso no la hace menos mortal, pero sí menos individual. Y es esa misma lucha, la que no nos permite olvidar que este y tantos compañeros y compañeras que hoy no nombramos, existieron y combatieron sus leyes, su normalidad, su paz.

A un mes de su desaparición decíamos: «No hablemos el lenguaje de los amos, sino el de los rebeldes, con las heridas abiertas y los puños cerrados.»

Aunque el manojo de palabras y actos no alcancen para detener el látigo feroz que nos azota, con nuestro grito damos cuenta de la magnitud de la herida y el porqué de esa herida que irradia luz como un rayo que, en estos días oscuros, es aún más luz. Con el peso pesado de saber que mientras exista el Estado habrá asesinados, torturados y desaparecidos. Pero ¿cómo callar?

Contra el silencio, el terror, la violencia del Estado asesino, es que publicamos estas palabras a tres años de la desaparición seguida de muerte del compañero anarquista Santiago Maldonado. Reafirmando el significado del 1° de agosto como fecha de lucha y de memoria activa, transformadora. Su contracara, el olvido activo de los asesinados por el Estado, tiene como sentido la aceptación pasiva de la normalidad capitalista. Somos parte de esa memoria rebelde, de luchas, de experiencias y teorizaciones subversivas que no pueden ser simplemente repetidas, y que deben ser permanentemente regeneradas.

Asumimos que la lucha por la memoria de Santiago es más que una lucha frente a su desaparición y asesinato, e incluso más allá de él mismo. Ya que el propio Santiago se encontraba luchando y cortando una ruta en solidaridad con Facundo Jones Huala, hoy encarcelado en la cárcel de Temuco, así como había participado en tantos otros proyectos y luchas.

Queremos recordar y reivindicar a Santiago Maldonado, Brujo, Lechu, Vikingo, ese que jodía, que tatuaba, que pintaba, que rapeaba, a quien le hubiera gustado vivir sin amos ni reinos del dinero, que luchó con alegría y cuya muerte fue, justamente, en esa tensión entre lo posible y lo imposible.

A la vez, volvemos a hablar de terrorismo de Estado y hacer presentes otras ausencias que surgieron durante este confinamiento obligatorio. El encender en la memoria la chispa de la rebeldía está impregnado de saber que ni los muertos están seguros ante el Estado si este no es combatido y señalado como lo que es.

Este sábado 1 de agosto la memoria y la lucha nos convocan nuevamente. En Rosario nos encontramos a las 16hs. en plaza Sarmiento.

¡TERRORISTA ES EL ESTADO!

Entre los métodos coercitivos estatales, las desapariciones forzadas sobresalen por su terror. De un lado, las fuerzas armadas con la Ley a su favor, y por el otro, familiares, amigos y compañeros que no pueden encontrar vivo o muerto a un ser querido. En Argentina se cuentan al menos 200 desaparecidos desde la vuelta a la democracia.

Distintos testimonios a lo largo de los años comienzan con el último momento compartido, sea un abrazo, una visita, una protesta, o directamente presenciando la detención por parte de las fuerzas represivas. Estas historias, a diferencia del resto de los asesinatos del Estado, en cárceles, calles o comisarías, tienen en común la ausencia de un cadáver que permita afirmar la muerte de la persona: los responsables de la desaparición no dan explicaciones de las mismas.

En esa excepcional y espeluznante situación se mueven quienes buscan a un desaparecido, cuando irrumpe sobre la vida cotidiana la dimensión de lo inexplicable, el entierro sin entierro, esa presencia de una ausencia, muchas veces representada con rostros y figuras en papeles y paredes durante actividades callejeras. El peso de la desaparición forzada conlleva la permanente imposibilidad de pensar en algo que no sea “ese tema”, la amputación de cualquier forma de bienestar, sumada a la vigencia del terror y el mandato de silencio. El terror por lo que podría ocurrir con el resto de los seres queridos cercanos y el silencio como modo de defensa ante los demás.

La vida humana tiene un principio y un fin, esto es asimilable. Durante los días, meses o años que se busca un desaparecido se realiza un esfuerzo extremo, no solo físico sino también psíquico, al incorporar el cruel episodio que implica la desaparición de un ser amado. Pero muchas veces, aunque suene trillado, el dolor se convierte en lucha. Aquellos familiares, amigos y compañeros, al igual que quienes han debido enfrentar casos de muertes en prisión o por gatillo fácil, han debido inventar las alternativas y las defensas para asumir su propia realidad.

Pero esto tampoco sucede fácilmente. Al volcarse a la lucha, frente a la ausencia violenta que genera el terrorismo de Estado, también se pierden vínculos de amistad o de trabajo, se es excluido. Aquellos familiares de desaparecidos, encarcelados o asesinados por el Estado, que deciden tomar este camino se convierten en sospechosos, mientras se ven sometidos al pacto de silencio de las Fuerzas Armadas.

El terrorismo de Estado de los ‘70 procedió a la aniquilación física de las personas mediante la
desaparición y el asesinato, a la vez que muchas fueron expulsadas y exiliadas. Desde el retorno a las urnas en el ‘83 hubo un número aproximado de 7.000 asesinatos por parte de las Fuerzas Armadas, pero no se trata de medir la represión con equivalencias numéricas, sino de una cuestión humana.

CONTRA LA REPRESIÓN DE AYER Y HOY

En un mundo donde el pasado se niega y el futuro se percibe amenazante, el ciudadano se hunde en consumos que garantizan una felicidad privada, trabajos mal pagos y una especie de “sálvese quien pueda” y fragmentación social que el confinamiento obligatorio potenció gravemente.

