viernes, 27 de noviembre de 2020

TIEMPOS DE MODERACIONES PROGRESISTAS

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La política está agitada a lo largo del continente: elecciones, referéndums, revocaciones y acalorados debates locales sobre leyes “históricas” que no cambian ni un poco el curso de la historia. En el fondo, nada trascendental se está definiendo. Desde el Estado nos dicen que son tiempos de moderación y conciliación. No es momento de grandes cambios, sino de cómo hacer para que, a pesar de la catástrofe, nada cambie. Eso es lo que importa a la burguesía en contextos como el presente.

La clase dominante ha tomado nota de los últimos sacudones sociales y trata de mantener la calma al menor costo posible. Y si algo cuesta poco cuando ya no queda mucho por repartir, son las palabras, tanto de sus discursos, como las de la letra muerta de las leyes que nos invitan a acompañar, y que muchos sectores piden a gritos. Es por eso que se reimpone el progresismo como mejor opción para los tiempos que corren. Una canalización estatal de rostro amable ante la desocupación, el hambre, el descontento, la represión, y las medidas pandémicas que completan la catástrofe capitalista cotidiana.

Bolivia: MAS no se puede

El 18 de octubre se realizaron las elecciones generales para elegir al presidente, vice, senadores y diputados. Como presidente resultó elegido en primera vuelta Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), quien obtuvo 55,1% de los votos. Arce ya fue ministro de Economía y aclamado por la burguesía internacional. «El hombre detrás del éxito de Evo Morales», titulaba hace cuatro años The Wall Street Journal.

Extraño “golpe de Estado” aquel que llama a elecciones, pierde y se retira democráticamente. El derrocado Evo Morales, tras una revuelta no iniciada por quienes luego gobernaron, fue la mejor carta para la modernización capitalista de las últimas décadas en la región, en sintonía con el progresismo latinoamericano.(1) Hoy el mejor es Arce, un personaje más tibio, que será el encargado de llevar adelante el ajuste en Bolivia con los menores sobresaltos posibles. Deberá recurrir al ejército “golpista” para repartir comida, destruir aún más la región para extraer litio, administrar, gestionar y reprimir. Y no porque sea igual a la primera “dictadora” latinoamericana Jeanine Áñez, justamente la virtud de los mandatarios estatales reside en su alternancia y en las necesarias diferencias.

Estamos asistiendo a un proceso regional donde dicha alternancia se presenta como fundamental para el mantenimiento del orden. El llamado “socialismo del siglo XXI” ha dejado de estar en la boca de los mandatarios progresistas de Latinoamérica. A excepción del desopilante y hambreador gobierno de Maduro, el resto de asesinos y represores ha bajado el nivel de beligerancia. La necesidad de “sacar a la derecha y los golpistas” justifica una moderación cada vez mayor para garantizar gobernabilidad, que se sostiene gracias a la “amenaza latente” de la derecha. Por eso, el mal menor es aceptado cada vez más sin chistar, mientras se va pareciendo cada vez más al mal mayor que tanto se dice evitar.

El descontento que había en Bolivia con el gobierno de Morales previo al “golpe” fue encausado nuevamente gracias a la polarización política. La derecha, con sus políticas represivas y de ajuste más directas, parece haber funcionado como un castigo aleccionador para que el progresismo retorne y sea abrazado nuevamente en su versión menos izquierdista. El problema, entonces, no es la derecha: es la burguesía. Y tampoco es un problema boliviano. En esta región hemos asistido a un proceso similar en la sucesión Fernández-Macri-Fernández. Y acá también cualquiera es acusado de “golpista” por el gobierno o la izquierda, se trate de un youtuber reaccionario o las manifestaciones algo desquiciadas que exigen el fin de la cuarentena en nombre de las libertades individuales y la propiedad privada. Estas acusaciones sobre dichos sectores minoritarios, y por ahora bastante inofensivos, son completamente trasladables a cualquier lucha proletaria que vaya más allá de los canales instituidos. Es por todo esto que intentamos sacar algunas lecciones, tanto dentro como fuera de Bolivia.

Queremos referirnos a realidades colectivas y no a simples identidades políticas. Que Camacho, Áñez y demás comeostias generen asco e ira no es suficiente para hacer un frente amplio contra ellos. Esos frentes difusos y tan amplios que permiten una cosa y su contrario son desde hace años los rectores de los movimientos sociales. Nos advierten, a la hora de protestar masivamente, que seremos tratados como “golpistas” por sus fuerzas del orden democráticas, torturadoras y desaparecedoras.

Chile: la represión de las urnas

El plebiscito nacional de Chile de 2020 fue un referéndum convocado para el 25 de octubre con el objeto de determinar si la ciudadanía estaba de acuerdo con iniciar un proceso constituyente para generar una nueva Constitución. A casi un año del comienzo del estallido social en Chile, llorando los muertos y con cientos de presos por las revueltas, se habla de apruebo o rechazo “la Constitución de Pinochet”. El apruebo a «¿Quiere usted una nueva Constitución?» ganó con el 78%, aunque cabe recordar que la participación fue del 50% del padrón electoral. Una “fiesta de la democracia” con relativa asistencia.

«Hoy ha triunfado la ciudadanía y la democracia» dijo el presidente Sebastián Piñera, en un discurso utilizable para cualquier ocasión de votaciones en cualquier país de Occidente. Pese a su falta de originalidad, no ha mentido: de eso se trata la ciudadanía y la democracia, de tratar formalmente iguales a quienes se saben socialmente desiguales. Aunque las únicas comunas del país donde ganó el rechazo son las más ricas, o donde se sitúan bases militares, eso no es suficiente ni acertado para exponer una supuesta posición de clase en las urnas.

Si bien es una forma de canalizar la lucha colectiva en una salida institucional, este referéndum no es ni el comienzo ni el final. Podríamos pensar que se trata de una derrota, pero es tan solo un momento de la lucha de largo aliento que sucede en aquella región. Ahora, cabe reflexionar acerca de las debilidades que hacen que una lucha colectiva sin dirigentes estatales, espontánea y multiforme sea tan fácilmente canalizable. En caso contrario, las revueltas tan solo ocurrirán como un hecho tras otro sin que hagamos el balance necesario para poder avanzar. Nuestro horizonte no puede ser simplemente la movilización, el conflicto o incluso el enfrentamiento con las fuerzas represivas: esos son los caminos inevitables, pero la solución está más allá de eso.

«Para la gran mayoría de los grupos extraparlamentarios de izquierda, la única salida para el actual conflicto social en curso es la realización de una “Asamblea Popular Constituyente”, es decir, una Asamblea Constituyente “de verdad” que refunde el Estado, asumiendo en general que éste poseería un carácter neutro o factible de dar respuesta positiva a las “demandas populares” (…)

La ingenuidad de los sectores que defienden este tipo de perspectivas nos parece brutalmente peligrosa, ya que siembra la ilusión de que es posible realizar cambios dentro de los márgenes estrechos de la dictadura del mundo mercantil. No basta con una “mayoría” participando de un movimiento social “genuinamente democrático” para imponer nuestras reivindicaciones. Más temprano que tarde, este delirio se derrumbará y llegará el momento de ir por todo, o sucumbir ante la barbarie que acecha el porvenir.» (2)

Estados Unidos: el mayor mal menor

Luego de varios días de recuento de votos y de que Trump digiriera su derrota, finalmente se supo que ganó Biden del Partido demócrata. Ante la ida del republicano festejan muchos: progresistas de todo color, izquierdistas, trotskistas, kirchneristas y antikirchneristas.

La política de la identidad ha hecho estragos en la mentalidad de izquierdas, si es que esa clasificación aún sirve. Antirracistas y feministas festejan que haya una vicepresidenta negra en uno de los países gendarme de este mundo. Como si el color de piel o los genitales de un funcionario pudiesen cambiar la naturaleza del Estado, como si las funciones en un gobierno dependieran plenamente del genio individual.

La perspectiva de clase ha sido reemplazada por una perspectiva identitaria. No se trata de que la perspectiva de clase rechace o pretenda integrar las cuestiones raciales o de género, sino de que justamente el proletariado comprende esas realidades también. No se pueden pensar las problemáticas particulares “más allá de las clases”, sino apuntar a una comprensión global de la sociedad capitalista.

Cuando Trump ganó las elecciones publicamos un artículo que vale la pena recordar,(3) allí señalábamos que Obama se retiró de la presidencia de los Estados Unidos con un récord de inmigrantes deportados. Lo hizo, aunque no lo haya declarado de manera ofensiva y hasta ridícula en su campaña. Trump había prometido en su campaña anterior 11 millones de deportaciones, pero no cumplió. Se mantuvo incluso por debajo de la media anual de sus antecesores. Si de algo se puede “enorgullecer” Trump respecto a su política migratoria, es del crecimiento de los arrestos de inmigrantes en los centros de detención fronterizos, de los que se han denunciado sus condiciones de hacinamiento.

Los datos, no obstante, parecen no importar cuando lo fundamental es “posicionarse políticamente”. Porque el votante de izquierda se siente satisfecho, piensa que deportar inmigrantes es “de derecha”, así como reprimir. En Argentina hasta hay quienes llegan a pensar que la legalización de la marihuana o el aborto no son cosas de la derecha. Pero basta recordar que fue el gobierno de Macri quien metió el proyecto del aborto en el Congreso, o su atención puesta en la cuestión trans. El imaginario cultural de izquierda también abruma en su superficialidad, como si los fachos no fumaran porro, como si cualquier vecino solidario perteneciera al “campo popular”. Recordamos que en Argentina el pasado triunfo de Trump en 2016 fue festejado por el peronismo clásico, lo cual desorientó a las nuevas generaciones peronistas, que confunden a Evita con una feminista. Cuatro años de un exagerado y desagradable como Trump, más el triunfo de Biden-Harris, dejan allanado el camino para quienes gustan posicionarse “correctamente”.

Perú: no es solo corrupción

El día domingo 15 de noviembre renunció, tras menos de una semana en el cargo, el presidente Manuel Merino, quien había asumido luego de la destitución de Martín Vizcarra. La renuncia resultó de varias jornadas de movilizaciones y protestas que fueron acrecentándose en todo el país. El sábado 14 de noviembre se desató una feroz represión sobre los manifestantes, dejando un saldo de cientos de heridos y dos muertos: Inti Sotelo de 24 años y Jack Pintado de 22 años. El lunes el Congreso finalmente nombró como presidente a Francisco Sagasti, un personaje poco manchado por el historial de corrupción reciente, miembro del Partido Morado y de cierta impronta “renovadora”. En su cínico discurso homenajeó a los dos jóvenes asesinados a manos de la policía, los llamó “defensores de la democracia”, prometió apoyo a los heridos y pidió perdón a las familias de las víctimas en nombre del Estado. Otro ejemplo más de discursos moderados que acompañan la mano dura buscando garantizar la paz social.

