En los Memoria de La Oveja ya
hemos reflexionado otras veces sobre la desmemoria. En una oportunidad,
a raíz de aquel homenaje estatal, en la ciudad de Rosario, a la
militante Virginia Bolten (La Oveja Negra nro. 16), escribíamos: «Este
nuevo “homenaje” es la mentalidad democrática en acción: igualarlo todo a
nada, vaciar de contenido toda expresión revolucionaria, reescribir la
historia, generalizar la ignorancia.» En esta ocasión quisimos
reproducir unas literarias y contundentes palabras sacadas del programa
radial La Linterna de Diógenes,
cuya emisión seguimos siempre, no simplemente por su calidad, sino
también por la variedad de temas que aborda, desde una perspectiva
histórica y crítica que nos ayuda sin duda a defendernos de la
desmemoria.
La Linterna de Diógenes es realizado por el Profesor Arkadio, y desde 2006
se emite todos los miércoles por las ondas libres de Irola Irratia
(radio de Bilbao). Podríamos describirlo como un programa de divulgación
histórica, pero también como un espacio para repensar lo humano en sus
muchas vertientes. Aunque persigue el rigor histórico, en él hay cabida
para reflexiones subjetivas sobre estos procesos y el devenir de la
sociedad.
Y
entre la variedad de temas, podemos encontrar desde emisiones sobre la
lucha social en la región ibérica en los 30 y sobre la denominada
revolución rusa, pasando por programas dedicados a la cognición en los
primates y a la historia del sol y las estrellas, hasta aquellos que
abordan el desarrollo y las implicaciones de la relación social
capitalista. Entre editoriales, entrevistas, reflexiones y canciones el
Profesor Arkadio abarca una cantidad de temas de gran importancia sin
perder jamás la calidad. Es por esto que además de seguirlo lo
recomendamos siempre, lo descargamos de la web para escucharlo en casa,
entre la locura del tráfico mientras vamos a trabajar o aliviar las
horas en el trabajo mismo.
Los dejamos con sus palabras:
La
desmemoria es una enfermedad peligrosa, para empezar por ser
tremendamente contagiosa. La desmemoria es una enfermedad que se
contagia a través del oído, de la vista, en ocasiones hasta por el
olfato.
En
la primera fase los síntomas permanecen ocultos, pero la desmemoria no
permanece inactiva, avanza poco a poco desde las áreas auditivas de la
corteza cerebral hasta instalarse en las visuales. Atraviesa el tálamo,
hipotálamo y desde ahí se expande hacia el sistema límbico. A partir de
ese momento se produce una disfunción en el sistema emocional y en la
capacidad de recuperar recuerdos.
En
una tercera fase se apodera de las áreas superiores de la corteza, a
partir de ese momento los síntomas de la desmemoria son perfectamente
identificables, pero el diagnóstico aún puede hacerse resistir si la
enfermedad de la desmemoria se ha propagado entre los individuos de
alrededor.
La
desmemoria es una enfermedad peligrosa, reconocer que se padece es uno
de los pasos más difíciles del paciente, en un primer momento lo más
probable es que intente buscar curas milagrosas, grandes revelaciones,
fórmulas mágicas que prometan el restablecimiento rápido y completo del
organismo.
El
individuo afectado tiende a agruparse también en comunidades de
afectados que pueden incluso llevar la desmemoria, no como un estigma,
sino como un orgullo.
La
desmemoria es una enfermedad peligrosa, según avanza la patología las
capacidades cognitivas se ven cada vez más afectadas, de hecho es
habitual que en fases avanzadas la probabilidad de que correlacione con
un cuadro psicótico sea alta.
En
este punto el desmemoriado, retroalimentado por la comunidad de
desmemoriados, llega a confundir la realidad. Es en esta fase, en la que
el desmemoriado integrado ya totalmente en la comunidad de
desmemoriados, es más peligroso pues buscará el contagio de nuevos
individuos y defenderá su enfermedad como el comportamiento correcto del
organismo.
Es
en este punto cuando el desmemoriado defiende su desmemoria como ser
realista, pero lo más peligroso de la desmemoria, es que es una
enfermedad que paradójicamente se transmite de padres a hijos, de
generación en generación, pues está en el ambiente, en al aire que
respiramos, en las historias que nos contamos.
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