En un mundo donde el pasado se niega y el futuro se percibe amenazante, el ciudadano se hunde en consumos que garantizan una felicidad privada, trabajos mal pagos y una especie de “sálvese quien pueda” y fragmentación social que el confinamiento obligatorio potenció gravemente.
El aislamiento social empeoró las condiciones de vida de todos, especialmente de quienes habitan en los barrios más golpeados por la miseria, están presos, no dependen de un trabajo en blanco o viven en casa con sus maltratadores. Desde los primeros días de confinamiento, cuando todas las fuerzas estatales comenzaban a ordenarse y la retórica de guerra anunciaba lo que se vendría, vimos cómo gran parte de la población avaló el castigo a la desobediencia, cómo los castigadores fueron rabiosos y aplaudidos por su rabia.
En abril se inyectó el terror bajo la mentira de una liberación masiva de presos. En estos meses han trascendido denuncias sobre todo tipo de violencia policial y de las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho del país: golpizas, torturas, asesinatos, violaciones y desaparición forzada, hechos en los que han participado policías federales, provinciales, municipales, gendarmería, prefectura y servicios penitenciarios.
Hoy buscamos a Facundo Castro de 22 años, desaparecido. El 30 de abril por la mañana, Facundo fue interceptado en su viaje a dedo hacia Bahía Blanca por un operativo policial en la localidad de Mayor Buratovich. En el acta labrada se registró que Facundo había violado el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio a las 10 de la mañana. Ese momento quedó registrado en una foto que se hizo viral donde se lo ve a Facundo junto a un policía y el móvil 23360. Cristina, su madre, asegura que a las 13:30 hs. la llamaron desde el teléfono de su hijo y que la comunicación fue “rara”. Escuchó: «Mamá, no tenés idea dónde estoy, no me vas a ver más», lo cual le sonó extraño, ya que él no le decía mamá, sino Bruja.
Un amigo suyo escribía en el facebook: «¿Quién es Facundo? Facundo es el pibe ese que se conoce a todo el pueblo, que sale con el termo y el mate y en el trayecto de un lugar a otro se puso a charlar con todo lo que se cruzó en el camino, un amigo, un hermano y un hijo también, un chico sin maldad, con un exceso de voluntad como pocos la tienen, esa persona que siempre te va a seguir y te va a aconsejar cómo hacer algo porque el siempre conoce una forma mejor y más fácil. Ese pibe que te ayuda a cambiar un foco y termina haciendo explotar toda la instalación eléctrica y se ríe y no le podes decir nada, ese amigo que viene a tu casa se sienta en el sillón prende el tele y se pone a ver videos y cagarse de risa mientras te ceba un mate, es quien pone manos a la obra y se pone a hacerte las pizzas en tu cumpleaños y sabés que se le van a quemar la mitad pero lo dejás porque lo hace de corazón y lo que vale siempre es la intención, es ese último comentario pícaro que te deja retorciéndose de risa por horas, ese chico que anda con auriculares por la calle cantando hiphop y rap, esa persona que no desaparecería porque sí, porque aún tiene mucho que enseñar y darle a su gente, ¿dónde estás amigo? #dondeestakufa »
Luis Espinoza, acusado de infringir la cuarentena, fue asesinado y desaparecido en manos de la policía en la provincia de Tucumán. Dos policías implicados confesaron que luego de asesinar al peón rural trasladaron el cuerpo en el auto del comisario desde el paraje de Melcho hasta la comisaría de la localidad de Monteagudo. Finalmente, allí lo envolvieron con plástico y una frazada, lo ataron con sogas y luego lo tiraron de un barranco de 150 metros de profundidad en la zona de Andalgalá, límite de Tucumán con Catamarca. A partir de estos datos pudieron encontrar el cuerpo.
En Santa Rosa de Conlara (San Luis) Florencia Magalí Morales apareció “suicidada” en la celda de una comisaría. En la misma provincia, más precisamente en Villa Mercedes, a Franco Maranguello de 16 años se lo llevó un patrullero de la puerta de su casa por estar en un horario no permitido en cuarentena y a las dos horas, cuando su mamá lo fue a buscar a la Comisaría del Menor, le dijeron que se había ahorcado.
