miércoles, 27 de abril de 2016

[Folleto] 1° de Mayo: Contra los festejos burgueses…

Recibimos desde México esta publicación internacionalista con textos, panfletos y gráfica de compañeros de Ecuador, México, Chile, Argentina y otras regiones del planeta.

Podemos encontrar aquí varios artículos publicados en La Oveja Negra. La crítica radical y la agitación anticapitalista recorren el mundo entero, pese a las fronteras que imponen los Estados. Y poder contribuir a ello nos alegra enormemente.
¡Por la revolución mundial!

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lunes, 25 de abril de 2016

¿QUIEREN MAYOR INFAMIA?

«Se necesita fuerza armada para proteger a los ricos, y el dinero para sostener esa fuerza armada sale de nuestro sudor; de manera que tenemos que deslomarnos trabajando para enriquecer a los patrones, y tenemos que deslomarnos para pagar soldados, gendarmes y rurales que cuiden las riquezas que nos han robado los ricos. ¿Quieren mayor infamia?» (Ricardo Flores Magón, La barbarie de la civilización burguesa. Regeneración, núm. 54, 9 de septiembre de 1911.)

Cuando «hay que ajustarse los cinturones para cuidar entre todos el lugar de trabajo en tiempos difíciles» escuchamos las propuestas de austeridad como cuentitos amables. En los lugares donde trabajamos para vivir nos ha tocado, o ya nos tocará, tener que soportar a los patrones o sus emisarios hablando de la empresa como un “nosotros” que incluye desde el dueño hasta el último asalariado del lugar. ¡Cómo sentir como propio lo que justamente nos enajena todos los días de nuestras vidas!

Desde las presidencias que se vienen sucediendo oímos el mismo cuento, que hay que esperar y ajustarse... uno, dos o diez años más. Que vamos a salir todos juntos como una misma nación, nos dicen. Esta promesa eterna de un futuro mejor para perpetuar la miseria, que suele ser más evidente en los lugares de trabajo, se presenta como más confusa cuando sale de la boca de los políticos y el Estado, quizás porque «todos somos argentinos». El Estado se presenta siempre como algo neutral que puede servir a los intereses del “pueblo” en su conjunto, e incluso en los más duros contextos dice ser el único que puede ayudarnos y que debemos luchar por él y a través de él.

Dijo la anterior presidenta que para cambiar el modelo de país hay que «organizar un partido político, presentarse a elecciones y ganarlas». Los nuevos sádicos que nos gobiernan hoy le han hecho caso y reciben de la anterior gerencia una población disciplinada por y para el Estado y sus instituciones.

Pero esta disciplina no significa simplemente formar parte del circo electoral, sea con los partidos tradicionales o con la última organización–social–devenida–en–instrumento–electoral, significa pensarnos como parte del Estado, pensar la solución a nuestras condiciones de vida en relación directa a la política y economía nacional.

Aun hay mayor infamia que mantener a los ricos y cuidarlos de nosotros mismos: suponer que somos parte de una misma comunidad, que el Estado somos todos, que no hay un ellos y un nosotros, que cuando los cuidamos a ellos nos cuidamos a nosotros mismos.

Y si «el Estado somos todos», sólo nos queda confiar en los especialistas. A los explotados nos imponen las conversaciones de pasillo, las quejas en la cola del supermercado, a la espera de que los especialistas en política, economía o medioambiente nos salven del malestar generalizado. Atrás quedó el «que se vayan todos, que no quede ni uno solo», perdido en los recuerdos de una nación ignorante e irresponsable dicen los que saben... los que saben como gobernarnos y no quieren que los echen a patadas.

Si bien se suceden paros y reclamos con algunas reivindicaciones salariales en algunos puntos del país, hoy, lamentablemente, reina la pasividad en casi la totalidad de la población explotada. Una pasividad rezongona... pero pasividad al fin. Aparentemente, en una situación de tanta gravedad no se puede simplemente luchar por aumentar nuestros salarios y bajar el costo de vida, frenar los impuestazos y las medidas represivas con organización y lucha contra y fuera de partidos y sindicatos. Eso sería para ignorantes e irresponsables que no aprendieron nada de estos diez años de buena gestión capitalista, ni saben esperar los resultados de esta nueva administración. Eso sería “utópico” nos dicen, cuando sabemos que la historia de nuestra clase se ha forjado mediante la fuerza y la imposición a la clase dominante. No olvidemos nunca que las pequeñas victorias que hemos obtenido a lo largo de nuestra historia, y hoy se presentan como obsequiadas por la burguesía, han sido conseguidas por la fuerza.

