«La reforma es la continuación de la represión por otros medios.»
(Os Cangaceiros, Trece mil fugas)
(Os Cangaceiros, Trece mil fugas)
El día 25 sucedió en Santiago de Chile la histórica marcha de más de un millón de personas, que se replicó en la mayoría de las ciudades del país. Puede parecer paradójico, pero semejante manifestación puede expresar los primeros sintomas de la derrota del movimiento social en lucha, el movimiento de las barricadas y las ollas populares, del ataque y la defensa. Porque la realidad se transforma principalmente siendo y haciendo la transformación, no exigiéndola, no solo protestando.
Compartimos algunos testimonios luego de aquella jornada:
«Tengo que ir a trabajar. Todo vuelve a la "normalidad". Políticos y empresarios subiéndose al carro de la victoria. Militares que siguen en las calles. Me siento como en una resaca. Y ayer no bebí. Estaba muy contento. "Hicimos historia" dije. "Y ahora qué". Hay asambleas barriales en muchos lados. Sobre todo en lugares donde compañeros y compañeras llevan construyéndolas hace más de 30 años, otras empezaron esta semana. Mañana tenemos actividad en un parque cercano con los más pequeños del barrio pero estoy desanimado. (…) Estas semanas queríamos cambiarlo todo. Y volver al trabajo. Ver que el metro funciona. Ver militares en las calles. Me entristece.» (Anónimo. Tomado de un muro de Facebook)
«Ayer conversaba con una de mis vecinas con la que hemos tocado las ollas y algunas barricadas. Es una mujer muy luchadora y sin mucha formación política, pero con una conciencia de clase admirable. Le pregunté por qué no estaba en la Plaza del barrio tocando la olla y me dijo: "porque ahí están haciendo un acto para los niños y por la paz. Yo no estoy de acuerdo con eso, fue enfática, las viejas creen que disfrazando la realidad le hacen bien a los cabros chicos y ellos deben saber, que esto es lo que les tocará vivir". Entonces me transfiero al contexto político y social en el que nos encontramos, mientras un sector mayoritario de las masas está peleando –el gobierno reconoce 19 muertos hasta el momento– los partidos políticos desde la Democracia Cristiana (DC), Partido Comunista (PC) hasta el Frente Amplio (FA) y corrientes dentro de ellos, viven en la esfera de la institucionalidad tratando de volcar las discusiones al congreso y direccionando la política general hacia la vuelta de los milicos a sus cuarteles, el diálogo y la paz social. Me pregunto si todos aquellos intelectuales que adhieren a la carta encabezada por Javiera Parada, sabrán desde su vida más holgada lo que vive la clase trabajadora... Me pregunto si sabrán que si sube costo de la vida nos vamos a la cresta. Sabrán que hay profesoras trabajando en fábricas porque no les alcanza con la jubilación. Sabrán que cuando sube el precio de la luz, tenemos que recortar todo el presupuesto de la familia. Sabrán a qué hora se levantan las mujeres de la clase à hacer filas en los consultorios, sabrán que te mueres en listas interminables para que te operen en un hospital. Sabrán que se está comprando comida a crédito en los supermercados y un largo etc. que muchos de ustedes también viven... Pues el diálogo y la democracia que tanto les preocupa a ustedes, ha sido sólo la dictadura de los grupos económicos en Chile. Una dictadura que lleva 46 años en que han saqueado todo, han robado impunemente y nos han explotado hasta más no poder. Esta institucionalidad, es la que nos impusieron los ricos y hay que derrumbarla. Es este sistema de explotación de una clase sobre otra, de países ricos a costa de países colonizados como los nuestros, lo que debemos cambiar. No hay poesía ni romanticismo en esto, es lucha contra el capitalismo que debemos profundizar y es tan real como nuestras vidas. Su democracia no nos interesa.» (Anónimo. Tomado de otro muro de Facebook)
«Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno. (…)
¡Vamos hacia la vida!» (Un grupo de Proletari@s "anormales" en lucha. Esto no para: ¡Ya no volveremos a su normalidad! Santiago, 27 de octubre)
Aquel 25 de octubre, hasta Piñera buscó subirse al carro declarando: «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza.» De todos modos, podemos decir que no triunfó, al menos no con la eficacia deseada por el poder, el intento de blanqueamiento de las manifestaciones. Con el correr de los días, aquella movilización puede ser también entendida como una muestra de fuerza del proletariado más que como su derrota final. Las convocatorias siguen siendo multitudinarias y cotidianas.