El aislamiento social empeoró las condiciones de vida de todos, especialmente de quienes habitan en los barrios más golpeados por la miseria, están presos, no dependen de un trabajo en blanco o viven en casa con sus maltratadores. Desde los primeros días de confinamiento, cuando todas las fuerzas estatales comenzaban a ordenarse y la retórica de guerra anunciaba lo que se vendría, vimos cómo gran parte de la población avaló el castigo a la desobediencia, cómo los castigadores fueron rabiosos y aplaudidos por su rabia.

En abril se inyectó el terror bajo la mentira de una liberación masiva de presos. En estos meses han trascendido denuncias sobre todo tipo de violencia policial y de las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho del país: golpizas, torturas, asesinatos, violaciones y desaparición forzada, hechos en los que han participado policías federales, provinciales, municipales, gendarmería, prefectura y servicios penitenciarios.

Hoy buscamos a Facundo Castro de 22 años, desaparecido. El 30 de abril por la mañana, Facundo fue interceptado en su viaje a dedo hacia Bahía Blanca por un operativo policial en la localidad de Mayor Buratovich. En el acta labrada se registró que Facundo había violado el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio a las 10 de la mañana. Ese momento quedó registrado en una foto que se hizo viral donde se lo ve a Facundo junto a un policía y el móvil 23360. Cristina, su madre, asegura que a las 13:30 hs. la llamaron desde el teléfono de su hijo y que la comunicación fue “rara”. Escuchó: «Mamá, no tenés idea dónde estoy, no me vas a ver más», lo cual le sonó extraño, ya que él no le decía mamá, sino Bruja.

Un amigo suyo escribía en el facebook: «¿Quién es Facundo? Facundo es el pibe ese que se conoce a todo el pueblo, que sale con el termo y el mate y en el trayecto de un lugar a otro se puso a charlar con todo lo que se cruzó en el camino, un amigo, un hermano y un hijo también, un chico sin maldad, con un exceso de voluntad como pocos la tienen, esa persona que siempre te va a seguir y te va a aconsejar cómo hacer algo porque el siempre conoce una forma mejor y más fácil. Ese pibe que te ayuda a cambiar un foco y termina haciendo explotar toda la instalación eléctrica y se ríe y no le podes decir nada, ese amigo que viene a tu casa se sienta en el sillón prende el tele y se pone a ver videos y cagarse de risa mientras te ceba un mate, es quien pone manos a la obra y se pone a hacerte las pizzas en tu cumpleaños y sabés que se le van a quemar la mitad pero lo dejás porque lo hace de corazón y lo que vale siempre es la intención, es ese último comentario pícaro que te deja retorciéndose de risa por horas, ese chico que anda con auriculares por la calle cantando hiphop y rap, esa persona que no desaparecería porque sí, porque aún tiene mucho que enseñar y darle a su gente, ¿dónde estás amigo? #dondeestakufa »

Luis Espinoza, acusado de infringir la cuarentena, fue asesinado y desaparecido en manos de la policía en la provincia de Tucumán. Dos policías implicados confesaron que luego de asesinar al peón rural trasladaron el cuerpo en el auto del comisario desde el paraje de Melcho hasta la comisaría de la localidad de Monteagudo. Finalmente, allí lo envolvieron con plástico y una frazada, lo ataron con sogas y luego lo tiraron de un barranco de 150 metros de profundidad en la zona de Andalgalá, límite de Tucumán con Catamarca. A partir de estos datos pudieron encontrar el cuerpo.

En Santa Rosa de Conlara (San Luis) Florencia Magalí Morales apareció “suicidada” en la celda de una comisaría. En la misma provincia, más precisamente en Villa Mercedes, a Franco Maranguello de 16 años se lo llevó un patrullero de la puerta de su casa por estar en un horario no permitido en cuarentena y a las dos horas, cuando su mamá lo fue a buscar a la Comisaría del Menor, le dijeron que se había ahorcado.

En la ciudad de Buenos Aires, Facundo Escalso fue fusilado de cuatro tiros por la Gendarmería en el Bajo Flores. En Avellaneda, Lucas Barrios fue acribillado de 18 balazos por la policía federal. Nahuel Gómez, Rubén Sarso, Alan Maidana, Augusto Iturralde, Diego Arzamendia y Fernando Leguizamón, son algunos de los tantos asesinados en la provincia de Buenos Aires a manos de las fuerzas represivas. Según la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), solo en dicha provincia ha habido 27 asesinatos por gatillo fácil confirmados en los cuatro meses de cuarentena, muchos de los cuales ni siquiera trascendieron en los medios de comunicación. Estiman que los casos son muchos más, y señalan que el gatillo fácil no disminuyó significativamente a pesar del brusco descenso de circulación de personas en la vía pública.

José Antonio Ávila fue asesinado a quemarropa por la policía de Córdoba. Walter Ceferino Nadal, asesinado por la policía provincial de Tucumán, gritó que no podía respirar, pero los policías continuaron asfixiándolo hasta la muerte, tal como en el conocido asesinato policial de George Floyd en Estados Unidos. Como podemos ver, en el norte de Argentina o en Minneapolis, la policía puede asesinar también con armas no letales, con la fuerza bruta, la superioridad numérica y la pasividad ciudadana expectante.