En la ciudad de Buenos Aires, Facundo Escalso fue fusilado de cuatro tiros por la Gendarmería en el Bajo Flores. En Avellaneda, Lucas Barrios fue acribillado de 18 balazos por la policía federal. Nahuel Gómez, Rubén Sarso, Alan Maidana, Augusto Iturralde, Diego Arzamendia y Fernando Leguizamón, son algunos de los tantos asesinados en la provincia de Buenos Aires a manos de las fuerzas represivas. Según la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), solo en dicha provincia ha habido 27 asesinatos por gatillo fácil confirmados en los cuatro meses de cuarentena, muchos de los cuales ni siquiera trascendieron en los medios de comunicación. Estiman que los casos son muchos más, y señalan que el gatillo fácil no disminuyó significativamente a pesar del brusco descenso de circulación de personas en la vía pública.
José Antonio Ávila fue asesinado a quemarropa por la policía de Córdoba. Walter Ceferino Nadal, asesinado por la policía provincial de Tucumán, gritó que no podía respirar, pero los policías continuaron asfixiándolo hasta la muerte, tal como en el conocido asesinato policial de George Floyd en Estados Unidos. Como podemos ver, en el norte de Argentina o en Minneapolis, la policía puede asesinar también con armas no letales, con la fuerza bruta, la superioridad numérica y la pasividad ciudadana expectante.
La represión sirve también como advertencia y disciplinamiento para el resto. En este sentido la represión no es un hecho extraordinario sino un momento necesario de la normalidad y reproducción capitalistas.
Sumidos en la rabia, la tristeza, la acción y la solidaridad que nos causan estos atropellos, brutales atropellos, no queremos alimentar un sentimiento de derrota, miedo y victimización. Queremos continuar expresando a viva voz que esto no es simplemente la responsabilidad de unos milicos descarriados, de una policía corrupta, de tal o cual gobierno “fascista”. Todos estos responsables directos deberían tener su merecido, pero además todo este sistema de muerte debe ser combatido para acabar de una vez por todas con la represión y la violencia estatal capitalista de ayer, hoy y mañana.
Ezequiel Gauto, tenía 22 años y el lunes pasado [13/07/2020] fue asesinado tras ser baleado por una policía en las inmediaciones de las calles Diomede y Castagnino, Adrogué.
ResponderEliminarLa versión policial sostiene que la mujer fue interceptada por dos jóvenes que se subieron a su auto tras llamarla como pasajeros de Uber. La agente relató que la tomaron del cuello, se zafó y comenzó a disparar contra ellos y contra otros dos jóvenes que se acercaban a su auto, uno de ellos armado. Familiares de Gauto desmienten la versión policial y comentaron que Ezequiel había salido a comprar una pizza a un comercio del barrio y se encontró con la mujer policía que estaba persiguiendo, junto a unos vecinos a los asaltantes.
https://www.anred.org/2020/07/20/adrogue-un-nuevo-caso-de-gatillo-facil/
Lucas Nahuel Verón fue asesinado por la policía bonaerense alrededor de las 01:50hs de la madrugada, en el barrio de Villa Scaso de La Matanza, cuando junto con su amigo se trasladaban en moto y festejaba sus 18 años recién cumplidos. Vecinos cuentan que la policía comenzó a perseguirlos y a realizar varios disparos, uno de ellos atravesando el pecho de Lucas. Habían ido al maxikiosco de 24hs ubicado en Calderón de La Barca y La Bastilla, cuando minutos después Lucas Verón sería fusilado por la bonaerense en la calle Llerena, entre Achaga y Céspedes.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/Matanzavivacomunicacion/photos/a.1481477945492693/2306233706350442/
Gracias Antonio C. Hoy en la actividad del 1° de agosto en Rosario agregamos a Ezequiel Gauto y a Lucas Nahuel Verón a esta terrible lista.
ResponderEliminarUna oveja negra