Si bien la perspectiva y el libreto que han seguido los políticos dictaba aquello de “post-marcha empieza el dialogo entre partidos, cambio de gabinete, votaciones de leyes reformistas” es fuerte como el movimiento se mantiene, y ha encontrado, aun de forma dispersa, la continuidad en las escuelas, universidades y lugares de trabajo que han intentado volver a la normalidad.
Compartimos algunos testimonios luego de aquella jornada:
«Tengo que ir a trabajar. Todo vuelve a la "normalidad". Políticos y empresarios subiéndose al carro de la victoria. Militares que siguen en las calles. Me siento como en una resaca. Y ayer no bebí. Estaba muy contento. "Hicimos historia" dije. "Y ahora qué". Hay asambleas barriales en muchos lados. Sobre todo en lugares donde compañeros y compañeras llevan construyéndolas hace más de 30 años, otras empezaron esta semana. Mañana tenemos actividad en un parque cercano con los más pequeños del barrio pero estoy desanimado. (…) Estas semanas queríamos cambiarlo todo. Y volver al trabajo. Ver que el metro funciona. Ver militares en las calles. Me entristece.» (Anónimo. Tomado de un muro de Facebook)
«Ayer conversaba con una de mis vecinas con la que hemos tocado las ollas y algunas barricadas. Es una mujer muy luchadora y sin mucha formación política, pero con una conciencia de clase admirable. Le pregunté por qué no estaba en la Plaza del barrio tocando la olla y me dijo: "porque ahí están haciendo un acto para los niños y por la paz. Yo no estoy de acuerdo con eso, fue enfática, las viejas creen que disfrazando la realidad le hacen bien a los cabros chicos y ellos deben saber, que esto es lo que les tocará vivir". Entonces me transfiero al contexto político y social en el que nos encontramos, mientras un sector mayoritario de las masas está peleando –el gobierno reconoce 19 muertos hasta el momento– los partidos políticos desde la Democracia Cristiana (DC), Partido Comunista (PC) hasta el Frente Amplio (FA) y corrientes dentro de ellos, viven en la esfera de la institucionalidad tratando de volcar las discusiones al congreso y direccionando la política general hacia la vuelta de los milicos a sus cuarteles, el diálogo y la paz social. Me pregunto si todos aquellos intelectuales que adhieren a la carta encabezada por Javiera Parada, sabrán desde su vida más holgada lo que vive la clase trabajadora... Me pregunto si sabrán que si sube costo de la vida nos vamos a la cresta. Sabrán que hay profesoras trabajando en fábricas porque no les alcanza con la jubilación. Sabrán que cuando sube el precio de la luz, tenemos que recortar todo el presupuesto de la familia. Sabrán a qué hora se levantan las mujeres de la clase à hacer filas en los consultorios, sabrán que te mueres en listas interminables para que te operen en un hospital. Sabrán que se está comprando comida a crédito en los supermercados y un largo etc. que muchos de ustedes también viven... Pues el diálogo y la democracia que tanto les preocupa a ustedes, ha sido sólo la dictadura de los grupos económicos en Chile. Una dictadura que lleva 46 años en que han saqueado todo, han robado impunemente y nos han explotado hasta más no poder. Esta institucionalidad, es la que nos impusieron los ricos y hay que derrumbarla. Es este sistema de explotación de una clase sobre otra, de países ricos a costa de países colonizados como los nuestros, lo que debemos cambiar. No hay poesía ni romanticismo en esto, es lucha contra el capitalismo que debemos profundizar y es tan real como nuestras vidas. Su democracia no nos interesa.» (Anónimo. Tomado de otro muro de Facebook)
«Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno. (…)
¡Vamos hacia la vida!» (Un grupo de Proletari@s "anormales" en lucha. Esto no para: ¡Ya no volveremos a su normalidad! Santiago, 27 de octubre)
Aquel 25 de octubre, hasta Piñera buscó subirse al carro declarando: «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza.» De todos modos, podemos decir que no triunfó, al menos no con la eficacia deseada por el poder, el intento de blanqueamiento de las manifestaciones. Con el correr de los días, aquella movilización puede ser también entendida como una muestra de fuerza del proletariado más que como su derrota final. Las convocatorias siguen siendo multitudinarias y cotidianas.
Si bien la perspectiva y el libreto que han seguido los políticos dictaba aquello de “post-marcha empieza el dialogo entre partidos, cambio de gabinete, votaciones de leyes reformistas” es fuerte como el movimiento se mantiene, y ha encontrado, aun de forma dispersa, la continuidad en las escuelas, universidades y lugares de trabajo que han intentado volver a la normalidad.
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