viernes, 22 de noviembre de 2019

Video: Rafael Nahuel presente en la lucha




El 25 de noviembre de 2017 Rafael Nahuel (o “Rafita” como le decían concariño) fue asesinado por la espalda por el grupo Albatros. En eldesalojo de una recuperación territorial en la zona del Relmu Lafken, más conocido como lago Mascardi. «Esta recuperación se basa en la necesidad en la cual nos encontramos luego de ser reducidos, reubicados y despojados de nuestra mapu, por parte de los wingka», decía unadeclaración pública de la Lof Lafken Winkul Mapu días antes. 

A dos años seguimos con Rafael Nahuel en la memoria para seguir en la lucha. Compartimos «Espíritu de niño», un texto de Santiago Maldonado.

Realizado por compas de la Biblioteca y Archivo Alberto Ghiraldo
(Rosario)

Más información: 
¡Rafael Nahuel Presente! ¡Terrorista es el Estado! (artículo del Boletín La Oveja Negra, nov.2018)

¡VAMOS HACIA LA VIDA!

«El abismo no nos detiene:
el agua es más bella despeñándose.»
(Vamos hacia la vida. Ricardo Flores Magón, 1907)

En distintas regiones del planeta estalla la revuelta proletaria, sincronizando el hartazgo, pero también la creatividad, la desobediencia, el amor y la rabia. Francia, Hong Kong, Irak, Ecuador, Chile, Líbano, Colombia, Bolivia, Haití (ver anexos) son solo algunos de los países donde ahora mismo o en las últimas semanas se agudiza la lucha de clases.
Por compartir el mismo idioma y por cercanía, pero también por los testimonios de primera mano de compañeros, nos enfocaremos en Ecuador y Chile, siendo Chile además una situación sobresaliente. Sin embargo, no podemos dejar de hacer referencias a otras luchas que vienen de largo aliento como es el caso de Haití o Francia con los denominados “chalecos amarillos”(1).

Sin tampoco desmerecer otras más recientes como en el Líbano donde, tras dos semanas de conflicto que significaran cortes de calle en las principales entradas de la capital, mientras bancos, escuelas y universidades estaban cerrados, el primer ministro debió renunciar(2).

Sí, hemos dicho proletariado, hemos dicho lucha de clases. Aunque nos digan que es algo antiguo, anticuado. Y claro que es antiguo, el proletariado no es una nueva identidad en las góndolas de los supermercados, es una realidad social de hace siglos. Así de anticuados somos quienes día a día, debemos vender nuestra fuerza de trabajo esperando que alguien la compre y esclavizarnos por turnos para alquilar algún lugar, transportarnos, llenar la panza, comprar algún medicamento, distraernos y sobrevivir. Y también quienes no logramos venderla, los llamados “población sobrante”, que hacemos todo tipo de malabares para conseguir algo de dinero para seguir adelante.

Acá o allá nos hablan de derecha e izquierda, de neoliberalismo o populismo, de diferencias políticas, de patrias, pero ocultan lo esencial: el antagonismo de clases.Este significa la imposibilidad material de la coincidencia de necesidades e intereses con nuestros explotadores y gobernantes.

Por eso nos interesamos desde tan lejos sobre estos conflictos en curso. Simplemente porque el capitalismo es mundial y nuestra clase también. Pese a la aplastante paz social reinante de esta nueva transacción democrática en Argentina (3) y aunque nos digan que acá "el estallido fue en las urnas" queremos aprender de las luchas de nuestra clase, de sus formas de organizarse, de las características distintivas de este nuevo ciclo de revueltas.

En Argentina, pese a un mayor empeoramiento de las condiciones de vida que en Chile o Ecuador, el Partido del Orden(4) provee una vía constitucional y por tanto de representación para el proletariado.

El presente y el futuro gobierno acuerdan la transición ordenada del palo y la zanahoria. Represión armada, política y económica: golpes, electoralismo, encarcelamientos, gatillo fácil, subsidios y planes sociales miserables. ¿Han persuadido a tanta gente que no hay otro horizonte que esperar y esperar mientras nos matan de hambre, con “accidentes” laborales, sus fuerzas represivas o mientras nos arruinan con agrotóxicos y otras nocividades propias de este sistema de muerte? Ya veremos cuánto tarda en explotar esta burbuja inflada a mentiras.

En la lucha contra el paquetazo en Ecuador podía escucharse que no querían "terminar como Argentina" refriéndose a la aceptación de las medidas del FMI, a lo que también debería agregarse una ineludible referencia al hecho de quedarse en la pasividad y no salir a luchar.

El asesor de la burguesía John Authers, en el portal de Bloomberg, empresa dedicada a ofrecer servicios de información financiera, lo alertaba muy bien a su clase: «el hecho de que los chilenos se hayan rebelado contra el costo de la vida es alarmante y sugiere que una situación similar podría suceder fácilmente en el resto del mundo en desarrollo.» Y le da una posible solución a la burguesía chilena: «Chile carece de un movimiento populista, o de un caudillo político astuto. Tal figura podría haber sido capaz de usar la ira pública para sus propios fines (...). En Chile, donde la política convencional carece de un partido o una personalidad para canalizar sus quejas, los manifestantes han recurrido al vandalismo autodestructivo.» Esa es la necesidad del Capital con sus líderes carismáticos ¡y ya no lo decimos nosotros sino la propia burguesía!

Los gobiernos populistas o, en su defecto, las oposiciones populistas de cada región ya no son ninguna novedad. Que el apoyo al “populismo de base” sea en realidad el reclutamiento de la base proletaria para el populismo tampoco. Apoyar al populismo es apoyar no solo la representación y la delegación sino también la represión, el inminente aumento de la tasa de explotación "en favor del país y su pueblo", es en definitiva la defensa del capitalismo y el Estado.

Desde la voz oficial de los gobernantes de todos los partidos políticos o su tropa de obsecuentes, vemos que quienes se salen de las urnas y los petitorios, tomando las riendas de sus acciones, acelerando el trote y dejando atrás a quienes intentar representarles, son motivo de burla cuando no de lástima, incluso son acusados de infiltrados o desestabilizadores a sueldo para alguna fracción burguesa (que no es la suya). Es que quienes solo se mueven por dinero y prestigio piensan que todo el mundo tiene los mismos móviles que ellos, que no hay otra manera de vivir.

A los poderosos la voz de los rebeldes se les hace incompresible, al igual que sus acciones. Los primeros días del estallido en Chile, se filtró un audio de su "primera dama" Cecilia Morel: «Estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas (...). Lo que viene es muy, muy, muy grave.» Es que no se trata de una petición ordenada ni de un diálogo con el Estado, entonces este nos trata de inadaptados, de bárbaros, de extranjeros, de alienígenas(5).

Nosotros comprendemos qué hacen, qué dicen y qué sienten los rebeldes de diferentes latitudes porque hay una existencia compartida, pese a la diversidad de territorios, a los distintos niveles de explotación, o las características culturales, sexuales y étnicas. Para asumir y profundizar la lucha, hacemos nuestros en este número del boletín los testimonios de compañeros cercanos que participan activamente en las revueltas, y extractamos diferentes panfletos, artículos y reflexiones. Solo por razones de espacio estos materiales no están completos, así que invitamos a leerlos completos ya que en la web pueden encontrarse(6). Además recomendamos escuchar los últimos programas especiales de Temperamento Radio que realizamos junto a compañeros de aquellas regiones: Lucha en Ecuador y perspectiva internacional (15/10/2019), Revueltas en Ecuador y Chile (24/10/2019) y Testimonios y Reflexiones desde Chile - Catalunya: Critica al nacionalismo (02/11/2019) (7).

Remarcamos la perspectiva común con estos compañeros que han compartido sus palabras, ya que no pretendemos dar una imagen homogénea del movimiento a partir de ellas, sino compartir aprendizajes de la lucha y las rupturas revolucionarias que se van desarrollando en su seno. Estas rupturas son impulsadas por diversos grupos, pero su extensión los excede completamente, y es ahí donde el salto de calidad se produce.
«Esta revuelta que no tiene nombres ni dirección única no es de nadie porque es de todxs lxs rebeldes e insurrectxs que estamos en la calle combatiendo, por lo que pretender de manera ridícula adjudicarse tal o cual acción dentro del marco de esta revuelta es sencillamente intentar burdamente hegemonizarla.» escribían manos, justamente, anónimas(8).

Los días pasan vertiginosamente, si leemos las noticias de dos semanas atrás parecen viejas, sin embargo, desde el epicentro del conflicto nos dicen que se les hacen aún más extrañamente antiguas, aunque los días de revuelta parecen más largos de lo habitual.

Es cierto que, desde lejos, aunque desde cerca puede ocurrir, se corre el riesgo de quedarse con la imagen fija y no con el movimiento. Y no hacemos referencia solamente a las fotografías que aparecen en las pantallas que nos idiotizan, sabemos de la relevancia que tienen estas imágenes en nuestra sociedad, pero hacemos referencia a algo más: a no captar lo que está en movimiento. La mayoría de los momentos de la lucha suelen no ser fotografiados y cuando lo son, difícilmente expresan el trasfondo humano del cual fueron tomadas. Así podemos deslumbrarnos por las imágenes de represión y de ataques a la policía y el contenido social de las luchas queda caricaturizado a una serie de sucesos fotografiables, reducido a una finalidad en sí misma. De este modo, las fuerzas represivas del Estado son vistas no como un obstáculo sino como el objetivo a destruir. Evidentemente, la normalidad capitalista precisa ¡y mucho! de estos asesinos y torturadores a sueldo, pero el capitalismo no es una simple de suma de cosas y gentes, es una relación social, y una relación social no es destruida simplemente a palazos.

«Ninguna revolución es pacífica, pero la dimensión militar no es la central. La pregunta no es si los proles finalmente deciden irrumpir en las armerías, sino si revelan lo que son: seres mercantilizados que ya no pueden y ya no quieren existir como mercancías, y cuya rebelión hace explotar la lógica de capitalismo. Las barricadas y las ametralladoras fluyen de este "arma". Una revolución comunista jamás se parecerá a una matanza: no por cualquier principio no violento, sino porque será una revolución más por subvertir que por destruir al ejército profesional. Imaginarse un frente proletario contra un frente burgués es concebir al proletariado en términos burgueses, sobre el modelo de una revolución política o una guerra (tomar el poder de alguien, ocupar su territorio).» (Gilles Dauvé, Cuando las insurrecciones mueren).

«"Las balas se van a devolver” o "ya van a ver, ya van a ver, todas las balas se van a devolver" son variantes de una consigna que estos últimos días se ha rayado y gritado en las calles, se lee y suena bien, pero si somos responsables hemos de preguntarnos y ser capaces de responder entre otras cuestiones: ¿Estamos en condiciones de responder y rebasar la violencia del Estado y los empresarios? ¿Cuáles son las condiciones necesarias para una respuesta satisfactoria desde el pueblo?