Martín Vizcarra había asumido en 2018 tras la renuncia, también por causas de corrupción, del presidente electo en 2016 Pedro Pablo Kuczynski. Cuatro presidentes en dos años y medio, o tres presidentes en menos de una semana, traen algunos recuerdos por estos lados. Todo este proceso de crisis política tiene como trasfondo la crisis económica y social que azota la región, profundizada este año. Las movilizaciones vienen sucediéndose hace años desde diferentes sectores, poniendo mayoritariamente el eje en la corrupción del gobierno. Se han agitado consignas como “Que se vayan todos” pero con una impronta marcadamente ciudadanista, proponiendo una asamblea constituyente, una transformación de las instituciones y de la Constitución fujimorista de 1993 en pos de una renovación política.

Las últimas movilizaciones tras la designación de Merino se han extendido a más sectores de la población, rompiendo incipientemente con las fronteras pacíficas e institucionales de sindicatos, partidos y organizaciones civiles de “Lucha contra la corrupción”.

La situación parece haberse calmado por el momento con el recambio presidencial, pero ningún problema de fondo ha sido resuelto. Este estallido, así como las recientes movilizaciones en Guatemala contra el ajuste y la corrupción, tienen diferentes detonantes pero surgen de una misma situación explosiva que se impone en todas partes y que el aturdimiento basado en estadísticas sanitarias ya no puede tapar.

Argentina: nada fuera del Estado

En Argentina se aprobó en diputados el proyecto de ley oficialista de impuesto a las grandes fortunas, entendido como un aporte “solidario”, a realizarse por única vez, con el objetivo de paliar los “efectos del coronavirus”. Esta nueva medida es anunciada con bombos y platillos por los sectores progresistas del gobierno como una defensa de los trabajadores y una “redistribución de la riqueza”, acompañada en la calle por una “caravana de la militancia” con su epicentro en el Congreso y replicada en diversas partes del país. Todo el aparato dispuesto para dejar en claro lo popular de la medida. En este sentido, medios oficialistas y portavoces del gobierno se obstinaron en discutir con el Frente de Izquierda, cuyos diputados decidieron abstenerse por considerarlo insuficiente y tener un proyecto de ley propio con el que han insistido desde comienzos de la cuarentena. Mientras tanto, diputados impulsores de la ley oficialista como Carlos Heller aclaran hasta el cansancio que solo afecta en porcentajes reducidos, escalonados y por única vez, a las riquezas de unos 9000 empresarios, aproximadamente. No vaya a ser cosa que los bombos de la justicia social opaquen la búsqueda de conciliación y paz entre clases.

Concretamente, de aprobarse en el Senado y finalmente aplicarse, con la ley se recaudarán aproximadamente unos 300 mil millones de pesos, destinados a créditos y subsidios para Pymes (20%), financiar obras de YPF (25%), urbanización (15%), implementos sanitarios (20%) y planes Progresar de ayuda a estudiantes (20%). Es decir, poca plata que en su mayoría se reparte entre la misma burguesía.

Mientras estamos sufriendo las consecuencias de una profunda crisis económica y un ajuste aleccionador con represión, despidos, inflación y aumentos insultantes en sueldos y jubilaciones, sectores del gobierno se dedican a montar espectáculos lamentables orientados a disimular la situación. Mientras se reprimía ferozmente en Guernica, personajes como Grabois hacían el ridículo interfiriendo en defensa de Dolores Etchevehere en una disputa con sus hermanos por una parte de su herencia. Ahora fue el turno de la caravana de la militancia en apoyo al impuesto, en las próximas semanas será el turno de la ley del aborto en lo que será otro intento por apaciguar los ánimos sociales con concesiones completamente integradas a la lógica dominante.(4) Se hace notorio cómo el gobierno, hacia fin de año y habiendo quitado el IFE, con récords de desocupación y tras levantar el aislamiento, busca reforzar el orden canalizando a todas sus filas hacia el plano institucional, apoyando desde la calle a tal o cual ley mientras la realidad social es cada vez más desastrosa. Vía libre a la movilización, siempre que sea en apoyo al propio gobierno.

Una vez más, debemos insistir en que el problema no es tal o cual ley, sino la Ley misma. No se trata de mejores leyes con verdadero apoyo en las calles, sino que la lucha debe tomar otro camino para que nuestros problemas se solucionen realmente. En este sentido la reflexión acerca del funcionamiento de la producción capitalista tiene mucho que aportar al momento de la lucha, donde todo tipo de consignas prefabricadas se repiten una y otra vez. La discusión sobre un impuesto a las grandes fortunas y la redistribución de la riqueza requiere de ciertas precisiones. Si el proyecto del gobierno finalmente se efectiviza es debido justamente a las características que mencionábamos más arriba. La izquierda tiene su propio proyecto, de mayor alcance, para que por primera vez se cumpla aquello de “que la crisis la paguen los capitalistas”. Pero, por más lindo que suene, es completamente impracticable hacer una verdadera quita a la burguesía desde el propio Estado en un contexto como este y además pretender que eso se reparta entre los proletarios. Cuando decimos esto, no lo hacemos desde el clásico posibilismo que limita las luchas, sino que lo hacemos desde un análisis de las relaciones de producción capitalistas, para no ilusionarnos con propuestas que en el fondo solo buscan juntar votos y sumar militantes. Nosotros agitamos la necesidad de la revolución social, asumiendo las dificultades que implica una perspectiva revolucionaria en contextos de pacificación social.

En primer lugar, no hay que perder nunca de vista que el patrimonio de la burguesía es producto de la explotación y desposesión de generaciones proletarias. Por otro lado, la riqueza en el capitalismo no funciona como atesoramiento más que en una pequeña parte, sino como Capital, como valor que se valoriza. Por eso, un impuesto más extensivo como se propone no afectaría meramente al patrimonio de cada gran empresario, como si les sacaran ahorros de abajo del colchón o una cuenta oculta, una mansión o un yate. Los burgueses no se caracterizan por tener la mayoría de su dinero ocioso, sino que, para mantenerse como tales, invierten constantemente en Capital. Si el impuesto afectara esa parte destinada a la valorización del capital, esto supondría reducciones en las empresas, despidos, etc. El Estado no puede quitar mucho a las empresas en tiempos de crisis, de hecho, subsidia muchas de ellas de manera corriente, y más aún en contextos como este, como fue el caso del pago de parte de los salarios y las cargas sociales durante el aislamiento. Dicho de otro modo, las empresas solo pueden pagar más cuando ganan mucho, cuando existe una alta tasa de ganancia en el sector. De otro modo, las empresas quiebran, y ya sabemos lo que esto significa.

Entender algo no significa aceptarlo. Así como no aceptamos el desempleo pero sabemos que nunca habrá trabajo para todos. Así como aborrecemos la miseria pero sabemos que es constitutiva del orden capitalista. Expropiar a la burguesía es deseable y necesario en un contexto de lucha y a manos de los proletarios. Expropiar a ciertos burgueses a manos del Estado o llevarlos a la quiebra en un contexto como este solo significa empeorar la situación, reforzando el poder del Estado que va a tener algo más que repartir a algunos proletarios mientras deja a otros en la calle. Por eso las crisis no las pagan los capitalistas, por eso los compromisos de deuda se van pagando o renegociando, por eso no se puede cobrar un “verdadero” impuesto a la riqueza. Las propuestas que afirman lo contrario son utópicas y reaccionarias, y conducen a una perspectiva cada vez más estatista, nacionalista y electoralista. ¿Impuesto a la riqueza cuando a los salarios se los devora la inflación con la complicidad sindical? Nos quieren dejar impotentes frente a una gran cortina de humo que se suma al que el Estado dejó crecer durante todo el año en las islas del Río Paraná y las sierras cordobesas.

Bajo el capitalismo todo aspecto de la vida busca ser escindido y luego mediado por sus propias instituciones para dejarnos lo más débiles y frágiles posibles. Nos decían que estábamos indefensos frente al coronavirus y que confiáramos en el Estado maternal que priorizaba la vida frente a la economía. Finalmente, atendiendo a las estadísticas oficiales, la Argentina “modelo” no ha quedado bien posicionada a nivel mundial. Solo nos encerraron instalando el terror en la población, mientras hicieron poco y nada en materia sanitaria. Ahora llegó el momento de abrir por completo porque no tienen opción, con las vacunas como pronta salvación. La respuesta siempre tiene que estar afuera, sea en el Estado o la ciencia, pero nunca en nosotros mismos. Quedará la duda, en materia inmunitaria, de cuáles hubiesen sido los efectos de haber tenido otra relación con el virus, sobre el cual sigue habiendo pocas respuestas. De lo que no quedan dudas es que el encierro ha profundizado nuestras debilidades como clase y que la moderación progresista solo puede llevarnos a la paz de los cementerios.

 

Notas:
(1) Ver Bolivia: Revuelta y Golpe de Estado (La Oveja Negra nro. 66, noviembre de 2019)
(2) Ya no hay vuelta atrás, nro. especial: La democracia es el orden del Capital: apuntes contra la trampa constituyente.
(3) EE.UU.: Nuevo presidente (La Oveja Negra nro. 44, diciembre de 2016)
(4) Ver Aborto: cuestión social (La Oveja Negra nro.54, abril de 2018

NUEVO DOCUMENTAL: HUMO. REFLEXIONES MÁS ALLÁ DE LAS QUEMAS

A comienzos de noviembre lanzamos el audiovisual Humo. Reflexiones más allá de las quemas, de libre difusión, que ya ha comenzado a circular no solo por la web, sino también por diferentes espacios, huertas y acampes, como el que se mantiene en el centro rosarino por los humedales.

Aportamos este nuevo material a la lucha en curso, así como lo venimos haciendo con la participación, los volantes y los artículos de este boletín. También desde Temperamento Radio realizamos un especial titulado Por el río, contra el Capital que consta de dos partes a través de las que emprendimos un viaje rebelde por el Paraná.

Compartimos aquí la presentación del video y alentamos su difusión:

Durante el año 2020, antes y durante la llamada pandemia del COVID19, grandes incendios se registraron en todo el cauce del río Paraná. Dentro de las islas, el fuego ha arrasado flora, fauna y ranchos de isleños. En las ciudades de la costa, una nube de humo y ceniza de intenso olor lo cubría todo. Montes nativos destruidos, animales carbonizados, gente sin casa y, tras los barbijos, narices y gargantas lastimadas.

A pesar del aislamiento impuesto, miles de personas nos encontramos en cortes, asambleas, escraches y movilizaciones exigiendo el fin de las quemas. Hasta ahora, ha prevalecido el pedido de más legalidad y el falso supuesto de “la ausencia del Estado”.

El modelo agroindustrial y la especulación inmobiliaria siguen destruyendo la vida en pos de la ganancia, pero también la resistencia y la lucha continúan brotando por todos lados. Consideramos necesario afilar la crítica y las acciones contra el sistema capitalista. Este documental es un aporte en ese sentido.

¡Ni quemas, ni dragado, ni agrotóxicos! ¡Tierra y libertad!

Se puede ver en nuestro canal de YouTube Biblioteca Ghiraldo.

jueves, 26 de noviembre de 2020

A tres años de su asesinato ¡Rafael Nahuel Presente!