La realidad choca de lleno contra el “realismo”, contra el mal menor, contra el “lado bueno” del Estado y sus instituciones, pero parece no ser suficiente.

La dinámica del capitalismo es compleja, difícil es comprenderla y más difícil será su superación revolucionaria, pero el único punto de partida para todo esto son nuestras necesidades como seres humanos, escuchémoslas. Ahí residen todas las respuestas, de ahí surgen nuestras luchas, nuestras posiciones. No de una política crítica sino de la crítica de la política. No de una economía crítica sino de la crítica de la economía. Y por crítica no nos referimos a la queja de cola del supermercado o la denuncia sobre el papel. Nos referimos a la crítica práctica que hacemos como clase al romper las esperanzas estatales, cuando desbordamos las canalizaciones burguesas, cuando atacamos lo existente y, a sabiendas o no, construimos una nueva sociabilidad marcada por la lucha y no por el mercado. Ya lo hemos hecho a lo largo de la historia y a lo ancho del planeta, esto no es ninguna novedad ni una fórmula anticuada.

Hoy mientras padecemos tarifazos en todos los servicios, inflación en todos los precios, aumento general de los costos de vida, miserables aumentos de salarios y despidos masivos, los ricos gozan de sus paraísos fiscales que sostenemos nosotros mismos en este infierno mercantil. ¿Quieren mayor infamia?

23 DE ABRIL: DÍA MUNDIAL DEL LIBRO Y DEL DERECHO DE AUTOR

Más de un centenar de países participarán el 23 de abril de las celebraciones del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, proclamado por la UNESCO en 1996. Editoriales, librerías, bibliotecas, escuelas, centros culturales y sociedades de autores del mundo entero conmemorarán la fecha, evidenciando una vez más que bajo el yugo capitalista las expresiones y reflexiones de la humanidad, por significativas o secundarias que sean, son inseparables de la propiedad privada. El libro es expuesto como mercancía, sus párrafos permanecen cautivos de la propiedad intelectual.

Mientras tanto, para que consumamos cultura en forma de libros, discos o películas nos dicen que «saber es poder», que el conocimiento nos enaltece como seres humanos, que nos distinguiría del vulgo popular. Estamos de acuerdo con David Graeber cuando escribe que «a los académicos les encanta la teoría de Foucault que identifica conocimiento y poder y que insiste en que la fuerza bruta ya no es un factor primordial en el control social. Les gusta porque les favorece: es la fórmula perfecta para aquellos que quieren verse a sí mismos como políticos radicales aunque se limitan a escribir ensayos que apenas leerán una docena de personas en un ámbito institucional. Por supuesto, si cualquiera de estos académicos entrara en una biblioteca universitaria para consultar un volumen de Foucault sin acordarse de llevar una identificación válida, decidido a hacerlo contra viento y marea, descubriría rápidamente que la fuerza bruta no está tan lejos como desearía creer: un hombre con una gran porra, y entrenado en su uso contra la gente, entraría pronto en escena para echarlo.»

Cuando criticamos la propiedad intelectual e intentamos sortearla no nos referimos a apropiarnos de un libro para su uso comercial, sino de tomarlo para fomentar su uso social, colectivo. Ahora bien, si cualquier proletario para sobrevivir decide copiar y vender las mercancías de Universal o Warner Bros, de editorial Planeta o Anagrama, está claro que no vamos a oponernos a ello.

Hoy “derechos de autor” equivale a “copyright”, aunque hace tres siglos, cuando este último se inventó, no existía ninguna posibilidad de “copia privada” o de “reproducción sin ánimo de lucro”, ya que sólo un editor tenía acceso a la maquinaria tipográfica mientras el resto de la sociedad estaba obligada a renunciar al libro si no podía comprarlo. Entonces, el copyright no era percibido como antisocial, era el arma legal de un empresario contra otro. Hoy es el arma de los empresarios contra el resto de la sociedad. Cuando en verdad nadie tiene ideas que no hayan sido directa o indirectamente influenciadas por las relaciones sociales que mantiene en las comunidades de las que forma parte: por ende, si la génesis del conocimiento es social, su uso también debe ser social.

Ya no estamos obligados a comprar un libro para leerlo, alguien puede prestárnoslo, podemos robarlo, fotocopiarlo, bajarlo de internet o acudir a las bibliotecas populares o independientes del Estado para leerlo, compartirlo y conversarlo con otras personas.