¿Cómo interactúa la violencia institucional con la de aquellos que pretenden oponérsele? ¿Qué organización hemos de darnos para ejercer esa respuesta? ¿En un periodo breve de tiempo hemos podido o podremos prepararnos para ejercer acciones que superen a las fuerzas del orden? No tengo una respuesta a ciencia cierta, pero lo que tengo claro es que debemos ser responsables y no pretendernos mártires.» (Escrito desde Chile, tomado de un muro de Facebook)


Notas:
(1) Ver No solo arde París... Anotaciones sobre los chalecos amarillos (Proletarios Internacionalistas) y Guerra de Clases nro.9: Chalecos amarillos (Tridni Valka).
(2) El estallido sucedió el 17 de octubre luego del anuncio de un impuesto sobre las llamadas telefónicas a través de WhatsApp, esa fue la gota que colmó la paciencia. La rápida anulación de la medida, tal como en Ecuador o Chile, no impidió que la revuelta llegara a todo el país. El 21 de octubre, Hariri anunció un plan de reformas que no convenció: medidas contra la corrupción, presupuesto sin nuevos impuestos, programa de privatizaciones para luchar contra el mal funcionamiento de los servicios públicos y ayudas en favor de los más desfavorecidos, de todos modos, debió dimitir. La acampada en la plaza Mohamed al Amin de la capital del país es el símbolo de la lucha.
(3) Ver Nueva transacción democrática en La Oveja Negra nro.65
(4) Ver La paz y el orden en La Oveja Negra nro.63
(5) Ver Conciliación o barbarie en La Oveja Negra nro.63
(6) La gran mayoría pueden encontrarse en panfletossubversivos.blogspot.com y los de Chile en hacialavida.noblogs.org
(7) Todos los programas puedes escucharse y descargarse en
blog.temperamento-radio.com
(8) Algunxs antiautoritarixs por la catástrofe social, ¿A dónde vamos? ¡Hacia la incertidumbre y la permanente conflictividad! Algunas palabras desde y por la revuelta de octubre. Chile, 28 de octubre.

Reemergencia global de la lucha

Existe cierta lógica entre los sectores combativos del proletariado de que con violencia contra los representantes del Estado y una buena cuota de autonomía tenemos por resultado un movimiento revolucionario. Sin embargo, lo necesario no es suficiente. La normalidad capitalista puede ser mantenida tanto con partidos autoritarios, como con asambleas constituyentes, referéndums, e incluso con manifestaciones que pueden emplear la violencia.

La ruptura revolucionaria se trata de otra cosa, donde la organización, la coordinación y la acción misma son parte inseparable del contenido social, de la crítica a esta sociedad. Aunque el Capital nos imponga sus condiciones de cosificación, separación, legalidad y jerarquía, esto no significa que tengamos que reproducirlas, sino todo lo contrario.

De hecho, si observamos con atención, en las revueltas actuales no hay una perspectiva de gestionar el objeto de las protestas. En Chile, por ejemplo, el movimiento no se planteó la nacionalización y gestión obrera del transporte, simplemente evadieron pagarlo e incluso lo destruyeron. Por supuesto que años y años de ideología ciudadanista impuesta por todo tipo de instituciónes y herramientas estatales (escuelas, urbanismo, horarios, créditos y deudas, consumo, iglesias, monogamia, propiedad privada y un sinfín de otras más invisibles) han servido para que la propuesta de una Asamblea Constituyente, carta que intenta jugar el reformismo para calmar la agitación en Chile en estos días, no parezca impuesta por los que quieren ser los próximos en dirigir a los pacos. Es una idea que ya está dando vueltas hace años, y por eso en algunas asambleas barriales se plantea como solución. El problema no es solo que sigamos escuchando al reformismo, que es tan solo la continuación de la represión por otros medios, porque plantea que los cambios se hacen simplemente con manifestaciones, peticiones y legislaciones. O que nos comamos el cuento de que existe un solo y mismo proyecto, que tanto proletariado como burguesía deberíamos luchar por lo mismo, gestionándolo de diferentes maneras. Sino que lo más terrible es que estamos en una fase del capitalismo que incluso si quisiera concedernos algunos cambios para mejorar en lo inmediato algunas condiciones de nuestras vidas, como hizo cuando rebajó las extenuantes jornadas laborales que amenazaban directamente con liquidar la fuerza de trabajo, no podría hacerlo. Las condiciones de vida de nuestra clase empeoran cada vez más y el capitalismo, por sus propias contradicciones internas, no puede mejorarlas. Quienes piensan que una asamblea constituyente, o cualquier otro decreto, va a significar una mejor vida para nuestros hijos están completamente equivocados. La única manera de que el capitalismo no nos arrastre hacia un desastre mayor es terminando con él y su Estado.

Sin embargo, en las barricadas y asambleas, a pesar de la ideología democrática dominante, de ninguna manera se puso en práctica una perspectiva tan mezquina como: "hacer lo que el gobierno debería hacer y no hace." Por otra parte, ¿qué debería hacer el gobierno? No es nuestra tarea llevar a cabo lo que el gobierno hace o promete sino todo lo contrario. El gobierno, acá o en cualquier país, hace lo que es necesario para bien de la economía y para eso está. Claro que necesitamos alimentarnos, conocer, aprender, vivir una existencia saludable, amarnos, cuidarnos, comunicarnos, jugar. Pero esas necesidades significan lo contrario a gestionar escuelas, hospitales, cárceles, estadios, parques y plazas, mercados, monopolios mediáticos, etc... Ya que todas estas instituciones y lugares solo satisfacen necesidades de una vida mercantilizada.

Los métodos expuestos como indiscutibles son las armas de la burguesía que nos destruyen día a día. Su comida no alimenta, así como sus medios de comunicación nos incomunican, su noción de “salud” nos enferma y nos mata, las escuelas nos embrutecen y su libertad nos esclaviza.

Parece ser que estamos ante una nueva oleada mundial de revueltas proletarias. Algunas características ya se vienen repitiendo desde hace décadas: los centros laborales no son el espacio central donde transcurren las luchas masivas, ni son el detonante de las mismas. Esto no significa que las personas asalariadas no participen, sino que el proletariado en su conjunto (sin distinción de sexo, edad o si están empleados o no) se lanzan a luchar contra aspectos que afectan a la reproducción social en su conjunto: el precio del transporte, la represión, la salud, el acceso al agua, a la tierra, la vivienda. Porque la mercantilización de la vida no tiene fronteras, y la respuesta a la misma no se limita a la explotación en el trabajo. Por ello, el encuentro en las calles y las plazas, la interrupción de la circulación de mercancías, los saqueos e incluso la destrucción de las mercancías saqueadas. Así también, es difícil encontrar reclamos concretos a los gobernantes, lo que significa una fortaleza ya que es muy difícil cooptar movimientos sociales que no reclaman nada en el lenguaje de los gobernantes.

Esta conflictividad social, además, tiende a sincronizarse porque las medidas de austeridad en épocas de crisis son globales. Porque el aumento de la explotación y el empeoramiento de las condiciones de vida no es un problema nacional o de políticas neoliberales. Ni los burgueses eligen este escenario ni los proletarios en lucha elegimos el nuestro. Las fuerzas ciegas de la economía nos han traído hasta acá. Ahora es importante saber qué hacemos, no de cara al futuro ¡sino lo que ya estamos haciendo!

Pese a la represión y las diferentes distracciones, como clase, buscamos evadir, paralizar la economía, transgredir la normalidad. Veamos el ejemplo en Santiago de Chile, se evade pagar el metro para cumplir con las obligaciones que el mismo Capital no nos permite cumplir, como pueden ser ir a trabajar o estudiar. En esa contradicción estalla la revuelta. En la sociedad capitalista la reproducción de la vida es inseparable de la reproducción del Capital, nos reproducirnos necesariamente como seres mercantilizados. Sin embargo, nuestra existencia se opone al Capital, porque a mayor ganancia del capitalista mayor es nuestro padecimiento, un alza en el boleto es una reducción de los salarios, el tiempo de transporte es tiempo directamente ligado al trabajo. Y la revuelta estalla se comprenda o no. Por eso se puede comenzar evadiendo pagar un pasaje y terminar enfrentado a los carabineros, porque necesariamente nuestras vidas y las necesidades del Capital se encuentran en completo antagonismo «¡Hasta que valga la pena vivir!» gritan los rebeldes al otro lado de la Cordillera.

Es un secreto a voces que la ganancia capitalista depende cada vez más de mecanismos financieros, aplicados no solo al desarrollo de la producción concreta de cosas y su comercialización, sino directamente al saqueo del proletariado mediante mecanismos de deuda e inflacionarios, orquestados entre empresas, Estados y bancos. También es otro secreto a voces que todos los gobernantes son títeres de diferentes intereses comerciales. Esto nos empuja a una respuesta cada vez más total y cada vez menos esperanzada en las reformas. Sin duda el camino aún es largo, pero vamos “tomando conciencia” porque las circunstancias apremian y no gracias a la influencia de quienes se atribuyen traernos esa conciencia desde afuera. Para eso es importante tener en cuenta lo que el proletariado en lucha hace, pero también qué no hace en relación a ciclos de lucha del pasado.

«Cada barricada, cada protesta que se alza contra los sucesivos aumentos de nuestra explotación, cada corte de ruta, cada saqueo, es un llamamiento del proletariado mundial a luchar contra el deterioro de nuestras condiciones de vida, a extender y afirmar la negación de este mundo, a empuñar y levantar de nuevo la bandera de la revolución social.

(...) Lo que está por venir es todavía peor. La catástrofe capitalista que se viene encima es incomparable con lo que se ha vivido hasta ahora. Las insaciables necesidades vitales de la economía capitalista piden sacrificar al ser humano y a todo lo viviente en el altar de la ganancia. Pero los proletarios hemos retomado la vía que abre la puerta a otro futuro: la pelea, la lucha intransigente por imponer una transformación radical, el ataque a las diversas instancias y representantes del capital, la afirmación en las calles de innumerables rincones del mundo de la comunidad de lucha contra el capital.» (Proletarios Internacionalistas, Revuelta internacional contra el capitalismo mundial. Noviembre 2019)

Una acción común contra el Capital

Se pueden abordar las luchas en curso explicando las revueltas mediante lo que dicen los auto proclamados representantes de las mismas o lo que dicen los analistas políticos y periodistas. Incluso se pueden abordar mirando las banderas nacionales (cuando las hay) o las consignas que, no casualmente, son mayormente difundidas por la opinión pública. Del mismo modo, se puede abordar el conflicto escuchando a cada individuo aislado, es decir privado del movimiento del que forma parte. Pero tenemos que saber que un movimiento en lucha no es una agregación de individuos cada uno con sus problemas y sus soluciones individuales. Y que la ideología dominante será la de la clase dominante mientras exista el Capital.

A las ya tradicionales banderas nacionales, en cada manifestación, vemos también cada vez más manifestantes con sus propios carteles. A primera vista, y naturalmente, estos son más simpáticos que los trapos de colores, sin embargo, muestran también el grado de atomización social en el cual vivimos. Cada cartel busca ser original, inteligente, mostrando los problemas propios, en una lógica de sacar las redes sociales a la calle, incluso no ha faltado quien ha impreso sus “memes”. Esto tiene dos características, por un lado, saca a la calle los problemas del ámbito privado, y muestra que los problemas individuales son algo común, por el otro, esa búsqueda de originalidad se conecta con el movimiento desde el problema personal. Esos son nuestros tiempos, ni mejores ni peores.