El tercer aniversario del asesinato de Rafael Nahuel nos encuentra atravesando una situación de control y confinamiento que, aunque parece atenuarse, durante todo el año ha agudizado aún mas las miserables condiciones de vida en esta región.

La violencia policial se ha disparado y como corolario el Estado argentino ha comunicado su decisión de profundizar el avance sobre el territorio, a fin de acrecentar la producción agroindustrial. Apoyo a la megaminería, licencia para la instalación de megagranjas porcinas y el compromiso según el ministro Basterra de llegar a las 200 millones de toneladas en las próximas cosechas de granos.

A pesar del aislamiento oficial y del fogoneo a la delación, miles de personas en toda la región han salido a la calle para expresar su disconformidad con este ataque generalizado contra la vida.
Multitudinarias manifestaciones se han vivido en Mendoza y Chubut contra la megaminería y aquí en el Litoral, contra los incendios en las islas.

La miseria ha obligado a miles de personas a tomar tierras  en las periferias de grandes centros urbanos soportando la violencia policial.

Y en la Patagonia, a pesar de la represión de los últimos años las recuperaciones territoriales mapuche tampoco han cesado.

En este contexto, donde la defensa de propiedad privada por parte de la burguesía se expresa sin tapujos, es indispensable traer la memoria viva del compañero Rafael Nahuel.

Rafael Nahuel, parte de la humanidad despojada, arrinconada en los cordones de miseria de las ciudades, luchó en comunidad por restablecer un vínculo directo con la tierra. Siendo parte, habitándola, buscando lo colectivo en ella.

Sus asesinos son los que operan en el espejismo de las “áreas protegidas”, formas que tiene el Capital para lavarse la cara y seguir destruyendo todo.

A Rafael Nahuel lo mataron por encargo de quienes pretenden transformar la naturaleza en una postal vacía, que se vende a precio de entrada. Parques Nacionales, empresas turísticas y el ecologismo ciudadanista coinciden en esto.

¿Será por eso que las últimas manifestaciones contra la comunidad Lafken Winkul Mapu en Bariloche se escudaron con el argumento  de la defensa de los bosques nativos?

Lo mismo sucedió contra las tomas de tierra que se dieron este año en El Bolsón.

La industria del turismo es destructiva como cualquier otra rama productiva. Lo saben aquí también los isleños de Puerto Gaboto, desalojados y amenazados al instalarse el Parque Nacional “Islas de Santa Fe”.

Rafael Nahuel, weichafe mapuche, seguirá viva su memoria cada vez que intentemos una y otra vez sacar del medio a quienes solo nos reducen a recursos y mercancías.

Esta lucha tiene que ser también contra los se quieren mostrar como defensores de la tierra y no son más que mercachifles vestidos de verde.

Estrechemos lazos de solidaridad activa, desde el Paraná al Relmu Lafken y a cualquier lugar del mundo donde se resista el avance del Estado y el Capital.

¡Rafael Nahuel y Santiago Maldonado viven en la lucha!
¡Solidaridad con la clandestinidad de Lautaro Curruhuinca!
¡Libertad a Facundo Jones Huala!
¡Tierra y Libertad!

Rosario - 25 de noviembre del 2020

Al cierre de este texto, el día martes 24 de noviembre la comunidad de Rafael Nahuel, Lafken Winkul Mapu, fue tiroteada con balas de plomo por parte de la policía.

* este volante se repartirá en las lecturas y proyecciones que realizaremos en el Acampe por los Humedales.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Documental: HUMO. Reflexiones más allá de las quemas

 

Durante el año 2020, antes y durante la llamada pandemia del COVID19, grandes incendios se registraron en todo el cauce del río Paraná. Dentro de las islas, el fuego ha arrasado flora, fauna y ranchos de isleños. En las ciudades de la costa, una nube de humo y ceniza de intenso olor lo cubría todo. Montes nativos destruidos, animales carbonizados, gente sin casa y, tras los barbijos, narices y gargantas lastimadas.

A pesar del aislamiento impuesto, miles de personas nos encontramos en cortes, asambleas, escraches y movilizaciones exigiendo el fin de las quemas. Hasta ahora, ha prevalecido el pedido de más legalidad y el falso supuesto de “la ausencia del Estado”.

Desde una perspectiva anticapitalista y antiestatal nos proponemos analizar lo que viene sucediendo en las islas, a fin de promover una reflexión más profunda acerca del origen de los incendios, así como también una crítica hacia el legalismo y el llamado “desarrollo sustentable”.

El modelo agroindustrial y la especulación inmobiliaria siguen destruyendo la vida en pos de la ganancia, pero también la resistencia y la lucha continúan brotando por todos lados. Consideramos necesario afilar la crítica y las acciones contra el sistema capitalista. Este documental es un aporte en ese sentido.

¡Ni quemas, ni dragado, ni agrotóxicos!
¡Tierra y libertad!

Boletín La Oveja Negra
Rosario, noviembre de 2020

Si considerás que este material merece ser recomendado, ¡a proyectarlo y difundirlo libremente!
Muerte a la propiedad en todas sus formas.

martes, 22 de septiembre de 2020

LA NUEVA NORMALIDAD DE SIEMPRE

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Escribimos este artículo mientras la provincia de Santa Fe retrocede de “fase”, ahora hablamos en estos términos. Un retroceso con menos controles policiales y más trabajo que los primeros meses de cuarentena. Ya no se usa el hashtag “#quedateencasa”, el Estado se apoya más en la autodisciplina que en el control desde arriba, al mismo tiempo que toma nota del agotamiento social y económico y se vuelve más permisivo.

¿Habrá quedado claro que cada “#quedateencasa” funcionó como un aval ciudadano para envalentonar a los policías que hacían controles por todo el país? Recordemos el abuso policial cotidiano en los comienzos de la cuarentena, así como los muertos y desaparecidos que seguimos contando.

El diario local apuesta a propagar el miedo junto con los especialistas: «¿Qué es la “inmunidad del cagazo” y por qué puede frenar la propagación del coronavirus? El investigador del Conicet, Roberto Etchenique, postuló que el miedo al contagio y a la muerte puede concientizar a la población sobre los peligros de la enfermedad.»(1)

Notas:
1. Diario La Capital, 4 de septiembre de 2020

La circulación como aislamiento

«El desarrollo del medio urbano es la educación capitalista del espacio. Representa la elección de una cierta materialización de lo posible, excluyendo las demás» decían los situacionistas.

En esta vuelta a la profundización del aislamiento social volvemos a notar las calles vacías o escasamente transitadas. Y no se trata solo de control y disciplina: se trata de circulación. Se trata de que nuestra circulación es la circulación mercantil, y que a menor trabajo circulando hay menos seres humanos circulando: nuestros movimientos se confunden con los movimientos del Capital. Hace ya tiempo que el espacio de las calles dejó de ser un lugar de encuentro y comunicación para convertirse principalmente en un lugar de tránsito.

Las últimas luchas masivas en países como Francia y Chile lo habían comprendido: bloquear la circulación para exigir que los gobiernos hagan lo que se supone deben hacer, para llamar la atención de los demás proletarios aún pasivos, e incluso para desviar el uso del espacio público: hacer de la cotidiana pista mercantil un lugar de encuentro para ser y hacer experiencias de lucha.

En esta ocasión, al Estado ya no le queda más que organizar el bloqueo. Los nuevos “piquetes” son los controles de gendarmería y policía en las rutas que evitan el desplazamiento de una ciudad a otra. Bloqueos que permiten la circulación de mercancía y la circulación estricta de mercancía fuerza de trabajo.

Se trata de un bloqueo de arriba hacia abajo que, en su carácter no-espontáneo, y especialmente en su involuntaria hiperatomización, ilustra la actual crisis de una manera tan clara como las verdaderas huelgas de masas del pasado. La cuarentena y el bloqueo son, entonces, una especie de huelga vaciada de sus características combativas y colectivas pero capaz, sin embargo, de provocar un profundo choque, tanto en la psique como en la economía.

En la ciudad de Rosario hay paro de transporte intermitente desde que comenzó el año debido al reclamo salarial de los trabajadores del sector. Los días sumados rondan los noventa. A diferencia de contextos anteriores, la intervención del Estado en el conflicto se ha caracterizado por su dilación. El paro colabora con la falta de movimiento y se vuelve un infierno para quienes en plena cuarentena tenemos que seguir yendo a trabajar.

En estos días ha habido otras medidas por reclamos salariales que se extendieron por el país, amenazantes y armadas, de quienes intensificaron su “trabajo” en esta cuarentena. Se trata de la policía bonaerense que exige mejores sueldos. Por eso los perros guardianes llegaron hasta la casa del amo a exigir su premio por gestionar el castigo. Finalmente lo consiguieron y seguirán haciendo su tarea, que es defender la propiedad y mantener el orden y la normalidad capitalista.

El coronavirus como coartada

El coronavirus se ha convertido en el chivo expiatorio social de este año, es presentado como el único mal a combatir porque “seguimos en guerra contra este enemigo invisible”. Es así que en los hospitales es probable que no te atiendan si no tenés el “privilegio” de contagiarte de coronavirus, no te hagan los estudios correspondientes o te larguen rápido a casa porque hacen falta camas y personal. Una situación que se viene repitiendo hace meses, aún cuando las consultas y la realización de estudios diagnósticos han disminuido más de un 60%. Esto implica enfermedades a futuro, pero no coronavirus, así que tranquilos.

En un homenaje a las y los trabajadores que fallecieron en el contexto de la pandemia, replicado en diversos puntos del país, sindicalistas pintaron un mural en reconocimiento denunciando que se continúa trabajando con salarios congelados y sin los elementos de protección necesarios en cantidad y calidad. «Nos cuidaron dando su vida» dice uno de los murales en la puerta de un hospital. Esto es y no es cierto. Evidentemente se trata de un trabajo de cuidado y muchas veces, de no ser por la amabilidad y la buena voluntad de los trabajadores de la salud, nuestras estadías en los hospitales serían mucho peores, tanto para los pacientes como para los acompañantes. Pero el sistema de salud es una máquina inalterable en su funcionamiento esencial. Y el enfermero no murió simplemente “para cuidarnos”, murió trabajando.

«No somos héroes, somos trabajadorxs», una frase en la que conviven el llamado a la compasión y la expresión de los conflictos del trabajo asalariado. Porque si bien es cierto que “nos cuidaron” y “nos cuidan”, ese cuidar es fundamentalmente su trabajo. Aunque la sociedad de la mercancía se esfuerce en separarlos, en ella ese vínculo es indivisible.

Afirmar que alguien puede morir a causa exclusiva del coronavirus es otra muestra de la maquinaria de escisión capitalista. No hay padecimiento para todos por igual. No hay patología alguna con atributos democráticos. Y es en esta cuestión donde radica el cómo se decide afrontar cualquier enfermedad: de manera parcial e insuficiente o de manera integral. Lo primero beneficia a los capitalistas y a los gobiernos, sirve para el lucro y el miedo; lo segundo es una práctica radical y transformadora que exige la desobediencia y la creación colectiva.