No suponemos que todo libro sea importante por el hecho de ser un libro, el libro es tan solo otra forma que encontramos los seres humanos para comunicarnos, para compartir conocimientos y experiencias, así como también puede ser una simple mercancía para generar ganancias donde ya no importa su contenido. Hay libros de compañeros o afines que son imprescindibles, libros del enemigo que es necesario leer, libros intrascendentes y libros dañinos, que quizás leídos de una forma crítica pueden leerse contra sus autores.

Por esto seguimos llevando adelante y alentando las iniciativas que tiendan a compartir la información y las reflexiones necesarias para cambiar esta realidad impuesta, con libros o sin ellos, para terminar de una vez y para siempre con la propiedad intelectual y toda forma de privación.

ACTO POR EL 1° DE MAYO

Una nueva conmemoración de las jornadas de mayo de 1886 nos encuentra en la calle. Para recordar, compartir, discutir, reflexionar y agitar.

Volver a ese mayo es volver a un tiempo lleno de sufrimiento, pero también un tiempo rebosante de esperanza. Tiempo en que todavía la burguesía sufría por imponer su dominio ideológicamente. Tiempo en que las banderas tenían menos colores, pero eran suficientes. A casi 200 años de la independencia del Estado argentino, todavía algunos creen que el problema no es la organización estatal en sí, sino la subordinación de algunos Estados frente a otros. Dicen que para estar mejor hay que tener un Estado más fuerte, independiente del resto, ¡cuando lo que necesitamos es terminar con todos los Estados! Una vez más, ¡el proletariado no tiene patria!

Los esperamos el domingo 1ro de mayo a las 16hs. en la Plaza Sarmiento (Entre Ríos y San Luis) en otra conmemoración a 130 años de los hechos de mayo de 1886. Habrá compañeros que tomarán la palabra, música en vivo, feria de publicaciones y bebidas para compartir juntos la lucha y la memoria.

MEMORIA: ¡NO PAGAREMOS EL ALQUILER!

«Le tomó décadas a los gobiernos europeos y estadounidense intervenir en la precarización de las viviendas. La burguesía estaba absolutamente contenta dejando morir a los trabajadores de tuberculosis y raquitismo (“mal del inquilino” como le decían en Berlín), siempre y cuando lo hicieran silenciosamente en sus pocilgas, y siguieran teniendo suficientes hijos como para proveer una creciente mano de obra. Pero la epidemia masiva de cólera del 1860 no se contuvo aislada en los vecindarios de la clase obrera. El cólera estaba en el agua y mató a ricos y pobres. El miedo a la muerte empujó a la burguesía a superar su miedo a interferir en la propiedad privada. En respuesta a las epidemias, las primeras grandes leyes sobre vivienda fueron aprobadas en varios lugares como actas de salud pública.» (Prole.info, El monstruo de la vivienda, Lazo ediciones, 2015)

Irlanda, 1880

Un agente inmobiliario llamado Charles Boycott, quien gestionaba las tierras de un noble inglés, intentó desalojar a los campesinos que reclamaban una reducción del 25% en la renta de dichas tierras, debido a la mala cosecha que habían tenido durante el año anterior. Para resistir al desalojo comenzaron una campaña de ostracismo organizado, que comenzó con el mismo Boycott pero no se detuvo ahí, también se aplicó a quienes querían alquilar las tierras desalojadas. En pocos días, los trabajadores de los campos y establos de Boycott comenzaron una huelga. También lo hizo su personal doméstico. En breve el especulador no pudo comprar en ningún negocio de la región, ni recibir cartas: el cartero local se había sumado a la protesta.

La carta bajo la manga que desplegó Boycott no podía ser sino religiosa y nacionalista. Contrató a trabajadores protestantes y pro–reino unido de otras regiones, que tuvieron que ser escoltados desde sus lugares de origen por mil policías y soldados. Sin embargo, el costo de esta operación terminó por convertirse en una gran pérdida de dinero. El remedio fue mucho peor que la enfermedad. Tiempo después, el término boycott comenzó a ser utilizado para acciones similares en todo el mundo.