Es necesario, entonces, poder ir más allá de los discursos y los individuos, para comprender el contenido expresado por la propia actividad colectiva del proletariado en revuelta, por las necesidades que se expresan en la misma lucha, por el claro mensaje de sus acciones, sin poner todo el énfasis en lo que el movimiento dice, ni mucho menos lo que dicen del movimiento.

Una cosa es reivindicar el movimiento proletario comprendiendo sus alcances y sus limitaciones, y otra muy distinta es reivindicar la alternativa burguesa para los proletarios, o mejor dicho la fórmula que encontró la burguesía para canalizar el antagonismo de clases: el electoralismo, el gestionismo económico, el populismo, el legalismo (y sus derechos), el nacionalismo. Es decir, según la burguesía, el proletariado jamás saldría a la calle para luchar directamente por sus necesidades, y en última instancia por la necesidad de revolución, sino que lo harían siempre para cambiar la careta de la dominación. La burguesía muestra como triunfo lo que es en realidad nuestra derrota: haber logrado convencer a los oprimidos que lo mejor que podían hacer era abandonar la lucha, para preparar la próxima campaña electoral, trabajar, endeudarse, obedecer, consumir, rezar y dialogar con el Estado.

Para los representantes de la normalidad nada se parece a nada. Así cada pueblo tendría sus problemas, sus ideas y su solución, cada pueblo debería auto determinarse de acuerdo a sus particularidades, cada condición sexual, cada sector de trabajadores dividido por oficio, cada franja etárea, incluso cada grupo humano definido por gustos particulares
. Esa es la mejor manera de impedir que el proletariado asuma su organicidad. Por el contrario, el capitalismo –¡y no nosotros!– ha dividido el mundo en dos grandes campos enemigos: el proletario y el burgués, y en estas ocasiones de agudización social nos obliga a reunirnos y actuar en común.

Es en la acción directa cotidiana contra el Capital, y no en una concentración o multisectorial, que nos unificamos en base al conjunto de intereses revolucionarios, independientemente de las ilusiones y clarificaciones teóricas que tenga cada proletario. Para tender a centralizar nuestra fuerza y organizar esa acción, nos unificamos en diversas formas de coordinación. Luchando en todas partes contra el mismo enemigo y con una proyectualidad común. Es decir, actuando con una misma perspectiva y descentralizados geográficamente, yendo de este modo en contra de unos de los mayores triunfos de la burguesía: las fronteras nacionales.

Es importante mantener la premisa de enfrentar en cada región a la propia burguesía y al propio Estado, no como un mandato voluntarista de extensión de la revuelta a como dé lugar, sino como una perspectiva común en la actividad cotidiana en cada lugar.

«No hay que olvidar que también es fundamental asumir toda una serie de tareas en los lugares donde la paz social no se acaba de romper. Claro que las mismas no tienen nada que ver con limitarse a la cuestión antirrepresiva o/y movilizaciones en embajadas y consulados que son terreno abonado para discursos reformistas y de derechos, con quejas y condenas contra los “excesos del Estado”. Ni por supuesto con defender la revuelta en tanto “pueblo que no aguanta más” y que es “reprimido brutalmente”. Estas prácticas permiten precisamente a fracciones progresistas liquidar la verdadera solidaridad de clase, hacer de la revuelta y su necesidad algo de otros lugares, ajeno, lo que justifica negarla en su propio territorio defendiendo la paz democrática y los llamados a votar al mal menor. Por el contrario, la solidaridad de clase defiende la revuelta como expresión de nuestra comunidad de lucha contra el capital, como una misma lucha contra un mismo enemigo mundial. Claro que, las necesidades y tareas que se pueden asumir en los diversos lugares viene condicionada, no por la voluntad o determinación de grupos militantes, sino por la correlación de fuerzas locales. Desde luego es necesario crear instancias y comités de solidaridad, para centralizar y difundir las distintas informaciones de la lucha, así como lo que se realiza al interior de la revuelta (la sociabilidad, los saqueos, la organización comunitaria, la autodefensa, los comunicados compañeros etc.); para contraponernos a las mentiras de los medios de comunicación, a las canalizaciones socialdemócratas; para crear redes de ayuda con los refugiados, etc. En definitiva, hay que impulsar la estructuración de nuestra comunidad de lucha internacional, buscar formas de satisfacer las necesidades que se nos plantean en la lucha y saltar los obstáculos que nos encontramos.» (Proletarios Internacionalistas, Revuelta internacional contra el capitalismo mundial. Noviembre 2019)

Debemos señalar también las debilidades y limitaciones de las luchas en curso, no para apartarlas y sumarse cuando todo sea perfecto (según el gusto de cada quien) sino para mejorarlas, intensificarlas, para contribuir a esta acción común. Quienes no critican las posiciones burguesas de los proletarios combativos, populismo obliga, son totalmente incapaces de contribuir a hacer un balance y morirán repitiendo la perorata de lo que es y era evidente: "los enemigos nos trataron mal" y/o "los traidores nos traicionaron". Y la lucha de clases continuará su curso con sus llantos como telón de fondo.

Dejemos que los economistas lloren sus millones perdidos, los urbanistas sus paisajes inhabitables destruidos, dejemos que los sociólogos se quejen del absurdo de la revuelta, los curas y pastores sufran por sus iglesias y templos que ahora sí iluminan, y los aspirantes a representarnos perdidos en su desorientación. El papel de una publicación que aspira a ser y hacer la revolución es no sólo darles la razón a los rebeldes, sino también contribuir a darles sus razones, que son las nuestras, que son las de todos. Explicar con palabras la verdad cuya búsqueda expresa esa acción práctica. Porque la crítica teórica y la crítica práctica se explican una a la otra, incluso cuando se hallan relativamente separadas.

REVUELTA EN ECUADOR

El día 1 de octubre de 2019 el presidente de Ecuador Lenín Moreno anunciaba en cadena nacional un paquete de medidas económicas de austeridad en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que evidentemente, y como ya conocemos por estas regiones, afectaría las condiciones de vida y supervivencia para la mayoría de la población en aquel país. A los empresarios les reduce impuestos y les perdona millonarias deudas, mientras para las personas explotadas hay flexibilización e inestabilidad laboral, despidos, subempleo y encarecimiento del costo de la vida.

Un pequeño texto difundido ampliamente resumía en cuatro puntos cómo el paquetazo afectaría al proletariado en Ecuador:

«1. Elimina subsidio gasolina extra y diésel: Esto significa incremento de todos los productos de consumo básico y en general de servicios. Se eleva el costo de vida.

2. Reducción de salarios: Trabajador público que se le renueve contrato ocasional será 20% menos de salario actual. Cerca del 40% de trabajadores tiene este tipo de contrato.

3. Trabajadores públicos: Regalarán obligatoriamente un día de su salario al mes al Estado y tendrán solo 15 días de vacaciones incluidos fines de semana.

4. Modalidades de contrato: Se priorizará la flexibilización e inestabilidad laboral beneficiando así al empleador.» (Red de Prensa Popular de Ecuador)

Al otro día, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y el Frente Popular (FP) anunciaron un paro y una serie de movilizaciones inmediatas. La Federación Nacional de Cooperativas de Transporte Público de Pasajeros (FENACOTIP) anunció la paralización de las labores para el 3 de octubre.

Ya en los comienzos de las manifestaciones en rechazo a tales medidas de austeridad podemos leer en un panfleto la necesidad de salir a protestar, pero también la necesidad de ir más allá si verdaderamente se quiere dejar de sobrevivir:

«Las últimas medidas económicas del gobierno ecuatoriano son medidas de austeridad en tiempos de crisis capitalista, que las han aplicado y las aplican gobiernos de derecha o "neoliberales" y gobiernos de izquierda o "socialistas del siglo XXI" de todo el mundo por igual, porque eso es lo que les determina a hacer la lógica misma del modo de producción capitalista, el cual se fundamenta en, o vive a costa de, la explotación de la clase trabajadora. En efecto, en tiempos de crisis el Capital siempre aplica en todas partes la misma política económica contra nuestra clase: ajuste de cinturones o mayor empobrecimiento, y aumento de la explotación.

En el caso concreto del último "paquetazo" de Moreno, lo primero lo consigue aumentando el costo de la vida debido al aumento del precio de la gasolina (pues aquí se sabe que "si sube la gasolina, sube todo"); y lo segundo, con todas las reformas laborales flexibilizadoras y precarizadoras impuestas (reducción de sueldos, de pensiones jubilares, de vacaciones, de personal, contratos flexibles, teletrabajo, etc.).

Por lo tanto, el problema no es sólo el "paquetazo" ni el gobierno "neoliberal" de Moreno ni el FMI. El problema de fondo es cómo el Capital nos ataca directa y avasalladoramente a la clase trabajadora en tiempos de crisis, y cómo podemos responder. La lucha es el camino, sin duda. Pero también es necesario analizar autocrítica y estratégicamente la lucha de nuestra clase.

(...) Por lo pronto, salir a protestar con las consignas "abajo el paquetazo", "abajo Moreno" y "abajo el FMI", "construir afinidad en las calles", y hacer todo esto de manera colectiva, más o menos organizada, más o menos autónoma, más o menos combativa... es necesario y está bien; pero hay que ir más allá (como se dijo esta noche en una asamblea autoconvocada por ahí): "abajo el gobierno", "abajo los empresarios y los banqueros", "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", "abajo el Capital, abajo el Estado, abajo los gobiernos y todos sus lacayos".

Revertir el "paquetazo" y derrocar a Moreno (como se ha derrocado a Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en años anteriores) serían reales "victorias" para el posible y nuevo "movimiento" de protestas sociales en este país. Pero, siendo objetivos, aquí y ahora no existen las condiciones y las fuerzas sociales reales, el nivel de lucha de clases real para ello, aunque por algo se empieza. Puede ser que este gobierno de empresarios y banqueros se salga con la suya, pero la lucha de la clase proletaria en las calles tratará de impedírselo y no será en vano. La lucha es el camino y ahí mismo, luchando, se aprende, en especial de los golpes y las derrotas, a fin de transformarlas en su contrario en próximas batallas.» (Anónimo. Breve análisis del "paquetazo" y las próximas protestas en este país desde la crítica radical. Quito, 2 de octubre)

El jueves 3 de octubre, varias organizaciones sociales de todo el país llaman a realizar un paro nacional. La CONAIE junto a sectores del sindicalismo tradicional, apoyan el paro con el objetivo de expresar su oposición al paquete de medidas del Gobierno. Este anuncio conllevó el inicio de una serie de movilizaciones en distintas localidades del país y asambleas permanentes en diversos territorios. La intensificación del Paro en Quito es apoyada con una masiva movilización indígena hacia la capital. Se demanda la derogación inmediata del “paquetazo”, es decir, del Decreto 883 expedido por el Gobierno. Cabe señalar, sin embargo, que del 3 al 7 de octubre quienes sostuvieron las protestas y disturbios en las calles no fueron los indígenas sino las heterogéneas masas proletarias de la ciudad. Así como también, que desde el 3 de octubre el gobierno decretó el estado de excepción y reprimió brutalmente a los manifestantes.