Por otra parte, trabajadores de la salud señalan que el sistema de salud colapsa cada año y desde hace tiempo. Sin embargo, los gobernantes esta vez tienen la coartada para culparnos a nosotros, y así se traslada la responsabilidad evitando hablar de años de falta de inversión en el sector y de la falta de compasión para con sus asalariados.

En una carta abierta, una médica señalaba: «Es una vergüenza y grave error realmente responsabilizar a la población y hacerse eco de esto que no es más que otra estrategia, inhumanamente planificada, con el simple objetivo de enfrentarnos, de ser nuestros propios espías y custodios. (…) La gente está sufriendo, ¡agotada también! Agotada del miedo, que les transmiten minuto a minuto a través de los medios de comunicación y, ahora, a través de instituciones como éstas. (…) Sin controles todos aquellos con patologías crónicas, con enfermedades graves. Pero los CEO de las prepagas, sindicatos y obras sociales nunca dejaron de recibir sus pagos y no prestaron servicios en todos estos meses. ¿Y le pedimos responsabilidad a la gente? ¿Qué nos pasa? (…) Reforcemos nuestros sistemas inmunes, salgamos al sol, miremos la luna, pisemos la tierra, riamos. ¿Cuándo nos dio tanto miedo vivir?»(2)

Abordar una enfermedad de manera aislada y parcial lleva a sostener que los respiradores y las escasas camas de terapia intensiva son la única solución, que hay que esperar la vacuna milagrosa, que aislar a las personas es bueno para el sistema inmunológico. Es mostrar unos datos sin comparación con otros, es olvidar que el año pasado murieron en este país 32.000 personas por neumonía e influenza en sus diversas variantes,(3) es mostrar las cifras sin información más que el apabullante número. Es afirmar que todo funcionaba bien pero que esta enfermedad vino a arruinar “nuestro” sistema de salud y “nuestra” economía.

Notas:
2. La carta completa puede leerse en: laprensa.com.ar/493328-La-dura-carta-de-una-medica-avergonzada-por-las-falsedades-en-torno-a-la-pandemia.note.aspx
3. telam.com.ar/notas/202002/435411-casi-32-mil-personas-mueren-por-ano-en-argentina-por-neumonia-e-influenza.html

Las clases sociales

A medio año de la declaración de la pandemia, Argentina volvió a registrar una de las tasas de inflación más altas del mundo. Es la segunda más importante de América latina. Según las proyecciones del FMI este año, la Argentina ocupará el octavo lugar en el ranking de inflación mundial con un 39,5%, encabezado por Venezuela con un 15.000%, seguida por Zimbabue, Sudán, Surinam, Yemen, Irán y Sudán del Sur.

Mientras tanto, los ricos se hacen más ricos y baten récords. Durante los últimos meses las acciones llamadas tecnológicas han tenido una vertiginosa escalada que en septiembre comenzó a frenarse. Es por demás de ilustrativo un informe del Instituto de Estudios Políticos (IPS) de Estados Unidos que señala que, desde el 18 de marzo al 13 de agosto, los 12 multimillonarios estadounidenses más prominentes —en medio de una fuerte paralización de la producción— han marcado un récord histórico. Sus fortunas en promedio han crecido un 40%, llegando en conjunto a la obscena cifra de 13 dígitos. Jeff Bezos (Amazon), el “futuro salvador de la humanidad” Bill Gates, Mark Zuckerberg (Facebook), Warren Buffett (empresario e inversionista), Elon Musk (Tesla y SpaceX)... y la lista sigue con los principales accionistas de Microsoft, Google, Oracle y Walmart. Evidentemente, los grandes ganadores de esta crisis, además de las farmacéuticas, son las empresas tecnológicas, como es el caso de aquellas orientadas a las telecomunicaciones y el comercio electrónico, lo que nos dice mucho sobre el momento actual del capitalismo. Entre las empresas argentinas del sector se destacan Mercado Libre y Globant, que acumularon en lo que va del año un aumento de sus cotizaciones del 90 y 62%, respectivamente. De todos modos, es necesario señalar lo volátil que vienen siendo muchas de estas cifras, sumado a un contexto mundial de fuerte crecimiento de la emisión monetaria, así como de la deuda pública y corporativa. El panorama es bastante incierto y los mecanismos financieros en boga nos tienen acostumbrados a sus estallidos y sus consecuencias.

Pero no hace falta mirar a Wall Street. Burgueses locales han ganado más pagando menos a sus empleados, reduciendo costos con el teletrabajo y recibiendo una porción del gasto en sueldos por parte del Estado. Quienes se han perjudicado son muchos pequeñoburgueses y algún que otro empresario de tal o cual sector. ¿Quién puede pensar que los burgueses ganan todos en bloque? Empresarios del sector gastronómico, reconocidos por imponer pésimas condiciones laborales, se han movilizado en la ciudad de Rosario para que los “dejen trabajar”.

En nuestra economía más mundana, de pocos dígitos, debemos seguir concurriendo a trabajar cada semana en peores condiciones o continuar buscando empleo en uno de los contextos más duros. Quienes hacen delivery siguen en la misma precariedad, siendo cada vez más frecuentes los accidentes y muertes. Los docentes ven intensificado su trabajo por medio de la tecnología, pero los sueldos siguen igual. De los trabajadores de la salud poco hay que agregar… Y a quienes se ganan el mango día a día en trabajos informales, esta situación les priva de dicha posibilidad.

Mientras tanto, nos preguntamos de qué sirve una cuarentena tan larga, de las más largas del mundo, si a nivel sanitario finalmente pasó lo que iba a pasar. Es el pensamiento de la deuda, del colapso: patear siempre el problema un poco más para adelante, pero no hacer nada para que no nos sobrevenga.

La propiedad

En los últimos meses una campaña en defensa de la propiedad privada ha protagonizado la agenda mediática y estatal. Desde el comienzo de la cuarentena, las ocupaciones de tierra, “usurpaciones” según el lenguaje estatal, se multiplicaron a lo largo del país. En el conurbano bonaerense se registraron cerca de 140 intentos de tomas de tierra, con variado éxito.

En la localidad de Guernica, en el partido de Presidente Perón, el 20 de julio se dio inicio a la toma en un predio de cien hectáreas destinadas a un country, donde a la fecha se han asentado 2.500 familias (unas 10.000 personas, aproximadamente). Con plásticos, maderas y chapas han empezado a construir su barrio, con la esperanza de tener aquello de lo que la propiedad privada los ha privado: un lugar para habitar. La justicia dictaminó el desalojo, primero para el miércoles 23 de septiembre, postergandolo a última hora para el 1 de octubre. Las familias continúan movilizadas exigiendo una solución.

El día 11 de septiembre fue desalojada de manera brutal una toma de 300 familias en tierras de un basural de Ciudad Evita. En horas de la noche la policía bonaerense entró a los tiros dedicándose además a incendiar las casillas. En el mismo momento, un grupo de matones atacaba también el comedor comunitario lindero a la toma, robándose hasta las ollas. El desalojo dejó muchos heridos graves y detenidos. Jenifer Lizarraga, joven referente del comedor, recibió 40 impactos en el cuerpo, perdiendo un ojo por un perdigonazo.

A miles de kilómetros, las “usurpaciones” en el norte patagónico también fueron parte de la comidilla de la burguesía. En El Bolsón y Bariloche ya no se trataría de unas “cuevas de ladrones” sino de “mapuches violentos”, “anarquistas” y hasta “terroristas”. Parece dar lo mismo que no todas las tomas sean una acción reivindicativa del pueblo mapuche, sino más bien un intento por sobrellevar las miserables condiciones de vida, agudizadas por la cuarentena en una zona que además tuvo que soportar una nevada histórica. Ya ha habido manifestaciones en la región en defensa de la propiedad privada reclamándole al gobierno que las defienda, como si hiciera poco por ello.

En Colonia Santa Rosa, departamento de Orán, Salta, la comunidad guaraní Cheru Tumpa se asentó en predios abandonados desde hace por lo menos veinte años y comenzó a habitar un lugar caracterizado como basural o “donde se cometían delitos”. Las noventa familias de la comunidad fueron desalojadas el 16 de septiembre por cien infantes de la policía provincial.(4)

Notas:
4. anred.org/2020/09/16/salta-desalojan-a-comunidad-guarani-90-familias-a-la-calle

La realidad virtual

Esta situación presenta también una nueva vuelta de tuerca para el disciplinamiento. Con la educación virtual millones de niños están aprendiendo a quedarse más quietos que antes y más aislados. Están siendo educados para una sociedad donde la virtualidad es cada vez más predominante, tal como nos educaron, generaciones atrás, estrictamente para ir derecho a la fábrica o con formas más laxas para los trabajos precarios que nos tocarían.

El coronavirus no afecta a todos por igual y la cuarentena tampoco. No somos simples ciudadanos iguales; pertenecemos a una clase social, tenemos una edad, somos parte de una división sexual, tenemos diferentes capacidades. Para los marginados de siempre la virtualidad es una nueva profundización de la exclusión. La soledad, por su parte, no resulta una opción en el hacinamiento. A quienes tienen la posibilidad económica no les ha hecho gran diferencia, la virtualidad y la soledad ya eran parte de sus vidas. Esta cuarentena ha significado un incremento de ese aislamiento en ellos, pero no una novedad. «El virus es un extraño. No lo lleves a tu casa», advierte en las calles vacías un cartel del gobierno de la provincia de Santa Fe. Por eso Facebook, por eso Instagram, por eso Tinder, por eso Amazon, por eso Mercado Libre, por eso Netflix.

Con el teletrabajo se vive y se trabaja en la misma unidad doméstica. Sabemos que eso representa mayor trabajo, especialmente para las mujeres, a quienes se les suele asignar dichas tareas. Y con la teleescuela también se incrementa el trabajo, no solo para docentes sino también para los padres.

El gran ausente en esta situación generalizada del aislamiento es el erotismo. Del mismo modo que la educación se transforma en una transferencia de información con una experiencia reducida y un vínculo corporal nulo, en el erotismo estas características, impensables décadas atrás, van tomando cada vez mayor preponderancia. En este caso, las nuevas protagonistas estrellas son las aplicaciones de citas, sea para “sexo virtual” o “sexting”, así como para quienes quiebran la ley. Ya que si nos atenemos a las reglas estatales, no se podría tener un encuentro sexual más que entre personas que conviven. Por otra parte, al haber menos contacto hay menos posibilidades de conocerse entre seres humanos. Pero esta tampoco es una novedad: antes de la cuarentena el erotismo ya estaba menguando. Quizás por estos motivos de reducción de la corporalidad la criminalización de la misma no ha despertado mayores indignaciones.