Argentina, 1907

La Municipalidad de Buenos Aires aprobaba un incremento de los impuestos para el año siguiente. Inmediatamente los propietarios de conventillos, inquilinatos y pensiones trasladaron este aumento al costo de los alquileres. Durante esa primavera, las 132 piezas del conventillo Los cuatro diques conformaron un comité de huelga que se negó a pagar en tanto no se realizara una rebaja del 30% en los alquileres y se llevaran a cabo mejoras sanitarias en los edificios. La medida se contagió a otros barrios. Cada uno constituyó un comité que, a través de asambleas, elegía delegados que coordinaban con el resto de los lugares en lucha a través del Comité Central de Lucha contra los Altos Alquileres y los Impuestos.

Para octubre había más de 700 conventillos en huelga, llegando a las 2000 casas (80% del total) hacia finales del conflicto. La huelga se extendió a otras localidades como Lomas de Zamora, Avellaneda, La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Rosario, Córdoba y Mendoza. El conflicto se había vuelto nacional y había más de 140.000 inquilinos en huelga.

Para hacer frente a la huelga los propietarios se nuclearon en la Sociedad Corporación de Propietarios y Arrendatarios de la Capital, reclamando a las autoridades la eliminación de los impuestos que gravaban sobre los conventillos y la puesta en marcha de medidas represivas contra los huelguistas.

La represión solía llegar durante la mañana, mientras los hombres trabajaban. El protagonismo entonces lo tomaron las mujeres y sus hijos. Sacaban a los escribanos, abogados, jueces y policías a escobazos, por lo que la lucha de 1907 pasó a ser conocida como La Huelga de las Escobas. En medio del conflicto unos 300 niños y niñas marcharon por el Barrio de La Boca con escobas para «barrer a los caseros y las injusticias de este mundo» y al pasar por cada conventillo un nuevo contingente se unía al reclamo. En las puertas de las viviendas se acumulaban palos, piedras y todo tipo de objetos intimidatorios. Las crónicas relatan que las mujeres preparaban enormes calderas de agua hirviendo para desollar a quienes quisieran echarlos.

Pero a medida que se radicalizaba la protesta la represión fue incrementando. El 22 de octubre el coronel Ramón Falcón —quien en 1909 ordenaría ametrallar contra una manifestación del 1° de mayo porque «llevaban la bandera roja en lugar de la celeste y blanca»— reprimió a los huelguistas del conventillo Las catorce provincias, en el Barrio de San Telmo, causando la muerte del obrero anarquista de 18 años Miguel Pepe. Su funeral se tornó una manifestación de 15.000 personas.

Rosario fue otra de las ciudades donde las acciones se radicalizaron. Octubre contaba 300 conventillos en lucha. Desde el comienzo del conflicto, la Liga Pro Rebaja de Alquileres nucleó a los delegados de diferentes conventillos, y, obviamente, contó con la solidaridad del diario anarquista La Protesta, pero también de otros medios como El Municipio y El Tiempo.

En noviembre todavía existían algunas casas en conflicto, pero hacia mediados de diciembre el movimiento se fue agotando tras conseguir algunas de las demandas que no fueron del todo respetadas por los propietarios. En muchos patios de Buenos Aires la obtención de rebajas y el mejoramiento mínimo de algunas condiciones de vida se celebró con fiestas y bailes. En otros, en cambio, los desalojos dejaron a decenas de familias en la calle. El Sindicato de Conductores de Carros se solidarizó poniéndose a disposición para los traslados hasta los campamentos improvisados por los proletarios en lucha.

La huelga de inquilinos fue un original movimiento, pionero en este tipo de acciones en ámbito urbano, y cuyo éxito parcial inspiró en las décadas siguientes a proletarios de muchísimas regiones a asumir la acción directa en torno a la problemática de la vivienda.

Escocia, 1915

Durante la Primera Guerra Mundial los propietarios de edificios en Glasgow procuraron aprovechar el influjo de constructores navales que llegaban a la ciudad y la falta de hombres locales para aumentar los alquileres. Las mujeres eran vistas como un blanco fácil y se enfrentaban con un aumento del alquiler de hasta el 25%. Sin embargo, en el distrito de Govan, el aumento provocó un contragolpe a los propietarios.

Allí el alquiler fue abonado sin aumento y, ante la nula reacción de los propietarios, las mujeres proletarias corrieron la voz hacia otros barrios. Mientras los intentos de desalojo se resistían, la burguesía llevaba a las cortes a dieciocho trabajadores de los arsenales. El día del juicio, 10.000 manifestantes amenazaron con una huelga general si no se levantaban los cargos. Un gobierno debilitado y en situación de guerra no podía aguantar una resistencia de tal magnitud.