La represión sirve también como advertencia y disciplinamiento para el resto. En este sentido la represión no es un hecho extraordinario sino un momento necesario de la normalidad y reproducción capitalistas.

Sumidos en la rabia, la tristeza, la acción y la solidaridad que nos causan estos atropellos, brutales atropellos, no queremos alimentar un sentimiento de derrota, miedo y victimización. Queremos continuar expresando a viva voz que esto no es simplemente la responsabilidad de unos milicos descarriados, de una policía corrupta, de tal o cual gobierno “fascista”. Todos estos responsables directos deberían tener su merecido, pero además todo este sistema de muerte debe ser combatido para acabar de una vez por todas con la represión y la violencia estatal capitalista de ayer, hoy y mañana.

VIOLENCIA ESTATAL Y RESISTENCIA EN LA PATAGONIA

El 1° de agosto de 2017 hubo una represión en Pu Lof en resistencia, departamento Cushamen, en las cercanías de Esquel, Provincia de Chubut. Allí desaparecen a Santiago. Esta represión se complementa con otras anteriores a su desaparición, así como con posteriores situaciones represivas, de amedrentamiento y jugadas jurídico-mediáticas los días siguientes mientras comenzaba su búsqueda.

Es necesario remarcarlo: durante años las comunidades mapuche de la Patagonia, al menos las que se han inclinado a la lucha antes que a la negociación, vienen resistiendo de diversas maneras el despojo y la contaminación del territorio frente a distintos proyectos de índole extractivista, así como a la represión y violencia policial permanente en los barrios periféricos en los que son confinados. El pueblo mapuche, que no es chileno ni argentino, tiene una larga tradición de combate y desde mediados de los ‘90 encabezó distintas experiencias de recuperación y resistencia territorial. Hablamos sobre todo de Chubut, Río Negro y Neuquén. Aunque se trata de una explicación geográficamente muy amplia, sirve para reforzar que, por un lado, ni la represión, ni la recuperación territorial surgieron ese día de modo espontáneo y, por otro, que no hay un solo grupo o modo de lucha y organización del pueblo mapuche.

Si hablamos particularmente de la recuperación de tierras en la que Santiago estaba brindando su apoyo, podríamos mencionar al menos brevemente que en 2015 se dio inicio a dicho proceso en tierras productivas de la Compañía de Tierras del Sud Argentino, perteneciente a la multinacional Benetton, la cual fue acompañada por diversas reivindicaciones del Movimiento Mapuche Autónomo del Puelmapu. Esta cuestión no pasó desapercibida para ninguno de los capitalistas de la zona, por lo que se inician las tareas de identificación de los miembros de las comunidades y familias que participan en el conflicto con el fin de neutralizarlas. Los señalan como extremistas delincuentes y criminalizan sus expresiones combativas, buscando aislarlas para posteriormente hacerlos foco de una crueldad y violencia aterradoras. La tensión, además de la provocada por la propia recuperación de Cushamen, giró en torno a diferentes demandas territoriales específicas, como el cese de paso de un tren turístico, o antirrepresivas, como la liberación de Facundo Jones Huala.

La búsqueda o intento de recuperación de un modo de vida ancestral a través del control territorial efectivo, tan opuesta al mundo de la devastación y la prepotencia de los dueños de todo en la Patagonia, trajo como contragolpe una dura reacción por parte del Estado y sus gendarmes, la cual fue fomentada por la prensa, aplaudida por los burgueses y amparada por su ley para proteger su paz.

Ya en enero de 2017, gendarmes y policías atacan la comunidad con un saldo de detenidos y heridos, dos muy gravemente. Dicho escenario es la antesala de la segunda detención de Facundo Jones Huala, lonko de la comunidad, que ya había sido detenido y liberado en 2016. Esto ocurre a manos de gendarmería el 28 de junio. A un mes de la detención hay protesta y represión en Esquel y Bariloche. Santiago lucha anónimamente con tantos otros en aquel entonces.

Finalmente, el martes 1° de agosto, en la ruta 40 se realiza un corte para visibilizar la situación. El Estado envía a gendarmería para desalojar el corte y se desata la cacería. Aquí es donde, tras entrar los gendarmes a balazo limpio, los compañeros van arrojándose y cruzando el río como pueden, mientras los gendarmes disparan sin cesar un momento. Allí se verá por última vez al Lechu, con agua hasta las rodillas y los gendarmes en la orilla.

Tras meses de lucha, su cuerpo es plantado 400 metros río arriba desde donde se lo vio por última vez.

ACTUALIZACIÓN DE LA LUCHA MAPUCHE

«Hoy 23 de julio estamos haciendo un corte y barricadas en acompañamiento a nuestra autoridad el machi Celestino Córdova, a todos los presos políticos y al lonko Facundo Huala que está haciendo huelga de hambre y a todos los presos políticos que están en huelga de hambre en Temuco y en todas las cárceles de Gullu Mapu. Desde acá, desde el Puel Mapu seguimos luchando, alentando la autonomía y la reconstrucción de nuestro pueblo ancestral mapuche. ¡Así que newén machi Celestino Córdova! Aquí en el Puel Mapu y en el Gullu Mapu seguiremos luchando con todo el newén de todos los weichafe y los toki, los machi y los lonkos. Seguiremos luchando con todo el newén del weichafe Rafael Nahuel. Desde el Relmu Lafken seguimos apoyando al machi Celestino y a todos los presos políticos.»