Sometido cada día más el principio de placer a la imagen y semejanza de la economía, se establece una normalización, legislativamente incluida, que se acomoda al ideal liberal del bienestar social. Así, las concesiones del capital respecto a la “libre” sexualidad son del mismo tipo que las del terreno sindical, la sanidad pública y tantas otras reivindicaciones sociales históricas: son las migajas que nos acallan.(5)

Notas:
5. Regreso al subterráneo, o el erotismo reconquistado. Antonio Ramírez, Salamandra nro. 13-14 (2003-2004)

NUEVOS MATERIALES: CORONAVIRUS, CRISIS Y CONFINAMIENTO

Desde la declaración de la pandemia del coronavirus y la instauración del confinamiento a nivel mundial, han circulado decenas y decenas de artículos de análisis y reflexión. La compilación de textos que conforman este nuevo título de Lazo Ediciones, Coronavirus, crisis y confinamiento, es una selección de tan solo un puñado de éstos, pero con un denominador común: no se limitan a explicar la realidad, sino que buscan transformarla.

Santiago López Petit (Barcelona), Carbure (Francia), Gianfranco Sanguinetti (Italia), Miguel Amorós (Barcelona), Proletarios Internacionalistas, Vamos hacia la vida (Chile), Jacques Camatte (Francia), Alba Campos Lizcano (Barcelona), Boletín La Oveja Negra (Rosario), Biblioteca La Caldera (Buenos Aires), son autores y grupos de diferentes partes del mundo que, aún separados por la distancia geográfica y abordando diferentes aspectos, comparten un rechazo crítico a la situación impuesta en el marco del coronavirus. Desde una perspectiva radical, indagan con claridad profunda sobre el significado de la salud y la defensa de la vida, la crisis y la reestructuración del trabajo, la lucha y el control social, los discursos médicos y científicos, y las implicancias a nivel subjetivo del contexto actual.

Frente a la práctica tan propia de estos tiempos, de despreciar ciertas críticas sencillamente por no poder explicarlo todo, amalgamándolas al “liberalismo” o la conspiranoia, y recurriendo a las polarizaciones de moda como economía-vida, donde el progresismo y la ciencia se presentan como salvadores, estos escritos aportan elementos fundamentales para la construcción de una visión de conjunto, que permita responder a las necesidades materiales que nos impone este particular momento.

Desde esta óptica integral y de alcance internacional, el análisis de la “crisis del coronavirus” pone de manifiesto que expresiones que se han presentado como antagónicas en cuanto al modo de gestión, funcionan realmente de forma complementaria, instalando el pánico y desviando toda discusión que pretenda ir más allá del COVID-19. En ese sentido, queda en evidencia el recorte que presupone asociar el término confinamiento únicamente con aquellos Estados donde se siguieron las recomendaciones “sanitarias” de la Organización Mundial de la Salud. Al involucrar en la discusión los diversos modos bajo los que se impusieron el aislamiento, el terror y el ajuste, queda claro que confinamiento aplica también a aquellos Estados cuyos mandatarios sostuvieron un fuerte discurso “anti-cuarentena”, minimizando la gravedad del virus, sin privarse de reprimir y aplicar similares medidas económicas que sus “opositores”: grandes niveles de endeudamiento y emisión monetaria, salvataje de grandes empresas, desregulación laboral y migajas para el proletariado. Además, mientras los niveles de propagación del virus son notablemente diferentes en las distintas regiones del planeta, la represión, los despidos, las transformaciones en el trabajo y el crecimiento brutal de la miseria, constituyen una realidad global común.

Varios de los textos de la presente compilación realizan aportes a la cuestión de la proliferación de diversos virus ligada al modo de producción capitalista. Hacemos, sin embargo, algunas salvedades sobre la centralidad asignada a este tema en diversos ámbitos críticos, minimizando u omitiendo los mecanismos y medidas que la declaración de la pandemia ha permitido generar e impulsar, y que atacan directamente nuestras condiciones de vida y de lucha. No es lo mismo decir que un virus provocó medidas sanitarias, económicas y represivas, que decir que un virus fue utilizado para tomar medidas económicas y represivas, bajo un amparo sanitario. ¿Se intenta mitigar una enfermedad para evitar el colapso del sistema sanitario, o se busca fortalecer la salud del sistema capitalista, imponiendo una sanación más duradera a sus crisis recurrentes? ¿Ha servido el virus para blanquear una crisis de tales dimensiones de la que nadie se atrevía a asumir la responsabilidad?

Con esta publicación insistimos en abordar las problemáticas centrales desde una perspectiva proletaria, remarcando las certezas sobre los cambios acaecidos y sus discursos legitimadores, para intentar vislumbrar los alcances del accionar de la maquinaria burguesa, y cuestionar aquello que se publicita como transformación social. Las consignas y fórmulas simplificadas, junto con la circulación masiva de información —apabullante y contradictoria— contribuyen al control social, desviando la atención, aturdiendo la comprensión, paralizando las acciones o reconduciéndolas hacia estados de impotencia.

Eventualmente los efectos del virus mermarán, pero no así los mecanismos de disciplinamiento que los Estados han sabido fortalecer. Mucho menos las consecuencias de una crisis que recién comienza y sobre la que aún es difícil tomar dimensión. La pregunta no es tanto qué hacer para cuidarnos del virus, sino qué hacer para cuidarnos de esta forma de organización social que es el capitalismo, y cómo lograr terminar con ella.

El libro está disponible para descarga en nuestro sitio web: lazoediciones.blogspot.com y será incluido en la próxima entrega —Octubre 2020— de las suscripciones de la Biblioteca Alberto Ghiraldo.

sábado, 1 de agosto de 2020

Aquí y ahora la lucha continúa

Panfleto repartido el 1° de agosto en el corte del puente Rosario-Victoria contra las quemas en las islas
Hoy, es 1 de agosto, algunas compañeras y compañeros no están acá porque en la plaza Sarmiento se está realizando una actividad a tres años de la desaparición y posterior asesinato del compañero Santiago Maldonado.

Hoy nosotros estamos acá, cortando una ruta para que el humedal deje de arder. Hace tres años Santiago estaba en el Sur cortando otra ruta junto a los mapuches para recuperar su territorio. El sábado pasado y el anterior, gendarmería dejó prácticamente vía libre para que algunos camioneros nos atropellen y golpeen, la misma fuerza armada que asesinó a Santiago, la que hace unos años invadió la ciudad con la excusa del narcotráfico. Otra rama del mismo brazo armado de los poderosos es la que hoy tiene a Facundo Castro desaparecido.

Quizás eso lo entendimos, por eso hablamos de no delegar nuestro cuidado a los gendarmes, de no quedarnos tranquilos y hacer una barricada más grande, pero quizás seguimos tropezando con la misma piedra: dialogar con quienes son parte del problema. Es cierto, estamos acá para algo que no es apagar el fuego objetivamente, si no estaríamos del otro lado del río. Pero algunos desconfiamos y marcamos los límites de la legalidad y de las palabras de quienes gobiernan, los de ayer y los de hoy.

Depende cuál sea el conflicto que se atraviese y el descontento social, serán menos o más hostiles, pero jamás dejarán de defender los intereses de los ricos, de los terratenientes, esos que hoy están quemando las islas, esos que ayer construyeron este puente de mierda sobre el que estamos parados y se cagaron en todo, en quienes viven hace más de cien años en el Remanso Valerio, en toda la flora y fauna que hay, o mejor dicho había, en el humedal. “Hay que progresar” dicen algunos, y se van a justificar en que sirvió de conexión, para esto y lo otro. Lo mismo van a hacer el año que viene cuando concesionen el nuevo dragado del río: “vamos a poder exportar más toneladas” dirán. Y es cierto, conecta y se podrá exporta más… ¿Y? ¿Quién se beneficia con esto? ¿Quiénes son los que analizan qué conviene y qué no? ¿Quiénes firman estos acuerdos? ¿Quiénes hicieron vista gorda o formaron parte del negocio cuando se loteó “Los Marinos” frente a La Fluvial? Que no nos sorprenda una copia de Nordelta en un tiempo.

¿Podrán o querrán, mejor dicho, las gobernaciones detener las quemas? ¿Cómo detener las quemas sin detener la producción ganadera? No es por tercos, si a algo venimos acá no es a pelearnos entre quienes queremos que el fuego en las islas pare. Revisamos distintos proyectos que hay para la “ley de humedales”, y nos encontramos con que ninguno podrá literalmente apagar el fuego. En cambio, dicen que se usarán los humedales de forma sustentable, algunas zonas estarán protegidas, y en caso del no cumplimiento: multas, suspensión, cese de la actividad, etc. Y no es que seamos especialistas en leyes, es que ninguna ley podrá apagar un incendio que es causado por la sed de ganar dinero, que es la misma que arruina cada rincón del planeta. Existe ya el artículo 41 de la Constitución Nacional, el Convenio Ramsar aprobado en el año 1991 a través de la sanción de la Ley 23.919, también la ley 26.562 ¿por qué otra ley garantizaría que este modelo productivo no avance sobre nuestro medio? ¿Tantas vueltas hay que darle para entender que esto destruye la vida?

Ahora, mientras codo a codo nos hermanamos en la lucha, podemos también pensar que si no cambia todo no cambia nada, que si queman las islas, o el amazonas, o nos fumigan, es por la insaciable necesidad de ganar dinero de unos pocos. Porque la naturaleza, y nosotros los seres humanos como parte de ella, es vista como mercancía. Y es a este mundo de las mercancías al que debemos derribar.

Rosario, 1° de agosto de 2020

Boletín La Oveja Negra
boletinlaovejanegra.blogspot.com


*  Ver panfleto anterior Una reflexión a orillas del río (25/07/2020)
** Ver Ecocidio en el humedal (La Oveja Negra nro.71)

jueves, 30 de julio de 2020

¡SANTIAGO PRESENTE!

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Luchamos contra el olvido, porque el principio del olvido es la muerte misma. Porque la muerte de un compañero que nos da la represión es muerte que nos cruza en el camino de la vida y la lucha. Eso no la hace menos mortal, pero sí menos individual. Y es esa misma lucha, la que no nos permite olvidar que este y tantos compañeros y compañeras que hoy no nombramos, existieron y combatieron sus leyes, su normalidad, su paz.

A un mes de su desaparición decíamos: «No hablemos el lenguaje de los amos, sino el de los rebeldes, con las heridas abiertas y los puños cerrados.»

Aunque el manojo de palabras y actos no alcancen para detener el látigo feroz que nos azota, con nuestro grito damos cuenta de la magnitud de la herida y el porqué de esa herida que irradia luz como un rayo que, en estos días oscuros, es aún más luz. Con el peso pesado de saber que mientras exista el Estado habrá asesinados, torturados y desaparecidos. Pero ¿cómo callar?

Contra el silencio, el terror, la violencia del Estado asesino, es que publicamos estas palabras a tres años de la desaparición seguida de muerte del compañero anarquista Santiago Maldonado. Reafirmando el significado del 1° de agosto como fecha de lucha y de memoria activa, transformadora. Su contracara, el olvido activo de los asesinados por el Estado, tiene como sentido la aceptación pasiva de la normalidad capitalista. Somos parte de esa memoria rebelde, de luchas, de experiencias y teorizaciones subversivas que no pueden ser simplemente repetidas, y que deben ser permanentemente regeneradas.