El Acta de restricción a las rentas aprobada disminuiría los alquileres de los proletarios hasta su nivel de preguerra.

Panamá, 1925

La Ley 29 del 11 de febrero de 1925, destinada a reformar el Código Fiscal, aumentó notoriamente el gravamen sobre las propiedades urbanas. Rápidamente, los propietarios descargaron este aumento sobre los arrendatarios. Los pobres, que vivían mayormente en las denominadas casas de inquilinato (similares a los conventillos), sufrieron el aumento, que llegó hasta el 50%, en esas hacinadas y calurosas viviendas.

En junio se formó la Liga de Inquilinos, que al no obtener ninguna respuesta por parte del Estado y los terratenientes, desencadenó en octubre la huelga de pago, que duraría hasta el fatídico día 10, en el que la policía atacó un mitín de huelguistas dando la muerte a cuatro trabajadores. Sin embargo, el conflicto no menguó. Para superar la crisis, el Estado panameño tuvo que solicitar ayuda del ejército de Estado Unidos. En 1925, y debido a la presión de la huelga, los alquileres disminuyeron un 10%, para volver a ser aumentados, hasta que en 1932 estalló un nuevo movimiento huelguístico.

EE.UU., década del 30

En plena depresión, marchas y disturbios se volvieron insuficientes para la lucha de los proletarios norteamericanos. Necesitaban algo que les hiciera paliar su terrible situación. La huelga de alquileres ya no era una opción, no pagar era lisa y llanamente la única posibilidad de no morir de hambre.

Los desalojos no tardaron en llegar, la resistencia tampoco. Comenzando por Nueva York, se extendió prontamente a otras grandes ciudades. Las tácticas de resistencia violenta hicieron que, sólo en Nueva York, más de 70.000 familias recuperaran sus casas. Las poblaciones organizaron además cuadrillas de solidaridad que reconectaban la energía eléctrica y el gas, luego de que policías y carneros los desconectaran.

Además de todo lo conseguido con la acción directa, los proletarios forzaron al Estado a que otorgara subsidios especiales para el pago de la renta. Posteriormente a 1943, luego de la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial, movimientos masivos de huelgas en fábricas lograron con éxito aumentar notoriamente el poder de compra de los asalariados, disminuyendo entre otras cosas el precio relativo de los alquileres.

Italia, 1969

Cientos de miles de proletarios italianos participaron de las llamadas autoreducciones: reducir voluntariamente sus pagos de alquiler, servicios y compras de alimentos y productos.
En julio de 1969, el municipio de Nichelino (suburbio “rojo” de Turín) fue ocupado: ninguno de sus habitantes pagó el alquiler. En 1974, 600 familias de obreros de Fiat Mirafiori tomaron los edificios vacíos. En 1976 en Milán, 5.000 familias ocuparon, 20.000 autorredujeron su alquiler y 12.000 su factura de luz.
En Roma, 70.000 proletarios hacinados en guetos y en condiciones catastróficas tenían frente a sí 40.000 departamentos vacíos que no encontraban compradores o locatarios a causa de su alto costo. A partir del 15 de enero de 1974 comenzaría la fase ascendente de un movimiento generalizado: en tres meses, más de 4.000 departamentos fueron sucesivamente ocupados.

Tras casi un año de ocupación, por parte de 147 familias, de inmuebles pertenecientes al Istituto Autonomo delle Case Popolari (organismo de vivienda social), la policía intervino de manera ultraviolenta, expulsando a algunas familias. Pero durante los siguientes días, proletarios de todos los barrios confluyeron para enfrentarse con la policía. Un manifestante perdía la vida.

Más tarde la policía, al apuntar nuevamente sus armas de fuego, tuvo la sorpresa de constatar que el plomo no provenía ya únicamente de su lado. Ocho policías fueron tocados severamente. La marea había cambiado.

Argentina, 2016

Hasta 70% de aumento en alquileres. Facturas de luz con un recargo de entre el 50 y el 250%. Quita de subsidios en el gas, agua y posiblemente en el transporte público. Todo lo cual se suma a una ola de ajustes y despidos que marcan las políticas de la región en épocas en que la crisis se agrava en todo el mundo.

La burguesía ya hizo lo suyo, sólo resta ver si nosotros responderemos a nuestras necesidades, si estaremos a la altura de nuestra gloriosa historia insumisa o si continuaremos bajando la cabeza.