Desde la mañana del 4 de octubre hubo presencia militar y policial en varios sectores del país, tanto para enfrentar las continuas protestas como para garantizar el transporte. Los transportistas anunciaron el fin de su paro para iniciar el diálogo con el gobierno. Y a pesar de este intento rompehuelga de la mafia dirigencial de los transportistas, el Paro siguió en pie, incluyendo la participación de algunas bases de los mismos transportistas. Mientras que, en Guayaquil, se registraron también saqueos en algunos comercios.

El día 5 la CONAIE decretó un "estado de excepción" en todos los territorios indígenas, anunciando la retención del personal de la fuerza pública para que sean sometidos a la justicia indígena (baño de agua helada, ortigazos y latigazos). Tales retenciones ya venían sucediendo en lugares como Alausí donde 47 militares permanecían retenidos hasta la llegada de la gobernadora. Al mismo tiempo, anuncia una gran movilización hacia Quito.

El día 6, en el Puente de la Unidad Nacional (Guayaquil), se crea un cerco militar y policial. En Azuay, se registra el primer muerto. En Quito, se reciben donaciones en la sede de la CONAIE. En horas de la noche, ingresan tanques militares al centro histórico de la capital. El ministro de defensa Oswaldo Jarrín y la ministra de gobierno María Paula Romo dan una cadena nacional en horas de la noche donde dicen que no son tanques sino “blindados”, que «no existen territorios indígenas» sino sólo del Estado nacional, amenazan con «no desafiar a las fuerzas armadas», descalifican las protestas “violentas” y las “noticias falsas”, y justifican el terrorismo de Estado y las mentiras de la prensa.

El día 7, más de 20.000 «indígenas llegaron a Quito y fueron recibidos con aplausos por la población de la ciudad. Los intentos de contener el avance fueron inútiles: tanquetas incendiadas, comisarías destruidas y policías huyendo (…), a la par que llegaban miles de manifestantes caminando o en todo tipo de vehículos a la capital ecuatoriana. Mientras, el presidente Lenín Moreno debió huir de la capital y trasladar la Casa de Gobierno a la ciudad de Guayaquil. Se difundieron imágenes en las redes sociales de los edificios de gobierno evacuados mientras el movimiento indígena rodeaba el palacio de gobierno.» (ANRed. Ecuador: movilización histórica en Quito hace huir al gobierno a Guayaquil) También se tomaron la Asamblea Nacional y la Radio Pública.

Se habla entonces de insurrección. Incluso también de “doble poder”, de la “Comuna de Quito”, debido a las ocupaciones, con centros de acopio, ollas comunes, asambleas permanentes y barricadas. Con epicentro en el Parque “El Arbolito” y el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) –a unas cuadras de la Asamblea Nacional y la Contraloría General del Estado– estas ocupaciones se mantuvieron hasta el último día del paro.

El día 9 de octubre, es el 7° día de Paro Nacional y se convoca a una gran huelga general. Se registran fuertes enfrentamientos callejeros y una brutal represión policial a tal punto que, en horas de la noche, la policía lanza bombas lacrimógenas a los “centros de paz” donde se encontraban mujeres y niños.

Para entonces, las masas proletarias, de las cuales los indígenas son una parte fundamental, se han lanzado a las calles y carreteras de todo el país, con actos de solidaridad y rebeldía que los principales medios de información intentan cercar, encubrir y falsificar. Se ocupa temporalmente la Asamblea Nacional (digamos, el congreso), se ocupan e incendian comisarías y otros edificios públicos. Se capturan militares y policías e incendian sus vehículos, se extiende la lucha en diversas ciudades con ollas comunes al calor de las barricadas, continúan ocupados pozos petroleros(1) y se ocupan Gobernaciones en algunas provincias de la Amazonía y la Sierra. También se realizan cacerolazos, cortes de ruta y marchas en muchos lugares del país. Las masas proletarias en el campo defienden sus territorios y ponen en fuga a los militares, bajando luego a las ciudades a formar parte de la insurrección. La lucha no sólo ha destruido el sórdido mutismo de la rutina capitalista, sino que también ha roto el aislamiento y ha permitido el encuentro rebelde de personas que, hasta hace una semana, jamás se habrían atrevido a hablarse o acercarse. Proliferan las asambleas autoorganizadas y las redes de solidaridad.

Compartimos extractos de un panfleto de ese día realizado «desde donde las papas queman», firmado por un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial:

«Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).

No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables:

• Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes.

• Derogar el estado de excepción y el toque de queda.

• Derrocar todos "los poderes" del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces.

• No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre. Autogobierno de las masas.

• Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente.

• Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

• Expulsar a la Minería y al FMI.

• Liberar a los compañeros detenidos.

• Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado.

• Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo.

Proletari@s en lucha de este país:

Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases.

Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. (…) ¡Vamos hacia la Vida!»

Debido a la brutal represión del día 9, el 10 amanece con este parte de guerra: «7 muertos, de los cuales 1 recién nacido; 95 heridos graves, más de 500 heridos leves; 83 desaparecidos, de los cuales 47 menores de edad; más de 800 detenidos, de los cuales la mayoría en recintos policiales y militares; 57 periodistas agredidos por la policía; 13 periodistas encarcelados; 9 medios de comunicación intervenidos; 26 políticos apresados; además se reporta la detención arbitraria de 14 ciudadanos venezolanos que no participaban de las marchas» (Coordinadora Ecuatoriana de Contrainformación). Por ello, este es un día de luto, pero también de protestas, policías retenidos, asambleas, marchas y resistencia. En efecto, el 10 en el Ágora de la CCE en Quito, los indígenas retuvieron a 8 policías, solicitando al de más antigüedad que se contactara con el comandante de la policía para que se detenga la represión y derogue el decreto 883. En el mismo lugar se realizaron ceremonias fúnebres para los manifestantes fallecidos. Allí estuvieron 31 periodistas, quienes de acuerdo con la CONAIE «no están secuestrados, están con el pueblo para garantizar el derecho a la información», mientras la Ágora era cerrada como una medida de seguridad.

El día 11 «en el Ecuador era el noveno día de paro y los ecuatorianos ya habían perdido la cabeza. Ese día se inició con el nuevo tarifario para el transporte público [de 25 ctvs. a 35 ctvs. de dólar]. También, con la declaratoria de emergencia en el sector florícola del país. (…) El presidente de Expoflores, Alejandro Martínez, dijo que “si no se retoman las actividades se perderán alrededor de 20 mil toneladas de flores que llegan a ser más de 250 millones de dólares”. La movilización de los indígenas continuaba. (…) La producción petrolera ya había perdido más del 50 % de su producción. Había más de mil detenidos, según los datos de la Defensoría del Pueblo. A las afueras de la Asamblea Nacional se desarrollaba una protesta pacífica. Cientos de mujeres indígenas gritaban: “Somos mujeres, no somos delincuentes”. Para ese día también varios grupos feministas de la capital se unieron a la protesta indígena. Pero la Policía (despúes de sacar una bandera blanca para ganar tiempo y hacerse de más municiones) reprimió a los manifestantes pacíficos y lanzó bombas lacrimógenas. “Fuimos engañados”, dijo una mujer shuar, que contó lo que sucedió en la Asamblea. En sus redes sociales, la Policía denunciaba las agresiones en contra de sus miembros y explicaba que ese tipo de comportamiento “tuvo una preparación en combate”. Ese 11 de octubre, en Quito, se escucharon varias explosiones por la noche. La ministra Romo dijo que la explosión más fuerte que se oyó fue producida por un tanque de gas. La zona de El Arbolito ya era área de combate.» (La Barra Espaciadora. La crisis de octubre, día a día) A pesar del toque de queda y la represión, las barricadas de El Arbolito, cada vez mejor organizadas y resistentes, duraron toda la noche hasta las cinco de la mañana.

El 12 de octubre, aniversario de la colonización del continente americano, mientras transcurrían las protestas sucedieron incidentes en las sedes del canal Teleamazonas, el periódico El Comercio y la Contraloría General. También se hicieron piquetes, cacerolazos y marchas en casi todo Quito, en especial en barrios populares del sur, centro y norte de la ciudad, lo cual fue un hecho novedoso durante estas jornadas. Debido a ello, el gobierno decretó el toque de queda sobre Quito desde las 15:00 y corrían rumores de que la Policía iba a desalojar violentamente el Ágora de la CCE (terror psicológico de Estado), mientras que en el resto del país (donde también había protestas) el toque de queda se mantuvo como antes, es decir desde las 20:00 hasta las 05:00. Previamente indicó que revisaría el decreto que eliminaba los subsidios, tras el anuncio de la CONAIE de aceptar el diálogo directo, a lo que también se integró el FUT y el FP. Evidentemente ya se estaba cocinando la conciliación bajo el argumento de “evitar más derramamiento de sangre”.

El 13, la ciudad de Quito amanecía bajo el toque de queda que duró hasta la tarde, cuando el gobierno lo suspendió para que los dirigentes de la CONAIE puedan movilizarse al punto de encuentro. Dicha reunión sucedió hacia la noche, tras la cual se consiguió la derogatoria del decreto 883 (el cual fue la chispa que encendió la mecha), que finalmente quedaría sin efecto a primera hora del martes 15 de octubre. Una victoria parcial con sabor amargo, debido a que no se derogaron las reformas laborales y el “acuerdo” con el FMI, no renunciaron los ministros y el presidente asesino, y debido a todos los compañeros muertos, heridos y encarcelados. Esa misma noche los dirigentes indígenas depusieron las medidas de hecho, hicieron un llamado a la paz en las calles y habilitación de las vías del país.

El día lunes 14 de octubre comenzó el tratamiento de la derogación del decreto 883 (el cual fue la chispa que encendió la mecha). El acuerdo no ha impedido que se extiendan las detenciones y allanamientos de personas que han impulsado la agitación social en la ciudad de Quito, es más, podríamos decir que esta represión selectiva decanta indirectamente de estas negociaciones. La CONAIE junto con la ciudadanía organizan una mega “minga de limpieza” de los espacios ocupados durante los 11 días de revuelta en Quito, que significa librar todo el territorio que estaba dispuesto al conflicto de barricadas y cualquier registro de las revueltas, para dejarlo al control del Estado. De todos modos, al igual que en el resto de países donde se da marcha atrás con el desencadenante de las revueltas esto ya no alcanza porque el problema no es un único aumento o un paquete de medidas, sino algo mucho más grande.


Notas:
(1) Ecuador dejó de producir 63.250 barriles de crudo al día por ocupación de pozos. Al menos tres campos petroleros suspendieron sus operaciones al ser ocupadas varias instalaciones por «personas ajenas a la operación», según informó el lunes 7 el Ministerio de Energía.

