A
pocas semanas del último ataque terrorista en la ciudad de Niza, los
milicos de esta región salieron a advertirnos de que quizás podamos ser
víctimas de otros terroristas que no sean ellos mismos: la
“inteligencia” de las fuerzas represivas argentinas anunció que si bien
no existen indicios evidentes de que vayan a perpetrarse ataques
«existen muchos factores que influyen a mantener una constante alerta».
No
sabemos hacia donde conducirán realmente estas elucubraciones, pero en
sus declaraciones parecen continuar con la lógica de las fuerzas del
orden de las regiones afectadas por los ataques: tomar medidas
preventivas que significan perfeccionar el aparato represivo del Estado,
así como, de paso, tirar mierda hacia posibles sospechosos, por lo
general inmigrantes “árabes” o hijos de ellos, llegando incluso a
sospechar de los refugiados que van llegando de Siria. A pocos días de
sus declaraciones procedieron a la detención de dos jóvenes de 21 años,
totalmente ajenos a la cultura islámica, por “tuitear” amenazas hacia el
presidente de este país. Un chiste que les costó caro, pues uno de
ellos sigue detenido, mientras la ministra de justicia habla de «la
necesidad de un castigo ejemplar».
Sin
embargo, lo que aquí, por el momento, no son más que palabras de las
autoridades, en países como Francia es moneda corriente, donde la
protesta social no para de crecer, al ritmo que crece el racismo, la
paranoia y la represión.
La
lucha contra el terrorismo es desde hace décadas el chivo expiatorio
por excelencia de estados como Estados Unidos, Francia e Inglaterra,
para promover sus guerras en Medio Oriente. Sobre
este complejo panorama de extrema violencia no debemos olvidar que
somos los proletarios quienes morimos en sus bombardeos y en sus
atentados, que sufrimos la represión y la segregación social que nos
enfrenta unos contra otros.
No
podemos limitar nuestra respuesta a una simple indignación contra el
terrorismo islámico que actúa en occidente. Somos una clase mundial, que
sufre la violencia de otra clase mundial que es la burguesía. El
terrorismo islámico es inseparable de la dinámica capitalista, son
intereses burgueses y no delirios religiosos de
algunos extremistas los que promueven sus organizaciones y sus ataques.
(Recomendamos la lectura del Apéndice “El Estado Islámico” en Guerra social y telaraña imperialista en Siria de Proletarios Internacionalistas).
Como
decíamos en La Oveja Negra nro. 25, en relación al atentado en Charlie
Hebdo: «Para terminar con el terrorismo islámico hay que acabar con el
terrorismo de Estado, con el terrorismo cotidiano del sistema
capitalista.»
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