Asumimos que la lucha por la memoria de Santiago es más que una lucha frente a su desaparición y asesinato, e incluso más allá de él mismo. Ya que el propio Santiago se encontraba luchando y cortando una ruta en solidaridad con Facundo Jones Huala, hoy encarcelado en la cárcel de Temuco, así como había participado en tantos otros proyectos y luchas.

Queremos recordar y reivindicar a Santiago Maldonado, Brujo, Lechu, Vikingo, ese que jodía, que tatuaba, que pintaba, que rapeaba, a quien le hubiera gustado vivir sin amos ni reinos del dinero, que luchó con alegría y cuya muerte fue, justamente, en esa tensión entre lo posible y lo imposible.

A la vez, volvemos a hablar de terrorismo de Estado y hacer presentes otras ausencias que surgieron durante este confinamiento obligatorio. El encender en la memoria la chispa de la rebeldía está impregnado de saber que ni los muertos están seguros ante el Estado si este no es combatido y señalado como lo que es.

Este sábado 1 de agosto la memoria y la lucha nos convocan nuevamente. En Rosario nos encontramos a las 16hs. en plaza Sarmiento.

¡TERRORISTA ES EL ESTADO!

Entre los métodos coercitivos estatales, las desapariciones forzadas sobresalen por su terror. De un lado, las fuerzas armadas con la Ley a su favor, y por el otro, familiares, amigos y compañeros que no pueden encontrar vivo o muerto a un ser querido. En Argentina se cuentan al menos 200 desaparecidos desde la vuelta a la democracia.

Distintos testimonios a lo largo de los años comienzan con el último momento compartido, sea un abrazo, una visita, una protesta, o directamente presenciando la detención por parte de las fuerzas represivas. Estas historias, a diferencia del resto de los asesinatos del Estado, en cárceles, calles o comisarías, tienen en común la ausencia de un cadáver que permita afirmar la muerte de la persona: los responsables de la desaparición no dan explicaciones de las mismas.

En esa excepcional y espeluznante situación se mueven quienes buscan a un desaparecido, cuando irrumpe sobre la vida cotidiana la dimensión de lo inexplicable, el entierro sin entierro, esa presencia de una ausencia, muchas veces representada con rostros y figuras en papeles y paredes durante actividades callejeras. El peso de la desaparición forzada conlleva la permanente imposibilidad de pensar en algo que no sea “ese tema”, la amputación de cualquier forma de bienestar, sumada a la vigencia del terror y el mandato de silencio. El terror por lo que podría ocurrir con el resto de los seres queridos cercanos y el silencio como modo de defensa ante los demás.

La vida humana tiene un principio y un fin, esto es asimilable. Durante los días, meses o años que se busca un desaparecido se realiza un esfuerzo extremo, no solo físico sino también psíquico, al incorporar el cruel episodio que implica la desaparición de un ser amado. Pero muchas veces, aunque suene trillado, el dolor se convierte en lucha. Aquellos familiares, amigos y compañeros, al igual que quienes han debido enfrentar casos de muertes en prisión o por gatillo fácil, han debido inventar las alternativas y las defensas para asumir su propia realidad.

Pero esto tampoco sucede fácilmente. Al volcarse a la lucha, frente a la ausencia violenta que genera el terrorismo de Estado, también se pierden vínculos de amistad o de trabajo, se es excluido. Aquellos familiares de desaparecidos, encarcelados o asesinados por el Estado, que deciden tomar este camino se convierten en sospechosos, mientras se ven sometidos al pacto de silencio de las Fuerzas Armadas.

El terrorismo de Estado de los ‘70 procedió a la aniquilación física de las personas mediante la
desaparición y el asesinato, a la vez que muchas fueron expulsadas y exiliadas. Desde el retorno a las urnas en el ‘83 hubo un número aproximado de 7.000 asesinatos por parte de las Fuerzas Armadas, pero no se trata de medir la represión con equivalencias numéricas, sino de una cuestión humana.

CONTRA LA REPRESIÓN DE AYER Y HOY

En un mundo donde el pasado se niega y el futuro se percibe amenazante, el ciudadano se hunde en consumos que garantizan una felicidad privada, trabajos mal pagos y una especie de “sálvese quien pueda” y fragmentación social que el confinamiento obligatorio potenció gravemente.

El aislamiento social empeoró las condiciones de vida de todos, especialmente de quienes habitan en los barrios más golpeados por la miseria, están presos, no dependen de un trabajo en blanco o viven en casa con sus maltratadores. Desde los primeros días de confinamiento, cuando todas las fuerzas estatales comenzaban a ordenarse y la retórica de guerra anunciaba lo que se vendría, vimos cómo gran parte de la población avaló el castigo a la desobediencia, cómo los castigadores fueron rabiosos y aplaudidos por su rabia.

En abril se inyectó el terror bajo la mentira de una liberación masiva de presos. En estos meses han trascendido denuncias sobre todo tipo de violencia policial y de las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho del país: golpizas, torturas, asesinatos, violaciones y desaparición forzada, hechos en los que han participado policías federales, provinciales, municipales, gendarmería, prefectura y servicios penitenciarios.

Hoy buscamos a Facundo Castro de 22 años, desaparecido. El 30 de abril por la mañana, Facundo fue interceptado en su viaje a dedo hacia Bahía Blanca por un operativo policial en la localidad de Mayor Buratovich. En el acta labrada se registró que Facundo había violado el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio a las 10 de la mañana. Ese momento quedó registrado en una foto que se hizo viral donde se lo ve a Facundo junto a un policía y el móvil 23360. Cristina, su madre, asegura que a las 13:30 hs. la llamaron desde el teléfono de su hijo y que la comunicación fue “rara”. Escuchó: «Mamá, no tenés idea dónde estoy, no me vas a ver más», lo cual le sonó extraño, ya que él no le decía mamá, sino Bruja.

Un amigo suyo escribía en el facebook: «¿Quién es Facundo? Facundo es el pibe ese que se conoce a todo el pueblo, que sale con el termo y el mate y en el trayecto de un lugar a otro se puso a charlar con todo lo que se cruzó en el camino, un amigo, un hermano y un hijo también, un chico sin maldad, con un exceso de voluntad como pocos la tienen, esa persona que siempre te va a seguir y te va a aconsejar cómo hacer algo porque el siempre conoce una forma mejor y más fácil. Ese pibe que te ayuda a cambiar un foco y termina haciendo explotar toda la instalación eléctrica y se ríe y no le podes decir nada, ese amigo que viene a tu casa se sienta en el sillón prende el tele y se pone a ver videos y cagarse de risa mientras te ceba un mate, es quien pone manos a la obra y se pone a hacerte las pizzas en tu cumpleaños y sabés que se le van a quemar la mitad pero lo dejás porque lo hace de corazón y lo que vale siempre es la intención, es ese último comentario pícaro que te deja retorciéndose de risa por horas, ese chico que anda con auriculares por la calle cantando hiphop y rap, esa persona que no desaparecería porque sí, porque aún tiene mucho que enseñar y darle a su gente, ¿dónde estás amigo? #dondeestakufa »

Luis Espinoza, acusado de infringir la cuarentena, fue asesinado y desaparecido en manos de la policía en la provincia de Tucumán. Dos policías implicados confesaron que luego de asesinar al peón rural trasladaron el cuerpo en el auto del comisario desde el paraje de Melcho hasta la comisaría de la localidad de Monteagudo. Finalmente, allí lo envolvieron con plástico y una frazada, lo ataron con sogas y luego lo tiraron de un barranco de 150 metros de profundidad en la zona de Andalgalá, límite de Tucumán con Catamarca. A partir de estos datos pudieron encontrar el cuerpo.

En Santa Rosa de Conlara (San Luis) Florencia Magalí Morales apareció “suicidada” en la celda de una comisaría. En la misma provincia, más precisamente en Villa Mercedes, a Franco Maranguello de 16 años se lo llevó un patrullero de la puerta de su casa por estar en un horario no permitido en cuarentena y a las dos horas, cuando su mamá lo fue a buscar a la Comisaría del Menor, le dijeron que se había ahorcado.

En la ciudad de Buenos Aires, Facundo Escalso fue fusilado de cuatro tiros por la Gendarmería en el Bajo Flores. En Avellaneda, Lucas Barrios fue acribillado de 18 balazos por la policía federal. Nahuel Gómez, Rubén Sarso, Alan Maidana, Augusto Iturralde, Diego Arzamendia y Fernando Leguizamón, son algunos de los tantos asesinados en la provincia de Buenos Aires a manos de las fuerzas represivas. Según la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), solo en dicha provincia ha habido 27 asesinatos por gatillo fácil confirmados en los cuatro meses de cuarentena, muchos de los cuales ni siquiera trascendieron en los medios de comunicación. Estiman que los casos son muchos más, y señalan que el gatillo fácil no disminuyó significativamente a pesar del brusco descenso de circulación de personas en la vía pública.

José Antonio Ávila fue asesinado a quemarropa por la policía de Córdoba. Walter Ceferino Nadal, asesinado por la policía provincial de Tucumán, gritó que no podía respirar, pero los policías continuaron asfixiándolo hasta la muerte, tal como en el conocido asesinato policial de George Floyd en Estados Unidos. Como podemos ver, en el norte de Argentina o en Minneapolis, la policía puede asesinar también con armas no letales, con la fuerza bruta, la superioridad numérica y la pasividad ciudadana expectante.

La represión sirve también como advertencia y disciplinamiento para el resto. En este sentido la represión no es un hecho extraordinario sino un momento necesario de la normalidad y reproducción capitalistas.

Sumidos en la rabia, la tristeza, la acción y la solidaridad que nos causan estos atropellos, brutales atropellos, no queremos alimentar un sentimiento de derrota, miedo y victimización. Queremos continuar expresando a viva voz que esto no es simplemente la responsabilidad de unos milicos descarriados, de una policía corrupta, de tal o cual gobierno “fascista”. Todos estos responsables directos deberían tener su merecido, pero además todo este sistema de muerte debe ser combatido para acabar de una vez por todas con la represión y la violencia estatal capitalista de ayer, hoy y mañana.

VIOLENCIA ESTATAL Y RESISTENCIA EN LA PATAGONIA

El 1° de agosto de 2017 hubo una represión en Pu Lof en resistencia, departamento Cushamen, en las cercanías de Esquel, Provincia de Chubut. Allí desaparecen a Santiago. Esta represión se complementa con otras anteriores a su desaparición, así como con posteriores situaciones represivas, de amedrentamiento y jugadas jurídico-mediáticas los días siguientes mientras comenzaba su búsqueda.

Es necesario remarcarlo: durante años las comunidades mapuche de la Patagonia, al menos las que se han inclinado a la lucha antes que a la negociación, vienen resistiendo de diversas maneras el despojo y la contaminación del territorio frente a distintos proyectos de índole extractivista, así como a la represión y violencia policial permanente en los barrios periféricos en los que son confinados. El pueblo mapuche, que no es chileno ni argentino, tiene una larga tradición de combate y desde mediados de los ‘90 encabezó distintas experiencias de recuperación y resistencia territorial. Hablamos sobre todo de Chubut, Río Negro y Neuquén. Aunque se trata de una explicación geográficamente muy amplia, sirve para reforzar que, por un lado, ni la represión, ni la recuperación territorial surgieron ese día de modo espontáneo y, por otro, que no hay un solo grupo o modo de lucha y organización del pueblo mapuche.