Las palabras de este weichafe de Lafken Winkul Mapu durante el corte de la ruta 40 en las proximidades de Villa Mascardi dan un panorama acerca de cómo se está desarrollando la lucha en el sur.

Del otro lado de la cordillera, el machi —referente espiritual— Celestino Córdova se encuentra en huelga de hambre desde hace casi tres meses. En un delicado estado de salud, actualmente se encuentra internado en el hospital de Nueva Imperial, luego de ser trasladado desde la cárcel de Temuco. Su drástica decisión es para exigir la prisión domiciliaria. Córdova es el único acusado del asesinato del matrimonio terrateniente Luchsinger-Mackay en enero de 2013.

Desde el 19 de julio, siete comuneros se han sumado a la medida de fuerza, entre ellos Facundo Jones Huala. Los presos políticos mapuche en huelga de hambre suman un total de 27, entre las cárceles de Temuco, Lebu y Angol.

Las manifestaciones de apoyo se han multiplicado y son parte de la tensión social que nuevamente emerge tras las enormes movilizaciones del verano pasado y que la represión, gracias a la llamada pandemia, había intentado callar.

En tierras patagónicas, el hostigamiento estatal a las comunidades en lucha ha continuado durante los últimos meses. Así lo manifestaron desde Cushamen, Lafken Winkul Mapu y Buenuleo. Estas dos últimas, en las cercanías de Bariloche, han sido atacadas violentamente por matones y policías, pero la resistencia continúa.

El 10 de julio Lautaro Gonzales Curruhuinca, compañero de Rafael Nahuel, emitió desde la clandestinidad un comunicado del cual compartimos algunos fragmentos:

«Mi respuesta es que seguiré con la misma postura, de no humillarme ante nadie ni negociar, ni pedir justicia por el peñi Rafael Nahuel Yem ni por nadie. Pedir justicia es creer en ellos. Creer que nuestros enemigos pueden ser justos. Porque mientras la justicia trabaje para cuidar los intereses de los terratenientes, empresarios y los intereses del estado, no habrá justicia para nadie, menos para el pueblo mapuche.»

¡Aparición con vida de Facundo Castro!

sábado, 25 de julio de 2020

Una reflexión a orillas del río

Panfleto repartido el 25 de julio en el corte del puente Rosario-Victoria contra las quemas en las islas

Una vez más nos estamos encontrando.

El espectáculo horroroso del que somos testigos nos trajo hasta aquí para manifestarnos, para gritar, para juntarnos en este tiempo de aislamiento oficial.

Invitamos a reflexionar acerca de todos los atropellos que se llevan adelante contra la vida, que en este caso pone en el centro de la problemática al humedal, por la situación inmediata que se viene repitiendo hace varias semanas de quema permanente de montes y pastizales.

Queremos centrarnos en las acciones que se vienen llevando adelante, sus limitaciones y posibles escenarios de acción. En este sentido, vale recalcar que lo que nos une ante esta situación es la lucha, y que lo único que puede poner en tensión la urgencia de los incendios es la acción colectiva, en el seno de la movilización misma.

La impotencia de los primeros días se transformó en asambleas y encuentros y, sin que nadie nos lo ordene, y aunque más de uno nos haya tratado de delincuentes, el fin de semana pasado cortamos este puente y obstruimos por unas horas la normalidad. Esa normalidad basada en la circulación de mercancías, donde la destrucción de la naturaleza es el núcleo fundamental.

Hay mucha gente que se moviliza sinceramente, pidiendo una Ley de Humedales, una producción sustentable en las islas o un Parque Nacional. Estas soluciones se pintan como realistas e inmediatas pero ¿atacan al problema de fondo?

Desde la reforma del ‘94, la necesidad de una vida sana, reducida a derecho legal, se encuentra consagrada en el artículo 41 de la Constitución Nacional. En ese sentido, Argentina suscribe a todos los acuerdos ambientales internacionales: Protocolo de Kyoto, Protocolo de Montreal, Convención de Humedales y otros. También desde esa reforma, en el artículo 75 inciso 17 se reconoce la preexistencia al Estado de los pueblos originarios y sus territorios. Argentina también ha sido pionera en la creación de áreas protegidas. En 1922 crea el Parque Nacional del Sud, actual Nahuel Huapi, tercero del mundo después del Yellowstone en EEUU (1872) y el Banff en Canadá (1885). En cuestión de humedales, también participa del Convenio Ramsar.

Sin embargo, la realidad ha sido y es bien distinta tras las abstracciones de la legalidad. Desde los años 90 y en especial en los últimos veinte años, la destrucción de la naturaleza ha llegado a límites brutales. La expansión de la frontera agrícola se aceleró como pocas veces en la historia y la comida transgénica puebla nuestras mesas como nunca. 500 millones de litros de agrotóxicos son vertidos cada año en toda el área productiva agroindustrial. Entre 1998 y 2017 se arrasaron más de cinco millones de hectáreas de monte nativo, parte de los 35 millones que se desmontaron en total en el Cono Sur. El éxodo del campo a la ciudad no se detiene y las comunidades rurales, tanto criollas como indígenas, siguen siendo desalojadas, asediadas y reprimidas. Como corolario del histórico apriete que sufren las poblaciones que quedan dentro de los límites de áreas protegidas, en noviembre del 2017, por defender la tierra y la vida de su comunidad, Rafael Nahuel fue asesinado de un balazo en la espalda por Prefectura Naval tras una denuncia de Parques.

