En
Argentina, desde que asumió el actual gobierno, se predica la unidad y
en consonancia se propicia el diálogo, la conciliación de subordinados
con poderosos.
Las diversas fracciones de burócratas
reparten funciones disciplinadoras. Las convocatorias realizadas para
pactar con corporaciones patronales, industriales y ruralistas tuvieron
también una favorable respuesta de gran parte de los referentes de los
llamados “movimientos sociales”.
Tras la convocatoria de la nueva ministra
de seguridad, Sabina Frederic, el 28 de enero se concretó una reunión
entre dirigentes de movimientos sociales y los nuevos jefes de
Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Policía Aeroportuaria. La
reunión llevada a cabo en una dependencia de la propia Gendarmería en
Capital Federal, tuvo por objetivo empezar a “promover canales de
diálogo” para buscar “la paz social”. En la reunión participaron
dirigentes de organizaciones como Movimiento Evita, CTEP, CCC, Barrios
de Pie, Movimiento Trabajadores Excluidos, Martín Fierro, Movimiento
Octubres y una parte del Frente Popular Darío Santillán. (1)
Esta
progresiva institucionalización de los movimientos sociales y, en
particular, de aquellos que nuclean trabajadores desocupados,
subocupados, informales o “de la economía popular”, no comenzó con este
nuevo gobierno.Viene dándose desde hace años y se suma a las razones de por qué, frente
a una de las peores crisis y empeoramiento de nuestras condiciones de
vida como explotados, la paz social reina en todo el territorio.
Mientras Fernández, hábil y cínicamente,
asegura que «la economía popular llegó para quedarse» y que «la gente
necesita un horizonte de progreso» y se necesita «trabajar en conjunto
el compromiso de erradicar definitivamente el hambre en Argentina», el
modelo extractivista impulsado no hace más que asegurar un futuro de
hambre y muerte para todas y todos.
Tras la
crisis de del 2000, Cristina Fernández dijo que la Argentina era una
gran fábrica recuperada que había podido recomponerse, hace algunos días
Alberto Fernández agradecía «a los movimientos sociales, una
nueva forma que apareció en la Argentina y que llamamos economía
popular, que no tiene la rigidez de la economía formal, pero que es una
realidad a la que hay que atender y prestarle mucha atención a lo que
hacen porque se ocupa de lo que otros quieren descartar». Y así es que,
otra vez, los explotados se ocupan de lo que la economía descarta,
aceptando las migajas y las pobres posibilidades de inclusión en el
gobierno de este mundo de mierda.
Es evidente que los mecanismos represivos
contarán con la anuencia de estos personeros de sectores social y
económicamente “excluidos”, referentes políticos cada vez más incluidos e
institucionalizados en las arcas de la dominación estatal burguesa. Un
diario burgués lo decía más claramente: «Ya no están en la calle
reclamando frente al Estado, sino que entraron para administrar los
recursos. En concreto, asumieron en los ministerios de Desarrollo Social, de Vivienda y Hábitat y de Trabajo.»
Todo un clima de pacto, concordancia y
contubernio que no nos sorprende pero que no soslayamos y que, en todo
caso, es una alerta más a la hora de organizar las luchas presentes y
por venir.
Nota:
1. Familiares y compañeros de Darío denunciaron esta reunión, así como la continuidad de los represores en el gobierno.
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