Si hablamos particularmente de la recuperación de tierras en la que Santiago estaba brindando su apoyo, podríamos mencionar al menos brevemente que en 2015 se dio inicio a dicho proceso en tierras productivas de la Compañía de Tierras del Sud Argentino, perteneciente a la multinacional Benetton, la cual fue acompañada por diversas reivindicaciones del Movimiento Mapuche Autónomo del Puelmapu. Esta cuestión no pasó desapercibida para ninguno de los capitalistas de la zona, por lo que se inician las tareas de identificación de los miembros de las comunidades y familias que participan en el conflicto con el fin de neutralizarlas. Los señalan como extremistas delincuentes y criminalizan sus expresiones combativas, buscando aislarlas para posteriormente hacerlos foco de una crueldad y violencia aterradoras. La tensión, además de la provocada por la propia recuperación de Cushamen, giró en torno a diferentes demandas territoriales específicas, como el cese de paso de un tren turístico, o antirrepresivas, como la liberación de Facundo Jones Huala.

La búsqueda o intento de recuperación de un modo de vida ancestral a través del control territorial efectivo, tan opuesta al mundo de la devastación y la prepotencia de los dueños de todo en la Patagonia, trajo como contragolpe una dura reacción por parte del Estado y sus gendarmes, la cual fue fomentada por la prensa, aplaudida por los burgueses y amparada por su ley para proteger su paz.

Ya en enero de 2017, gendarmes y policías atacan la comunidad con un saldo de detenidos y heridos, dos muy gravemente. Dicho escenario es la antesala de la segunda detención de Facundo Jones Huala, lonko de la comunidad, que ya había sido detenido y liberado en 2016. Esto ocurre a manos de gendarmería el 28 de junio. A un mes de la detención hay protesta y represión en Esquel y Bariloche. Santiago lucha anónimamente con tantos otros en aquel entonces.

Finalmente, el martes 1° de agosto, en la ruta 40 se realiza un corte para visibilizar la situación. El Estado envía a gendarmería para desalojar el corte y se desata la cacería. Aquí es donde, tras entrar los gendarmes a balazo limpio, los compañeros van arrojándose y cruzando el río como pueden, mientras los gendarmes disparan sin cesar un momento. Allí se verá por última vez al Lechu, con agua hasta las rodillas y los gendarmes en la orilla.

Tras meses de lucha, su cuerpo es plantado 400 metros río arriba desde donde se lo vio por última vez.

ACTUALIZACIÓN DE LA LUCHA MAPUCHE

«Hoy 23 de julio estamos haciendo un corte y barricadas en acompañamiento a nuestra autoridad el machi Celestino Córdova, a todos los presos políticos y al lonko Facundo Huala que está haciendo huelga de hambre y a todos los presos políticos que están en huelga de hambre en Temuco y en todas las cárceles de Gullu Mapu. Desde acá, desde el Puel Mapu seguimos luchando, alentando la autonomía y la reconstrucción de nuestro pueblo ancestral mapuche. ¡Así que newén machi Celestino Córdova! Aquí en el Puel Mapu y en el Gullu Mapu seguiremos luchando con todo el newén de todos los weichafe y los toki, los machi y los lonkos. Seguiremos luchando con todo el newén del weichafe Rafael Nahuel. Desde el Relmu Lafken seguimos apoyando al machi Celestino y a todos los presos políticos.»

Las palabras de este weichafe de Lafken Winkul Mapu durante el corte de la ruta 40 en las proximidades de Villa Mascardi dan un panorama acerca de cómo se está desarrollando la lucha en el sur.

Del otro lado de la cordillera, el machi —referente espiritual— Celestino Córdova se encuentra en huelga de hambre desde hace casi tres meses. En un delicado estado de salud, actualmente se encuentra internado en el hospital de Nueva Imperial, luego de ser trasladado desde la cárcel de Temuco. Su drástica decisión es para exigir la prisión domiciliaria. Córdova es el único acusado del asesinato del matrimonio terrateniente Luchsinger-Mackay en enero de 2013.

Desde el 19 de julio, siete comuneros se han sumado a la medida de fuerza, entre ellos Facundo Jones Huala. Los presos políticos mapuche en huelga de hambre suman un total de 27, entre las cárceles de Temuco, Lebu y Angol.

Las manifestaciones de apoyo se han multiplicado y son parte de la tensión social que nuevamente emerge tras las enormes movilizaciones del verano pasado y que la represión, gracias a la llamada pandemia, había intentado callar.

En tierras patagónicas, el hostigamiento estatal a las comunidades en lucha ha continuado durante los últimos meses. Así lo manifestaron desde Cushamen, Lafken Winkul Mapu y Buenuleo. Estas dos últimas, en las cercanías de Bariloche, han sido atacadas violentamente por matones y policías, pero la resistencia continúa.

El 10 de julio Lautaro Gonzales Curruhuinca, compañero de Rafael Nahuel, emitió desde la clandestinidad un comunicado del cual compartimos algunos fragmentos:

«Mi respuesta es que seguiré con la misma postura, de no humillarme ante nadie ni negociar, ni pedir justicia por el peñi Rafael Nahuel Yem ni por nadie. Pedir justicia es creer en ellos. Creer que nuestros enemigos pueden ser justos. Porque mientras la justicia trabaje para cuidar los intereses de los terratenientes, empresarios y los intereses del estado, no habrá justicia para nadie, menos para el pueblo mapuche.»

sábado, 25 de julio de 2020

Una reflexión a orillas del río

Panfleto repartido el 25 de julio en el corte del puente Rosario-Victoria contra las quemas en las islas

Una vez más nos estamos encontrando.

El espectáculo horroroso del que somos testigos nos trajo hasta aquí para manifestarnos, para gritar, para juntarnos en este tiempo de aislamiento oficial.

Invitamos a reflexionar acerca de todos los atropellos que se llevan adelante contra la vida, que en este caso pone en el centro de la problemática al humedal, por la situación inmediata que se viene repitiendo hace varias semanas de quema permanente de montes y pastizales.

Queremos centrarnos en las acciones que se vienen llevando adelante, sus limitaciones y posibles escenarios de acción. En este sentido, vale recalcar que lo que nos une ante esta situación es la lucha, y que lo único que puede poner en tensión la urgencia de los incendios es la acción colectiva, en el seno de la movilización misma.

La impotencia de los primeros días se transformó en asambleas y encuentros y, sin que nadie nos lo ordene, y aunque más de uno nos haya tratado de delincuentes, el fin de semana pasado cortamos este puente y obstruimos por unas horas la normalidad. Esa normalidad basada en la circulación de mercancías, donde la destrucción de la naturaleza es el núcleo fundamental.

Hay mucha gente que se moviliza sinceramente, pidiendo una Ley de Humedales, una producción sustentable en las islas o un Parque Nacional. Estas soluciones se pintan como realistas e inmediatas pero ¿atacan al problema de fondo?

Desde la reforma del ‘94, la necesidad de una vida sana, reducida a derecho legal, se encuentra consagrada en el artículo 41 de la Constitución Nacional. En ese sentido, Argentina suscribe a todos los acuerdos ambientales internacionales: Protocolo de Kyoto, Protocolo de Montreal, Convención de Humedales y otros. También desde esa reforma, en el artículo 75 inciso 17 se reconoce la preexistencia al Estado de los pueblos originarios y sus territorios. Argentina también ha sido pionera en la creación de áreas protegidas. En 1922 crea el Parque Nacional del Sud, actual Nahuel Huapi, tercero del mundo después del Yellowstone en EEUU (1872) y el Banff en Canadá (1885). En cuestión de humedales, también participa del Convenio Ramsar.

Sin embargo, la realidad ha sido y es bien distinta tras las abstracciones de la legalidad. Desde los años 90 y en especial en los últimos veinte años, la destrucción de la naturaleza ha llegado a límites brutales. La expansión de la frontera agrícola se aceleró como pocas veces en la historia y la comida transgénica puebla nuestras mesas como nunca. 500 millones de litros de agrotóxicos son vertidos cada año en toda el área productiva agroindustrial. Entre 1998 y 2017 se arrasaron más de cinco millones de hectáreas de monte nativo, parte de los 35 millones que se desmontaron en total en el Cono Sur. El éxodo del campo a la ciudad no se detiene y las comunidades rurales, tanto criollas como indígenas, siguen siendo desalojadas, asediadas y reprimidas. Como corolario del histórico apriete que sufren las poblaciones que quedan dentro de los límites de áreas protegidas, en noviembre del 2017, por defender la tierra y la vida de su comunidad, Rafael Nahuel fue asesinado de un balazo en la espalda por Prefectura Naval tras una denuncia de Parques.

Entonces, queremos hacer la pregunta: ¿se podrá frenar todo este desastre con una ley? ¿Son más leyes lo que necesitamos?

El intendente Javkin en recientes declaraciones se lavó las manos, como si no pudiera hacer nada, afirmando que es un problema de Entre Ríos. El ministro de ambiente de la Nación, Juan Cabandié, anticipó en estos días una nueva figura legal, los “faros de preservación”, que daría una solución “de fondo” al problema del humo. Una vez más, el ojo vigilante y controlador señalará a quienes recorremos las islas, pero no a las ganancias de los ganaderos.

Queremos respirar aire puro, queremos caminar por los montes siendo parte de ellos, queremos bañarnos en el río como tantos miles de personas lo hicieron en el pasado. Queremos que otras especies animales sigan su vida tranquilamente, sin agrotóxicos, sin incendios, sin dragados ni alambrados.

El río, como todo lo que llamamos ‘naturaleza’, se halla en permanente cambio. Vida y muerte son una parte constitutiva suya: fluye, se seca, renace, observamos los cambios de color de los ciclos de su flora. Un día aquí una isla desaparece y otro día emerge un banco de arena que mañana será un monte tupido. Toda esa vida en constante ebullición, ¿cabe en la letra muerta de una ley de escritorio? ¿Es algo que se pueda vender al precio de una entrada, cual museo natural? ¿Tiene un funcionario político la sensibilidad de entender todo esto?

Compañeras y compañeros, esta lucha la hacemos entre todos. No es una guerra contra Entre Ríos, ni tampoco debemos permitir que sea el trampolín para que los especialistas de hoy sean los funcionarios de mañana. De este modo, discutamos las acciones que queramos llevar adelante entre nosotros y si los políticos tienen que enterarse, será por nuestras propias actividades, por el eco que de ellas se haga, y no por la invitación a una instancia en particular.

Sigamos luchando y encontrándonos. Sigamos conversando sobre hacia dónde queremos ir.

Después de todo, si hemos observado bien, sabremos que cuando el río se desborda es cuando más fecunda se vuelve la tierra...