Solidaridad

En estos días de protesta, desobediencia y solidaridad el proletariado en lucha se nutría de barricadas, reuniones y asambleas populares. Se autoorganizaban para abastecerse de piedras, bicarbonato y vinagre (para contrarrestar el efecto de las bombas lacrimógenas), pero también de comida y bebida.

Queremos compartir un testimonio que nos da una idea de la intensidad de los lazos de aquellos días:

«El lunes, un conocido me decía que si no pudimos ni organizarnos cuando fue el terremoto hace dos años, peor íbamos a poder hacerlo ahora, frente a la llegada de miles de personas. Me preguntó: ¿Quién va a pagar eso? ¿Cómo se va a resolver que coman tres veces al día por lo menos algo básico? Y entonces dije: las comunidades saben organizarse. Y así fue. Yo no me refería sólo a las comunidades indígenas, sino a las comunidades de seres humanos. Y en efecto, a mí misma me ha sido posible descubrir que, casi como por acto de magia, decenas de células organizativas se han formado para solicitar donaciones, para cocinar, para dar contención psicológica y emocional, para transportar, para recoger basura, para cuidar, para limpiar, para repartir lo que se requiera, para curar, para comunicar... En fin, para todo lo que se requiere.

Yo misma, de ayer a hoy, soy parte de una red de cariños y empatías en la que tal vez sólo nos encontremos por esta vez en la vida, pero ha sido suficiente compartir estas jornadas para darnos abrazos cariñosos al despedirnos, o para mandarnos abrazos por mensajes entre personas que ni siquiera nos hemos visto.

Y son a estas comunidades a las que me refería el lunes cuando le respondía a mi amigo y él, escépticamente, escuchaba. Y pienso que, si hay tanta gente buena con tanta voluntad de ayudar, tanta gente ayudándose entre sí, tanta gente poniendo el cuerpo en esta lucha, es porque todxs los que estamos ahí sabemos que no solamente estamos ayudando, sino que sabemos que nos estamos jugando el futuro. Tan potente es la lucha que la apoyan hermanxs en México, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Bolivia. Y es potente no sólo por masiva y resistente, sino porque visibiliza un pensamiento de respeto y dignidad, pensamiento que nos acompaña desde hace miles de años, y a su vez evidencia un sistema de muerte que es el que quiere someter a toda la humanidad.

Cada quien sabrá a qué sistema acompaña: Yo soy del sistema de la Vida.» (Tomado de un muro de Facebook. 10 de octubre)

Represión y criminalización

A la brutal represión en los días de revuelta, hay que agregar la posterior criminalización y persecución de la misma. El gobierno ha realizado allanamientos a locales y casas de algunos dirigentes de organizaciones sociales, así como también enjuiciamientos legales. A la fecha, en Ecuador existen: 11 muertos, 1340 heridos y 1192 detenidos del Paro, por los cuales se sigue y se seguirá luchando.

Luego de difundir el absurdo que la revuelta era incitada desde Venezuela (Maduro), las FARC y Correa, el Estado ecuatoriano recurre a la carta del “enemigo interno” que ha clasificado como “grupos insurgentes” para justificar su represión y terrorismo. Desde el 29 de octubre las Fuerzas Armadas de Ecuador tienen una nueva misión: «será identificarles, aislarles, neutralizarles para ser entregados a las autoridades competentes».

Las declaraciones del director de operaciones del Comando Conjunto, Fabián Fuel, se dan luego que el presidente de CONAIE Jaime Vargas, hablara sobre la creación de un “ejército propio” de los movimientos indígenas. Por este motivo, la Fiscalía General del Estado abrió una investigación en su contra. No obstante, Vargas señaló que «en ningún momento, en todas mis expresiones, no he dicho ejército armado, nunca dije ejército subversivo». Y detalló que el movimiento decidió crear «una guardia indígena, comunitaria» para brindar seguridad dentro de sus territorios y esté «apegado a la Constitución», operando en cooperación entre la justicia ordinaria y la indígena.

La prensa colabora, como siempre lo ha hecho, hablando de «grupos estudiantiles que alistaban campamentos tipo guerrilla». Y junto al Estado hablan de «células anarquistas» y, cómo no, de infiltrados, tan livianamente como días atrás hablaban de un instigamiento desde Venezuela o de indígenas terroristas, echando leña al fuego de la xenofobia y racismo ya existentes.

Recientemente en Chile, su presidente desde el comienzo también hizo declaraciones en el mismo sentido: «Estamos en guerra contra un enemigo poderoso». Insinuando que detrás de la revuelta se encontraba alguna mano negra, que podría deshacerse en acusaciones a la Venezuela de Maduro o a grupos armados clandestinos (mapuche, anarquistas, o el montaje que se inventen). Sin embargo, ese enemigo poderoso que afecta directamente sus intereses y los de su clase es el proletariado, no tal o cual grupúsculo señalado o inventado para garantizar la “seguridad interna” es decir, la continuación de la sociedad de clases.

Carta desde el pasado

En el folleto Revueltas en Ecuador realizado por la Biblioteca y librería La Caldera (Buenos Aires) publicaban como Carta desde el pasado un artículo de la revista Comunismo nro.45 del año 2000 titulado ¡Arriba los que luchan contra el capital y el Estado! (contra el mito de la invencibilidad de las fuerzas represivas).

En este artículo se describen las revueltas de hace 19 años en Ecuador y podría tratarse de una descripción actual cambiando algunos de los nombres propios. Si extractamos algunos párrafos no es por curiosidad casuística sino para comprender cómo se dan las luchas, para aprender de los repetidos errores, para no suponer que todo está comenzando, en fin, para comprender la historicidad de los sucesos actuales:

«En enero de este año [2000] las luchas que se habían desarrollado durante todo el año pasado en Ecuador adquieren una fuerza inusitada cuando proletarios del interior comienzan a marchar hacia Quito, radicalizando así también el movimiento preexistente en dicha ciudad. El Gobierno demócrata popular de Mahuad intenta frenar las protestas enviando represión y disolviéndolas por la fuerza. Al principio el ataque toma por sorpresa a los manifestantes, hay heridos, hay presos y, en una primera instancia, dispersión y desorientación. Pero a la violencia de arriba el proletariado agrícola y urbano responde con la violencia de abajo: las manifestaciones no solo no se acaban, sino que se desarrollan en forma más organizada y se fortifican, la violencia de clase se asume abiertamente. Mientras el proletariado toma los pozos de petróleo, paraliza el oleoducto transecuatoriano cortando la distribución del combustible y detiene toda exportación de crudo, decenas de miles de manifestantes enfrentan los piquetes militares, cortan las rutas, controlan los accesos de los pueblos y ciudades y toman la calle en diversas ciudades del país. Si antes se podía aún pretender que la protesta era contra la presidencia y el poder ejecutivo, con la radicalización de las manifestaciones el cuestionamiento del Estado es tan general que se reconoce públicamente. Se prohíben las manifestaciones, se sacan todas las fuerzas de choque a la calle y se declara el Estado de Sitio. Pero las manifestaciones son cada vez más potentes, el proletariado cuestiona abiertamente la potencia estatal en su conjunto. Viéndose totalmente cuestionado y superado el presidente Mahuad intenta dar la zanahoria, designa a algunos ministros como culpables, los hace renunciar, se nombran ministros más progresistas... Pero todo eso no sirve para nada, la lucha proletaria sigue con mayor intensidad. Comprendiendo el peligro la burguesía decide sacrificar al propio presidente y desde el Ejército y los Sindicatos se intenta calmar el juego. Dicen que "la lucha es contra la corrupción", el FUT declara que hay que castigar la corrupción y formar un Gobierno de Salvación Nacional.

Ninguna fuerza represiva es capaz entonces de frenar el movimiento insurreccional, los pocos milicos que lo intentan son totalmente desbordados y retroceden acobardados ante esa avalancha humana de varias decenas de miles de proletarios de todos los sexos, de todas las edades, de todas las categorías (¡"indígenas" o no!) que logran apoderarse así de distintos edificios públicos: en Quito toman el Palacio de Gobierno, el Parlamento, la Corte Suprema de Justicia, la Contraloría, los Ministerios, el Banco Central, así como otros edificios, al mismo tiempo que llaman a reproducir eso en todas ciudades que ya están totalmente paralizadas por el movimiento. El presidente pasa a ser una figura decorativa que aunque siga gritando que "no renunciará" queda destituido en los hechos por el movimiento mismo.

El 23 de enero en la calle se festeja la victoria de la insurrección, aunque los maquiavelos y gatopardistas mezclados entre los insurrectos siguen intentando "buscar soluciones al movimiento". Los fabricantes de la información falsifican todo y hablan de ¡un golpe de Estado militar apoyado por los indígenas!, al mismo tiempo que se inscita al racismo antiindígena. Se declara formada una Junta de Salvación Nacional, de hecho un triunvirato constituido por militares, líderes indígenas oficialistas y un miembro en boga de la Corte Suprema, que con un discurso de izquierda intenta restablecer el orden 2. Frente a la continuidad del movimiento y a la incredibilidad total del proletariado opera un verdadero frente único de salvación nacional sindicatos, partidos y lo que queda de las fuerzas represivas que llama a cesar el movimiento y apoyar esa Junta de Salvación Nacional. El propio Presidente de la CONAIE, Antonio Vargas declara que "el pueblo ecuatoriano ha triunfado, que la Junta de Salvación Nacional no defraudará al país, y...que la unidad con las Fuerzas Armadas es una nueva experiencia para América Latina". Pero ante la incredibilidad generalizada esa Junta solo dura unas horas, el poder en los hechos sigue en la calle a pesar de los esfuerzos de los reorganizadores del Estado capitalista, dentro de los cuales los periodistas juegan sus cartas más altas ocultando, desinformando, tergiversando... Aprovechando la falta de nuevas iniciativas y directivas en el proletariado, así como las consignas que llaman a volver a las casas a los proletarios, se declara (especialmente por la boca del General Carlos Mendoza en nombre del mando militar) que el "poder" del presidente destituido pasa a manos del vicepresidente Gustavo Noboa, que como resulta evidente, a todos los protagonistas, impondrá la misma política económica que su predecesor. El rechazo del proletariado a tales "soluciones" sigue siendo explícito. En la calle las consignas son de total repudio a todas las tentativas que parten abiertamente del Estado.

La CONAIE, organización indigenista que, como vimos, aparecía como interlocutor representante del movimiento, por la boca de su presidente Antonio Vargas apoya "la solución" (¡el indigenismo actúa contra la unificación y lucha proletaria!) pactada por partidos, ejército y sindicatos, aunque para mantener una cierta credibilidad también habla de "la traición de Mendoza". Todos los aparatos del Estado burgués vuelven a reunificarse y para ello se copta a proletarios indígenas inconsecuentes. El descontento y la desorientación en la calle es general, el sentimiento de que es un nuevo engaño es absoluto pero el golpe que significa las declaraciones de los jefes vendidos es fuerte y logra dislocar, al menos provisoriamente, al movimiento. La prensa dirá satisfecha (¡de haber cumplido con su deber de orden!) que "los indígenas vuelven a sus tierras, a sus casas". Luego de dos semanas de lucha abierta contra el Estado la vuelta a casa tiene un olor amargo. Pero al proletariado, que sintió palpablemente que podía enfrentar al Estado y desgarrarlo, ya no será tan fácil mantenerlo sometido; será muy laborioso, a pesar de todos los méritos que hacen los fabricantes de la opinión pública, catapultar su consciencia de la fuerza experimentada.»