Entonces, queremos hacer la pregunta: ¿se podrá frenar todo este desastre con una ley? ¿Son más leyes lo que necesitamos?

El intendente Javkin en recientes declaraciones se lavó las manos, como si no pudiera hacer nada, afirmando que es un problema de Entre Ríos. El ministro de ambiente de la Nación, Juan Cabandié, anticipó en estos días una nueva figura legal, los “faros de preservación”, que daría una solución “de fondo” al problema del humo. Una vez más, el ojo vigilante y controlador señalará a quienes recorremos las islas, pero no a las ganancias de los ganaderos.

Queremos respirar aire puro, queremos caminar por los montes siendo parte de ellos, queremos bañarnos en el río como tantos miles de personas lo hicieron en el pasado. Queremos que otras especies animales sigan su vida tranquilamente, sin agrotóxicos, sin incendios, sin dragados ni alambrados.

El río, como todo lo que llamamos ‘naturaleza’, se halla en permanente cambio. Vida y muerte son una parte constitutiva suya: fluye, se seca, renace, observamos los cambios de color de los ciclos de su flora. Un día aquí una isla desaparece y otro día emerge un banco de arena que mañana será un monte tupido. Toda esa vida en constante ebullición, ¿cabe en la letra muerta de una ley de escritorio? ¿Es algo que se pueda vender al precio de una entrada, cual museo natural? ¿Tiene un funcionario político la sensibilidad de entender todo esto?

Compañeras y compañeros, esta lucha la hacemos entre todos. No es una guerra contra Entre Ríos, ni tampoco debemos permitir que sea el trampolín para que los especialistas de hoy sean los funcionarios de mañana. De este modo, discutamos las acciones que queramos llevar adelante entre nosotros y si los políticos tienen que enterarse, será por nuestras propias actividades, por el eco que de ellas se haga, y no por la invitación a una instancia en particular.

Sigamos luchando y encontrándonos. Sigamos conversando sobre hacia dónde queremos ir.

Después de todo, si hemos observado bien, sabremos que cuando el río se desborda es cuando más fecunda se vuelve la tierra...


Rosario, 25 de julio de 2020

Boletín La Oveja Negra
boletinlaovejanegra.blogspot.com


* Ver Ecocidio en el humedal (La Oveja Negra nro.71)

jueves, 2 de julio de 2020

ECOCIDIO EN EL HUMEDAL

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Durante varias semanas del mes de junio la ciudad de Rosario amaneció y anocheció bajo una espesa niebla de humo proveniente de la quema de pastizales y montes de las islas, al otro lado del río Paraná. Este humo que se cernía sobre la ciudad como la bruma de una película de ciencia ficción afecta las vías respiratorias y produce alergias e irritación ocular, al punto de que muchas personas sufren severas consecuencias en su salud.

Sin embargo, el problema de fondo es aún peor que el humo que llegó a nuestras narices aprisionadas tras los barbijos. La quema agudizada durante los últimos meses es una práctica común entre los productores ganaderos en las islas de Entre Ríos. El motivo es la progresiva extensión de los terrenos a explotar, así como la rápida preparación de los mismos para la alimentación de su ganado y ahuyentar otros animales que consideran plagas. Las llamas, que han arrasado miles de hectáreas en diferentes focos, dañan principalmente el entorno inmediato donde cientos de especies animales y vegetales mueren o se ven desplazadas como consecuencia del fuego y la asfixia.

Esta expansión es inseparable de una mucho más amplia: la de las fronteras del agro en todo el territorio. Si bien los transgénicos han provocado una intensificación del proceso, esto no puede llevarnos a sacralizar la producción agropecuaria anterior a su implementación, donde la quema, los agrotóxicos y el desmonte eran prácticas usuales. Es necesario comprender que la forma en que se produce en cada sector en cada momento está determinada por lo que dicta la tasa de ganancia, y toda discusión acerca de las “buenas prácticas” es un terreno completamente infértil si no se plantea una crítica profunda al sistema productivo en su conjunto.

El desastre en el humedal no solo se realiza a través de la quema de pastizales y deforestación por parte de quienes ostentan ser sus dueños. No debe olvidarse toda una serie de ataques contra la vida y el ecosistema que se desarrolla en esta zona: la nueva industria turística emergente­—y en este caso también podemos referirnos a todos aquellos que visitan el río con sus vehículos acuáticos motorizados y los evidentes daños que producen—; los terraplenes y elevaciones artificiales de los terrenos; la inescrupulosa actividad pesquera y de caza de animales silvestres (se puede ver cómo, a medida que pasa el tiempo, cada vez son menos las especies animales que siguen habitando los humedales); esto sumado a los desechos cloacales y tóxicos vertidos al río provenientes de las instituciones “sanitarias” e industriales de la ciudad de Rosario y sus alrededores, y los residuos de los pesticidas utilizados en el vasto territorio que conforma la cuenca del río Paraná.

Los incendios provocados en las islas son solo otro eslabón en una cadena de avance sobre el territorio en la región. Ayer fue el puente Rosario-Victoria, inaugurado hace tan solo 17 años. Facilitando el transporte y la comunicación entre las dos provincias, así como el acceso por tierra a muchas de las islas para facilitar su explotación, esta megaobra significó y significa un ataque directo a las diversas especies de la zona, así como a los habitantes de las islas y quienes se sustentan de la pesca a pequeña escala. Y aunque ahora sea parte del paisaje, el puente no estuvo siempre allí. Cada desastre se cimienta sobre otro, y es por eso que, aunque todo sea parte del mismo problema, es importante oponernos a los nuevos ataques, advirtiendo además la interrelación existente.