Rosario, 25 de julio de 2020

Boletín La Oveja Negra
boletinlaovejanegra.blogspot.com


* Ver Ecocidio en el humedal (La Oveja Negra nro.71)

jueves, 2 de julio de 2020

ECOCIDIO EN EL HUMEDAL

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Durante varias semanas del mes de junio la ciudad de Rosario amaneció y anocheció bajo una espesa niebla de humo proveniente de la quema de pastizales y montes de las islas, al otro lado del río Paraná. Este humo que se cernía sobre la ciudad como la bruma de una película de ciencia ficción afecta las vías respiratorias y produce alergias e irritación ocular, al punto de que muchas personas sufren severas consecuencias en su salud.

Sin embargo, el problema de fondo es aún peor que el humo que llegó a nuestras narices aprisionadas tras los barbijos. La quema agudizada durante los últimos meses es una práctica común entre los productores ganaderos en las islas de Entre Ríos. El motivo es la progresiva extensión de los terrenos a explotar, así como la rápida preparación de los mismos para la alimentación de su ganado y ahuyentar otros animales que consideran plagas. Las llamas, que han arrasado miles de hectáreas en diferentes focos, dañan principalmente el entorno inmediato donde cientos de especies animales y vegetales mueren o se ven desplazadas como consecuencia del fuego y la asfixia.

Esta expansión es inseparable de una mucho más amplia: la de las fronteras del agro en todo el territorio. Si bien los transgénicos han provocado una intensificación del proceso, esto no puede llevarnos a sacralizar la producción agropecuaria anterior a su implementación, donde la quema, los agrotóxicos y el desmonte eran prácticas usuales. Es necesario comprender que la forma en que se produce en cada sector en cada momento está determinada por lo que dicta la tasa de ganancia, y toda discusión acerca de las “buenas prácticas” es un terreno completamente infértil si no se plantea una crítica profunda al sistema productivo en su conjunto.

El desastre en el humedal no solo se realiza a través de la quema de pastizales y deforestación por parte de quienes ostentan ser sus dueños. No debe olvidarse toda una serie de ataques contra la vida y el ecosistema que se desarrolla en esta zona: la nueva industria turística emergente­—y en este caso también podemos referirnos a todos aquellos que visitan el río con sus vehículos acuáticos motorizados y los evidentes daños que producen—; los terraplenes y elevaciones artificiales de los terrenos; la inescrupulosa actividad pesquera y de caza de animales silvestres (se puede ver cómo, a medida que pasa el tiempo, cada vez son menos las especies animales que siguen habitando los humedales); esto sumado a los desechos cloacales y tóxicos vertidos al río provenientes de las instituciones “sanitarias” e industriales de la ciudad de Rosario y sus alrededores, y los residuos de los pesticidas utilizados en el vasto territorio que conforma la cuenca del río Paraná.

Los incendios provocados en las islas son solo otro eslabón en una cadena de avance sobre el territorio en la región. Ayer fue el puente Rosario-Victoria, inaugurado hace tan solo 17 años. Facilitando el transporte y la comunicación entre las dos provincias, así como el acceso por tierra a muchas de las islas para facilitar su explotación, esta megaobra significó y significa un ataque directo a las diversas especies de la zona, así como a los habitantes de las islas y quienes se sustentan de la pesca a pequeña escala. Y aunque ahora sea parte del paisaje, el puente no estuvo siempre allí. Cada desastre se cimienta sobre otro, y es por eso que, aunque todo sea parte del mismo problema, es importante oponernos a los nuevos ataques, advirtiendo además la interrelación existente.

La próxima catástrofe local es la ampliación del dragado del río Paraná. En abril de 2021, la concesión del dragado se renovará con una profundización y ensanchamiento del canal para los buques de carga. Uno de los interesados en dicha concesión es China, el ya principal comprador de soja argentina. Representantes de China Communications Construction Co (CCCC), el gigante de la construcción estatal en ese país, ofrecieron al gobierno argentino darle mayor profundidad al río Paraná, la principal vía fluvial de Argentina para el transporte y exportación de productos agrícolas. Marcos De Vincenzi, gerente de dragado de Servimagnus, socio local de CCCC, dijo: «Creemos que el dragado de la vía fluvial debe actualizarse para satisfacer sus nuevas necesidades de tráfico y comercio» y agregó «cada pie de profundidad adicional aumentaría la eficiencia al permitir que los barcos transporten desde 1.800 a 2.500 toneladas de carga adicional.»

De los incendios y sus descontentos
Además de organizaciones ecologistas y ONG, personas autoconvocadas nos reunimos en diferentes ocasiones: asambleas, protestas o abrazos simbólicos al río con la propuesta de visibilizar la situación. Sin embargo, lo que primó fue la intención de reducir el problema de los incendios a una cuestión de ilegalidad para que llegue a las agendas políticas y se proceda a la acción judicial con abultadas y efectivas multas para los responsables. Así, se le pide al Estado lo mismo que desde hace años es evidente que no pretende solucionar, y no por un simple desinterés o capricho. Los intereses que están detrás de las quemas son los que defienden, defendieron y defenderán los representantes políticos, los intereses de las ganancias capitalistas que llenan sus bolsillos, sean del partido político que sean.

Como decíamos en el nro. 65 del boletín La Oveja Negra: «Durante toda la “década ganada” nuestra región sufrió el récord de desmonte por motivos agropecuarios, mientras se daba la bienvenida a nuevas inversiones de Monsanto y la minera Barrick Gold. Pero esto tampoco es propio de un gobierno en particular. En la Provincia de Santa Fe, por ejemplo, se pasó de tener casi 6.000.000 de hectáreas de bosques en 1935 a 840.000 en 2002, es decir, en ochenta años se “perdió” un 82% de bosques nativos. “Nada se pierde todo se transforma” dirán los eslóganes apaciguadores de la autoayuda, y en algo tienen razón, bajo la lógica de este sistema no se pierde nada mientras se transforme en valor: esos bosques fueron sistemáticamente destruidos para la ganancia.»

Los pedidos más o menos ingenuos y fragmentarios hacen que resulte muy simple para los políticos de turno buscar culpables particulares con nombre y apellido y dejar intacta la cuestión de raíz que acecha la vida, no solo del río Paraná y sus humedales sino de toda la naturaleza en su conjunto. El intendente de la ciudad de Rosario y el chovinismo provincial tienen la caradurez de considerar “una provocación” de la vecina provincia de Entre Ríos el recrudecimiento de los incendios tras firmarse un acta por el cese de las quemas durante 180 días. En otras ocasiones habrán sido y serán ellos mismos los que avalen todo este tipo de atropellos. Finalmente fue un diluvio el que apagó el fuego.

Quizás una lluvia intensa vuelva a parar un próximo incendio, y probablemente los dueños de los campos no pagarán sus multas. Lo seguro es que las organizaciones ciudadanas y ciudadanistas seguirán pidiendo que se apruebe tal o cual legislación. Actuando como correa de transmisión entre el Estado y quienes quieran parar las nocividades. Aplicando al odio y el amor genuinos de los movimientos sociales, el ungüento tranquilizador del suplicio legal y la confianza en los políticos y los empresarios. No es casual ni ingenuo que quienes se erigen como representantes de las manifestaciones suelen ser los presentadores compulsivos de proyectos de ley o de “producción sustentable” para el municipio, quienes hacen carrera política y a fin de cuentas progresan gracias a la mano del Estado.

Otra de las propuestas es la declaración de un Parque Nacional (1) en la zona, lo que significa poner a la naturaleza como un museo, santuario o vidriera donde se debe pedir permiso y pagar para poder circular. Con la lógica estatal del “cuidado” tan a la moda, la única forma de preservación de la vida se presenta como la prohibición y la regulación por parte del Estado, en este caso de ciertos territorios delimitados, mientras el resto es librado al uso indiscriminado de sus propietarios. Destinados al turismo o a la producción, en ambos casos se trata de la continuidad de la desposesión del ser humano de sus medios de vida y su brutal separación del entorno natural. Así, finalmente se cumplirá aquello de “el Paraná no se toca”, mientras con el Paraná se negocia.

Sumado a esto, el ciudadanismo, en este caso ecologista, desalienta las manifestaciones que apuntan al paro de la producción y circulación de las mercancías, haciendo llamados a seguir hablando en el lenguaje de los amos. “Jamás cometeríamos un delito para denunciar otro delito” decían. Es necesario tener en claro y seguir remarcando que este tipo de razonamientos solo nos llevarán a seguir sumidos en esta lógica de muerte y opresión, que el río Paraná junto con todo su ecosistema es hoy el foco de una problemática, pero el capitalismo no reconoce límites.

La Ley no es lo justo, es solo un consenso entre los burgueses para proteger sus propiedades, cuando se trata de aplicarla en ellos son solo papel mojado. Sin desobediencia no solo no hay revolución, sino el más mínimo cambio en beneficio de la clase de explotados y oprimidos de esta sociedad.

Un río no es frontera
Otra cuestión no menos importante es que no se puede limitar la problemática a una frontera que no existe para un metabolismo natural. Estos incendios no pueden aislarse de los ocurridos en la selva amazónica, ni de los desmontes del Chaco, solo por nombrar los más cercanos. Y esto desnuda el hecho de que una solución no podría venir jamás de tal o cual político o ley que se apruebe. Y no lo decimos para bajar los brazos o porque no nos parezca importante luchar por lo inmediato, para que se deje de prender fuego la vida a nuestro alrededor, sino todo lo contrario, escribimos estas reflexiones porque vemos que se está dando siempre la misma batalla inútilmente.

Como en todas las situaciones en las cuales somos bombardeados por los medios de comunicación, los temas de conversación se vuelven virales y todos pueden opinar a través de las redes sociales, surgen los comentarios del tipo de “cuando pasa en Australia todos se preocupan, pero cuando pasa acá enfrente no”. Esta clase de comentarios solo sirven para minimizar los hechos y perder de vista que todos tienen el mismo origen: la producción de valor. Parecería que solo por estar más cerca nos tenemos que preocupar, cuando incluso incendios ocurridos en lugares tan lejanos como Australia también nos afectan, aunque no sintamos el humo. Pero los ríos y los bosques no tienen patria, ni compiten en sus desgracias.

En los tiempos que nos están tocando vivir, de distanciamiento social y confinamiento obligatorio, se pretende obligarnos a taparnos la boca para salir a la calle. Durante las semanas de abundante humo en la ciudad de Rosario, recordábamos las imágenes que nos llegan de ciertas metrópolis orientales, donde no se puede ver el horizonte debido a las espesas nieblas tóxicas y el uso de máscaras es moneda corriente. Pero más allá del acostumbramiento a lo inimaginable, la situación se torna absurda e insostenible. Quienes ven la salud como estadísticas y protocolos, nos obligaron a dañar nuestra salud con el uso de tapabocas, que no solo dejan pasar el humo, sino que además reducen la capacidad respiratoria.

No nos callemos, no nos tapemos la boca ante la codicia mercantil y predadora de la vida.


Nota:
(1) No olvidemos que en el año 2017 Rafael Nahuel caía asesinado por el Estado, en nombre del cuidado de los parques nacionales. Ver La Oveja Negra nro.59: Parques nacionales: Naturaleza muerta