Queremos agregar una nota y una actualización a la presente edición:

Cuando nos referimos al indigenismo no hacemos referencia a ser indígena, sino la ideología del indigenismo que supone que además de las clases sociales habría grupos que estarían por fuera de dicho antagonismo. Claro que hay diferencias, sin embargo, vivimos en condiciones materiales definidas por nuestra clase social, nos atacan por igual y tendremos que luchar juntos: proletarios indígenas y proletarios blanco-mestizos contra burgueses indígenas y burgueses blanco-mestizos. Luchar no por “igualar” las clases y las razas, sino por abolirlas.

Esta ideología, no por casualidad, es mayormente reproducida por personas que no son indígenas y es desmentida por los hechos cuando se quiebra la paz social. ¿Quién es indígena y quién no en estos países donde todos los oprimidos somos descendientes de indígenas, inmigrantes pobres o mezcla de ambos?

Por otra parte, las propuestas de un indigenismo separatista es una posibilidad incapaz de ofrecer una respuesta a la explotación y opresión general. Los indígenas no tienen patria, el resto del proletariado tampoco. Quizás lo más interesante es que los indígenas ya lo saben(3).

Mientras redactamos este boletín, Jaime Froilan Vargas, líder indígena schuar y actual presidente de la CONAIE, con el fuego de las barricadas apagado, fantasea con la presidencia de Ecuador. Incluso ya adelantó cómo serán las cosas cuando si llega a gobernar el país: «no nos hemos convocado para defender nuestras ideologías políticas partidistas, sino para trabajar, pensar, discutir y debatir un proceso importante: un nuevo modelo económico de nuestro país».

La conciliación en contra del proletariado en lucha lleva a este líder, el día 31 de octubre, a proponer un “nuevo modelo económico” para Ecuador al gobierno asesino de Moreno, nada más y nada menos que en la Conferencia Episcopal donde se reúnen delegados del Gobierno y la ONU. «Esta propuesta de nuevo modelo económico y social, es del pueblo, para el pueblo y por el desarrollo del país», evidenciando el carácter reformista y oportunista del indigenismo.


Notas:
(2) Concretamente esa Junta Cívico Militar de Salvación Nacional quedó constituida por Lucio Gutiérrez (que en seguida sería sustituido por Mendoza) líder de un grupo de oficiales del ejército, Antonio Vargas presidente de la CONAIE, y Carlos Solórzano Constatini ex presidente de la Corte Suprema de Justicia.
(3) Ver los artículos Los mapuche no son chilenos ni argentinos, nosotros tampoco y ¿Pueblos originarios? en La Oveja Negra nros. 50 y 21 respectivamente.

Breve balance

Compartimos a continuación extractos de Breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto. Firmado por Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial. Quito, 17 de octubre:

Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el "paquetazo" impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.

Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional... Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. (...)

Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron "muertes accidentales", fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de "post-guerra" de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y "focalizadas" (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder "acumularla", radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.

(...) desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!

Un mes después del Paro Nacional…

Se trata de un resumen de Apuntes críticos sobre la coyuntura actual en Ecuador un mes después del Paro Nacional, desde los dos bandos de la lucha de clases firmado por Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial (Quito, 8 de noviembre del 2019)(4).
 
Desde el bando del Gobierno o del Estado burgués:

Existe represión selectiva, tanto legal como policial y mediática, contra dirigentes indígenas, sindicales y estudiantes, brigadistas médicos incluidos, que participaron en el Paro, a modo de venganza y “castigo ejemplar”. Se habla también de “19 grupos violentos” y “células anarquistas” (inexistentes), a las cuales están rastreando y van a erradicar, dicen.

Económicamente hablando, se ratificaron las reformas laborales: recortes o despidos de personal; reducción de sueldos, vacaciones y pensiones jubilares; modificación de la jornada de 40 horas semanales; contratos flexibles, etc. Y se va a reducir el presupuesto estatal para la Universidad pública. El gobierno acaba de plantear una "ley de crecimiento económico" que consiste principalmente en la eliminación de impuestos y aranceles para beneficiar directa y exclusivamente a la burguesía importadora, exportadora, agroindustrial y de la construcción. Tratando de compensar esto con la eliminación y la reducción de otros impuestos menores a ciertos artículos de consumo.

Sigue avanzando silenciosamente el proceso de privatizaciones de empresas públicas y los medios de comunicación oficiales (uno de los cuales, Teleamazonas, pertenece a uno de los mayores bancos de este país, Banco Pichincha) continúan desinformando y mintiendo todos los días.

Desde el bando de los movimientos sociales o del proletariado en lucha:

Se está luchando por los 1192 detenidos (incluidos menores de edad), los 1340 heridos y los 11 muertos del Paro.

Queda realizar la crítica movimiento indígena y al movimiento sindical que oscilan entre el diálogo con el gobierno y el anuncio de nuevas medidas o movilizaciones. La crítica radical es que no se trata de cambiar de modelo económico (y mucho menos por la vía electoral, como de seguro lo hará en el 2021) sino de cambiar de sistema social en su totalidad y de raíz, porque el problema de fondo no es el “neoliberalismo” ni el FMI sino el capitalismo.

Existen diferencias, tensiones, conflictos y desbordamientos entre bases y dirigentes, en la CONAIE y en otras organizaciones, antes, durante y después del Paro. Este no es un hecho menor. Al contrario. El desbordamiento de las dirigencias por parte de las bases es clave para la radicalización de la lucha social.

Existen nuevas organizaciones y procesos tales como asambleas de bases autoconvocadas en Quito (por ejemplo, la Asamblea Anticapitalista de Quito en la cual participamos actualmente), Cuenca, Loja, Cotopaxi, Chimborazo, que a su vez proponen formar, fortalecer y articular y asambleas territoriales en todas partes (barrios populares, universidades públicas, comunas indígenas, lugares de trabajo, etc.),

A modo de conclusión: el Paro terminó, pero la lucha social sigue y debe seguir hasta las últimas consecuencias. La clave para ello está en agitar y fortalecer la autoorganización, la movilización y la radicalización de las bases proletarias de la ciudad y del campo, las bases indígenas y mestizas, afuera y en contra de instituciones estatales, sindicatos, partidos, representaciones, negociaciones y elecciones. Decir que la lucha sigue y debe seguir hasta las últimas consecuencias, significa que la lucha es por tomarlo y cambiarlo todo, por la revolución social total e internacional y no por reformas estatistas, populistas y “pluri”nacionalistas.

Hablando más concretamente, esto aplica para todas las luchas actuales y futuras por reivindicaciones específicas de diversos sectores explotados porque estas no se mendigan a los ricos y poderosos que nos matan de hambre, depresión y a bala, sino que se arrancan de sus manos, se generalizan, se unen y se radicalizan hasta devenir revolución social.

Lxs explotadxs y oprimidxs de este país no nos lanzamos a las calles ni nos jugamos el pellejo en el Paro Nacional para luego conformarnos con las mismas migajas de siempre. Estamos hartxs de todo este sistema de mierda que sufrimos a diario. Somos lxs nadies y lo queremos todo. Vamos hacia la vida y no negociaremos con la sangre de nuestros muertos. La lucha sigue y debe seguir hasta las últimas consecuencias, es decir hasta hacer la revolución social y no una reforma económica y política.


Notas:
(4) Para leer este panfleto completo así como los anteriores de la revuelta en Quito visitar: proletariosrevolucionarios.blogspot.com

REVUELTA EN CHILE

Las protestas masivas y disturbios en Chile, se iniciaron en Santiago como respuesta al aumento de $30 en la ya carísima tarifa de la red de ferrocarril metropolitano (Metro). Las tarifas diferenciadas según el horario aumentaron a partir del lunes 7 de octubre a $830 (U$1,16) en los horarios punta (de 7:00 a 9:00 y de 18:00 a 20:00), $750 (U$1,05) en el horario “valle”, mientras que el horario “bajo” (de 6 a 6:59 y de 20:45 a 23:00) disminuyó de $670 a $640.

Ante este nuevo esquema tarifario, el ministro de economía declaró: «El que madrugue será ayudado, de manera que alguien que sale más temprano y toma el metro a las 7 de la mañana tiene la posibilidad de una tarifa más baja que la de hoy. Ahí se ha abierto un espacio para que quien madrugue pueda ser ayudado con una tarifa más baja.»

Ese tipo de declaraciones (una constante de los políticos conscientes de su lugar de administradores del Capital que sin empacho nos señalan como deberíamos vivir) inflamaron aun más los ánimos de un proletariado juvenil que ya hace un tiempo venía actuando decididamente contra el orden. Desde el Estado habían puesto en marcha una ley de control policial al interior de las escuelas públicas llamado “Aula Segura” (conocido como Jaula Segura) para intentar contener las constantes protestas y enfrentamientos de los estudiantes contra la policía. Desde ese sector de estudiantes secundarios es que se empieza a difundir la consigna de evasiones masivas en diferentes estaciones del metro desde el día lunes 7 de octubre. Ya para la semana siguiente estas protestas se extendieron por toda la red y para el viernes 18 se habían convertido en una verdadera revuelta por todos los rincones de Santiago y que rápidamente se extendió por todo el país.

La revuelta de octubre viene a mostrar que la clase proletaria en Chile, no solo sufre la subida de los precios del transporte que fue la chispa que encendió la mecha, sino también el precio de los alquileres, la semana laboral cada vez más larga, el endeudamiento, los bajos salarios, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y el servicio de salud. De hecho, el transporte fuera de la Región Metropolitana de Santiago no tiene el mismo nivel de precios ni sufrió los mismos aumentos, por lo que la extensión de la revuelta en otras regiones no necesariamente partió de esa problemática particular(1).

Mucho se ha escuchado sobre el ejemplo económico de Chile, pero poco se dice sobre la estructura que sustenta fenomenales ganancias de empresarios y especuladores, sostenidas en un fuerte endeudamiento, la especulación financiera de los Fondos de Pensiones y el extractivismo minero, forestal, pesquero y agrícola, todo bajo una estructura de intenso sometimiento, donde los administradores del Estado no tienen problemas en decir en que horarios debemos movernos para ir al trabajo o a la escuela. El “estado de emergencia”, declarado por el gobierno, significó una militarización del territorio y control en manos de las Fuerzas Armadas. La rebeldía continuó en las calles, pese a los asesinatos, los secuestros, la tortura y todas las maniobras del terrorismo de Estado.

Y si bien el estallido fue sorpresivo se venía masticando rabia desde hacía tiempo y las evasiones individuales ya eran castigadas, como veremos más adelante, para impedir justamente estas evasiones colectivas.