La próxima catástrofe local es la ampliación del dragado del río Paraná. En abril de 2021, la concesión del dragado se renovará con una profundización y ensanchamiento del canal para los buques de carga. Uno de los interesados en dicha concesión es China, el ya principal comprador de soja argentina. Representantes de China Communications Construction Co (CCCC), el gigante de la construcción estatal en ese país, ofrecieron al gobierno argentino darle mayor profundidad al río Paraná, la principal vía fluvial de Argentina para el transporte y exportación de productos agrícolas. Marcos De Vincenzi, gerente de dragado de Servimagnus, socio local de CCCC, dijo: «Creemos que el dragado de la vía fluvial debe actualizarse para satisfacer sus nuevas necesidades de tráfico y comercio» y agregó «cada pie de profundidad adicional aumentaría la eficiencia al permitir que los barcos transporten desde 1.800 a 2.500 toneladas de carga adicional.»

De los incendios y sus descontentos
Además de organizaciones ecologistas y ONG, personas autoconvocadas nos reunimos en diferentes ocasiones: asambleas, protestas o abrazos simbólicos al río con la propuesta de visibilizar la situación. Sin embargo, lo que primó fue la intención de reducir el problema de los incendios a una cuestión de ilegalidad para que llegue a las agendas políticas y se proceda a la acción judicial con abultadas y efectivas multas para los responsables. Así, se le pide al Estado lo mismo que desde hace años es evidente que no pretende solucionar, y no por un simple desinterés o capricho. Los intereses que están detrás de las quemas son los que defienden, defendieron y defenderán los representantes políticos, los intereses de las ganancias capitalistas que llenan sus bolsillos, sean del partido político que sean.

Como decíamos en el nro. 65 del boletín La Oveja Negra: «Durante toda la “década ganada” nuestra región sufrió el récord de desmonte por motivos agropecuarios, mientras se daba la bienvenida a nuevas inversiones de Monsanto y la minera Barrick Gold. Pero esto tampoco es propio de un gobierno en particular. En la Provincia de Santa Fe, por ejemplo, se pasó de tener casi 6.000.000 de hectáreas de bosques en 1935 a 840.000 en 2002, es decir, en ochenta años se “perdió” un 82% de bosques nativos. “Nada se pierde todo se transforma” dirán los eslóganes apaciguadores de la autoayuda, y en algo tienen razón, bajo la lógica de este sistema no se pierde nada mientras se transforme en valor: esos bosques fueron sistemáticamente destruidos para la ganancia.»

Los pedidos más o menos ingenuos y fragmentarios hacen que resulte muy simple para los políticos de turno buscar culpables particulares con nombre y apellido y dejar intacta la cuestión de raíz que acecha la vida, no solo del río Paraná y sus humedales sino de toda la naturaleza en su conjunto. El intendente de la ciudad de Rosario y el chovinismo provincial tienen la caradurez de considerar “una provocación” de la vecina provincia de Entre Ríos el recrudecimiento de los incendios tras firmarse un acta por el cese de las quemas durante 180 días. En otras ocasiones habrán sido y serán ellos mismos los que avalen todo este tipo de atropellos. Finalmente fue un diluvio el que apagó el fuego.

Quizás una lluvia intensa vuelva a parar un próximo incendio, y probablemente los dueños de los campos no pagarán sus multas. Lo seguro es que las organizaciones ciudadanas y ciudadanistas seguirán pidiendo que se apruebe tal o cual legislación. Actuando como correa de transmisión entre el Estado y quienes quieran parar las nocividades. Aplicando al odio y el amor genuinos de los movimientos sociales, el ungüento tranquilizador del suplicio legal y la confianza en los políticos y los empresarios. No es casual ni ingenuo que quienes se erigen como representantes de las manifestaciones suelen ser los presentadores compulsivos de proyectos de ley o de “producción sustentable” para el municipio, quienes hacen carrera política y a fin de cuentas progresan gracias a la mano del Estado.

Otra de las propuestas es la declaración de un Parque Nacional (1) en la zona, lo que significa poner a la naturaleza como un museo, santuario o vidriera donde se debe pedir permiso y pagar para poder circular. Con la lógica estatal del “cuidado” tan a la moda, la única forma de preservación de la vida se presenta como la prohibición y la regulación por parte del Estado, en este caso de ciertos territorios delimitados, mientras el resto es librado al uso indiscriminado de sus propietarios. Destinados al turismo o a la producción, en ambos casos se trata de la continuidad de la desposesión del ser humano de sus medios de vida y su brutal separación del entorno natural. Así, finalmente se cumplirá aquello de “el Paraná no se toca”, mientras con el Paraná se negocia.

Sumado a esto, el ciudadanismo, en este caso ecologista, desalienta las manifestaciones que apuntan al paro de la producción y circulación de las mercancías, haciendo llamados a seguir hablando en el lenguaje de los amos. “Jamás cometeríamos un delito para denunciar otro delito” decían. Es necesario tener en claro y seguir remarcando que este tipo de razonamientos solo nos llevarán a seguir sumidos en esta lógica de muerte y opresión, que el río Paraná junto con todo su ecosistema es hoy el foco de una problemática, pero el capitalismo no reconoce límites.

La Ley no es lo justo, es solo un consenso entre los burgueses para proteger sus propiedades, cuando se trata de aplicarla en ellos son solo papel mojado. Sin desobediencia no solo no hay revolución, sino el más mínimo cambio en beneficio de la clase de explotados y oprimidos de esta sociedad.