Compartimos extractos de un preciso artículo publicado en el boletín Comunidad de Lucha nro.3 (Chile, marzo de 2018) que ya anunciaba lo que estaba en el aire, Saltar el torniquete de la no-vida: «Cualquiera que haya sufrido el hacinamiento y la espera tortuosa en el “horario punta”, puede fácilmente comprender la naturaleza inhumana del sistema de transportes. Efectivamente, este sistema no ha sido creado pensando en nuestras necesidades, ni mucho menos en la comodidad y el placer de quienes viajamos en micro o en Metro. Muy por el contrario, ha sido planificado con la misma racionalidad egoísta y calculadora con la que un empresario compra camiones para transportar animales hacia el matadero: no importa el bienestar de las personas, lo que importa es el bienestar de las empresas.

Es decir, el sistema está creado para hacer de lxs asalariadxs, y de sus hijxs, una fuente permanente de acumulación de capitales: explotadxs directamente en tanto trabajadorxs, y además como “usuarios” de un servicio por el cual debemos pagar. El hecho de que el “Panel de expertos del Transantiago” haya decretado 19 veces desde su puesta en marcha en 2007 la subida del precio del pasaje evidencia su verdadera labor: mejorar la rentabilidad económica de una empresa.

El apoyo –financiero, legal, policial– del Estado a las empresas del transporte es un hecho que ni siquiera cabe discutir, puesto como entidad administradora y protectora de la dominación capitalista, tiene sumo interés en que la gigantesca masa de esclavxs asalariadxs pueda ser transportada todos los días, y en grandes cantidades, a los lugares de trabajo y consumo. Más aún, el día 18 de enero se aprobó la famosa “Ley Anti-Evasión”, que penalizará duramente no sólo el no pago del pasaje y creará un registro nacional de “evasores”. Así, no solo se protegen con multas, cárceles y listas negras las ganancias, inversiones y la propiedad privada de capitalistas y políticos, también se logra, al mismo tiempo, el doble objetivo de perseguir a quienes no pagan, y de aislar y dividir cualquier manifestación de rebeldía por parte de lxs explotadxs y destruir cualquier posible brote de solidaridad.

La existencia de fiscalizadores, así como de la policía, es la prueba de que jamás hemos abandonado la época de los “negreros”: esclavos que controlan y apalean a otros esclavos. Pero el verdadero símbolo de la miseria de este sistema capitalista, el secreto revelado de su existencia impersonal, inhumana, son los torniquetes.

El torniquete, lejos de ser un objeto neutral o accidental que con maquiavélico ingenio es usado por empresarios para obligarnos a pagar, es en realidad el modelo de toda esta sociedad, el verdadero espíritu de esta falsa comunidad, es la imagen que resume toda nuestra no-vida: pagar para vivir, vivir para pagar.

¿No es, acaso, ilimitado el número de “torniquetes” que debemos pasar durante nuestra vida? ¿Y cuántos de esos otros “torniquetes” son imposibles de saltar? Está el torniquete de la vivienda: pagar para habitar, para dormir, para tener un espacio –reducido para la mayoría de nosotrxs– en el cual sobrevivir. El torniquete de la salud: pagar para sanarnos y continuar nuestra existencia, no en tanto que seres humanos, sino como asalariadxs. (...)

En el actual sistema de transportes y su organización, se encuentra visiblemente revelada toda la miseria de nuestra vida cotidiana. Hasta tal punto son el Metro y el Transantiago una manifestación de la universalidad de nuestra no-vida, que la crítica del sistema de transportes –y de la rutina social y del aburrimiento que fomenta– es al mismo tiempo la crítica de toda la sociedad, y la confirmación de la necesidad de una vida no sometida al dinero ni al trabajo asalariado. No se trata, por lo tanto, de que se cometa contra nosotrxs una injusticia particular –el torniquete, el hacinamiento, la humillación, la vigilancia– sino que se comete contra nosotrxs una injusticia de carácter universal que abarca todas las dimensiones y facetas de nuestra vida social.

(...) para que la actual pasividad y evasión individual se convierta en rebeldía generalizada, habría que cuestionar prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, de la cual el sistema de transportes es –por fundamental que resulte– solamente un elemento entre muchos otros.

(...) Es necesario dejar de pagar el pasaje como primer paso para dejar de pagar para vivir. Es necesario abolir la propiedad privada y el trabajo asalariado, bases reales sobre las que crecen el Estado y el sistema capitalista.»

Fue anteriormente en Brasil donde en junio del año 2013 revueltas también desencadenadas por el aumento del transporte impidieron el normal desarrollo de la Copa Confederaciones, cuestionando también los excesivos gastos para dicha competición deportiva, así como de las siguientes que estaban en preparación(2). Como de costumbre, los sindicatos reaccionaron en aquella ocasión llamando a una huelga general intentando aprovechar y canalizar las protestas que habían comenzado completamente al margen de los mismos. En todo Brasil había asambleas de barrio en las calles y universidades, manifestaciones y enfrentamientos aún en poblaciones chicas.

Es en estos disturbios y manifestaciones donde el espacio urbano que habitamos se trastorna. Las personas ya no caminan por el estrecho margen de las veredas con la mirada solitaria y desconfiada, sino en conjunto, riendo, cantando, reconociéndose en el otro, atacando y defendiéndose de la policía que busca disuadirles de todo aquello. Ya no son los autos los que atropellan a las personas, sino las personas quienes pasan por encima a los autos.

A aquella verdadera anticipación que publicaban compañeros en Chile podemos agregar otra a pocos meses antes del estallido de octubre, un panfleto con el sugestivo título Sobre la rebelión estudiantil y la revolución social que se avecina (Anónimo. Chile, junio de 2019):

«Desde hace meses que se constata en la prensa burguesa y directamente en las calles la existencia de una rebelión estudiantil en los llamados “Liceos emblemáticos”. Son hechos concretos: cada vez son más lxs jóvenes que rechazan, y odian, no solamente a la policía –cara visible de la dictadura capitalista–, sino también a las empresas y su dominio sobre la vida humana y natural. Cada semana, adolescentes radicalizadxs rompen con el miedo a la represión del Estado y se lanzan a las calles a organizarse, protestar y combatir contra la policía.

(...) es engañoso hablar de revuelta de la juventud, como si la juventud fuese esa etapa de la vida en que se es permitido ser rebelde. En realidad, si es que hay un “problema” propio de la “juventud” actual, es que la crisis profunda de esta sociedad fundada en la división de la humanidad en clases sociales es sentida con más agudeza por esta, y no es aceptada pasivamente como se supone que debería suceder en la adultez. Lo que nos debería sorprender no es tanto que la juventud sea rebelde, sino que lxs “adultxs” sean tan resignadxs. Es más, no debería causarnos sorpresa que lxs jóvenes ataquen día a día a la policía y destrocen los escaparates del consumo permitido, sino que la humanidad proletarizada no haya roto hace tiempo con todo este orden de miserias(3).

La nueva revuelta del proletariado secundario, que en estos momentos ocurre a lo largo y ancho de todo este territorio, es reprimida con tanta violencia por la policía, no solo porque el Estado-Capital busca evitar su explosión masiva por todo el país, sino porque debido a las características propias de esa rebelión, esta puede ser el prólogo de una revuelta generalizada y radical que cuestione los fundamentos mismos del sistema de dominación actual. Y puesto que la humanidad proletarizada es el motor de la sociedad capitalista y, por consiguiente, su peligro mortal, es natural que todo esté diseñado para reprimirla (vía partidos, sindicatos, policía, la ley en general etc.), ya que es la única fuerza que realmente tiene el potencial para subvertir esta sociedad. Es justamente la totalidad de este mundo de miserias lo que el proletariado juvenil está comenzando a rechazar en bloque, y con ello augura el carácter de la revolución social por venir que amenaza al capitalismo mundial.»


Notas:
(1) Tal como en Argentina, el metro (o subte) solo existe en la capital. La revuelta estalla a lo largo de Chile por las condiciones de vida. Es necesario precisar que la mayoría de los artículos y textos citados en este boletín hacen referencia principalmente a lo sucedido en la región metropolitana. Para profundizar sobre el interior invitamos a revisar el nro.40 de Temperamento Radio así como El Sol Ácrata nro. especial octubre (en revuelta).
(2) Ver Brasil: ¿Disturbios sin sentido? y ¡Não vai ter Copa! en La Oveja Negra nros. 4 y 7 respectivamente. Además, la revista Comunismo nro.63: Brasil, protesta social y contrarrevolución.
(3) Nota de la presente edición: Tal como expresaba Wilhelm Reich en Psicología de masas del fascismo «Lo que es necesario explicar no es que el hambriento robe o que el explotado se declare en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roban y por qué la mayoría de los explotados no van a la huelga.»


*

«El espacio de las calles dejó de ser un lugar de encuentro y comunicación, para convertirse en un lugar de tránsito. “Circule” dicta la voz del Estado a través de la policía en cualquier calle del mundo. Si nos detenemos es porque hemos llegado a destino, estamos frente una vidriera que resguarda las mercancías o ante la orden del semáforo (aquellos extraños artefactos que dan órdenes las 24 hs del día, incluso cuando no hay nadie observándolos). Si fortuitamente irrumpe el diálogo, lo más probable es que sea en el lenguaje dominante: insultos entre automovilistas o la opinión no solicitada sobre alguna parte del cuerpo de un transeúnte, generalmente femenino. En las calles la gente suele transitar en silencio, quienes con mayor frecuencia nos interpelan son las publicidades o sus vendedores, y es de las pocas ocasiones en que un desconocido se dirigirá a nosotros con el único fin de intentar engañarnos y quitarnos dinero.» (Cuadernos de Negación nro.7: Recorrido por elespacio capitalista

«La circulación es la organización del aislamiento. Por ello constituye el problema dominante de las ciudades modernas. Es lo contrario del encuentro, la absorción de las energías disponibles para el encuentro o para cualquier tipo de participación. La participación que se ha hecho imposible se compensa en el espectáculo.» (Internacional Situacionista, Programa elemental de la oficina deurbanismo unitario)

«¡Evade!»

El 14 de octubre suceden las primeras evasiones masivas que obligan a cerrar cinco estaciones de Metro en Santiago: Pedro de Valdivia, Quinta Normal, Cumming, Santa Isabel e Irarrázaval.

A través de un comunicado, la empresa denunció que «grupos de personas realizaron evasiones y actos vandálicos que causaron destrozos y alteraron la seguridad de los pasajeros». Metro agregó que «condena firmemente» este tipo de acciones, «que causan destrozos a la infraestructura del transporte público y perjudican directamente a los más de 2,8 millones de pasajeros que transitan diariamente por la red, generando temor y situaciones de riesgo».

Habiendo tanto ya escrito y publicado sería una vanidad ponerse a escribir lo mismo con palabras diferentes, buscar originalidad y distinción en plena acción común y colectiva. Por tanto, continuaremos compartiendo las palabras de los rebeldes:

«Hoy despertamos a la vida. Hasta el lunes 14 de octubre, nos lamentábamos en la micro, en los trabajos, en las escuelas, en las reuniones familiares y de amigos, en los barrios, en las organizaciones autónomas emplazadas en distintos espacios del largo letargo que parecía ya una especie de rasgo inminente de las personas que viven en Chile, de la impotencia de ver nuestros esfuerzos diluirse en lo que parecía una infructífera actividad. Sin embargo, en el cotidiano, se escuchaba cada vez de manera más constante la hermosa queja, los reclamos por la escasez de agua que amenaza nuestra sobrevivencia, por la contaminación que asesina niños en las llamadas zonas sacrificio, por las miserables pensiones que lanzan al suicidio a nuestros abuelos, por los robos constantes de los TAG(4) y el transporte público, por la salud pública de muerte, porque a nadie le alcanza para llegar a fin de mes. Una desesperanza acompañaba ese lamento, desconfiábamos ya de la capacidad de despertar, de mirar la realidad y rebelarse de nuestra gente.

El impulso del pueblo de Ecuador y el arrojo de los secundarios fueron la chispa que encendió el dolor que llevábamos cada noche a nuestra cama, la angustia de no saber cómo resolver, cómo podremos seguir, cómo sobrevivir, porque nuestros cuerpos, cada día más enfermos, nuestras mentes cada día más aquejadas nos daban las señales que nos negábamos a aceptar, llenándonos de soluciones individuales que no nos alcanzan para resolver, nos cobijamos con terapias individuales y placebos varios (...)

Este lunes recién pasado, bandadas resplandecientes de secundarios parecieron iluminar nuestros corazones. Como nunca vimos a múltiples generaciones respaldar las acciones que desbordan el control y el orden, que amenazan la santísima propiedad privada.

Los oportunistas de siempre intentan adjudicarnos una demanda colectiva, circulan peticiones de nadie, cuando la realidad es que este levantamiento es espontáneo, no existe un listado de demandas que nos satisfaga, no tenemos representantes, cuando es la totalidad de la vida en el capitalismo lo que nos asesina. (...)

Las evasiones del metro iniciadas por los estudiantes han recibido el respaldo de los trabajadores del mismo, 41 estaciones fueron afectadas por las manifestaciones, varias de ellas han sido completamente destruidas, compañeros de distintas ciudades, San Antonio, Concepción, Iquique han respondido con solidaridad, la revuelta se expande, son convocados por este llamamiento.

Durante la madrugada, se declaró estado de emergencia: restringe la libertad de reunión y locomoción, salen los militares a la calle, esta tarde se suspende el transporte público en Santiago, el tren interurbano suspende su circulación a las diecisiete horas, cierra el retail y es saqueado, los trabajadores portuarios se suman a la movilización, se suspenden las clases para las escuelas de varias comunas de la ciudad, se incendian municipalidades, comisarias, estaciones de metro.

A pocos minutos del toque de queda, luego de una extensa jornada, se ha evaporado la instalada idea de que somos un pueblo con miedo, nos mataron, torturaron, divulgaron nuestras imágenes mutiladas, nos culparon del horror, instalaron sus reglas, nos amordazaron, pero no han podido con nosotros.» (Biblioteca Comunitaria El Litre. Feliz primer día de nuestras vidas. 19 de octubre)

En el país modelo para la región que representa Chile, se está expresando el asco que inspiran ese progreso y el precio que se paga por él. No es que los estudiantes secundarios simplemente han tomado conciencia de esta situación, ya saben que la promesa de futuro para ellos es casi imposible. El desempleo, la estafa de las pensiones y la grave contaminación de la región son lo que les espera, a menos que hagan algo y rápido. No tienen nada que esperar y por eso se oponen a las formas de espera hasta ahora conocidas. Aparecen como lo que realmente son: los enemigos irreconciliables no ciertamente de la gran mayoría de chilenos, sino del modo de vida alienado de toda la sociedad moderna: el país modelo no hace sino mostrarnos el camino que se seguirá en todas partes si no se detiene esta forma de vida que no es más que pagar para vivir.

Siempre hubo, hay y habrá quienes prácticamente procedan con mayor determinación en el desarrollo de la lucha. La iniciativa no sucede por milagro, debe ser llevada adelante por seres humanos que la concreten. Estos estudiantes no tienen intereses distintos que los del resto del proletariado del cual forman parte, simplemente abordaron una parte con lo que pueden y saben. No han llamado a un congreso ni preparado unas elecciones para decidir si evadir masivamente o no el pago del transporte. En la historia los estallidos sociales han sido lanzados por un sector del proletariado, no ha habido otra manera.

Todo el reformismo comprende esto de forma inversa: no parten del proletariado en lucha sino de de “los estudiantes”, “los indígenas”, “los jóvenes precarizados” o la nueva categoría que se inventen para la ocasión.

Cuando el Capital está por todas partes, es en cualquier parte que puede surgir la iniciativa de la revuelta. Se encuentra allí donde no hay diálogo ni negociación posible, donde lo que se pone en juego es la cuestión más crucial de todas: ¿tiene sentido seguir levantándose cada mañana? En Chile un adolescente se suicida cada día. La alternativa es una existencia vacía, trivial, plagada de carencias, absurdos y humillaciones. Estos pibes, estos cabros, cuando invaden por la fuerza las estaciones del metro y luchan cuerpo a cuerpo con los pacos dentro de los liceos están luchando por sobrevivir.

Mientras el expresidente del Metro, Clemente Pérez, aseguraba que las protestas «no tenían sentido» y eran «más bien tontas», actuaba de vocero de la burguesía en el desprecio y minimización seguido de criminalización. Intentando hablar por todos también dijo: «Van dos o tres días y van 3500 personas. O sea, cabros, esto no prendió. No son más choros, no se han ganado el apoyo de la población. (...) La gente está en otra, el chileno es bastante más civilizado y yo lo único que he visto es un gran rechazo a este tipo de actitudes porque la gente se ha visto muy perjudicada.» La realidad acabaría dejando en ridículo a él y los suyos, sin sentido y tontos.

Los días siguientes las evasiones masivas continuaban. Estaciones controladas por pasajeros con las puertas abiertas por horas y las fuerzas represivas totalmente superadas, incluso en algunas ocasiones debieron huir. Una de las acciones más emblemáticas fue la reacción de un centenar de pasajeros que derribaron la puerta de acceso a la estación Plaza de Armas, que estaba cerrada para evitar las evasiones.

El presidente del Panel de Expertos del Transporte Público, Juan Enrique Coeymans, se quejó que «cuando suben los tomates, el pan, todas las cosas, no hacen ninguna protesta» en todo su cinismo tenía razón, pero bueno, por algo hay que comenzar.

En conferencia de prensa, realizada el 17, trabajadores de metro, manifestaron su respaldo a los estudiantes y trabajadores evasores. Hasta el sindicato señaló que como trabajadores del metro encuentran legitimas las movilizaciones contra el alza del pasaje, así como su rechazo a la militarización en las estaciones.

El viernes 18 es cuando se concreta la revuelta proletaria en Santiago. El sistema de transporte es colapsado y ya son 8900 policías protegiendo las estaciones.

Un reporte anónimo desde la revuelta nos decía:

«La jornada de ayer, 18 de octubre abrió la caja de Pandora de la insurrección proletaria en Chile. Desde aquí en adelante, no se sabe que ocurrirá (…). Hay barricadas y cacerolazos por todas partes. El alza del pasaje se ha mostrado como la punta del iceberg, pero en el fondo todos saben que esto era una bomba de tiempo. La precarización de la vida es inaguantable, la sequía se torna cada vez más grave, los precios para sobrevivir se han vuelto insultantes, sumado a que el 80% de la población vive de la deuda y las pensiones se han demostrado como un fraude histórico. Indudablemente la insurrección en Ecuador fue un disparador para las grandes masas que se vieron identificadas con la furia de nuestros hermanos del norte. Motivos sobran

En la madrugada del 19 de octubre el presidente Sebastián Piñera decretó el estado de emergencia en las comunas del Gran Santiago, y el toque de queda a partir de la noche del sábado.

La revuelta se extiende pese a la brutal represión estatal afirmaba y se titulaba otro reporte anónimo del día (20):

«El día sábado 19 desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y TAG en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales(5).

Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.»

A diferencia de saqueos anteriores, incluso en otras partes del mundo, en muchas ocasiones los saqueadores destruían las mercancías expropiadas quemándolas en fogatas a las puertas de los lugares saqueados cuando no sociabilizando los alimentos o las medicinas. En algunas ocasiones hay quienes afirman que algunos incendios a supermercados fueron obra de los carabineros, no solo para que el dueño pueda cobrar algún seguro por “destrucción total” sino que hay algo más macabro detrás. Han aparecido personas calcinadas al interior de los mismos, de quienes se han dicho que murieron saqueando. Ya es de público conocimiento el caso de Yoshua Osorio Arias de 17 años cuyo cuerpo apareció calcinado en un outlet de ropa interior, tenía 3 orificios en el tórax, pero la autopsia no lo indagó, oficialmente murió por asfixia, intoxicado por los gases de incendio.

Sobre la prensa, «voceros del Capital y defensores de la mercancía», retomamos el reporte:

«La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista. (…) A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:

• Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represivas, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH)(6).

• Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.

• Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe rechazar categóricamente(7).

• Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.

• Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.»


Notas:
(4) TAG o Televía es el sistema de cobro de las autopistas urbanas de Santiago, a través de la tecnología free flow o peaje en movimiento. El TAG contiene toda la información necesaria para identificar al dueño y su vehículo, permitiendo que la transacción del peaje sea de forma electrónica.
(5) Nota de la presente edición: «La sociedad de la abundancia halla su respuesta natural en el saqueo; pero no era ésta de ninguna manera una abundancia natural y humana, sino una abundancia de mercancías. Y el saqueo, por el cual se desmorona inmediatamente la mercancía en cuanto tal, muestra también la última ratio de la mercancía: el ejército, la policía y demás cuerpos especializados que ostentan en el Estado el monopolio de la violencia armada.
¿Qué es un policía? Es el servidor activo de la mercancía; es el hombre totalmente sometido a la mercancía. (Guy Debord, La decadencia y caída de la economía espectacular-mercantil)
(6) Nota a la presente edición: El propio Director INDH, ha mostrado lo funcional que es a su condición de funcionario de gobierno, al desconocer lo sistémico de las agresiones por parte de agentes del orden. Por otra parte, las denuncias que dicha institución expone solo serían un parte de las agresiones ocurridas, pues como bien señalo el presidente de la Cruz Roja en Chile hay muchos heridos que no van a la posta ni a los hospitales por temor a quedar detenidos.
(7) Nota a la presente edición: A diferencia de Francia, en Chile los “chalecos amarillos” fueron utilizados por vecinos organizados para defender sus barrios de presuntos saqueadores. Estas y otras situaciones similares representan un caldo de cultivo para grupos reaccionarios organizados, pero principalmente es una táctica utilizada desde siempre, como en Argentina en el 2001, para oponer un barrio al otro y sembrar la desconfianza entre barrios