Un río no es frontera
Otra cuestión no menos importante es que no se puede limitar la problemática a una frontera que no existe para un metabolismo natural. Estos incendios no pueden aislarse de los ocurridos en la selva amazónica, ni de los desmontes del Chaco, solo por nombrar los más cercanos. Y esto desnuda el hecho de que una solución no podría venir jamás de tal o cual político o ley que se apruebe. Y no lo decimos para bajar los brazos o porque no nos parezca importante luchar por lo inmediato, para que se deje de prender fuego la vida a nuestro alrededor, sino todo lo contrario, escribimos estas reflexiones porque vemos que se está dando siempre la misma batalla inútilmente.

Como en todas las situaciones en las cuales somos bombardeados por los medios de comunicación, los temas de conversación se vuelven virales y todos pueden opinar a través de las redes sociales, surgen los comentarios del tipo de “cuando pasa en Australia todos se preocupan, pero cuando pasa acá enfrente no”. Esta clase de comentarios solo sirven para minimizar los hechos y perder de vista que todos tienen el mismo origen: la producción de valor. Parecería que solo por estar más cerca nos tenemos que preocupar, cuando incluso incendios ocurridos en lugares tan lejanos como Australia también nos afectan, aunque no sintamos el humo. Pero los ríos y los bosques no tienen patria, ni compiten en sus desgracias.

En los tiempos que nos están tocando vivir, de distanciamiento social y confinamiento obligatorio, se pretende obligarnos a taparnos la boca para salir a la calle. Durante las semanas de abundante humo en la ciudad de Rosario, recordábamos las imágenes que nos llegan de ciertas metrópolis orientales, donde no se puede ver el horizonte debido a las espesas nieblas tóxicas y el uso de máscaras es moneda corriente. Pero más allá del acostumbramiento a lo inimaginable, la situación se torna absurda e insostenible. Quienes ven la salud como estadísticas y protocolos, nos obligaron a dañar nuestra salud con el uso de tapabocas, que no solo dejan pasar el humo, sino que además reducen la capacidad respiratoria.

No nos callemos, no nos tapemos la boca ante la codicia mercantil y predadora de la vida.


Nota:
(1) No olvidemos que en el año 2017 Rafael Nahuel caía asesinado por el Estado, en nombre del cuidado de los parques nacionales. Ver La Oveja Negra nro.59: Parques nacionales: Naturaleza muerta

CONTROL Y CONFINAMIENTO

La app del gobierno nacional tiernamente llamada “Cuidar”, dice tener como función principal indagar sobre síntomas de los ciudadanos y rastrear pacientes con coronavirus a partir de la geolocalización. Para esto, entre una serie de datos, hay que brindar a través de un autoexamen la temperatura corporal y posibles síntomas de covid-19. El sistema advertirá sobre el carácter de declaración jurada de los datos ingresados por lo que, dicen, es necesario ingresar datos correctos y actualizados.

Su extendido uso está dado principalmente por la posibilidad de tramitar los permisos de circulación a través de la misma, así como también por las idas y vueltas en torno a su obligatoriedad en Capital Federal y el Área Metropolitana, que también se replicó en varias ciudades a lo largo y ancho de este Estado maternal que nos tocó en suerte. En Rosario, por ejemplo, los medios marearon bastante al respecto.

Si bien los diferentes permisos de circulación pueden tramitarse a través del sitio web del gobierno, se insiste con la utilización de la app para estos fines, así como las bondades del “autocuidado” a través de la misma.

La cuestión es que, sin descargarla, se pueden leer las reseñas de los usuarios advirtiendo que la app tiende a diagnosticar Covid-19 y por tanto denegar el permiso de circulación: si te equivocás, si ingresás una temperatura que no excede los 36.8, e incluso cuando se tilda al volver a prenderla. Esto no solo deja impedidas a miles de personas de trasladarse con el permiso otorgado, sino que alimenta aún más el miedo al virus con diagnósticos erróneos, principalmente entre quienes confían en este tipo de tecnologías y en el Estado protector en general. Otra queja es que en los números telefónicos de reclamo no atiende nadie.

En fin, la típica burocracia de oficina pública y largas filas, pero ahora aislados y tecnificada. Entre tanta paranoia de cybercontrol es un hálito de esperanza advertir que la tan publicitada tecnología, a fin de cuentas, no es tan perfecta y siempre hay huecos. Del mismo modo, es posible salir sin el permiso y sortear los controles de la manera que sea posible. Para trabajar, para cuidar un enfermo o simplemente para vivir.

El confinamiento obligatorio y la vigilancia por parte de Estados y empresas privadas no es simplemente un atropello a las libertades civiles. Es un bloqueo a quienes sobrevivimos con trabajos informales, a quienes tenemos que cuidar ¡pero de verdad, no como el Estado! a nuestros enfermos. Es una medida objetiva de ataque a nuestra salud tanto física como mental, en estos tiempos que tan hipócritamente se habla de la salud de los ciudadanos.

Mientras no reivindiquemos nuestras necesidades inmediatas, las protestas contra estas medidas del Estado serán apropiadas por quienes explican la realidad a través de “conspiraciones judeo-masónicas” o quieren que vuelvan los milicos al gobierno, o al menos un Bolsonaro o un Trump. Y los medios de comunicación oficialistas y demás adictos al gobierno seguirán ridiculizando cualquier crítica de las medidas estatales. Comparando la crítica del capitalismo al terraplanismo, mientras promueven una extraña pseudoteoría que promete “un capitalismo donde todos ganen”. Pero la realidad es que simplemente una estupidez es menos popular que la otra, es lo mismo que distingue a una secta de una religión: la legitimidad brindada por el poder económico.

Es sano reírse de la necedad ajena, pero cabe recordar que quienes garantizan la desigualdad social con sus agrotóxicos, su corrupción, su gatillo fácil o su justicia sexista no han sido hasta ahora los terraplanistas.

Si bien es necesario poner en tensión los discursos y las polarizaciones arraigadas localmente de cara a la conflictividad futura, es imprescindible alzar la mirada más allá de las fronteras nacionales, no para analizar estadísticas, sino para hacernos eco de las luchas del proletariado que comienzan a desarrollarse aquí y allá, a pesar del coronavirus y el confinamiento (1). Las revueltas sucedidas a lo largo y ancho de Estados Unidos a partir del asesinato de George Floyd, que se extendieron a diversas ciudades del mundo, o las desatadas en Líbano a raíz de la profunda crisis económica y social, son la clara expresión de nuestras necesidades contra los mandatos de la economía y el Estado. Las medidas desplegadas en la “guerra contra el coronavirus” han agudizado la situación precedente y están llevando al límite de la supervivencia a franjas cada vez más amplias del proletariado a nivel mundial. Las revueltas y diversas expresiones de lucha que comienzan a retomar fuerza en diferentes partes del globo tras el impasse “sanitario”, nos recuerdan que la lucha y reflexión colectivas, la acción directa en las calles, permiten superar fácilmente muchas de las discusiones estériles a las que venimos siendo sometidos en este confinamiento mundial.

Nota:
(1) Recomendamos al respecto El contagio de la revuelta se extiende… ¡Luchas por doquier! del grupo Proletarios Internacionalistas.

LAZO EDICIONES. NUEVO TÍTULO

Capitalismo y Comunismo
Gilles Dauvé

«Cualquier definición económica del comunismo permanece dentro del ámbito de la economía, es decir, de la separación del tiempo y el espacio productivo del resto de la vida. El comunismo no se basa en la satisfacción de las necesidades tal como existen ahora o incluso como podríamos imaginarlas en el futuro. Es un mundo en el que las personas establecen relaciones y se involucran en actos que les permiten alimentarse, cuidarse, alojarse y enseñarse… a sí mismos. El comunismo no es una organización social. Es una actividad. Es una comunidad humana.»

«El comunismo no es un ideal a ser realizado: existe ahora, no como modos de vida alternativos, zonas autónomas o comunidades anti-sistema que serían gestadas en esta sociedad para finalmente convertirla en otra, sino como como un esfuerzo, como una tarea que preparar(se). Es el movimiento que tiende a abolir las condiciones de existencia determinadas por el trabajo asalariado, y que las abolirá solamente a través de la revolución.»

La presente edición contiene una nueva traducción de Capitalismo y comunismo y hemos agregado: En este mundo pero no de este mundo, Comunización y El renegado Kautsky y su discípulo Lenin. Todos los textos de autoría de Gilles Dauvé.

Este y otros títulos de Lazo Ediciones pueden leerse y descargarse en: lazoediciones.blogspot.com

¡SUSCRIBITE A LA BIBLIO!

Durante el mes de junio lanzamos la segunda entrega de esta propuesta con la que buscamos sostener, profundizar y extender vínculos compañeros a lo largo de la región. En esta ocasión incluimos:

Contagio social. Guerra de clases microbiológica en China, que contiene el artículo homónimo del grupo Chuang (China), con el agregado como anexo de nuestro boletín La Oveja Negra nro. 69: Coronavirus y cuestión social.
La Oveja Negra nro. 70 del 1° de mayo: El trabajo es la peste.
Reflexiones sobre el paro del 8M y otros textos, una compilación respecto a la “cuestión de las mujeres” en el capitalismo.
Cuadernos de Negación nro. 14: Notas sobre trabajo doméstico donde analizamos el trabajo de reproducción de la fuerza de trabajo, la familia, la monogamia, la sexualidad y los cuidados, todo esto en relación al trabajo, al salario, al antagonismo social y al Estado.
A propósito de las revueltas de 2019, realizado desde la biblioteca La Caldera de Buenos Aires.
Contra la pandemia del Capital ¡Revolución social! panfleto del grupo Proletarios Internacionalistas.
• De nuestros folletos de bolsillo incluimos la compilación de dos textos acerca de la represión estatal y la lucha. Las palabras de Leonardo Santillán pronunciadas en el Puente Pueyrredón en 2019, donde a su vez recuerda lo ocurrido en 2017 con Santiago Maldonado; y las de Farid El-Yamni, a quien también el Estado (francés) le arrebató un hermano en 2012.

TEMPERAMENTO RADIO NRO.48

• Comentamos y escuchamos el disco compañero «Nada es nuestro»
• Reflexiones sobre las revueltas en EE.UU.
• Audio: Razas Inferiores (fragmentos) Rafael Barrett, octubre de 1909
• Covid­-19 y represión en Argentina
• Audio: ¿No tenemos ministra? ¡No queremos ministra!, región chilena 2020
• Conversamos sobre las nuevas publicaciones realizadas desde la biblio

Los programas pueden escucharse y descargarse en: blog.temperamento-radio.com